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No hay refugio

Los drones de la justicia infinita y la bacteria de la libertad duradera

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

«El verdadero hipócrita es aquel que deja de percibir su engaño, aquel que miente con sinceridad »

– André Gide

El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, dijo recientemente que tuvo una discusión con el general John Allen, máximo comandante estadounidense en Afganistán, sobre el tema de los ataques de drones [aviones sin tripulación] de EE.UU. en ese país, después de otro mortífero ataque aéreo que mató a numerosos civiles. Karzai hizo a Allen una pregunta eminentemente razonable: «¿Hacen cosas semejantes en EE.UU.?» El presidente afgano agregó: «Hay acciones policiales todos los días en EE.UU. en diversas localidades. No llaman un avión para bombardear el lugar.»

La pregunta de Karzai a Allen era retórica, por supuesto, ¿porque quién podría imaginar que funcionarios estadounidenses bombardearían una casa en una ciudad de EE.UU. por sospechas de que en ella se encontrarían ciertos individuos malos? Bueno, la respuesta a esa pregunta es que puede ser imaginado porque ya lo han hecho.

Sucedió en Filadelfia, Pensilvania. El 13 de mayo de 1985, una bomba lanzada por un helicóptero policial quemó toda una manzana; fueron destruidas unas 60 casas, 11 muertos, incluidos varios niños pequeños. La policía, la oficina del alcalde, y el FBI estuvieron todos involucrados en este intento de expulsar a una organización llamada MOVE de la casa en la que vivían.

Por supuesto todas las víctimas eran negras. De modo que reescribamos nuestra pregunta. ¿Quién podría imaginar que funcionarios estadounidenses bombardearían una casa en Beverly Hills o en el acomodado Upper East Side de Manhattan? Manténgase sintonizado.

¿Y qué otra cosa podemos imaginar sobre una sociedad que ha sido súper militarizada, que está en guerra con gran parte del mundo, y que está convencida de que está del lado de los ángeles y de la historia? Bueno, el sistema de tránsito de Boston, MBTA, anunció recientemente que en conjunción con Seguridad Interior planifica liberar bacterias muertas en tres estaciones fuera del horario de tráfico durante este verano a fin de probar sensores que detectan agentes biológicos, que terroristas podrían liberar en los sistemas del metro. La bacteria, bacillus subtilis, no es infecciosa ni siquiera en su forma viva, según el gobierno.

No obstante, esto también tiene un precedente. Durante cinco días en junio de 1966, el ejército de EE.UU. realizó una prueba llamada «Un estudio de la vulnerabilidad de pasajeros del metro en la Ciudad de Nueva York ante un ataque furtivo con agentes biológicos». Billones de la variante Níger de bacillus subtilis fueron dispersados en el sistema de metro durante horas de tráfico intenso, produciendo nubes de aerosoles. El informe sobre el test señaló que «Cuando la nube envolvió a la gente, ésta se sacudió la ropa, miró hacia la rejilla [a nivel de calle] y siguió caminando», [4] El viento de trenes al pasar propagó las bacterias a lo largo de los rieles; una vez que pasaron dos trenes, las bacterias se habían propagado de la Calle 15 a la calle 58. [5] No se sabe cuánta gente se enfermó posteriormente por haber sido ignorantes conejillos de indias porque el ejército de EE.UU., que se sepa, no mostró interés por el tema.

Para el ensayo en Boston, el público no ha sido informado de la fecha exacta; tampoco se sabe cuánto tiempo las bacterias pueden permanecer en las estaciones, o cuál podría ser el posible peligro para usuarios cuyo sistema inmune haya sido debilitado por cualquier motivo.

Debiera señalarse que el experimento en el metro de Nueva York fue solo uno de numerosos experimentos semejantes. El ejército ha reconocido que entre 1949 y 1969, 239 áreas pobladas de costa a costa, así como territorios estadounidenses de ultramar, fueron cubiertos con diversos organismos durante ensayos hechos para medir modelos de diseminación en el aire, efectos del clima, dosificaciones, colocación óptima de la fuente, y otros factores. Esos experimentos fueron supuestamente suspendidos después de 1969.

Funcionarios del gobierno han negado permanentemente que los agentes biológicos utilizados puedan ser dañinos, a pesar de la abundancia de evidencia de expertos y científica objetiva de que exposición a fuertes concentraciones incluso de organismos aparentemente inocuos puede causar enfermedad, por lo menos a los segmentos más vulnerables de la población -ancianos, niños y sufrientes de una variedad de dolencias. «No existe un microorganismo que no cause problemas,» testificó ante el Senado en 1977 George Connell, asistente del director de los Centros para Control y Prevención de Enfermedades. «Si se tiene la concentración adecuada, en el sitio adecuado, a la hora adecuada, y la persona adecuada, sucederá algo».

EE.UU. también ha utilizado armas biológicas en el exterior, repetidamente, no con fines de ensayo sino con propósitos hostiles. ¿Por lo tanto qué hará el país con los mayores (dobles) raseros cuando semejantes armas sean utilizadas en su contra? ¿O cuando drones extranjeros ataquen ciudades estadounidenses? ¿O cuando equipos de alta tecnología sean saboteados por un ataque cibernético como el que EE.UU. admite ahora que realizó contra Irán? Hace un año el Pentágono declaró que «el sabotaje informático proveniente de otro país puede constituir un acto de guerra… Si detenéis nuestra red de energía, tal vez lanzaremos un misil por una de vuestras chimeneas», dijo un funcionario militar estadounidense.

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William Blum es autor de Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II , Rogue State: a guide to the World’s Only Super Power y West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir . Para contactos: [email protected]

Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/07/04/no-shelter/