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Los BRICS miran con apetito a Angola

Fuentes: Rebelión

  Nigeria y Angola son los únicos dos países subsaharianos miembros de la poderosa Organización de Países Exportadores de Petróleo – OPEP. Angola fue colonia Portuguesa hasta 1975 y luego entró en una guerra civil entre diferentes grupos políticos hasta el año 2003. Actualmente enfrenta el proceso separatista del enclave de Cabinda, una provincia geopolíticamente […]


 

Nigeria y Angola son los únicos dos países subsaharianos miembros de la poderosa Organización de Países Exportadores de Petróleo – OPEP. Angola fue colonia Portuguesa hasta 1975 y luego entró en una guerra civil entre diferentes grupos políticos hasta el año 2003. Actualmente enfrenta el proceso separatista del enclave de Cabinda, una provincia geopolíticamente desconectada del resto del país, que es la más pequeña y la menos poblada pero donde se produce más del 50% del petróleo angoleño, principal fuente de ingresos económicos del país.

El petróleo, los minerales y los angoleños dan al país un gran potencial económico, pero la abundancia de estos recursos ha generado la intervención de potencias extranjeras y el empobrecimiento de la mayoría de la población.

Diversos grupos y milicias buscaron alcanzar el poder mediante la lucha armada en el largo proceso que trascurrió antes y después de la independencia. Tres de ellos cobraron notoriedad, cada uno apoyado por su correspondiente potencia extranjera. Cuba y los países soviéticos apoyaron al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), Estados Unidos apoyó al Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) y Sudáfrica respaldó a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).

En un contexto mundial de guerra fría Estados Unidos y la Unión Soviética necesitaban plantar bandera en cada país africano recientemente independizado. En consecuencia cada uno financió y apoyó un movimiento en particular. Queda claro que por motivaciones geográficas y por la necesidad de establecer una zona de amortiguamiento, Sudáfrica se comportó de la misma manera.

Finalizada la guerra civil los distintos grupos se acomodaron a las reglas de juego democráticas tomando forma de partidos políticos. El MPLA se convirtió en el partido dominante y por sus características ideológicas ha sido quien protegió los recursos minerales y petroleros del país nacionalizándolos.

Angola es el cuarto productor mundial de diamantes y el segundo productor subsahariano de petróleo. Angola aporta el 0,7% de producción petrolera mundial diaria y junto a Ecuador son los dos países productores más pequeños de la OPEP. A pesar de la pequeñez comparativa, su producción petrolera tiene un fuerte impacto en la economía angoleña.

Todos sus campos petroleros se encuentran en aguas territoriales, con aproximadamente 1300 km de costa. Sin embargo el 60% de su producción (900 mil barriles diarios) y las reservas petroleras se encuentran en la pequeña provincia de Cabinda, un enclave ubicado entre la República del Congo y la República Democrática del Congo, a 60 km de Angola, separado del resto del país. El Frente de Liberación para el Enclave de Cabinda (FLEC) encabeza la lucha para obtener la independencia y la soberanía de la muy rica provincia. Lógicamente el ejército angoleño y el gobierno buscan acabar con este grupo armado.

La sospecha de que el secesionismo de Cabinda no defiende tanto los intereses de la población local como los intereses de distintas potencias exteriores no es nada infundada. No por nada se define a Cabinda como el Kuwait de África.

Terminada la guerra fría la emergencia de los BRICS genera, junto con otros actores y procesos, un escenario internacional de multipolaridad, en donde cada uno de los países emergentes busca contar con la mayor cantidad de países aliados y asociados para reafirmarse en sus zonas de influencia.

China, Brasil y Sudáfrica tienen ya establecidos sus objetivos sobre Angola, sin descontar que Rusia haga lo propio o que Estados Unidos y la vieja intención unipolar que representa ya no haya puesto un tentáculo sobre el petróleo angoleño.

