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El gobierno proestadounidense de Pakistán anuncia la implementación de la ley islámica

Los talibanes consiguen su primer objetivo

Fuentes: Asia Times

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Muchos musulmanes creen que el antiguo Khorasan – que cubre partes del Afganistán actual, Pakistán, Tayikistán, Irán, Uzbekistán y Turkmenistán – es la tierra prometida en la que lograrán la primera victoria en la batalla del fin de los tiempos en la cual la vuelta final, según sus creencias, será librada en Bilad-i-Sham (Palestina, el Líbano, Siria).

Las fronteras geográficas de Bilad-i-Sham-Khorasan se extienden de Samarcanda en Uzbekistán a la pequeña división Malakand en la periferia norte de la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP) de Pakistán, que incluye el Valle Swat dominado por los milicianos.

El lunes, cuando el jefe del Comando Central de EE.UU., general David Petraeus estaba tratando de establecer una ruta de abastecimiento para los soldados en Afganistán a través de Uzbekistán, en ese extremo rincón de la tierra prometida de Khorasan – la división Malakand – los milicianos tuvieron todos los motivos para celebrar.

Asif Ali Zardari, el presidente paquistaní con fuerte apoyo estadounidense, y el gobierno provincial de la NWFP cedieron a las demandas de los milicianos y anunciaron un cese al fuego, eliminaron un toque de queda de dos años de duración y anunciaron la implementación de la ley islámica sharia.

«Todas las leyes no-islámicas en la división Malakand de Swat, que es geográficamente un tercio de toda la provincia [NWFP], han sido abolidas,» dijo a los medios el ministro jefe de NWFP, Amir Haider Khan Hoti, después de llegar a un acuerdo con Tehrik-i-Nifaz-i-Shariat-i-Mohammadi, que es dirigido por Sufi Mohammad, símbolo del movimiento sharia en división Malakand. El sistema judicial islámico será impuesto por jueces islámicos – qazi.

El acuerdo es una importante victoria para los talibanes paquistaníes y podría terminar con dos años de conflictos en la región que han enfrentado a los milicianos a las fuerzas de seguridad paquistaníes.

El acuerdo de paz será complementado por un paquete de compensación para los muertos y heridos en las operaciones militares. «[Las familias] de los muertos recibirán 300.000 rupias (3.760 dólares) y los heridos obtendrán 100.000 rupias,» dijo Hoti. «Todo el acuerdo, leyes islámicas y otros paquetes relacionados con el acuerdo fueron totalmente aprobados por el presidente de Pakistán,» dijo.

«Hemos establecido una fuerza de tareas que controlará la implementación de la ley islámica, pero su implantación será limitada por la paz y el mandato del Estado,» dijo Hoti. «Ahora [después de la firma del acuerdo] las fuerzas de seguridad serán colocadas en modo reactivo en lugar de proactivo. Sólo responderán si alguien trata de desafiar el mandato del Estado,» dijo Hoti.

Relaciones Públicas Inter-Servicios del ejército confirmaron que el toque de queda ha sido levantado, después de dos años, en Valle Swat. Los milicianos también anunciaron un cese al fuego de 10 días que probablemente se extenderá a un período indefinido.

Los eventos en división Malakand coinciden con la llegada a Afganistán de cerca de 3.000 soldados estadounidenses como parte de 30.000 adicionales para reforzar a los 30.000 soldados de EE.UU. en el país. El nuevo contingente será desplegado en la provincia Logar para asegurar provincias violentas cerca de la capital Kabul. Petraeus ahora debe estar pensando en cuántos soldados más necesitará para enfrentar a los combatientes talibanes adicionales que vendrán de Malakand.

La victoria de los talibanes: un prolegómeno para la batalla primaveral

Un factor clave en la resurgencia de los talibanes después de ser expulsados del poder por fuerzas dirigidas por EE.UU. en 2001 fue que desde 2004 establecieron una fuerte red en Pakistán que fue coordinada por el líder de al-Qaeda, Osama bin Laden y su adjunto Ayman al-Zawahiri.

Un punto focal en esto fue la radical Lal Masjid (Mezquita Roja) en Islamabad, que fue asaltada en julio de 2007 por fuerzas de seguridad paquistaníes para limpiarla de milicianos. La red se extendió al Valle Swat, penetró en Agencia Bajaur y en Agencia Mohmand desde donde los milicianos alimentaron la insurgencia afgana en las provincias Kunar y Nuristán.

Otros flujos de milicianos hacia Waziristán del Sur y del Norte, Agencia Kurram y Agencia Khyber respectivamente, alimentaron la insurgencia afgana en las provincias de Paktia, Paktika, Khost y Nangarhar.

