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Entrevista a Sigifredo Aros Navarro

Luchas y legado de la vía chilena al Socialismo (1970-1973): testimonio de un ex-militante del Partido Socialista

Fuentes: Rebelión

«No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica.» José Carlos Mariátegui  ———— El material presentado a continuación es el resultado de una serie de entrevistas a un ex militante del Partido Socialista de Chile, sobre el período del gobierno de la Unidad Popular, entre 1970 y 1973. […]

«No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica.»

José Carlos Mariátegui

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El material presentado a continuación es el resultado de una serie de entrevistas a un ex militante del Partido Socialista de Chile, sobre el período del gobierno de la Unidad Popular, entre 1970 y 1973. Dichas entrevistas fueron realizadas durante el año 2013, y se desenvuelven en dos instancias que, aunque expresan inevitables y necesarios entrecruzamientos, se encuentran diferenciadas: una, más estrictamente testimonial, que busca recuperar la experiencia de vida, con la enorme riqueza que ello aporta al análisis y comprensión de los procesos históricos; y otra, de análisis político más general que, nutriéndose de esas vivencias, pretende no sólo poner en evidencia un legado de la experiencia chilena, sino también reflexionar sobre las lecciones retrospectivas que debemos extraer de ella. Este último tramo se estructura, a su vez, en torno a dos de los ejes del debate marxista sobre la Vía Chilena al Socialismo: si se trataba de una reforma o una revolución, y las causas de la derrota; en ambos casos, sondeando áreas poco exploradas y deslizando interpretaciones que se corren de algunos lugares comunes sobre el tema.

En un mundo azotado por una crisis más del capitalismo, vemos al capital intensificar su voracidad y desplegar sus multifacéticos mecanismos a nivel planetario para mantener a cualquier costo el incremento de la tasa de ganancia. No sorprende, entonces, que las corporaciones multinacionales reactualicen la dependencia de los países periféricos, exasperando las lógicas de explotación, saqueo y devastación ambiental, en clara asociación con los gobiernos y capitales locales. En éste contexto, América Latina enfrenta duros y renovados desafíos, que emergen del reforzamiento de las políticas de EEUU por recuperar el dominio político y territorial de lo que considera su «patio trasero», expresión de una clara defensa de sus intereses económicos, en especial, el control de «recursos naturales» básicos como el petróleo, los minerales, el agua, etc. Para lograrlo, desarrolla una rabiosa política orientada a destruir los proyectos emancipatorios, particularmente, el proceso bolivariano de Venezuela (por su importante reserva de petróleo y su peligrosa trascendencia simbólica), despliega una remilitarización del territorio (intensificada a partir de la derrota del ALCA), e impulsa instancias internacionales que contrapesen y desarticulen los organismos de integración latinoamericana, restaurando así su hegemonía continental.

Ante estas perspectivas, se nos impone la urgente necesidad de encontrar alternativas, teóricas y organizativas, que coloquen a América Latina (y por su puesto, no sólo a ella) en el rumbo de la emancipación, la justicia social y una auténtica soberanía de los pueblos. En última instancia, de lo que se trata con ésta entrevista es de rescatar y aprender de las luchas del pasado, tratando de bucear la complejidad de un proceso tan trascendente como el chileno, para contribuir al debate político de la izquierda anticapitalista y la búsqueda de alternativas reales y concretas para la América Latina actual, lejos de todo dogmatismo y en la senda del pensamiento creativo.

Sigifredo Aros Navarro nació en Purranque, en el sur de Chile, en 1948, alternando su infancia y su juventud entre Argentina y el país vecino. Ingresó al Partido Socialista de Chile (en cuya fundación había participado su padre) a la temprana edad de 13 años, incorporándose de ésta manera a la Juventud del partido. Fue dirigente estudiantil y, como tal, retado por el entonces presidente Eduardo Frei a un debate televisivo que fue transmitido en vivo. Siendo secretario general de la Regional Santiago de la Juventud Socialista, fue convocado por Salvador Allende, entonces senador y candidato a la presidencia por la coalición de izquierda que conformaba la Unidad Popular, para acompañarlo en la campaña electoral de 1970. Posteriormente, en su calidad de dirigente y representante de esa regional, participó del gobierno de la Unidad Popular, tanto en discusiones y definiciones, como en la implementación del programa y medidas de gobierno.

Luego del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, como much@s de sus compañer@s, permaneció en Chile durante un tiempo, resistiendo a la dictadura de Pinochet. La represión que siguió al golpe descabezó la dirigencia del partido y continuó con los dirigentes de la Juventud que habían pasado a reemplazar, en esa responsabilidad, a los adultos asesinados. Ante ésta situación, el partido decidió sacar clandestinamente a Aros del país, quien en 1975 ingresó a la Argentina.

