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Diálogo con Walter Fust, director de la Cooperación Suiza al Desarrollo

«Los voluntarios del Norte en el Sur… testıgos de primera mano»

Fuentes: Rebelión

Culminando 15 años al frente de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), y a pocas horas de su retiro el embajador Walter Fust esboza un balance de los últimos tres lustros, en el marco de un encuentro en Ginebra con la prensa acreditada en Naciones Unidas. La actividad de las ONG, […]

Culminando 15 años al frente de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), y a pocas horas de su retiro el embajador Walter Fust esboza un balance de los últimos tres lustros, en el marco de un encuentro en Ginebra con la prensa acreditada en Naciones Unidas. La actividad de las ONG, la cooperación a través del intercambio de personas -denominado también voluntariado Norte-Sur- y las políticas oficiales constituyen algunos de los aspectos de su análisis retrospectivo.

La cooperacion no-gubernamental

«Las Organizaciones No-Gubernamentales, en tanto contrapartes en la política de desarrollo impulsada por Suiza, han jugado y juegan un rol muy importante», enfatiza el embajador Fust, iniciando su reflexión.

Tras su mirada retrospectiva que abarca de 1993 – cuando asumió la jefatura de COSUDE- hasta su actual retiro, sobresalen dos aportes esenciales del trabajo de las ONG: «su rol concreto en la ejecución de la cooperación misma y en tanto contrapartes para convencer a la población suiza y a la clase política», sobre el valor de esta tarea.

La colaboración no implica necesariamente acuerdos en todos los puntos, deja entrever Walter Fust. Por ejemplo, «a las ONG les costó bastante entender toda nuestra visión de colaboración público-privado para la cooperación. Pero pienso que lo han comprendido» y que se ha podido clarificar que esta visión no busca reemplazar lo que hacen ellas mismas.

Un criterio importante de cara al presente y al futuro «es el de la competencia y la competitividad», la necesidad que en el contexto internacional demuestren que pueden perfilarse claramente y «para ello deben ser fuertes».

«Y deben ser absolutamente independientes de nosotros. Ni COSUDE puede ser dirigida por las ONG, ni las ONG pueden ser dirigidas por nosotros», avanza con énfasis. Deben asegurar al menos la mitad del aporte financiero para los proyectos en el Sur, subraya.

Tampoco ha sido siempre lineal ni simple defender la importancia de las ONG de cara a diversos sectores. «Hubo medios políticos que nos quisieron exigir que las ONG debían trabajar en los mismos países de presencia de COSUDE. Condición que no sería para nada compatible con la independencia misma de las ONG», señala.

Otras voces proponían, por su parte, que «sólo apoyáramos a las grandes organizaciones. Estuve siempre en contra de tal posición. Porque en un Estado multicultural y multilingüe como es Suiza, dejar de sostener a las pequeñas organizaciones hubiera implicado el fracaso de dicha diversidad».

Y entre dinámica interna, control de calidad y objetivos, Fust avanza ciertas constataciones de estos últimos quince años y que tocan al mundo de la cooperación.

«Nadie es inmune contra potenciales errores». El criterio de eficacia es relativo: «se puede ser eficaz pero haciendo malas cosas o incluso hacer buenas cosas sin ser del todo eficaz». La eficacia en sí mismo «no es un objetivo. Antes de ser eficaz hay que saber bien lo que queremos y decidir en esa dirección», enfatiza.

Y hay que comprender la particular dinámica que viven las ONG. «Cada ONG ha pasado -y no conozco casi ninguna que no lo haya vivido- un proceso de reformas internas y reajustes para decidir sus orientaciones de futuro».

«El aporte significativo de los voluntarios»

«Siempre me molestó cuando se hablaba de *nuestra gente* para mencionar sólo al cuerpo suizo para las catástrofes, y se olvidaba a todos los voluntarios comprometidos en países del Sur».

Según el jefe de la COSUDE se trata de «cerca de dos centenares de personas, que hacen parte de las organizaciones de UNITE, que trabajan en diversos proyectos y programas, contratadas por ONG suizas a partir de solicitudes de organizaciones internacionales o entidades locales».

Ganan salarios según las circunstancias y condiciones locales; no son pagadas por COSUDE aunque reciben del Estado una contribución para los seguros, formación y para que no sufran pérdidas cuando vuelvan a Suiza e intenten reintegrarse a la cotidianidad, recuerda el embajador Fust.

Quien no deja de expresar su admiración al evaluar el aporte de esta forma especial de cooperación al desarrollo: «no es gente que quiere hacer sólo su propia experiencia personal, sino que son actores extremadamente importantes para nosotros, en tanto se constituyen en testigos directos en los países donde estuvieron», enfatiza.