Para entonces, los servicios de inteligencia occidentales se habían dado cuenta de que esos eventos en Pakistán constituían un factor importante tras los «fuegos artificiales» en Afganistán, y se lo dijeron a Islamabad. También advirtieron a los paquistaníes que los milicianos también podrían lanzar una revolución en Pakistán. Fue un importante momento decisivo en la «guerra contra el terror» en el teatro surasiático.

Por primera vez, Islamabad sintió un escalofrío y vio la situación desde una perspectiva diferente – no como una guerra estadounidense en la que su participación tenía lugar por apremio, sino una guerra necesaria para mantener el status quo de su propio sistema. Ese sistema era una mezcla de la profunda relación del país con EE.UU. y la perpetuación de la oligarquía militar, en combinación con un tipo particular de Islam que podía coexistir con esa situación.

El ataque contra la Lal Masjid fue el primer tiro disparado en esa batalla, y sus reverberaciones pronto se extendieron al Valle Swat, Waziristán del Sur y luego a Agencia Bajaur, convirtiendo en efecto toda la NWFP en un escenario bélico. Una serie de operaciones militares en las áreas tribales impulsaron a los milicianos de refugios aislados a ir a centros de población.

En Malakand, que incluye el área Swat, los milicianos forman parte de Pakistan Tehrik-i-Taliban y son la vanguardia de la causa de los talibanes en la región contra las fuerzas de ocupación occidentales en Afganistán y su aliado – Pakistán. Han establecido su propio mandato con un sistema paralelo que incluye tribunales, policía e incluso una red de distribución de energía eléctrica y de construcción de rutas, y todo esto es ahora oficial ante los ojos de Islamabad.

Toda la inteligencia indicaba que la mayor concentración en operaciones militares en Swat podría llevar a una expansión del teatro de operaciones a las ciudades no-pastunes de Pakistán, tales como Islamabad, Lahore y Karachi. Las fuerzas de seguridad ya estaban sobre-extendidas e incluso enfrentaban rebeliones.

Esos factores combinados culminaron en el acuerdo de paz del lunes, que constituye una importante derrota para Washington así como para Pakistán, y también podría llevar a un revés importante para la OTAN en Afganistán una vez llegada la primavera cuando hordas de combatientes mejor entrenados de Swat penetren en Afganistán.

Los talibanes derrotan los intereses de EE.UU.

Para dominar al activismo, Washington y Londres elaboraron un plan en 2007, un aspecto del cual era que los militares enfrentaran a los milicianos. Al mismo tiempo, Pakistán debía pasar de ser una dictadura militar bajo el presidente general Pervez Musharraf a ser un gobierno político.

Esto sucedió a comienzos del año pasado con la formación de un gobierno de coalición democráticamente elegido de partidos seculares y liberales involucrando entre otros al Partido Popular de Pakistán, el Partido Muttehida Quami, el subnacionalista pastún Partido Nacional Awami (ANP), el Jamiat-i-Ulema-i-Islam y la

Liga Musulmana de Pakistán-Qaid-i-Azam. Se preveía que estos partidos respaldarían totalmente la «guerra contra el terror» de EE.UU.

Anteriormente, Washington había negociado un acuerdo entre la ex primer ministra Benazir Bhutto y

Musharraf, quien también era jefe del estado mayor del ejército, según el cual fue promulgada una Ordenanza Nacional de Reconciliación para que se abandonaran todos los casos de corrupción contra Bhutto y su esposo Asif Ali Zardari. Según este arreglo, más adelante, NWFP fue entregada al ANP, reconocido como el partido político más auténticamente secular.

Los milicianos formaban parte el juego. El primer tiro fue el asesinato de Bhutto por al-Qaeda en diciembre de 2007, que prácticamente puso al revés todo el plan estadounidense y creó una situación en la cual la Liga Musulmana Nawaz de Pakistán de Nawaz Sharif, un partido contrario a Musharraf, obtuvo un número de mandatos sin precedentes en el parlamento, no dejando otra opción que la renuncia de Musharraf, el principal aliado de EE.UU. Pero, con el pasar del tiempo, los partidos políticos seculares y liberales en la capital se convirtieron en rehenes de los milicianos.

Otro revés para las fuerzas favorables a EE.UU. fue el audaz ataque miliciano del año pasado contra

Asfandyar Wali, el líder del ANP, en su casa a unos 20 kilómetros de Peshawar, capital de la NWFP. Asfandyar Wali huyó luego primero a Islamabad y luego a Europa. Asfandyar había sido preparado por EE.UU. mediante numerosas visitas a ese país.