Una vez instalado en San Carlos de Bariloche, participó de diferentes espacios: por ejemplo, durante la dictadura argentina, en Migraciones, y posteriormente, en «Chile democrático», entre otros.

Fue miembro del Partido Socialista de Chile hasta 1990, año en que asistió como delegado a su último congreso partidario. A partir de allí, abandonó el partido denunciando que éste había experimentado un irrefutable viraje hacia la derecha y que pasaba a sostener un acuerdo con Pinochet (y los sectores que representaba) por conseguir una «salida democrática» (la llamada «Concertación por la Democracia»), lo cual significaba la proyección política, social y económica de la dictadura.

Actualmente, vive en la ciudad de San Carlos de Bariloche, donde continúa militando desde la comunicación alternativa.

Entrevista

¿Qué sintió y qué expectativas tuvo cuando triunfó Allende en las elecciones presidenciales de 1970?

La expectativa era lo que teníamos en el programa, que había que cumplirlo; primero y principal eso. Y como perspectiva de futuro era que eso se tenía que acrecentar, que como habíamos dicho, era una Vía Chilena al Socialismo, inédita en aquel entonces. Es más, el compañero Allende lo había tildado de que era una revolución con olor a empanada y vino tinto, típico del Chile de esa época. Es decir, de acuerdo a la idiosincrasia del pueblo chileno, de acuerdo a su historia, del movimiento obrero, sobre todo, los trabajadores, y de acuerdo a lo que los partidos políticos populares tenían como esquema de futuro. Esa perspectiva la teníamos nosotros latente todos los días en el accionar que nos correspondía, a cada uno de nosotros los militantes. Entonces, era una enorme responsabilidad y en la discusión política que se daba en esos momentos, una ebullición en todos los ámbitos. Cuando digo todos los ámbitos, estoy hablando desde el hogar hasta el aula de una universidad, de un colegio secundario, de un sindicato, de un club deportivo, en la calle. Esa era una responsabilidad desde el punto de vista de la discusión de cómo se iba dando ese proceso, para poder avanzar y demás. Entonces, la discusión era, a veces, cómo sostener ese programa, cómo desarrollarlo, cómo ir mucho mas allá, en definitiva. Entonces, esa era la perspectiva fundamental, en esos términos: implementar el programa, desarrollarlo para futuro.

¿A qué se dedicaba en ese período?

Yo trabajaba y estudiaba; me agarró entre el ’70 y el ’73, trabajando en una industria y estudiaba sociología en la Universidad de Chile, hasta el 11 de septiembre de 1973.

¿Cómo recuerda, en términos generales, aquellos años del país, del ’70 al ’73, del triunfo de Allende hasta el golpe?

Obviamente, el triunfo de Allende fue extraordinario, teniendo en cuenta que era por la vía electoral en un estado capitalista, burgués, estructurado como era. Había que tener en cuenta eso, la forma como se podían implementar los cambios sociales que en ese momento el país necesitaba. Lo más complicado era cómo la gente podía llegar a entender, más allá de la militancia de los partidos que apoyaban a la Unidad Popular, que entendieran el fondo del tema. Porque es un problema ideológico y cultural, que entendieran que los cambios iban a favorecer al pueblo y se hiciera carne eso. Eso se consiguió en alguna medida, no en todo, porque obvio, ya sabemos lo que pasó. Era difícil porque en el mundo no se había dado un proceso como el chileno, todos los otros procesos, ya lo sabemos, se hicieron revoluciones en forma directa, con la vía armada. En cambio, el chileno fue totalmente distinto, entonces era muy difícil, era algo que no se había ensayado en ningún país del mundo. Entonces, estaba todo por hacer, todo por relacionarlo, incluso, todo por inventar. Y en esos términos, se avanzó hasta donde se pudo. Previo al ascenso de Allende se da la Unidad Popular, porque había toda una experiencia de los trabajadores chilenos, de lo contrario, no se da la Unidad Popular. Eso hay que tenerlo muy claro, es parte de la historia. De ahí en más, bueno, la profundización que se dio en aspecto embrionario de los cordones industriales, que era lo que iba a sostener ese proceso de implementar el programa y, encima, profundizarlo, como decía anteriormente. En ese proceso nos agarra el golpe de estado. O sea, los cordones industriales existieron, impulsados por los trabajadores, principalmente, obviamente también avalados por los partidos políticos que integraban la Unidad Popular. No hay duda de eso. Había gente que quería que avanzáramos más rápido, pero dadas las circunstancias, era muy difícil, era muy complejo el tema. Entonces, hasta ahi, esa implementación dio resultado en el sentido de controlar la producción, por ejemplo. Porque había mercado negro, que lo implementaba justamente la burguesía nacional, y todo ese tipo de cosas. Se paró eso ,en gran medida, pero bueno, se llegó hasta donde se llegó.

Durante ese período ¿qué relación mantuvo con la dirigencia de la Unidad Popular, con qué asiduidad?

Como te decía anteriormente, era periódico porque yo estaba en la Juventud del Partido Socialista en esa regional, que era la regional que más militantes tenía, del Partido Socialista: 5000 militantes. No era poca cosa, entonces, de ahí yo tenía ese derecho que dan las bases para participar, por parte de la Juventud, en el gobierno de la Unidad Popular. Que éramos muy tenidos en cuenta, nos escuchaban mucho, y aparte de escucharnos, nos hacíamos escuchar, porque poníamos las ponencias, las propuestas y las debatíamos, e íbamos muy bien documentados, íbamos con mucho arraigo, desde abajo llevábamos las propuestas de la gente. Por eso, te decía anteriormente, que esa discusión era constante.

Participando de esas reuniones de la cúpula de la coalición ¿qué acontecimientos protagonizó que considere de gran trascendencia política?

Por ejemplo, a mí una de las cosas que me marcó mucho, fue que se hizo una reforma agraria en Chile. Salió por ley, que fue aprobada en el congreso que teníamos, obviamente, que la derecha también tenía sus representantes y demás. Y digo esto con mucho orgullo, porque una de las propuestas de la Juventud fue que hubiera un capítulo especial para los pueblos originarios. Es único en la historia de América Latina, que se le hubiera dado título de propiedad, pero no individual sino colectiva a las comunidades de los pueblos originarios en Chile. Y ese capítulo que yo le señalo estaba considerado en el proyecto, someramente, muy por encima, y nosotros lo profundizamos. La Juventud Socialista lo profundizó con artículos, incisos, bien clarito, que quedara como nosotros queríamos, el derecho que tienen los pueblos originarios; en ese entonces, fijate que te estoy hablando del año 71, es importante. Entonces, eso es un hecho que te señalo de la participación directa. En cuanto a otros temas, tuvimos también participación en la discusión, por ejemplo, del proyecto de la nacionalización de las riquezas básicas. Cuando hablo de las riquezas básicas, estoy hablando del cobre, del salitre, de la pesca, de la minería en general. Todo eso. Tuvimos participación, y con discusiones muy fuertes a veces, ojo, discusiones en el sentido de las propuestas, cómo defenderlas, con los argumentos y todo eso. O sea, hubo participación. Yo hablo, en este caso, la participación que nos daban a nosotros, la Juventud Socialista, dentro del partido, y por lo tanto, también dentro del gobierno de la Unidad Popular. No estoy hablando de otros partidos, eso lo hablara cada partido político que integró la Unidad Popular.

¿Esa participación se dio sólo en las reuniones o también en la implementación de las políticas concretas?

Sí, en la implementación, como te decía. Es más, en la práctica, había compañeros que se hacían cargo de que esas políticas se implementaran, por ejemplo, delegados para aplicar la reforma agraria en los lugares precisos. Eso es tener una responsabilidad directa en el tema, más allá de la participación en la parte teórica, legal y todo eso; sino que después estar allí para implementar la reforma agraria, donde iba apoyo desde el punto de vista técnico, apoyo desde el punto de vista logístico, apoyo desde el punto de vista de tener las semillas y todo eso para que la gente tuviera para producir; amén de que la gente sabe, ojo, a la gente del campo no hay que enseñarle mucho,   en algunas cosas sí hay que dar el apoyo de lo que necesita, de algo más técnico. Y eso se implementaba, y no tan sólo en la reforma agraria: en la educación, en la salud, en la vivienda, en los trabajos voluntarios donde había que ir a poner el cuerpo y el trabajo directo para ciertas situaciones. El caso de Chile, es un país que sufre constantemente terremotos y demás, y eso la Juventud lo hacía en forma directa. Te estoy hablando de la parte partidaria, pero había juventudes que no eran militantes e igual participaban, como corresponde, como tiene que ser, todos. El que quería participar, eso era algo muy cotidiano.

En una de esas reuniones, usted fue testigo de un episodio en el que el general Prats informaba que en el interior de las Fuerzas Armadas se estaba gestando un golpe de estado ¿Qué puede comentar al respecto?

