Traducción de S. Seguí
El enemigo mortal justifica el uso de la fuerza -léase violencia- sin respeto alguno por la ley. Las reglas están escritas para uso y consumo particular, perdiendo así su carácter universal y sancionando en la práctica la ley del talión.
Dos docenas de Rambos en dos helicópteros de EE.UU. en territorio soberano de Pakistán, un ataque sorpresa con armas de fuego, un cadáver fantasma, una ceremonia en un portaaviones con entierro en el mar. Con un guión de efectos especiales, contado como una emocionante saga de Hollywood, queda sancionada la muerte del derecho internacional, un conjunto de reglas motivadas, estudiadas y compartidas a lo largo de décadas, frías y racionales, que permiten resolver litigios en exceso encendidos que alimentan tensiones dramáticas. El enemigo mortal justifica el uso de la fuerza -léase violencia- degradando así un derecho compartido. Las reglas están escritas para el uso y el consumo privado, perdiendo así lo universal y sancionando, de hecho, la ley del talión.
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Profesor, ¿es esta acción de comando ilegal, desde la perspectiva del derecho internacional? Dejando a un lado la emotividad de la noticia, ¿hemos asistido a la ruptura de las reglas compartidas (al menos según los tratados)?
Estamos viendo una distorsión radical del derecho internacional, que se ha convertido en algo risible por el modo en que se aplica por parte de la comunidad internacional. Está claro que Estados Unidos utiliza las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad como una tapadera. Asaltan, usan armas potentísimas, hacen matanzas de decenas y centenares de miles de personas, como en Iraq y luego obtienen del Consejo de Seguridad una aceptación de facto de la realidad. Es para esto que sirve la ONU, para justificar post factum crímenes gravísimos. Hay tres crímenes que están siendo perpetrados por Obama: la guerra en Afganistán, que continúa con la matanza de personas inocentes, sin ningún fundamento en el derecho internacional o la Carta de las Naciones Unidas; la guerra contra Libia, otra violación de la Carta de las Naciones Unidas en su artículo 2, párrafo 7, que prohíbe cualquier intervención en el interior de un estado en situación de guerra civil; y ahora estamos ante otra violación grave, en la que un grupo de soldados altamente especializados recibieron instrucciones de asaltar y matar a una persona en un tercer país, Pakistán. Una violación grave del derecho internacional y el derecho a la vida de las personas, no justificada por razones concretas. Porque, que esa persona fuese Bin Laden no es seguro, y por otra parte la ceremonia citada y posterior desaparición en el mar del cadáver del hombre asesinado son procedimientos vergonzosos en el plano de la ley y la existencia de los seres humanos.
Nos enfrentamos a la necesidad de reformar la ley internacional?
La reforma de la ley internacional significaría la reforma de las Naciones Unidas, cambiar la Carta de la ONU. Mientras, se habla de un derecho internacional consuetudinario, pero solo es parloteo, charla vacía desde el momento que no se respeta. Esta reforma requerirá instar a EE.UU. a renunciar a sus privilegios. El Consejo de Seguridad, que es el único órgano que puede usar la fuerza en situaciones extremas, está dominado por los cinco miembros permanentes y esto ya dice mucho acerca de su carácter democrático. La Asamblea no tiene poder de decisión alguno. Mi opinión es que no habrá reforma de las instituciones internacionales, y por lo tanto tampoco del derecho, si no se produce un cambio fundamental en el equilibrio del poder económico, militar y de las potencias nucleares como Rusia, India, China, Brasil e incluso Sudáfrica, a menos que estas fuerzas consigan establecer relaciones internacionales que liberen del dominio de Estados Unidos. De lo contrario, no habrá reforma.
El concepto de la guerra simétrica complica el panorama.
Las guerras libradas por EE.UU. desde 1991 contra Iraq son guerras en las que existe una asimetría en el poder militar y una asimetría profunda en las consecuencias de las mismas: las víctimas militares occidentales son escasas, mientras que las víctimas de las acciones militares iraquíes o afganas se cuentan por millares, personas inocentes incluidas. Son las víctimas de la guerra o de las consecuencias ésta.
¿Qué señal ha dado de sí misma la tan cacareada democracia occidental, después de esta acción militar de comando y de determinadas muestras de alegría? Ha tenido que ser el Vaticano quien pidiera compostura ante la muerte.
Es irónico que lo haya dicho el Vaticano, que estos últimos años no se ha alineado particularmente con el bando de la paz. El pontífice encendió velas para celebrar con Bush, e hizo una declaración de entusiasmo ante el comportamiento de EE.UU. Mejor no hablar de esto.
Con respecto a Occidente, hace ya más de veinte años que viene desatando guerras de agresión contra una serie de estados ubicados en Oriente Próximo, y todas son guerras que violan el derecho internacional. La misma situación en los Balcanes: recordemos la guerra de 1999 contra Serbia, justificada, de hecho, con un motivo falso de carácter humanitario y que condujo a la masacre de miles de serbios, con un único resultado «humanitario»: hoy, cerca de Urosevac hay 7.000 soldados de EE.UU., armados hasta los dientes y dotados de armas nucleares. Occidente suspende claramente en materia de derecho internacional y derechos humanos. La doctrina de los derechos humanos está en decadencia porque es una ideología occidental totalmente falseada por el comportamiento real.
Danilo Zolo (Fiume, 1936) es un distinguido jurista y filósofo del Derecho italiano. Enseña filosofía en la Universidad de Florencia y ha sido profesor asociado en Cambridge, Harvard, Princeton, entre otras. Es fundador del Centro Jura Gentium, para el estudio de la filosofía del Derecho Internacional y las políticas globalizadoras. (N. del t.)
S. Seguí pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala.