En los últimos meses, el primer ministro de India Narendra Modi ha destacado repetidamente la necesidad de que el país se mueva hacia el atmanirbharta, o autodependencia. ¿Por qué este repentino despertar en un hombre que hasta hace poco ha estado dando vueltas por todo el mundo intentanto atraer a empresas que quieran invertir en India, y haciendo muy poco por reducir la dependencia de exportaciones-importaciones del país creada en las últimas décadas de crecimiento globalizado?
Apartentemente, nuestro amiguito, el virus COVID-19, le ha obligado a reflexionar. No es solo el señor Modi: desde que el comercio mundial se ha hundido como consecuencia de la crisis del coronavirus, una nueva sabiduría parece haber iluminado a muchos de los líderes políticos mundiales.
No habría que envidiar el origen o lo inesperado de esta nueva comprensión, especialmente el hecho de que un pequeño terror hizo lo que décadas de movimientos sociales no pudieron hacer si en realidad esta nueva comprensión va bien dirigida. ¿Qué quiere decir realmente el señor Modi cuando habla de “autodependencia”? Qué piensa cuando dice: “Hay que abogar por lo local” [en el original, un juego de palabras en inglés: “be vocal about local”, nota del tr.]? ¿Se corresponde con la antigua visión del Mahatma Gandhi quien defendía el swaraj, una combinación de autogobierno, autodependencia y autosuficiencia que empieza, primero y principalmente, en cada aldea? Cómo cuadra esto con las demandas de muchas comunidades adivasi (indígenas) en India que quieren que se las deje en paz para seguir con sus vidas en medio de ecosistemas naturales, o que se les permita seguir su propio camino de bienestar incluso cuando quieren ayuda exterior, y que no se les imponga un “desarrollo” ajeno y destructivo? ¿La campaña “hecho en India” lleva necesariamente a la autodependencia?
Echemos un vistazo a lo que dijo Modi. El 24 de abril de 2020, en la celebración del Día Nacional del Panchayat (los panchayats son consejos de gobierno de aldea, elegidos por los residentes), proclamó Modi:
Toda aldea debe ser lo suficientemente autosuficiente como para cubrir sus necesidades básicas. Unas aldeas autodependientes fortalecerán la democracia al garantizar que los frutos del desarrollo se filtren hasta la base. De manera similar, todo distrito debe ser autosuficiente en su nivel, todo estado debe ser autosuficiente en su nivel, y todo el país debe ser autosuficiente en su nivel… No deberíamos haber mirado nunca hacia afuera. Es este un pensamiento ancestral en India, pero las circunstancias cambiantes nos han recordado de nuevo que debemos ser autosuficientes. Nuestros panchayats tienen un papel muy importante en esto… unos panchayats fuertes son los cimientos de una aldea autosuficiente. Cuanto más fuerte sea el sistema de panchayat, más fuerte será nuestra democracia, y a través de esto, el beneficio del desarrollo llegará hsta la última persona.
En su discurso a la nación del 12 de mayo dijo Modi:
El significado hoy de la palabra autodependencia ha cambiado en el escenario global… se trata de Globalización Centrada en lo Humano en lugar de Globalización Centrada en la Economía. La cultura y tradiciones de India hablan de autodependencia y el núcleo es Vasudhaiva Kutumbakam (el mundo entero es nuestra familia). Esta es la cultura que cree en el bienestar del mundo, para todas las criaturas, y la que considera al mundo entero su familia. Su premisa es la cultura que considera a la Tierra como nuestra madre.
Un texto bien elaborado, sin duda. Pero si profundizamos un poco más y miramos las decisiones políticas reales que está tomando su gobierno, vemos que está lleno de doble lenguaje. Incluso en palabras: por un lado dice: “La crisis del coronavirus también nos ha dejado claro la importancia de la manufactura local, el mercado local y la cadena de suministros local”, y por otro: “Existe hoy la necesidad de que India interprete un papel importante en la cadena de suministros global”. No explica como ambas pueden coexistir, cuando de hecho todas las experiencias de los últimos 30 años de globalización económica han demostrado su naturaleza intrínsecamente contradictoria. La economía global quiere que India le proporcione cualquier cosa que pueda producir, y consumir lo que otros puedan producir, y ninguna de las dos cosas lleva a la autodependencia local. Desde 1991 (cuando el gobierno dirigido por el Partido del Congreso dio paso a India a un mercado globalizado), las exportaciones pesqueras y de minerales de India se han disparado, agotando los recursos marinos de India y devastando enormes áreas para minería, alterando las economías locales pesqueras, adivasis y de comunidades campesinas. Y las importaciones de residuos tóxicos (etiquetados inteligentemente como “bienes usados” como si la denominación borrase mágicamente su naturaleza peligrosa) de países que no quieren hacerles frente, exponiendo a millones de indios a impactos nocivos sobre su salud. ¿Cómo cambiará todo esto el que India “interprete un papel importante en la cadena de suministros global”? ¿Y cómo aleja esto el paradigma de una “globalización centrada en la economía” hacia una “globalización centrada en lo humano” que Modi alabó en sus discursos?
