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Argentina: resistencia ante el negocio de la soja transgénica

«Las tierras se están peleando para toda la gente»

Fuentes: Biodiversidadla

Al este de la provincia de Jujuy, sobre la Ruta Provincial 6, familias de tradición agrícola ganadera de la localidad de Palma Sola, sufrieron el 30 de diciembre pasado la usurpación «violenta» sobre las tierras que habitan tradicionalmente. El accionar, «mediante el uso de armas de fuego», fue efectuado por empleados de KRAM S.A., empresa […]

Al este de la provincia de Jujuy, sobre la Ruta Provincial 6, familias de tradición agrícola ganadera de la localidad de Palma Sola, sufrieron el 30 de diciembre pasado la usurpación «violenta» sobre las tierras que habitan tradicionalmente. El accionar, «mediante el uso de armas de fuego», fue efectuado por empleados de KRAM S.A., empresa dedicada a la siembra de soja transgénica en el norte argentino. La intención era extraer madera del monte perteneciente a las tierras donde vive la familia Mamani.

«… los empleados de KRAM S.A. golpearon y arrastraron por el piso a Gloria Mamani», una octogenaria e histórica pobladora de la zona, explicaron las familias en un comunicado de prensa recientemente divulgado.[1]

Juan Mamani, al ver cómo golpeaban a sus padres, Gloria (80) y Agustín (90), intentó persuadir con un disparo al aire «a los usurpadores de la empresa para que se retiren de la propiedad de la familia». Pese a la violencia con la que actuó KRAM S.A., la policía optó por detener a los campesinos que defendían la tierra y el bosque nativo como «legítimos poseedores del territorio», acusándolos de haber efectuado «amenazas con armas de fuego».

Las familias denunciaron que la fuerza policial «se ha puesto al servicio de los intereses económicos vinculados al poder político, como ya ha sucedido en otras tantas oportunidades». Los Mamani fueron liberados a las 5 de la mañana del día 31 de diciembre de 2009, excepto por Juan, quien permaneció detenido otros cuatro días.

En Jujuy rige la ley de protección de bosques nativos. La norma, de carácter nacional, establece que cada provincia debe realizar un plan de ordenamiento territorial «a fin de zonificar áreas donde se prohíba el desmonte y áreas donde se haga un uso sustentable del mismo», frenando así el avance de la frontera agropecuaria y «fomentando el enriquecimiento, la conservación, restauración y producción sostenible de los bosques nativos».

En el texto del comunicado, los Mamani señalaron que en la región el plan de ordenamiento territorial «se realizó de forma irregular», sin convocar a audiencias públicas y dejando exentas de participación a las comunidades campesinas e indígenas.

La nieta de Gloria Mamani heredó el nombre de su abuela; desde la ruta, la joven de 27 años expresó la indignación e impotencia que sienten las familias del norte argentino ante la falta de justicia que padecen y asegura que ésta sólo existe para quien pueda pagarla.

―¿Con qué intención ingresa la empresa a las tierras?

Mamani.―Las compraron, supuestamente.

―¿Y la empresa a qué se dedica?

Mamani.―A la producción de soja y a los desmontes. Ya tienen unos campos donde han plantado soja el año pasado, frente de mi casa y al fondo de mi casa; ahora están desmontando en la parte de mi abuela, ya han desmontado más de 300 hectáreas y siguen desmontando. Hoy, casualmente (8 de enero), vinieron a desmontar y a mi abuelo se le sube la presión, ya le agarró una parálisis facial, por la misma bronca, por la misma impotencia. Digamos que la justicia para el pobre acá no existe lamentablemente. Es doloroso decirlo, pero no existe. Lo que puede acá es la política y la plata. El que tiene plata tiene justicia y el pobre no, eso es lo que pasa. Mis abuelos ¿qué iban a hacer los dos solos?, mi abuelo me mandó a buscar con un vecino, fui a ver, le voy a hablar a los hombres bien, porque ya habían pasado todos lo golpes, y me dijo que él está cumpliendo órdenes de su patrón, nada más, que lo deje de molestar.

