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Arcadi Oliveres, Presidente de Justìcia i Pau, en el Simposio Internacional 'Pobre Mundo Rico'

«Las relaciones económicas internacionales son terriblemente injustas y el foso Norte-Sur es cada vez mayor»

Fuentes: Rebelión

«En el mundo, podríamos vivir dignamente todos; es cuestión de redistribución de la riqueza. Pero los intereses económicos subyacen a las relaciones de desigualdad». Apuntó la responsabilidad de las multinacionales, del comercio internacional y del pasado colonial en la pobreza. En relación a los medios de comunicación, afirmó que «vivimos contentos y engañados». Enfatizó el […]

«En el mundo, podríamos vivir dignamente todos; es cuestión de redistribución de la riqueza. Pero los intereses económicos subyacen a las relaciones de desigualdad». Apuntó la responsabilidad de las multinacionales, del comercio internacional y del pasado colonial en la pobreza. En relación a los medios de comunicación, afirmó que «vivimos contentos y engañados». Enfatizó el compromiso personal y el consumo responsable como iniciativa individual. Apuntó la cancelación de la deuda externa, la desaparición de los paraísos fiscales y la reforma de organismos internacionales como medidas pertinentes.

En la última actividad del Simposio Internacional en Pontevedra, Arcadi Oliveres, Presidente de Justìcia i Pau, desentrañó «las injustas relaciones entre Norte y Sur como responsables de la pobreza», comenzando por explicar el por qué de estas responsablidades, y ahondando en la injusticia de las relaciones norte-sur. En la conferencia, el también Doctor en Economía Internacional, puso en evidencia con un generoso aporte de datos, los entresijos de un sistema que genera relaciones de desigualdad y pobreza, al tiempo que relató propuestas y comportamientos para hacer posible otro mundo. Arcadi resaltó algunas estampas que ilustran la situación de injusticia y pobreza mundial, y que ponen de manifiesto las relaciones desiguales: el hambre, el sida, la pobreza en la infancia y la desigual distribución de los recursos fueron abordadas junto al tema de la inmigración, la mujer y el todo lo que engloba la cuestión informativa.

Relaciones injustas y desiguales. Redistribución, consumo responsable

Arcadi Oliveres apuntó el diagnóstico de «una situación mundial que está bastante mal, y que empeorará si no se actúa rápidamente». El Presidente de Justìcia i Pau explicó unos niveles de desigualdad que han aumentado notablemente de un 1 a 30 en los años 60, a un 1 a 104 en la actualidad: «el foso entre Norte y Sur se hace cada vez mayor, porque las relaciones económicas internacionales son terriblemente injustas», apuntó.

«Esto es más sangrante si tenemos en cuenta que con todo lo que tenemos en el mundo, podríamos vivir dignamente todos, es cuestión de redistribución: se trata de tener menos para que otros tengan más», afirmó. Arcadi explicó dos caminos para ello: la vía pública, con medidas ya recogidos en los Foros Sociales Mundiales: ayuda al desarrollo, perdonar la deuda externa, reformar los organismos internacionales, vaciar los paraísos fiscales,… A nivel personal señaló que además de nuestra participación en organizaciones y movimientos sociales, y el desarrollo de un espíritu crítico informándonos, es importante el compromiso personal, que opera en base a una coherencia y a un consumo responsable, reduciendo el consumo energético supérfluo y eligiendo los productos que cumplen los requisitos de un comercio justo. Señaló así la importancia de la actuación individual, en un momento en el que «podemos tener esperanza, porque de hecho, hoy día, ésta tiene una base sólida».

Hay esponsabilidades claras

Oliveres tuvo tiempo para apuntar los responsables de estas relaciones cada vez más desiguales; además de aludir la responsabilidad interna de los dirigentes de los países del Sur, destacó por una parte la responsabilidad histórica derivada del colonialismo ejercido por el Norte. Del mismo, señaló, todavía quedan residuos: «unas fronteras artificiales que aún hoy generan conflictos, y los sistemas productivos generados en los territorios».

Por otro lado aludió al comercio internacional, a la existencia de intermediarios que maximizan un beneficio que no revierte precisamente en el sur, y trajo a colación las prácticas de comercio injusto que llevamos a cabo cuando compramos marcas como Nestlé, Nike, productos de bazares chinos y tiendas todo a cien que venden productos ‘made in China’ bajo condiciones laborales más que injustas (producidos en cárceles, explotando niños…).

El comportamiento de las grandes compañías internacionales fue otro de los responsables que mencionó el Presidente de Justícia i Pau. Aludió en este sentido los casos de las transnacionales que operan en América Latina y los conflictos sociales que generan en los territorios. La deuda externa fue el cuarto aspecto aludido: «la única solución es cancelarla», alegó. Y apuntó también la falta de voluntad política para hacerlo: «se puede perdonar, pero no se quiere». En el tema de la deuda Arcadi se hizo eco del pago: «que supone cada año un flujo del Sur al Norte que es cinco veces más de lo que mandamos en ayuda al desarrollo».

