Iglesia-Papado. No puedo opinar sobre tema tan especializado como es el Papado y su función en la tierra. Tampoco de la Iglesia. Pareciere asuntos reservados a teólogos. Hay que estar muy documentado. Políticamente, trasciende al homus politicus. Como institución, el papado no es de resorte político. La religión (iglesia) sí, en el plano de la […]
Iglesia-Papado. No puedo opinar sobre tema tan especializado como es el Papado y su función en la tierra. Tampoco de la Iglesia. Pareciere asuntos reservados a teólogos. Hay que estar muy documentado.
Políticamente, trasciende al homus politicus. Como institución, el papado no es de resorte político. La religión (iglesia) sí, en el plano de la infraestucutura ideológica. León XIII como Papa, pudo ser anti marxista; pero como Iglesia, ésta respondió al momento histórico en que el socialismo, paseaba, recorría por el mundo. Y su Encíclica fue la respuesta social- cristiana, al marxismo (socialismo científico). Juan XXIII, fue la respuesta, como ecumenismo, a la tolerancia cultural religiosa mundial. Juan Pablo II, contradictorio en su mensaje anticomunista: en el proyecto polaco desbarató la burocracia estatal socialista y al matar el tigre asustó con el cuero: la entronización del neoliberalismo. Pero ya había silenciado a muchos de la teología de la liberación. Al llamarlo «salvaje» reencauzó hacia la social-democracia- cristiana. Por eso se dice que la Iglesia, por ser camaleón, mantiene vigencia universal en los tiempos. Así ha sucedido desde el emperador Justiniano. La Iglesia no destruye al estado capitalista, lo adecua. Los socialistas del siglo XXI, también. Esos son los signos de los tiempos que nos da vigencia y realismo a los socialistas de hoy.
De manera, que no creo sea el papado, sino la iglesia, religión- como infraestructura- la determinante.
LO DEL PAPADO LATINOAMERICANO.
No será expresión de unánime aceptación.
Llegó un Papa del llamado tercer mundo y podría ser más regresivo frente a la función social radical de la propiedad y la eficacia y eficiencia del Estado.
Me uno al eco de admiración popular porque Francisco I, sea un Papa de Nuestra América. Asumo con beneficio de inventario, las acusaciones en su contra. Creo que ameritan sopesado análisis.
Era de esperarse, fuera jesuita. La Iglesia no podía continuar con el paralelismo de un «Papa negro». La Compañía de Jesús, diferenció en la conquista española. Basta citar los Ensayos Sobre Los Grandes Conflictos de Nuestra Historia, del colombiano Indalecio Lievano Aguirre. Llega en momento histórico en que cabalga el Bolivarismo integracionista y Colombia es centro de laboratorio estatal de subsiguientes profundas reformas o cambios. En primer lugar, hacia un logrado acuerdo de conversaciones, para la solución del conflicto interno armado. En Colombia, terminado el conflicto armado interno, continua el conflicto en lo económico, político, social, ideológico, ambiental. Imposible concebir cambios estructurales, de fondo, sin el concierto de la Iglesia. Incumbe, en el manejo del utilitarismo, que una correcta política de izquierda imponga.
Múltiples, los artículos que ilustran la personalidad del nuevo Papa. Todos lo identifican como colaborador de la dictadura militar y vinculado al condenado y en prisión, Videla. Solo una voz, aislada, de un Nóbel de Paz, lo avala. La historia no olvida, es la determinante. El Polo Democrático Alternativo, en Colombia, también lo enjuicia como
«Archiconservador, homofóbico y colaborador de la dictadura argentina son los antecedentes del Papa Bergoglio. El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, sucesor de Benedicto XVI en la Santa Sede, es tan conservador y defensor de las posturas más retrógradas al interior de la Iglesia Católica como el pastor alemán, hoy retirado en el complejo vacacional de Castel Gandolfo. A Bergoglio se lo conoce en Argentina por su proximidad con el sanguinario dictador Jorge Videla, quien actualmente paga condena perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen de facto (1976- 1983)»
Asimilada la admiración personal inicial, viene el examen detallado, pensado del asunto. No bajo un método de interrogantes, cuestionamientos. Tampoco bajo un pretendido pedante juicio. Acudo al utilitarismo político.
DE LA JERARQUIA ECLESIATICA ARGENTINA Y LA DICTADURA MILITAR.