Fue poco antes del golpe de estado que se da, obviamente, el 11 de septiembre del 73. La fecha exacta no la recuerdo, pero el tema está en que él avisa, o sea, dice esto porque el era Jefe del Ejército y conocía el tema. Un tipo honesto, porque otro militar en esas circunstancias capaz que calla todo. Lo planteó y, bueno, el tema era cómo parar el golpe, cuál era el camino para parar el golpe. Ahora, una disyuntiva, porque un pueblo que no está preparado en forma de una conciencia muy profunda, es difícil parar un golpe. Porque son los menos los que están más concientes, que pueden llegar a tener una actitud, pero no todo un pueblo, porque no estaba preparada toda la gente como para parar un golpe de estado; encima, teniendo en cuenta que se había hecho un compromiso legal ante la sociedad chilena, dentro de este esquema que señalábamos, tradicional, democrático que conocemos, de respeto a la constitución, a las leyes y demás. Entonces era muy difícil salirse de eso, si te salías de eso, obviamente, tenías que entrar a lo otro que era la lucha armada. Y ahí pongo el énfasis diciendo que era muy poco lo que había, y quedó demostrado que era poco lo que había, de lo contrario se le hubiera hecho más frente a la dictadura. Ahí el pueblo chileno, con todo su derecho, algunos sectores, toman las armas para defenderse de la opresión que tenían. Esto es así, no había muchas posibilidades lamentablemente.

¿Cómo vivió el momento del golpe del 11 de septiembre del ’73?

Bueno, yo estaba en la Escuela de Sociología, de la Universidad de Chile, en donde estudiaba (dije anteriormente que trabajaba y estudiaba). Bueno, teníamos al lado de la escuela, que era un campo muy grande, lo que se llamaba pedagógico, y había distintas carreras dentro de ese campus, estaba la Escuela de Sociología, en la cual estudiaba yo; al lado, teníamos una sede de la Fuerza Aérea ¿Qué pasa? Nos enteramos del golpe… Nosotros sabíamos que en cualquier momento podía llegar, pero hay situaciones que te van encontrando en el lugar correcto o no, porque eso es difícil saberlo. Bueno, llega un oficial y dice que salgamos que las Fuerzas Armadas toman el gobierno (ellos no dicen «golpe de estado»… «toman el gobierno»), que salgamos, que nos vayamos, que nosotros éramos jóvenes, que ellos sabían que nosotros éramos idealistas… Yo les dije a los compañeros «no hay que salir a la calle, hay que salir por otro lado, si es que hay que salir, y vemos que pasa». Y hay mucha gente que quedó como deliberando adentro, por esto que te decía yo que todavía estaba latente «¿que hacemos?». Y llega este mismo tipo y da la orden de tirar, por lo tanto, mataron compañeros ahí. Yo salvé la vida en ese momento, que me tiré detrás de un cantero que había en el patio de la Escuela de Sociología, con otros compañeros. Ahí, literalmente, le cortaron la cabeza a una compañera a metralla, una compañera de estudio; y bueno, de ahí la estampida ¿adónde ir? Yo, por ejemplo, donde vivía estaba muy lejos, te imaginas la situación de ese momento: toque de queda, donde asomabas la cabeza te tiraban, era así. Y bueno, peripecias que comprenderán que es muy difícil de relatar, además, pormenores muy difíciles. Se comprende la situación de que había que salvar la vida, principalmente, y tratar de ver qué se hacía después. En esas circunstancias me agarró el golpe de estado.

¿Qué hizo después del golpe?

Después del golpe, bueno, mucho tiempo después, te diría, unos 15 días después, recién, mi familia se entera de que yo estaba vivo, andando por todos lados, porque tampoco podías ir a cualquier lugar. Después de eso, vino un período de reorganización y en ese momento la Juventud Socialista asume la dirección del partido porque el partido de los adultos del socialismo, en este caso, el Partido Socialista, no la Unidad Popular, ya había sido descabezada totalmente. Asumimos esa responsabilidad de reorganizar. Algún tiempo después, la historia marca que caen compañeros dirigentes como Lorca, como Ponce, y un montón de compañeros más y yo afortunadamente salvé la vida hasta ahora, por un montón de circunstancias. Pero, en todo caso, se siguió haciendo resistencia, en todos lados. Hubo resistencia, ojo; inclusive, casos muy puntuales de gente que pertenecía a las Fuerzas Armadas se rebeló contra sus jefes a los tiros, pero fueron situaciones mínimas, no era algo generalizado ni mucho menos. Una represión terrible… Bueno, ahí se sabe lo que le pasó al compañero Allende, lo que le pasó a algunos ministros que fueron detenidos, que fueron a parar a la isla Dawson (hay una película con respecto a eso). Y todo lo que vino, que se fue conociendo de a poco, la represión, la reclusión, las relegaciones , que agarraban a algunos compañeros y los mandaban de un lugar a otro,   est aban todos controlados los lugares donde podían estar, otros saliendo al exilio, otros salvando la vida como se podía. Todo ese tipo de situaciones se vivieron después del golpe. Es más, después vino una barrida, aquellos que estaban tildados de pertenecer a la Unidad Popular, por supuesto, vino toda la debacle de echarlos del trabajo, o sea, una desocupación, cesantía, problemas sociales, todo lo que configura un golpe fascista, nazi, como se dio en Chile.

¿En qué momento se vino para la Argentina?

