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Los rostros de la insurgencia afgana

Fuentes: Quilombo

En agosto las cadenas de televisión Channel 4 (Reino Unido) y SBS One (Australia) emitieron imágenes de un documental (10 y 20 minutos respectivamente) sobre la insurgencia afgana, elaborado por el veterano periodista noruego Paul Refsdal. Puede adquirirse una versión más completa de 26 minutos en Journeyman Pictures. En 2009 Refsdal, que hace 25 años […]

En agosto las cadenas de televisión Channel 4 (Reino Unido) y SBS One (Australia) emitieron imágenes de un documental (10 y 20 minutos respectivamente) sobre la insurgencia afgana, elaborado por el veterano periodista noruego Paul Refsdal. Puede adquirirse una versión más completa de 26 minutos en Journeyman Pictures. En 2009 Refsdal, que hace 25 años ya había retratado a los muyahidines cuando luchaban contra los soviéticos, logró introducirse en un grupo talibán del este de Afganistán. A pesar de la publicidad de los citados medios, no es el primer occidental que lo hace. En 2007 ya comenté el vídeo realizado por Claire Billet para France24. Otro periodista, Nir Rosen, también pudo seguir de cerca «al enemigo» -aunque no les grabó- en un reportaje escrito para Rolling Stone.El vídeo que dejo aquí -mientras dure en la red- es la versión reducida de Channel 4: http://www.youtube.com/watch?v=uwvzDIr8zzE&feature=player_embedded

Aún así, la película de Refsdal (pueden leer también la transcripción en inglés) constituye un documento excepcional. Si Billet mostró un grupo guerrillero en una provincia cercana a Kabul, Refsdal -que aparece brevemente en el vídeo- se esconde en las montañas de Kunar con un grupo que dirige el comandante Mohammad Dawran Safi, también conocido como Qari Dawat (otro vídeo, de Al Jazeera, muestra a los estadounidenses desplegados en la misma zona). Dawran era un importante terrateniente que terminó por convertirse en un guerrillero. El documental no aclara cuál es su adscripción, esto es, si está vinculado a un grupo talibán determinado. Falta un análisis que explique el contexto.

Cuando se rodaron las imágenes Dawran vivía escondiéndose en cabañas de piedra con sus hombres y su familia. Los estadounidenses pusieron a su cabeza: 400.000 dólares. El vídeo muestra cómo el grupo de Dawran, agazapado en lo alto de la montaña, ataca convoyes de la OTAN con una vetusta ametralladora. Su principal herramienta de comunicación son los walkie-talkie y los teléfonos móviles. Aunque con frecuencia hagan referencias a la religión, el comportamiento de los guerrilleros no parece el de unos furibundos fanáticos. En realidad, muestran actitudes no  muy diferentes a las de los jóvenes invasores contra los que combaten. Sus motivaciones parecen antes políticas que estrictamente religiosas y limitada a un espacio bien concreto, ya sea Afganistán o simplemente la zona montañosa donde vive el grupo del comandante Darwan. En ningún momento muestran interés alguno por imponer la sharia en Europa o Estados Unidos, como insisten algunos. En una ocasión Dawran pregunta a Refsdal:

«Luchamos por la libertad, nuestra religión Islam y sus principios. Luchamos por la libertad de nuestra tierra. ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Por qué nos combaten? ¿Están oprimidos? ¿Están siendo tratados de manera injusta? ¿Viven en una dictadura?»

He aquí la clave. Ni la estrategia, ni el número de soldados, ni la tecnología: la diferencia fundamental entre la insurgencia y las tropas de la OTAN estriba en las respectivas subjetividades. La disposición de los rebeldes afganos (en este caso talibanes) para luchar contra los ocupantes y contra los afganos próximos al régimen político implantado por aquéllos no encuentra equivalente en los soldados europeos o norteamericanos que se encuentran allí desplegados. Darwan y los suyos combaten en su valle, entre hombres a los que les unen lazos colectivos y afectivos muy fuertes*. Por esta razón el Pentágono insiste en adiestrar tropas indígenas y en una estrategia de contrainsurgencia con la población local. Intentan aplicar -sin éxito- el consejo de Nicolás Maquiavelo: «sin milicias propias no hay Principado seguro; más aún, está por completo en manos de la fortuna, al carecer de medios de defensa contra la adversidad. Que siempre fue creencia y opinión de los hombres prudentes que nada hay tan débil e inestable como la fama o el poder que no se apoya en las propias fuerzas. Y ejércitos propios son los compuestos por súbditos o por ciudadanos o por siervos tuyos: los demás son mercenarios o auxiliares.» (El Príncipe, cap. XIII). En buena medida, será porque los soldados del nuevo ejército afgano en buena medida razonan como mercenarios.

No obstante, no todos los guerrilleros son disciplinados. Darwan comenta cómo tuvo un traidor entre los suyos al que terminó por perdonar en lugar de ejecutarlo. Otro lugarteniente suyo, Omar, trataría de obtener dinero del periodista Paul Refsdal. Sucedió así: tras una noche movida en la que el grupo tiene que adentrarse en las montañas para esconderse ante la proximidad de las fuerzas especiales estadounidenses, Dawran le pidió a Refsdal que suspendiera su proyecto y regresara a Kabul y le comunicó que intentarían contactarle al cabo de un mes. Por su parte, su lugarteniente Omar le dejó un número de teléfono para que pudiera volver a verle en dos semanas. Una trampa que llevaría al secuestro de Refsdal, aunque sólo por una semana, como relata con más detalle en una entrevista.

Varias semanas más tarde los estadounidenses bombardearon el lugar donde se refugiaba Dawran. No está claro si el comandante sobrevivió. Refsdal asegura que sí, siguiendo declaraciones de algunos testigos, y que su mujer y dos de sus tres hijos, que aparecen en la película, murieron como consecuencia del ataque.

* Esto con independencia del proyecto político islamista que encarnan los talibanes: una liberación puede preservar o traer consigo otras servidumbres y opresiones, como demostraron los talibanes del Mullah Omar cuando llegaron a controlar la mayor parte de Afganistán a finales de los años noventa.

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/los-rostros-de-la-insurgencia-afgana