Por otra parte, Modi dice que uno de los cinco pilares de la recuperación y autodependencia de India es la “demanda”:
El ciclo de la demanda y la cadena de suministros en nuestra economía es la fuerza que debe ser aprovechada en todo su potencial. Para aumentar la demanda en el país y cubrir esta demanda, todos los participantes en nuestra cadena de suministros deben ser empoderados. Fortaleceremos nuestra cadena de suministros, nuestro sistema de oferta levantado con el olor del suelo y el sudor de nuestros trabajadores.
Imágenes conmovedoras, pero aquí está el problema. Según un estudio de 2008 de CII y Global Footprint Network, la trayectoria de desarrollo de India ya es insostenible, usando el doble de su capacidad biológica. Si la demanda sigue creciendo, y seguimos cubriéndola desde cualquier sitio y de cualquier forma que podamos, solo nos hundiremos más en esta vía de insostenibilidad. Un ejemplo clásico se está desarrollando ahora mismo: la energía térmica, y para generarla, la minería de carbón. Autodependencia sin preguntarnos “cúanta demanda” y “qué forma de oferta” lleva a la estúpidamente simplista solución de ampliar la minería de carbón tanto como sea posible para que no tengamos que importar carbón. Y para hacerlo rápidamente, el gobierno relaja las salvaguardas medioambientales y sociales y hace que sea más fácil que las empresas privadas entren en tromba. Está teniendo lugar ahora mismo la adjudicación de la explotación de bloques de carbón en algunas de las reservas de biodiversidad más ricas de India, que son también el hogar de algunas de las poblaciones adivasis más sensibles. Si decenas de miles de personas deben ser desalojadas de sus hogares, obligadas a convertirse en mano de obra migrante sin dignidad o seguridad, privadas de sus capacidades ancestrales para ser autosuficientes en ecosistemas forestales, ribereños o costeros, ¿cómo cuadra esto con la autodependencia “local”? Modi puede celebrar el “sudor” de los “trabajadores”, pero ni él ni los gobiernos anteriores han hecho mucho para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores industriales y agrícolas, especialmente mujeres y sectores marginalizados como los dalits.
¿Y cómo va a seguir esto de alguna forma la idea de “Vasudhaiva Kutumbakam” cuando miles de especies de animales y plantas que han prosperado en ecosistemas que van a ser excavados para extraer carbrón se van a quedar sin su hábitat? Y, ¡oh!, ¿cómo va a ser esto ser responsable ante la desesperada necesidad de enfrentarse a la crisis climática? ¿Se puede decir por un lado que la Alianza Solar Internacional está haciendo frente al calentamiento global (por lo que Modi consiguió el galardón de “Campeón de la Tierra” de la ONU), y por el otro fomentar el aumento de la minería del carbón y las centrales térmicas?
Esta visión de autodependencia no deja espacio para preguntarse cuestiones básicas sobre qué debería producirse, por quién, para quién y de qué forma. Y así, el 11 de junio, cuando Modi se dirigió a la Cámara India de Comercio y repitió el mantra de la autodependencia, en esencia estaba pidiendo a las empresas indias que produjesen cosas en India… pero sin mencionar las consecuencias ecológicas y sociales de los actuales patrones de producción, ni ninguna de las horribles desigualdades provocadas por la avaricia desvergonzada de estas compañías. Y permítasenos observar que India está intentando también alejar a empresas globales de China (donde ya no quieren invertir) y atraerlas hacia India… de nuevo, para proveer las cadenas de suministro globales.
En cierto modo Modi está imitando lo que la mayoría de gobiernos siguen haciendo (incluidos desgraciadamente los de la izquierda revolucionaria): seguir una vía de crecimiento económico desenfrenado, la expansión infinita de uso de materia y energía, aunque está abundantemente claro que la Tierra no pueede sostenerla. Hacer esto y sin embargo hablar de la responsabilidad de India hacia el mundo, y acerca de desarrollo sostenible, y recordar las antiguas tradiciones de la “Madre Tierra” es un doble discurso peligroso. Dice Modi sobre la civilización india: “Esta es la cultura que cree en el bienestar del mundo, para todas las criaturas vivientes y la que considera al mundo entero su familia. Su premisa es la cultura que considera la Tierra como su madre.” Muy bien. Excepto que ¡¿quién fomenta la minería en la Tierra mientras se le llama madre?! (como nota lateral, Ecuador ha seguido la misma historia, poniendo a la Madre Tierra en su constitución, pero continuando el fomento de las industrias extractivas, aunque sea mediante propiedad estatal).