En determinado momento, yo seguí peleando en Chile… Como te señalaba, en muchas formas se peleó… Los compañeros del partido sabían que yo iba a ser hombre muerto. Y en determinado momento (estoy hablando de la Juventud, ojo), me agarran y me dicen que yo tengo salir del país. Y yo me negué. Me sacan, afortunadamente, con toda la documentación legal (no sé cómo hicieron, eso sucedió muchas veces), y en distintas etapas, con postas. Vienen ciertos compañeros hasta determinado tramo, salgo de Santiago hasta Temuco, de Temuco me parece que a Villarrica, por ahí, y después, en distintos tramos se iban sumando algunos compañeros, obviamente, que yo tenía de confianza porque había gente que no la conocía. No sabía si eran compañeros o no. Y bueno, cruzo la cordillera de noche, en lancha, porque me tocó el paso, ahora lo puedo decir, Temuco- Hua Hum que sale a San Martín de los Andes, donde está el lago Pirihueico   del lado chileno. Y después toma el lago, pasando la frontera, entre los dos lagos, a pie ese sector de la cordillera, y después agarrar también otra lancha, el lago San Martín que después, en determinado momento, toma el nombre de Lacar , que llega a San Martín de los Andes. Ahí llegué yo. Yo tengo familiares acá, por lo tanto, era más fácil para mí en esas circunstancias llegar. Tenía la opción de ir a cualquier país del mundo, pero yo preferí quedarme acá en la Argentina por las raíces, pero además, por estar cerca siempre de lo que pasaba allá. Y bueno, eso fue un 25 de julio de 1975 que ingreso a la Argentina ya, prácticamente, como exiliado político. Y después, con tal adversidad, que me agarra el golpe del ’76, acá, del 24 de marzo. O sea, no pegaba una, pero son las vivencias que uno tiene que contar; en este caso, te agradezco esta entrevista que sé que va a servir para el futuro, de haber vivido las cosas.

 

El debate

Además de estas preguntas, que se focalizaron más que nada en recuperar la riqueza de la experiencia personal directa, en lo que sigue, le voy a hacer también otras, de análisis más general del proceso.

¿Reforma o revolución?

En principio, le quería preguntar ¿qué es, para usted, revolución y qué reformismo?

Claro, el reformismo, como su nombre lo indica, alguna reforma dentro del estado capitalista, que no lo toque, que ni siquiera lo amague. Hay muchos ejemplos de esto. Es decir, yo puedo hacer una reforma, por ejemplo, la parte judicial, en un aspecto de la justicia, pero el resto del estado va a seguir funcionando igual, como fue históricamente, y el resto de la justicia va a seguir igual. O sea, es una reforma, no es medidas de fondo, de cambios profundos. Entonces, una reforma es lavarle la cara al sistema para hacerlo más presentable, pero en realidad, sigue siendo el mismo. Es el mismo perro con distinto collar.

En la discusión sobre si la Vía Chilena al Socialismo era revolucionaria o reformista ¿cree que todos entienden esos dos conceptos de la misma manera y que difieren simplemente en el diagnóstico?

No, por lo que explicaba, y fíjese que en el caso chileno se intentó en esa época, y se está dando el mismo esquema ahora en América Latina, en estos procesos de cambio que estamos viendo. Son procesos revolucionarios, guarda, no son reformistas, lo recalco esto, y es una discusión que dar. Además, basada en nuestras raíces, no estamos copiando, ni a Europa, ni a Asia, ni a África, de acuerdo a la idiosincrasia de cada país, con sus bemoles, con los pro y contra, nosotros teníamos en contra todas las Fuerzas Armadas, más una burguesía-oligarquía poderosa, apoyada por el imperialismo, en ese entonces. Los postulados para ir cambiando la historia eran en la economía, una área privada, un área mixta y un área social. Yo pregunto ¿no se está dando eso ahora en América Latina, en muchos aspectos? Sí, entonces, guarda. Me alegra de lo que nosotros en ese momento implementamos, porque lo sabíamos políticamente factible, y se está dando ahora también. Y se va a profundizar esto. Es muy importante ¿Por qué? Porque los pueblos fueron despertando, acumulan conocimiento y el caso chileno sirve mucho a esto, sirve y mucho para saber qué tienen que hacer los pueblos ante la posibilidad de que, obviamente, el imperio, quiera torcer la historia. Cómo se tiene que organizar, cómo tienen que actuar, y esto de la Vía Chilena al Socialismo tiene que servir, pero mucho y muy a fondo. Lo que pasa es que, quienes ven a la Vía Chilena al Socialismo como reformista, teóricamente, pueden llegar a apuntar, en alguna medida, a lo ideal de la cosa: «pueblo conciencia y fusil», ideal. Eso no se logró en Chile. Entonces, como el proceso revolucionario chileno, recalco esto, proceso revolucionario chileno, con sus medidas llegó hasta donde llegó; ellos se oponían a eso, decían que eso era transar con la burguesía. Entonces, hay que tener en cuenta algunas cosas que son fundamentales. El pueblo chileno, los que eran más pacientes eran los militantes de la Unidad Popular, el resto, apoyaba, votaba por la figura de Allende, por el arraigo que tenía, pero no había una conciencia revolucionaria de fondo. Entonces ¿qué podés hacer? ¿Hasta dónde podés? Y ojo, esto te lo voy a graficar con un dicho popular: «al ganado flaco no lo tienen que apurar», porque se te cae en el camino y no lo paras más. Es lo que pasó en Chile, algunos querían apurar los tiempos… Entonces, lecciones como ésta hay que tenerlas muy claras. Si no tenemos claro eso, vamos a perder la posibilidad de avanzar en los procesos revolucionarios que se puedan hacer.

