El Gobierno títere de Kabul inaugurará hoy en una inmensa carpa en los alrededores de la universidad de la capital afgana una nueva jirga (asamblea de tribus y etnias de Afganistán) que se marca como objetivo debatir sobre los medios para acabar con una insurrección que gana fuerza día a día. Paradójicamente, la «Jirga de […]
El Gobierno títere de Kabul inaugurará hoy en una inmensa carpa en los alrededores de la universidad de la capital afgana una nueva jirga (asamblea de tribus y etnias de Afganistán) que se marca como objetivo debatir sobre los medios para acabar con una insurrección que gana fuerza día a día.
Paradójicamente, la «Jirga de la Paz» no ha invitado oficialmente al movimiento talibán. El Ejecutivo de Hamid Karzai ha señalado que no impedirá la llegada de representantes talibán a título individual. No obstante, la comandancia del movimiento de resistencia de los estudiantes del Corán ya ha advertido de que sus seguidores no participarán en asamblea alguna mientras las tropas extranjeras no hayan abandonado el territorio.
Las fuerzas colaboracionistas se muestran resignadas ante los casi seguros ataques de la resistencia. La semana pasada, descubrieron un arsenal de 300 cohetes con destino a Kabul y con un alcance de 30 kilómetros.
Doce mil soldados y policías han sido desplegados en Kabul para evitar ataques y atentados.
Los 1.600 representantes de etnias, tribus y poderes locales que participarán en los debates hasta el viernes -300 de ellos mujeres, un 21%-, han sido seleccionados por el Gobierno.
«Pérdida de tiempo»
«No espero nada. No es una jirga que represente a toda la nación sino que sólo participan los elegidos previamente. Para una verdadera jirga, deberían participar los verdaderos representantes del país y los talibán deberían ser invitados», asegura Mohamed Asif Shinwary, un vecino de Jalalabad, en el este pastún del país. Más aún cuando la convocatoria de la jirga llegó precedida por el anuncio, por parte de Karzai, de un nuevo plan de reconciliación con los talibán oficialmente bendecido por los ocupantes extranjeros.
Esta nueva asamblea tradicional (jirga significa asamblea en lengua dari y pastún) es la tercera que se celebra desde la campaña de bombardeos que, a finales de 2001, forzó a la retirada del poder talibán.
Rango legal o consultivo
Las dos anteriores ratificaron al «hombre de EEUU en Afganistán», Hamid Karzai, como presidente interino -sería reelegido otras dos veces en sendas convocatorias electorales plagadas de fraudes- y dotaron de una constitución al país ocupado.
A diferencia de las loya jirga, cuyas decisiones tienen rango de ley, la asamblea que arranca hoy tiene solo carácter consultivo. Los participantes serán distribuidos en 28 grupos de trabajo que debatirán durante tres días «los medios necesarios para instaurar una paz duradera en Afganistán», en palabras de Mohamed Faiz-zada, representante de la provincia de Herat (oeste del país).
Tradicionalmente, la convocatoria de jirgas ha estado siempre relacionada con periodos turbulentos de la ya de por sí imbricada historia afgana.
La primera de la que tiene noticia se reunió en 1709 y entonces los líderes de la etnia pastún (mayoritaria en el país) decidieron intentar derrocar a un déspota sostenido por la vecina Persia (hoy Irán). Aquella asamblea supuso el nacimiento oficial de Afganistán (tierra de los afganos).
Importantes en un país donde los gobiernos centrales han sido la excepción, a lo largo de la historia, las jirgas han instaurado dinastías, aprobado constituciones y han decidido, como en 1916, la política internacional en plenas contiendas mundiales.
Casi siempre han sido utilizadas por los poderes de la época para intentar legitimarse. Los líderes comunistas afganos las convocaron entre 1978-1980. Los ocupantes extranjeros de hoy han hecho lo propio.
Al-Qaeda anuncia la muerte de su responsable en Afganistán
Al-Qaeda anunció ayer la muerte del máximo responsable de la sección afgana, el egipcio Mustafah Abu al-Yazid. Más conocido como Said al-Masri (Said el Egipcio), fue uno de los fundadores de la red de Bin Laden.
El mensaje-obituario ha sido descubierto por el centro estadounidense SITE, que bucea entre la web islamistas. No concreta las circunstancias de su muerte aunque informa de que fallecieron junto a él tres de sus hijas, una nieta y varios hombres, mujeres y niños. El mensaje lo presenta como mártir y anuncia una «respuesta próxima» además de prometer «una terrible maldición para los infieles».
La prensa estadounidense asegura que habría muerto en un bombardeo estadounidense en las zonas tribales paquistaníes. Fuentes del Pentágono saludaron la «gran noticia» del que presentan como «número 3» de Al-Qaeda tras Bin Laden y Ayman al-Zawahiri. «Era el jefe de operaciones y tenía el control desde las finanzas hasta las operaciones armadas», dice.
El FBI afirma que fue el que transfirió fondos a tres de los principales autores del 11-S. Por contra, la Comisión Nacional de investigación del 11-s concluyó que Said al-Masri se opuso a ese tipo de ataques, junto con el mulah Omar, por el temor a represalias estadounidenses.
Muy discreto, fue visto por última vez el 4 de mayo en el homenaje a dos líderes iraquíes de Al-Qaeda muertos en un bombardeo en abril.
Muchos analistas ponen en duda que fuera el «número 3» de una red tan compleja como Al-Qaeda y resaltan el valor simbólico, más que real, de la muerte de este «histórico».