Vale también la pena destacar que mientras en mayo el gobierno indio anunció un enorme paquete de recuperación por la covid (por valor de aproximadamente un 10% de su PIB), que incluye importantes asignaciones para la industria a pequeña escala, campesinos, y otros sectores marginados, los analistas han demostrado que buena parte de este paquete es un inteligente reempaquetamiento de disposiciones ya existentes. Y los procedimientos para acceder a estos fondos siguen siendo pesados y es improbable que benefice a los más marginados. Además, ha seguido aplicando impuestos ingentes sobre los tejedores a mano y artesanías aunque estos sectores han pedido repetidamente exenciones para poder competir con la gran industria (mientras Modi gana puntos para los medios de comunicación al hacer un llamamiento a que la gente use khadi, la tela tejida a mano favorita de Gandhi). Más de la mitad de la población de India depende de la agricultura, la pesca, el pastoreo, los recursos forestales y la artesanía, y sin embargo no puede competir con las grandes industrias y corporaciones que tienen muchísimos más recursos y son apoyadas con muchísima más fuerza por el estado, incluyendo a algunos miembros del capitalismo de amiguetes. El gobierno ignora sitemáticamente intentos genuinos de autodependencia y resiliencia comunitaria, nada sorprendente porque una expansión signifitcativa de estas iniciativas amenazaría el poder del estado y las corporaciones.
De hecho, Modi encabeza un gobierno que ha reprimido brutalmente la disidencia, especialmente aquellos que alzan su voz contra proyectos de desarrollo destructivo como la minería, o contra la política de odio religioso y de casta que organizaciones y partidos de derechas (incluído el suyo) han fomentado, o contra un régimen militar y policial y de vigilancia estatal impuesto en lugares como Cachemira y la India del noreste. Mientras escribo esto, organizaciones adivasis de la India central están protestando por la asignación de bloques de explotación de carbón. Han resistido frente a la minería, las industrias y otras incursiones destructivas en sus vidas durante muchos años, y se han enfrentado a la persecución y vilipendio del estado. Es irónico que Modi quiera que “abogemos por lo local” pero cuando los locales lo hacen, su gobierno entonces los llama antinacionales y sus partidarios son etiquetados de terroristas y encarcelados.
En un intento por relanzar la economía mientras el confinamiento es aliviado lentamente, varios gobiernos estatales (en su mayoría dirigidos por el partido de Modi, el BJP) han anunciado un relajamiento de las leyes laborales. Esto incluye forzar a los trabajadores a 12 horas de trabajo diario, que las empresas tengan más fácil contratar y despedir, y en general reducir los ya débiles derechos que tienen los trabajadores. ¿Cómo cuadra esto con la filosofía de “Vasudhaiva Kutumbakam”, o los valores de solidaridad y felicidad que ha patrocinado Modi? ¿O fue una cruel interpretación de la “autodependencia” cuando decenas de miles de trabajadores migrantes quedaron abandonados por un repentino confinamiento impuesto el pasado marzo y se vieron forzados a volver a pie a casa, en algunos casos a más de mil kilómetros (“no esperéis que os llevemos a casa, confiad en vosotros mismos”)?
Si el Mahatma Gandhi estuviese vivo estaría en huelga de hambre (¡tras tener esta conversación con él!). Pero es dudoso que al gobierno le hubiese importado. Si dejó que Swami Gyan Swaroop Sanand (o profesor GD Agarwal como era conocido como uno de los mayores expertos en contaminación de India) hiciese huelga de hambre hasta su muerte, ignorando sus 112 días de ayuno buscando una atención urgente para el Ganges (contaminado, desviado, condenado a muerte)… un río que las organizaciones hindutva de derechas en el poder defienden de boquilla por motivos religiosos. Estos grupos tienen a muchos miembros que consideran al asesino de Gandhi un mártir y a Gandhi un traidor. Así que lop más probable es que simplemente hubiesen ignorado al Mahatma, aunque se apropien de su imagen y legado para adornar sus proyectos y programas favoritos como Swachh India (“India limpia”).
Gobiernos y corporaciones del mundo han cooptado algunas de las ideas y visiones del mundo más revolucionarias de la historia para sus propios fines: buen vivir, sumak kawsay, swaraj, ubuntu, sostenibilidad, inclusividad, socialismo, democracia y muchas otras. El gobieno indio se une a sus filas con su uso flagrantemente distorsionado de “autodependencia” para pintar de verde una vía de desarrollo business-as-usual, explotadora, extractivista y perversa.
Traducción de Carlos Valmaseda
Fuente: https://wsimag.com/economy-and-politics/62759-the-various-avatars-of-self-reliance