La información de los Medios: «Se nos engaña, se nos confunde, se nos esconden realidades. Vivimos contentos y engañados»

Como factor de vital importancia en el contexto de las relaciones internacionales (políticas y económicas), Oliveres aludió el papel de la información en la recreación de la realidad. Aludió a una unión indisoluble de la información con la cuestión educativa, mostrando ejemplos de cómo vivimos contentos y engañados. Refirió ejemplos del tratamiento informativo de cuestiones como la deuda externa, la inmigración y las guerras de Irak y Afganistán: «dos guerras exactas con diferente cobertura informativa» y que conllevaron niveles de participación en las manifestaciones en su contra que resultaron radicalmente opuestos, derivados de ese tratamiento de los medios.

En base a esto afirmó que «los medios de comunicación no son neutrales, se deben a intereses económicos». Relató cómo las doce corporaciones mediáticas más importantes de Estados Unidos, tienen en sus Consejos de Admon. a representantes de empresas armamentísticas, petroleras, industrias farmacéuticas,… En el caso de los medios franceses, destacó el rotativo «Le Figaro», como otro ejemplo que la influencia de los propietarios de los medios en la información que transmiten de acuerdo a sus intereses.

SIDA: «En el África Negra, de 40 millones afectados, sólo 1 millón recibe tratamiento»

Arcadi se apuró en abordar «el SIDA como enfermedad sintomática actual»: en el mundo, explicó, hay 40 millones de personas que están afectadas por el VIH. El 60% viven en el Africa Negra, y sólo 1 millón recibe atención médica: «el resto está avocado a su suerte, y su suerte es la muerte».

Quiso dar a conocer las intenciones que subyacen a la hora de aplicar tratamientos antisida en regiones afectadas: el tratamiento no es caro, es caro el derecho de patente, indicó. Expuso las actuaciones de la OMC en favor de intereses económicos frente a Derechos Humanos como a la vida. Se hizo eco de casos como los de Namibia o Sudáfrica en los que a pesar de que el 25% de la población está afectada por la enfermedad, la patente está por encima de la salud y el tratamiento no ha conseguido convertirse en genérico. Los 20 años de derecho de explotación de patente que al fin aceptó la India -abastecedora potencial de África- no fue más que «la respuesta a las presiones de la OMC que defiende los intereses de los países en los que estos 20 años de explotación de patentes de medicamentos -a partir de ellos, pasan a ser ‘genéricos’ y por tanto, muchísimo más baratos’, lo cual quiere decir que lo que importa, es el dinero, y no la salud de los seres humanos».

El hambre: «lo que más mata»

«Hay 2.700 millones de personas que después de su jornada laboral cobran un dólar al día, dos, o nada: el 42% de la población mundial», afirmó.

Respecto al problema del hambre, Arcadi apuntó datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación): «en el mundo mueren diariamente 70.000 personas por hambre en un planeta que produce recursos más que suficientes para hacerle frente». Señaló como la propia FAO indica que la solución para hacer frente a la hambruna no es dar: «hay que olvidarse de enviar ayuda alimentaria, sino que hay que empezar a obtener soberanía alimentaria: que el país produzca sus propios alimentos, esto implica que producir es lo más útil». En este sentido, señaló también la importancia de las inversiones que vayan en esta línea.

Oliveres se lamentó también de la negativa de los países desarrollados a aportar los 50 mil millones de dólares el fondo de emergencia necesario para erradicar el hambre en el mundo (datos que en el 2002 la FAO establecía como necesarios). La negativa de los países, indicó, fue acompañada de una inversión cuatro veces mayor a esa cantidad para financiar la Guerra de Irak. En el tema de la infancia refirió la tristeza de unos datos que indican que 700 millones de niños no tienen vivienda digna y 400 millones no cuentan con acceso a agua potable.

Inmigración: «los inmigrantes causan enormes beneficios a nuestra economía»

Arcadi Oliveres abordó también la problemática de la inmigración española, en un contexto en el que «el 60-65% de la población no quiere inmigrantes» porque se ha generado una alarma social sin fundamento: cuando somos el dieciseisavo país en imigraciones, no el segundo, como explican fuentes oficiales que olvidan que para hallar los saldos migratorios, hay que restar a los inmigrantes que entran, los emigrantes que salen.

Además, explicó que deberíamos considerar el componente humano: la historia de la humanidad es la historia de las migraciones, y por otra parte apuntó que hay que tener en cuenta que desempeñan los trabajos que nosotros rechazamos. Señaló como en contra del pensamiento común los inmigrantes causan enormes beneficios a nuestras arcas, por lo que resulta positiva desde un punto de vista económico. En el tema de inmigración como choque cultural aludió la responsabilidad de los medios en generar la misma idea de choque cuando la mayoría de las veces no existe: la diversidad cultural enriquece, no empobrece, no atenta contra la identidad cultural de ningún país.

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