La partida de Asfandyar llevó a la renuncia de la mitad de la dirigencia del ANP, incluido el jefe de su comité de relaciones exteriores, el doctor Himayun Khan. Su partida fue acelerada por terribles amenazas de los talibanes. Fue sólo cosa de tiempo antes de que terminara la influencia del ANP en la NWFP.

Irónicamente, el ANP, que apoyó a los soviéticos contra la resistencia islámica afgana en los años ochenta y opuso una feroz resistencia a la imposición de leyes islámicas en el país, se convirtió ahora en el principal motor de la imposición de la sharia en NWFP, donde en principio gobierna.

El martes, mientras Asfandyar ha preferido guardar silencio, su sobrino y ministro jefe de la provincia, Hoti, advirtió al gobierno federal que toda obstrucción del acuerdo con los milicianos será inaceptable.

Mientras tanto, todas las escuelas en Swat, incluyendo las de niñas, fueron abiertas el martes y miles de personas se agruparon en un estadio de cricket paras saludar a Sufi Mohammad, quien pronto viajará a Matta, un subdistrito de Swat, para visitar a su yerno, Mullah Fazlullah para tratar de persuadirlo para que termine la insurgencia. Por primera vez en muchos meses, todos los miembros del parlamento provincial y federal visitarán el Valle Swat.

El fracaso de Pakistán: Cómo encaró a la militancia

Durante los ocho años en el poder de Musharraf, Pakistán estuvo embarcado con EE.UU. y Arabia Saudí en la «guerra contra el terror.» Eso aseguró que Pakistán recibiera un suministro continuo de todo tipo de recursos, incluyendo la prórroga de pagos por petróleo a Arabia Saudí y paquetes especiales de ayuda cuando Pakistán fue gravemente afectado por un terremoto en 2005. Washington se preocupó sobre todo de los paquetes de ayuda militar a Pakistán y del reembolso de los gastos incurridos en la «guerra contra el terror.»

Sin embargo, unos pocos pasos tomados por Zardari, derrumbaron el plan como un castillo de naipes. Inmediatamente después de tomar posesión como presidente en septiembre pasado, de un modo muy arrogante, Pakistán retiró los privilegios de cacería de dos príncipes saudíes situados en el distrito de

Dera Ghazi Khan en el sur de Punjab. Para empeorar las cosas, la posibilidad fue entregada a un jeque rival de los Emiratos Árabes Unidos (EAU).

La acción fue tomada en circunstancias en las que Pakistán necesitaba urgentemente petróleo saudí con pago a plazos debido a los altos precios, y los EAU no estaban en condiciones de colmar la brecha. Islamabad ahora goza de muy buenas relaciones con los EAU – que no puede ayudar a Pakistán – por la amistad familiar entre la familia Bhutto y los gobernantes de los EAU. Pero las relaciones de Pakistán con Arabia Saudí y sus dos principales aliados – Qatar y Bahrain – están en su peor momento debido al insulto a la familia real saudí. (El tema de la formación chií de Zardari es un factor secundario.)

Asia Times Online ha averiguado que el nuevo enviado de EE.UU. para Pakistán y Afganistán,

Richard Holbrooke, quedó impresionado en recientes conversaciones con el gobierno al saber que el jefe de estado mayor del ejército general Ashfaq Parvez Kiani trabaja en plena coordinación con el gobierno político y no interviene en sus asuntos. La operación en Swat es un ejemplo: los militares inmediatamente detuvieron su acción cuando el gobierno anunció el acuerdo de paz con los milicianos. De todas maneras, el Pentágono espera recibir pronto a Kiani en Washington para discutir el motivo por el cual el ejército de Pakistán fracasó en Swat.

Sin embargo, Holbrooke aparentemente se preocupó cuando conversó con el primer ministro Syed Yousuf Raza Gillani y miembros del gabinete. Gillani expresó su temor de que la triste situación económica en Pakistán pudiera obstaculizar sus esfuerzos en la «guerra contra el terror.»

Dicen que Holbrooke preguntó al premier cuánto dinero necesitaría para reanimar la economía. «Todo lo que podamos conseguir,» respondió el premier, sin decir nada específico.

La dinámica de la región ha cambiado de nuevo. La Regulación Nizam-i-Adal 2009, que proclama la imposición de la ley sharia en la división Malakand, es ciertamente un documento escrito de la derrota de Pakistán en la guerra inspirada por EE.UU. en la NWFP.

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Syed Saleem Shahzad es Jefe del Buró Pakistán de Asia Times Online. Para contactos, escriba a:

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