La política de la cúpula de la Iglesia Católica, argentina, bendijo y colaboró directamente con la dictadura iniciada en Argentina en 1976.
El 15 de septiembre de 1976, se llevó a cabo la reunión de la Comisión Episcopal Argentina (CEA) con los representantes de la Junta Militar.
A menos de seis meses del golpe, los militares se valían de unos obispos en contra de otros. 19 obispos proponían la denuncia de todo cuanto estaba pasando y 38 se opusieron. Concertaron una reunión en la que documento en mano, de publicitado conocimiento, los jerarcas expresaron que «de ninguna manera pretendían plantear una posición crítica a la acción de gobierno». Manifestaron la continuidad del régimen pues «un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo«. Reconocieron «los notables esfuerzos del gobierno en pro del país» y por lo cual los «acompañamos al actual proceso de re-organización (subrayo) del país», resaltando «la imagen buena de las supremas autoridades». Mencionaban la «adhesión y aceptación» episcopal. La iglesia argentina, propuso así, «un canal de comunicación» permanente con la Junta Militar.
El documento se llamó «País y Bien Común». Ese infame texto hizo carrera. De arriba hacia bajo, se impuso. Evitaron un enfrentamiento que no deseaban. Propusieron que se les anticipara sobre detenciones a sacerdotes y monjas; pensando así obviar el silencio compatible de sus conciencias. Pronto comprobaron la ineficacia de la tal «comisión de enlace». El mentís del trato especial y de información respecto persecuciones a religiosos (as). El portazo en la cara. Tres cardenales firmaron el documento. Constituyó un verdadero pacto para la re-organización del país. Nada lejano a lo comparativo-en Colombia- de algo así como un Pacto de San José de Ralito, como el que firmaron políticos espurios colombianos, bajo la égida de las Brigadas Militares, con las autodefensas paramilitares, para acompañar un proceso de re-fundación del país, con la secuela de genocidio contra el pueblo colombiano.
«A la isla El Silencio, en el Tigre, propiedad del Arzobispado porteño, fueron trasladados los prisioneros de la ESMA en 1979 para que no los encontrara la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Se conoció sobre el expediente sucesorio del solterón empleado de la Curia que figuraba como dueño de la propiedad». La Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), en Argentina, es sinónimo a las Caballerizas de Usaquén, pues cumplió el mismo papel que en el militarismo fatídico colombiano, durante el gobierno del gangoso Turbay Ayala.
DE LAS ACUSACIONES
Circulan acusaciones y denuncias sobre el comportamiento del obispo Bergoglio durante la dirctadura militar sangrienta en Argentina. De 1976 a 1983 el régimen se caracterizó por la sistemática implantación de la tortura, la desaparición selectiva, el asesinato, el robo de niños y niñas, sustraídos a «subversivos» detenidos. El objetivo fue la población civil de laicos y religiosos (sacerdotes). El poder militar, es violencia, guerra.
De la prolija información recopilada, la figura del jesuita Bergoglio, sale maltrecha. Sobre él recae toda la política del Vaticano que junto con los Estados Unidos, colocó en objetivo a los movimientos de izquierda en América Latina, asumiendo la política de Washington de la doctrina de Seguridad Nacional; en la que el enemigo interno era el subversivo, al cual había que exterminar. Acorde con la complacencia de la Iglesia con sus altos jerarcas, en callar, negándose a desarchivar la información con que cuentan y hacer públicos los documentos, sobre atrocidades de gobiernos de turno. Esto sucedido aplica, no solo en Argentina, sino también en Colombia.
En el caso particular de Argentina, es explosiva la denuncia de la colaboración de la Iglesia con el régimen de la dictadura militar que sangrientamente gobernó, desde el 24 de marzo de 1976, cuando destituyeron a la presidenta María Estela Martínez de Perón, hasta el año de 1983. Se caracterizó esa dictadura, por la práctica sistemática de la tortura, el asesinato y la desaparición de miles de personas y el robo sistemático de recién nacidos, sustraídos a los detenidos (as) bajo el calificativo de «subversivos».
DE LOS DOS JESUITAS DETENIDOS DESAPARECIDOS. La acusación de mayor peso contra el Papa jesuita Jorge Mario Bergoglio, obedece al maltrato dado a dos sacerdotes de su misma congregación jesuita a los que habría abandonado, a las fauces insaciables de la jauría militarista de Videla.