¿Cómo resumiría la Vía Chilena al Socialismo?

Lo resumiría, primero, como una suma de hechos históricos que se vienen dando a partir del siglo XIX, donde las primeras luchas obreras comienzan a organizarse, y eso va madurando, para llegar a un proceso en el cual algún tipo de alianza permitió a los trabajadores chilenos tener algún tipo de aliciente. Estoy hablando del Frente Popular del año 1938, donde fue electo presidente Pedro Aguirre Cerda, que militaba en el Partido Radical, que fue apoyado por los socialistas y los comunistas, en principio, e independientes de izquierda. Dio algunos resultados, por ejemplo, la educación laica y gratuita en la primaria y en la secundaria. Uno. Dos, la salud pública, que no existía prácticamente en Chile. Y se profundizó en organización, que sirvió a los trabajadores. Se hizo la Corporación de Fomento (CORFO), que significaba industrializar al país ¿Qué era esto? Dar un paso más allá de ser productor de materias primas, y elaborarlas en su propio terruño, para dar más trabajo y, por supuesto, en la medida de que se fue trabajando la educación, se iban formando técnicos para eso. O sea, una cosa dual, de tal manera que permitiera gradualmente ir avanzando. Esto le permitió al pueblo chileno adquirir conciencia de clase, y conciencia popular en general, para permitir después el ascenso de algunos compañeros a la Cámara de Diputados y Senadores, donde empezaban a pelear y conseguir, a veces, algunas leyes, y a veces no; pero presentar proyectos que favorecieran al pueblo. Todo el bagaje de ese proceso termina conformando la Unidad Popular, levantando ese programa que ya hemos señalado y que se lleva a cabo durante los tres años del gobierno que preside el compañero Salvador Allende. Y cuando hablamos de «gobierno» hablamos de eso, había llegado la Unidad Popular al gobierno, pero no al poder.

¿Qué diferencias tenía ese Frente Popular con la Unidad Popular?

Bueno, la diferencia era que, en el primer término, ya explicaba que sólo eran cuatro o cinco puntos, que para la época era fantástico, pero dada la correlación de fuerzas no daba para más. En cambio, se fue acumulando… esa correlación de fuerzas permitió, no tan sólo sostener lo que se había ganado al año ’38, sino que afianzar, ensanchar, aglutinar, poner más puntos por los cuales el pueblo chileno tenía que luchar. Y ahí estuvieron las cuarenta medidas de la Unidad Popular. Las cuarenta medidas básicas, eso no significaba que no había otra cosa que hacer. Es decir, el salto fue cuantitativo y cualitativo, a la vez. Entonces, esa es la diferencia en un proceso que va acumulando fuerzas, producto de la lucha histórica, de las contradicciones del sistema, de la formación política de los compañeros, desde sindicatos, organizaciones sociales, clubes deportivos y todo, donde se daban talleres de educación política, donde se educaba con respecto a conocer la historia del país, Latinoamérica y del mundo, si era posible. Era una formación más integral; entonces, se iban formando cuadros, y eso dio resultado después, como señalaba, a la conformación de la Unidad Popular y los debates que se dieron, para hacer, justamente, un conglomerado político con un programa. Ahí no se eligió primero quién iba a ser el candidato a la presidencia dentro de la estructura burguesa que conocemos, sino que fue primero el programa y después se eligió al que iba a representar mejor a ese programa y, por lo tanto, a los trabajadores chilenos.

¿Qué era lo que determinaba, para usted, el carácter revolucionario de éste proceso de transformación?

Yo diría que es un proceso revolucionario, primero y principal. Hablar de revolución ya es otra cosa, ahí los cambios son sociales, políticos, económicos de fondo. Si bien nosotros hicimos cambios sociales, políticos, económicos, no era lo suficiente para cambiar el estado capitalista burgués. Que quede claro esto, porque es muy importante señalarlo. Lo que en Chile pasó fue un proceso revolucionario, hasta el ’73, el 11 de septiembre del ’73.