Y reactiva el concepto simbólico de embajadores de la sociedad civil suiza ante la sociedad civil del Sur, como muchas veces durante su mandato definiera a los voluntarios.

«Cuántas veces he participado en debates, incluyendo con hombres y mujeres políticas, que hablaban mucho del desarrollo pero nunca habían puesto siquiera un pie en un país en vía de desarrollo», exclama. Al contrario, «los voluntarios suizos se convierten en testimonios activos de las realidades diferentes que se viven en el Sur».

Recopilando, en su balance, una serie de formas diferentes a las del voluntariado *clásico* que se manifiestan de más en más en los últimos años y que obligaría impulsar una reflexión complementaria.

«Constaté, por ejemplo, una nueva fuente de voluntarios. En los últimos tres años recibimos cerca de 200 pedidos de altos cuadros de compañías suizas o internacionales, que querían parar por algunos meses sus funciones para ir a un país de desarrollo, no en tanto que expertos, sino como voluntarios, de acorde a las condiciones locales», indica Fust . Quien anticipa la hipótesis de «que esta formulación se convierte cada vez en algo más sistemático, como una forma de tomar distancia de sus actividades profesionales, muchas veces marcadas por un gran estrés».

Otro nivel de preocupación, «y donde veo algunas lagunas es en lo referente a los jóvenes que recién terminan la universidad y que quisieran trabajar en un programa o proyecto en un país en desarrollo, pero que por diversos motivos encuentran las puertas cerradas para concretar ese deseo».

Es una esfera que «deberíamos analizar». En otros países, como Alemania, se le da más atención a esta dimensión. «Implicaría un enriquecimiento de desarrollo de la personalidad impagable si los jóvenes pudieran hacer ese tipo de experiencias».

«Me retiro ilusionado»

Walter Fust deja el timón de la cooperación helvética en el mismo momento que más de cincuenta organizaciones de la sociedad civil suiza promueven la petición *Unidos contra la pobreza*, que solicita un presupuesto del 0.7 % del Producto Nacional Bruto para la cooperación internacional asegurando así que el país pueda cumplir con los Objetivos del Milenio.

¿Implica una tarea inconclusa? ¿Es sinónimo de una cierta desilusión partir en momentos en que se levanta esta reivindicación no satisfecha hasta ahora por el Estado helvético?, preguntamos.

«¡Para nada desilusionado!» responde. «Desde que llegué a mi puesto, hasta ahora, en quince años, hubo una evolución del presupuesto para la cooperación al desarrollo, que pasó de menos de mil millones de francos a más de 1.300 millones».

Por otra parte, «las autoridades han definido, con significativo coraje, que la cooperación sea el tercer rubro del gasto federal, sólo por detrás de la educación y de lo social».

«Y si bien es cierto que Suiza podría hacer todavía más», dice no partir decepcionado. «Mantengo mi ilusión. Hay que tener ilusiones para tener visiones. Sin visión no se sabe a dónde ir. Y la cooperación suiza sabe hacia donde caminar. Estoy convencido que antes o después, esos aumentos presupuestarios van a ser todavía más altos que los previstos ahora», concluye.

Quince años … y un mundo diferente

«En estos momentos de crisis alimenticia planetaria podría dar sobrados ejemplos de cómo los subsidios de los países del norte a sus productos agrícolas exportables matan el intento de desarrollo de numerosos campesinos del Sur». Walter Fust no puede censurarse de mirar la compleja coyuntura del mundo globalizado, el mismo que en estos últimos tres lustros ha determinado cambios sustanciales en los paradigmas de la cooperación al desarrollo. «Se extendieron los temas y sectores y hubo un gran cambio en el marco de referencia internacional, que es válido para todos, y del cual no puede exceptuarse Suiza». La concentración geográfica marcó la tendencia helvética: «en 1994 teníamos 24 países prioritarios, ahora son 14 y hasta 2012 serán sólo 12″. Y la cooperación multilateral se fue proyectando como prioritaria: entonces era el 37 % del total, en tanto ahora estamos en el 44%…aunque sigue estando abierto el debate sobre cuál es la proporción justa entre una y otra». En cuanto a los «diez desafíos de futuro de la cooperación suiza», uno de ellos con tres pilares – ya incluido en las orientaciones definidas por el Gobierno hace dos años- sigue constituyendo un abc conceptual. Y volverá a estar presente en el nuevo mensaje sobre el tema que será debatido por el parlamento en junio y septiembre próximos. «Contribuir a la reducción de la pobreza -aportando a la realización de los Objetivos del Milenio-; mejorar la seguridad humana y promover una globalización más equitativa y dirigida al desarrollo», concluye Walter Fust.

Sergio Ferrari. Colaboración UNITE, plataforma de ONG suizas de cooperación Norte-Sur-Norte, a través del intercambio de personas