Orlando Yorio y Francisco Jalics, pertenecían al arzobispado del Gran Buenos Aires. Hacían parte de los movimientos eclesiásticos de la Teología de la Liberación. Desarrollaban trabajo comunitario en zonas paupérrimas, en el Barrio Bajo Flores, donde fueron detenidos desaparecidos, en operación rastrillo, de la dictadura militar, el 23 de mayo de 1976.
Al igual que sucedió en Colombia, con los curas del movimiento de Golconda, la jerarquía eclesiástica procedía a la macartizacion de sus miembros rebeldes, degradándoles, impidiéndoles la celebración de oficios religiosos, quitándoles la sotana, desterrándoles de sus parroquias de influencia. Ese fue el compartimiento del obispo Bergoglio, al interior de la institución eclesiástica, con relación a esos dos curas rebeldes.
Lo grave del asunto radica en la acusación, en que el entonces Provincial de los Jesuitas en Buenos aires, Francisco Bergoglio, año de 1976, suministró información a los servicios de inteligencia militares, sobre los dos curas de su rebaño. Que les degradó su inmunidad sacerdotal y los dejó a expensas de la bota militar. Duraron desaparecidos cinco meses y fueron abandonados, torturados, en un basurero. Nunca reaparecieron cuatro catequistas y dos de sus esposos, secuestrados durante el mismo operativo militar dictatorial. Esa es la constante en el río de tinta que circula contra la persona del Papa Francisco I.
En 1995 el jesuita Francisco Jalics – como victima- publica su libro Ejercicios de Meditación, en el que cita al también jesuita Orlando Dorio, victima de secuestro y torturas, dieciocho años antes; quien relata que los sacerdotes que trabajaban con los mas pobres eran demonizados, puestos en sospecha dentro de las propias instituciones eclesiales y acusados de subvertir el orden social. Que sabia que el Provincial jesuita Bergoglio no los quería, pues no mantenía la opción de los pobres, Que si los mataban, se los quitaba de encima y sino, siempre ventilaría que los había salvado. Que para unos era un santo y para otros generaba terror». Hoy el jesuita Orlando Dorio, ha fallecido y el jesuita Francisco Jalics vive en Estados Unidos. Dicen que Bergoglio lo busca para tratarlo personalmente y otros escriben que lo hace por que es un político que ama el poder y busca es el lavado de su imagen.
DE LA DUDA METODICA.
Definitivamente, jamás podría encausar en una condena mediática contra el actual Papa Francisco I. Destaco que en su publicación, a manera de autobiografía, conocida como EL JESUITA, niega, no acepta, las acusaciones que se le imputan en relación con la delación de los sacerdotes jesuitas Orlando Dorio y Francisco Jalics. . Que los señalaban de guerrilleros y que él afirmó que no tenían nada que ver…Afirma que hizo una defensa formal de su accionar. Que cuando se enteró del secuestro por parte de los militares de los dos jesuitas, lo informó a sus superiores. Bergoglio dice en su libro que no respondió la acusación «para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar». Eso constituye un principio aceptable. Jorge Mario Bergoglio dice que su informe fue favorable. El periodista Horacio Verbitsky facilita documentación y fuente objetiva, para que cada quien perfile un criterio de fondo sobre su conducta, la cual centro en si fue delator o no de dos de las ovejas de su rebaño. Resalto que ante la cruenta persecución, la seguridad, para un obispo en particular, tampoco estaba garantizada. Ni se les respetaba, ni cumplía. Testimonio de un sacerdote torturado, relata como en un operativo militar un oficial del ejercito, el coronel Samuel Said Amant, vituperaba: voy a desaparecerlos a todos a usted todavía no, por que es obispo. Entonces por que exigirle al obispo Bergoglio una conducta diferente? Como decía, el también sacrificado por la derecha colombiana, Álvaro Gómez Hurtado: «a la gente hay que creerle». Por supuesto, respeto la particular posición política de la izquierda argentina y la de los abogados defensores de los dos jesuitas. Pero modestamente considero que la izquierda colombiana no tiene porque asimilar idénticas posiciones, al respecto.
El Papa Bergoglio, refleja a Francisco de Asís. Anuncia «una iglesia pobre para los pobres». No es proyección política, es evangélica. Esta por verse si asumirá las desigualdades sociales…de la pobreza. También esta por verse que actitud asumirá frente a las negociaciones de paz en Colombia. De redundante utilidad política el que el Papado comprenda que en Colombia se conversa ente dos fuerzas de personería política: La Insurgencia y el Estado.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.