¿Cuál era el sujeto revolucionario para la Unidad Popular?

El trabajador, intelectual o manual; ése era el principal sujeto… Y también, obviamente conectado, aquellos que entendían , aún siendo de clase media, que era una posibilidad de cambio que, a lo mejor, ellos aspiraban también en alguna medida, y que apoyaron el gobierno de la Unidad Popular. Pero eso, digamos, es algo que se anexa al proceso… Principalmente, como motor, es la clase trabajadora, en su conjunto; y nosotros no caíamos en el tema obrerista, ojo. Nosotros decíamos «es popular», y es justamente eso… Al ser popular, metemos a todos aquellos que sufren los problemas, para que vayan cambiando la historia y vayan componiendo una alternativa de cambio más profundo. Eso es lo que se intentó.

¿Cuáles eran las particularidades de Chile que, en el diagnóstico de la UP, abrían la puerta a una estrategia legalista y gradualista para llegar al socialismo?

Por lo que yo señalaba, en la pregunta que hizo antes está gran parte de lo que yo digo: esto del ascenso de los trabajadores, adquiriendo conciencia y adquiriendo responsabilidades ¿Por qué digo responsabilidades? El trabajador también era dirigente del barrio, era dirigente del club deportivo, de una comunidad, de un centro de madres (como se llamaba allá), de una cooperadora de un colegio… Fue adquiriendo esa conciencia y de la necesidad de ir participando. Entonces, ese es un eje fundamental por el cual la Unidad Popular opta por luchar dentro del estado capitalista burgués, que dentro de eso se podía ir adquiriendo conciencia para después ir cambiando la raíz del tema. Cosa que no se logró, se llegó hasta donde se pudo hacer.

Existiendo en Chile una legalidad construida por y para la burguesía, que imponía serias trabas a las transformaciones sociales y económicas ¿Cómo planteaba la Unidad Popular sortear esos obstáculos?

Con las medidas que se iban tomando y con la fuerza del pueblo. Es más, una de las razones (porque hay varias) por las que se dio el golpe, fue la última elección que tiene la Unidad Popular, dentro del estado capitalista burgués que señalamos… Se dio en el año 1973, que eran las elecciones comunales, de las ciudades y pueblos, donde había aumentado su votación. Dentro de un proceso así es importantísimo. Entonces, fue una de las razones por que apuraron el golpe, la reacción interna y el imperio norteamericano, principalmente.

En alguna oportunidad, usted mencionó los «resquicios legales», que se utilizaron para ir forzando los cambios dentro de esta estructura legal burguesa ¿Qué eran y cómo funcionaban?

Claro, resquicios legales… Por ejemplo, dentro de una ley decían que había unas facultades del presidente. Como la legalidad burguesa se aseguró a través de esas leyes, y creyeron que siempre iban a estar en el gobierno, no previeron que esos resquicios legales los podía usar el pueblo en su favor. Si en determinado momento, dentro de una constitución, o en el caso específico de una ley de vivienda, hay que construir tantas viviendas por año, bueno, el estado tiene la obligación porque lo dice la constitución. Supongamos que dentro del presupuesto de la nación dice que te van a dar, a lo mejor, la plata para las 300 mil viviendas, por decir un ejemplo; pero con un resquicio legal vos podés pedir un dinero extra, y en lugar de hacer 300 mil viviendas te vas a 700 mil, en beneficio del pueblo. Eso estaba como un anexo dentro de la ley de facultades del presidente de la nación, especialmente, y de algunas carteras ministeriales, de algunos ministros, también existían esos resquicios legales; los cuales, al estudiarlos, nos dábamos cuenta de que era factible implementarlos, dentro de esa legalidad. Entonces, eso ayudaba, so pretexto de que algunas leyes sí, dentro del estado capitalista, no les quedaba otra que aprobarlas porque era, digamos, un consenso nacional: el caso de la nacionalización del cobre, las riquezas básicas en Chile, por ejemplo… El recurso más importante que tiene Chile, que es el cobre, su nacionalización fue aprobada por unanimidad ¿Por qué? Por toda una fuerza, porque eran tales los argumentos que no podían oponerse a eso. Entonces, con habilidad, con muñeca política, manejando las situaciones, con el pueblo organizado, con participación de ellos, y elaborando los proyectos a través de la raíz de la misma gente hacia arriba, es lo que daba la posibilidad, como posibilidad.

¿Cuál fue el pronóstico o las condiciones que la Unidad Popular confiaba que se darían o se mantendrían para garantizar el éxito de su estrategia?

