Un ejemplo es la India en los últimos 25 años del siglo XIX. El país experimentó a la vez su mayor hambruna de la historia y su mayor exportación de granos, que abasteció casi una quinta parte del consumo británico de trigo (Davis 2001: cap. 9). La incapacidad del gobierno de la India tras la […]
Lin Chun (2016)
Desastres y hambrunas no son temas sobre los que Lin Chun [LC] pase de puntillas en su libro: China y el capitalismo global . Ni mucho menos. Veamos lo que comenta sobre una de las acusaciones más frecuentes, no siempre documentada, contra la política económica de la revolución socialista en China: la generación irresponsable y criminal, afirman los críticos, de grandes hambrunas entre la población más desfavorecida.
El proyecto comunista chino, señala y reconoce LC, «dio bastantes pasos mal encaminados que tuvieron resultados desastrosos», que conllevaron enormes sacrificios personales. También supuso, no hay duda en su afirmación, «aventuras económicas catastróficas». Así, el llamado Gran Salto adelante y la Revolución Cultural, que «tenían como objetivo enfrentar problemas como las desigualdades sectoriales y los privilegios burocráticos», pero que, sostiene sin esconder la perdiz, «constituyeron grandes fracasos».
En síntesis y con máxima claridad: no hay duda, sostiene LC, de que esos errores son indefendibles. No lo son- Pero aun si, añade, es necesario ver las cosas en su justa perspectiva.
1. El esfuerzo comunista chino tuvo un lado oscuro porque «los enemigos que encontró en su camino eran sumamente brutales y poderosos».
1.1. El camino seguido, que se apartaba de lo realizado en la Unión Soviética, no tenía precedentes: el estado revolucionario se vio obligado a mantener en funcionamiento «una economía casi de guerra al tiempo que enfrentaba formidables adversidades geopolíticas, y, al final, también porque las contradicciones intrínsecas del nuevo sistema erosionaron su formación y consolidación».
2. De este modo, la posición de China respecto al capitalismo en sus contextos históricos e internacional «explica las limitadas opciones de política del país y su racionalidad y coherencia subyacentes». Si se considera el conjunto de los acontecimientos, no sólo algunos nudos elegidos sesgadamente para confirmar hipótesis previas, «se llega la conclusión de que el país no contaba con una garantía de paz o con la posibilidad de poder seguir un camino de desarrollo ‘normal».
2.1. No existen las normalidades en esas circunstancias.
3. Los actores del socialismo chino, prosigue LC, eran sumamente conscientes de sus errores y limitaciones desde mucho antes de que avispados «revisionistas y adalides del nihilismo histórico se levantaran en armas contra todo lo comunista, y sus osados intentos de superarlos también forman parte de la historia».
3.1.»Contra todo lo comunista» es expresión, en absoluto exagerada, de la autora.
4. En el tema de las hambrunas, resulta «necesario manejar con seriedad una crítica objetiva de los datos censales oficiales y muchas cifras frecuentemente citadas, derivadas en lo fundamental de esos mismos datos». En una creciente industria de la hambruna, señala LC, «ávida de realizar un conteo de los cadáveres abunda la manipulación de las estadísticas». No es el único caso. Recordemos las cifras dadas sobre los crímenes del estalinismo. Añade: «Carl Riskin, junto a un grupo de autorizados economistas, historiadores económicos y demógrafos de China y otros países nos previene contra las cifras no conclusivas».
5. Insiste también, añade LC, en esclarecer una diferenciación entre «las indicaciones de hambre y privaciones» y «el tipo de evidencia cualitativa de una hambruna masiva que ha acompañado otras hambrunas de escala comparable (si no igual), incluidas hambrunas anteriores en China».
6. Esta perspectiva comparativa resulta necesaria «para lograr una mayor precisión analítica, como ejemplifica la documentación realizada por Mike Davis de las hambrunas imperialistas, incluidas las que ocurrieron en la antigua China». LC se refiere al capítulo IV del clásico de Davis: Los holocaustos de la era victoriana tardía (libro absolutamente recomendable). La responsabilidad del colonialismo, añade, en la muerte de decenas de millones de personas no puede esconderse.
6.1. Pero se esconde. El que fuera denominado Congo belga en tiempos de Leopoldo I es ejemplo de ello.
7. Por otra parte, incluso una hambruna de proporciones devastadoras no puede ni debe ocultar un rasgo fundamental del socialismo chino maoísta: «el gobierno demostró de muchas otras maneras su empeño en lograr la seguridad alimentaria básica de la población». Lo que, por supuesto, no justifica todo, no fundamenta toda política económica diseñada e implantada.
7.1. Ejemplos: China logró una reducción de la mortalidad infantil y un incremento de la expectativa de vida «mayores y más rápidos que la mayoría de los demás países pobres en el mismo período». Casi sin comparación. Cuba es otro ejemplo.
7.2. De hecho, el objetivo del Gran Salto Adelante era lograr la autosuficiencia nacional y al mismo tiempo mejorar las vidas y las oportunidades de los habitantes de las zonas rurales y urbanas del país.
7.3. Los investigadores de las tendencias de la mortalidad en China a lo largo del XX «han establecido que las tasas eran regular y conscientemente más altas antes de 1949 que después incluso teniendo en cuenta los peores años de la hambruna». La revolución comunista, se diga lo que se diga, no fue un paso atrás en la historia.
8. No es lo mismo por otra parte producción que acceso en el que inciden «la miseria, los precios, las prerrogativas y otros factores de política o mercado». Un fenómeno revelador, señala finalmente LC, es que un procedimiento cuestionable que utiliza el cálculo del exceso de muertes sobre la base, poco realista en su opinión, de la tasa de fertilidad estimada -y que contabiliza la muerte sin que haya habido antes un nacimiento- no parece haberse aplicado antes por los economistas y demógrafos. Y nunca, además, en contextos que no fuesen el chino.
8.1. Hechos e instrumentos para confirmar teorías: los comunistas son malos, indocumentados y salvajes.
Lin Chin sostiene, por otra parte, que la República Popular de China está en una encrucijada. ¿Y qué encrucijada es esa?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.