―¿Ustedes ejercen la posesión del lugar o tienen algún título comunitario?

Mamani.―Nosotros hicimos juicio, pero como el tema de la plata acá lo puede todo, cambiamos un montón de abogados. Mi abuela fue la que luchó antes que yo me meta, ya no da para más, más que la golpean y todo eso, no puede seguir. Antes, uno como joven no le lleva mucha importancia y piensa que todo es fácil, y hasta que no estás en el tema no te das cuenta. Entran por el tema del poder, el tema de la plata lo puede todo, entonces nosotros no tenemos título de tierras, nada más que la posesión. Viene de hace años, de mis ancestros que vivimos todos acá; nacimos y nos criamos todos acá. Mis abuelos, además, fundaron la primera escuelita en otro paraje más adelante; de ahí también los corrieron, hace 40 años, y de ahí se vinieron para acá y ahora los están tratando de sacar. En ese paraje que se llama Siete Aguas, que está a 7 kilómetros de donde estamos viviendo nosotros, mi abuelo con mi abuela, con mis padres y mis tíos hicieron la escuelita, hicieron salitas de primeros auxilios y mandó mi abuelo a mi abuela a hacer un curso de partera. Era jefa del Registro Civil, hacía nacer a los chicos, los asentaba, daba de comer a la gente, tenían comedores comunitarios. Hacían todo eso, mi abuela con mi abuelo y los hijos, que son 5 hermanos varones.

―Son habitantes históricos del lugar que fueron heredando la tierra por generaciones, ¿a qué se dedican como actividad productiva, como forma de vida?

Mamani.―Nos dedicamos más que nada a la ganadería y a la siembra de maíz para el gasto de nosotros nada más, para la pequeña huerta de las familias que vivimos aquí.

―¿Cómo es el uso de las tierras?, ¿el manejo es comunitario?

Mamani.―Sí, toda la gente es ganadera, son pequeños agricultores de la zona, nativos de esta zona, más de 100 años que habitan estas tierras, porque viene de mis bisabuelos, mis tatarabuelos que vivían acá, y mis abuelos, mis padres y todos los que estamos ahora.

―¿Las familias están organizadas en algún movimiento campesino?

Mamani.―No, nada. Siempre hemos vivido así; la verdad, hasta que llegaron estos, nunca nos habíamos organizado, estábamos viviendo tranquilos hasta que llegaron estos empresarios y empezamos a pasar por todo esto. Ahora sí nos estamos reuniendo las familias de acá con chicos que vienen de afuera. Los chicos tienen sus organizaciones y están viniendo de Humahuaca, de la Quebrada, de San Salvador de Jujuy. Nos están ayudando en estos últimos días, nos están viniendo a apoyar y ayudar.

―¿Quiénes se están solidarizando con ustedes?

Mamani.―Ahora estamos tratando de organizarnos para ver cómo hacemos para tratar de pararlos, porque siguen ingresando después que le pegaron a mi abuela, a mi abuelo y a mi tío, que lo tuvieron detenido y todas esas cosas. Pero lo mismo, ellos continúan con esto, no les importa nada. Está la Red Puna, el Colectivo Caminando, está CAPOMA, son varias las organizaciones que están en esta situación, que ya han pasado por esto.

―¿Qué extensión tienen las tierras de las familias?

Mamani.―Son varias familias las que viven acá. Entre todas las familias son como 10 mil hectáreas. Los que estamos afectados somos nosotros en este lugar, pero las tierras se están peleando para toda la gente, todas las familias, porque son más de 30, sólo que estamos medio separados. Los que estamos más juntos somos los Ortega, los Mamani y los Palma. Después, la demás gente está más separada, están los Herrera, los Flores, los Espinoza, un montón de gente nativa de este lugar. Los que estamos juntos somos 4 familias.