China, a través de su proyecto China-África, se ha convertido en el primer socio comercial de la mayoría de países africanos. En el caso de Angola, el país ya es el tercer socio subsahariano de China, antecedido solamente por Sudáfrica y Nigeria. La sociedad no solo abarca el plano comercial sino también la cooperación y defensa. Distintas misiones de la «For ç a Armada Angolana» han viajado a China para realizar capacitaciones en defensa, seguridad y policía. Adicionalmente, la cooperación China-Angoleña busca alcanzar status de cooperación en los niveles políticos, sociales y culturales. Varios bancos chinos buscan instalarse en el país luso-parlante justificando así el intercambio comercial bilateral que para el año 2014 alcanzó los 37 mil millones de dólares americanos sobre los 124,2 mil millones que el país alcanzó como PIB enel año 2013. Estos bancos financiarán distintas obras de infraestructura vial e industrial que serán desarrolladas en Angola por consorcios chinos dentro de la cooperación técnica y tecnológica que ambos países llevan adelante en el marco del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2017, mediante el cual Angola busca la diversificación económica. A mediados de junio de 2015 el presidente angoleño Dos Santos se encuentra en China reuniéndose con su par Xi Jinping en visita de Estado.

Brasil, por su lado, como miembro de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), mantiene fuertes y estrechos lazos económicos y afinidades culturales con Angola. Fue el primer país en reconocer al naciente Estado angoleño después de su independencia de Portugal en el año 1975 y mantiene desde 1980 sólidos lazos de cooperación económica, tecno-científica y cultural. A inicios de 2015 una misión brasileña encabezada por el ministro de relaciones exteriores brasileño Mauro Vieira visitó al presidente Dos Santos en lo que constituyó su primera visita oficial como canciller de Brasil fuera de América Latina. En esa reunión, donde estuvieron presentes algunos otros ministros brasileños, se agendó una visita del ministro de defensa de Brasil a Angola. Si en virtud de su crecimiento fabril e industrial China necesita los recursos energéticos y petroleros de Angola, Brasil busca contar con un aliado en materia geopolítica puesto que la alianza con Angola y otros países como Santo Tomé, Guinea y Cabo Verde -con los que mantiene vínculos culturales- le permitirían tener control sobre el Atlántico Sur.

Sudáfrica ha apoyado desde su formación a la UNITA, la agrupación guerrillera que rozó el poder pero nunca lo ha tenido. Sudáfrica, al igual que Brasil, tiene intereses geopolíticos sobre Angola, no sólo por ser el segundo exportador de petróleo en el subcontinente sino también por estar territorialmente cerca del extremo austral africano y por representar un Estado colchón entre el rico sur africano, los conflictos del África centro-occidental y la pobreza del cuerno de África. Además, siendo uno de los BRICS, es necesario para el gobierno de Jacob Zuma ampliar la influencia política sudafricana más allá del cinturón tradicional de Zimbabwe, Namibia, Mozambique y Botswana con quienes comparte frontera. Es por ello que durante el año 2014 se reunión con su par angoleño en una visita de Estado.

Hay que puntualizar que pese a que el gobierno del MPLA es un gobierno cercano a Rusia y a la extinta URSS, los lazos que tiene con el gobierno de Putin se van equilibrando frente a la presencia del resto de los BRICS y de empresas norteamericanas como Chevron, principal operadora en la extracción del petróleo angoleño a través de la empresa pública local Sonangol.

Sonangol ha otorgado licencias a diferentes empresas occidentales para que desarrollen actividades mineras en el territorio. Pese a todo esto, la cooperación bilateral ruso-angoleña en materia económica y política se ha fortalecido y busca ampliarse a otras áreas como la social, la cultural y sobre todo la defensa.

Son notorios los grandes intereses económicos y geopolíticos que colocan a Angola como un alfil clave en la política exterior de los BRICS sobre el continente africano. El crecimiento económico acelerado (que llegó al 22.7% en el año 2007 y a 6.8% en 2013), su PIB de 124 mil millones del 2013, su fuerza laboral de 24 millones de habitantes más los recursos petroleros y minerales no han sido suficientes para evitar indicadores deficientes. Sus niveles de pobreza alcanzan al 58% en la población rural y al 19% en la población urbana. Su Indice de Desarrollo Humano – IDH es uno de los más bajos del mundo y el coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) es uno de los más altos, mientras la esperanza de vida apenas supera los 51 años.

La convivencia de ingentes recursos con mucha pobreza y desigualdad no es novedosa. En el caso angoleño no es tan culpable la maldición de los recursos ni un gobierno que se dice cercano al socialismo como sí los neo-colonizadores que ya buscan la forma de repartirse las grandes riquezas estratégicas de Angola.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.