―¿Y las tierras afectadas en este momento serían las de estas 4 familias?

Mamani.―Sí, somos nosotros a los que están fumigando. Hay un barrio en la ciudad de Palma Sola, que está más retirado, que después de los desmontes y las inundaciones se los llevó a un barrio que se llamaba Puerto Nuevo y la gente que quedó creó otro barrio que se llama La Nueva Esperanza, y están a la vuelta de la plantación de soja también, están a la vuelta de los porotales donde está la soja. Estuvimos viendo a la gente de ahí también, no se une mucho la gente, pero vimos que a través de lo que ya han fumigado hay nenitas que ya tienen alergias, que ya están con granitos en la piel, como quemaduras tienen. Después, un señor que pasó justo cuando estaban fumigando como que después se vió afectado en los ojos, no veía, decía. Le ardía y se tuvo que poner vendados los ojos.

―¿Ese día tus abuelos estaban solos?

Mamani.―Sí, porque nosotros tenemos la casa a 200 o 300 metros de ellos, no estamos cerca.

―Tu abuela fue golpeada cuando ingresó la empresa, ¿qué sucedió ese día?

Mamani.―El abogado que teníamos le dijo a mi abuela que podía cerrar el portón de la finca y ponerle candado. Entonces, mi abuela agarró y con mi abuelo cerraron el portón, como a las 18.30. A las 20.30 llegan estos dos señores rompiendo el portón, ingresan rompiendo el portón y atacando a mis abuelos, que estaban tranquilos en el patio de su casa, pegándole a mi abuela, arrastrándola por el suelo. Mi abuelo tiene 90 años y mi abuela tiene 80; después, el vecino que al escuchar los gritos se acercó también fue atacado verbalmente más que nada porque es un hombre más joven que mi abuelo, tiene 65 años. Lo único que hizo fue escudarlo a mi abuelo y como ellos tenían revólver y tenían palos, él hizo de defensa de mi abuelo, que no le vayan a pegar, que no escucha ni ve, y cuando él quizo cubrirlo, ya la habían tirado a mi abuela por el suelo.

―¿Hay algo que te gustaría agregar?

Mamani.―Tratar de que se haga un poco de justicia; a ver si a través de las radios, de la comunicación, alguien nos puede ayudar, porque nosotros sentimos tanta bronca, tanta impotencia, y ya no sabemos qué vamos a hacer, porque nos mataron los animales, los balearon, amontonados con las máquinas los tiraron en medio de los palos. Nos tiraron toda la hacienda de ganado vacuno, caballar, a las chivas, a los chanchos, a todos los balearon. Nos envenenan el agua, no tenemos agua potable. Tomamos de un arrollito que corre acá a 100 o 200 metros; ellos, fumigando, nos envenenan el agua. Traen para preparar el veneno, para fumigar sí traen agua potable, y para lavar las máquinas, para limpiarlas, lavan con el agua del arroyo y nos contaminan el agua. Esa es la única agua que tenemos para tomar, porque el municipio no nos lleva agua. Presentamos cantidad de notas para que el municipio nos traiga y nos deje agua y nunca nos escucharon, nunca tuvimos respuesta. El otro vecino, Palma, tenía su pequeña huerta y fueron estos señores y le hicieron una barranca, le estancaron toda el agua, le plantaron en el agua y se le secó toda la huerta. Él tiene 6 hijitos y no tiene trabajo, no tiene nada, vive igual que nosotros de los animales y la verdura de su huerta para consumo propio y para los hijos. Es algo contarlo y otra vivirlo, por hablar nada más se me pone un nudo en la garganta y la piel de gallina, porque no se cómo contarle las cosas que pasan en este país y que no se hace justicia.

Notas:

[1] Familias campesinas de Palma Sola en lucha, 6 de enero de 2010. Comunicado de prensa.