Claro, en la medida que el pueblo chileno, por ejemplo, iba avanzando. El caso de los Cordones Industriales, que era una organización que estaba, prácticamente, paralela al estado; era una organización dual al estado, de los trabajadores de ese cordón que estaba en Santiago, Vicuña Mackenna… Ese era uno; después, las Juntas de Abastecimientos y Precios, de control de la producción de alimentos y de otros artículos, obviamente, los precios y su distribución. Dos aspectos… Está la otra, en que las reformas en la educación estaban dando la posibilidad de que los hijos de los trabajadores, en su conjunto, tuvieran acceso con mayor énfasis a las aulas, inclusive, a las universidades. Llegaban hijos de obreros, obreros, a la universidad. Entonces, eso estaba dando la pauta de que dentro de la estrategia eso estaba dando resultados. Esa es otra de las razones por que dan el golpe: por el avance del pueblo; y ellos veían que si no lo hacían por la vía violenta, era irreversible. Se iba dentro de esa estrategia, de esa lógica que se había implementado dentro de la legalidad burguesa: pelear dentro del sistema para poderlo cambiar después.

¿El Partido Socialista entendía al etapismo en los términos de la «revolución por etapas», como lo planteaba el Partido Comunista?

Ellos estaban inmersos en la «coexistencia pacífica», y la coexistencia pacifica, por un lado, era históricamente no avanzar mucho. De hecho, hablando claro, los partidos comunistas en esa época no produjeron ninguna revolución en el mundo. Los que sacaron los pies del plato, hablando corto, sí la produjeron; por ejemplo, Vietnam, Laos, Camboya, ahí esta Cuba… El resto no produjo revoluciones. Sí fueron insertos en movimientos populares, que eso es distinto, como el caso chileno, que fue un proceso. Entonces, esas eran las discusiones. Diferencias había, pero en los hechos, eso después se demostraba que teníamos razón, se implementara o no, porque había veces que había cosas que no se podían implementar porque no nos poníamos de acuerdo.

En los diferentes partidos que conformaban la Unidad Popular ¿cuánto se esperaba que durara la etapa de transición?

Mirá, en eso había disparidad. Yo creo que nadie puede prever una etapa de transición. Es imposible. Puedes tener alguna estimación, digamos, pero darle plazos y demás, eso era muy difícil de lograr, porque era un proceso. Se estimaba que en una década se podía tener, más o menos, algo más afiatado.   Y para dar un ejemplo hoy… Venezuela. Está en un proceso de cambio. Entonces, son cosas que hay que tenerlas muy en cuenta. Había una discusión con respecto a eso: algunos, que había que acelerar más, otros que eran más legalistas… producto de lo que había sido el pueblo chileno en su idiosincrasia. Es más, había gente que señalaban eso de «pueblo, conciencia y fusil». Fijate vos por lo que yo relato ¿qué hubiera pasado si hubieran tenido armas? La mejor arma es la conciencia. Y todavía faltó en Chile para profundizar el proceso. Entonces, hay que tener muy en cuenta, la estrategia, las condiciones, conocer el terreno donde uno está y a su alrededor. Nosotros conocíamos perfectamente lo que pasaba en Perú, lo que pasaba en Argentina, lo que pasaba en Uruguay, lo que pasaba en Brasil en ese entonces, lo que pasaba en Bolivia. Es decir, nosotros jugamos una carta importante, pero sirvió, primero, por la autocrítica que podemos hacer, la crítica, y como antecedente de los procesos que se están realizando hoy, por ejemplo, por América Latina. Ha servido mucho el tema de la Unidad Popular. Rescato esto porque hay que ser claro; acá no hay que eludir ninguna responsabilidad de las cosas.

Enfocando particularmente en la pequeña burguesía (que en muchos aspectos se diferencia de la mediana burguesía) ¿Cómo se planteaba la Unidad Popular ganar su apoyo? ¿Cómo generar esa conciencia, dar esta batalla ideológica en ese sector social?

Por las relaciones que se daban. Por ejemplo, la clase media baja que vos señalás, cuando había planes de vivienda. Sería eso, por ejemplo, porque era la que no tenía, la que alquilaba eternamente. Entonces, se le daba esa posibilidad. Y ahí, de esa clase media baja, había técnicos, había intelectuales de todo tipo… cuando hablo intelectuales de todo tipo, estoy hablando desde maestros de escuela, con especialización directa en las universidades, médicos de todas las ramas. Y tuvieron acceso a eso, entonces la gente comenzó a apoyar ese proceso; obviamente, que no todos, porque la formación que tenían era personalista, porque el sistema los hace personalistas. Es muy difícil cambiar el tema; no por eso no hay que intentarlo. Nosotros sabíamos que era difícil, pero intentamos todo eso, y de hecho, hubo ejemplos concretos con respecto a eso.

Le quiero citar unos fragmentos de un trabajo de un politólogo que fue asesor personal del presidente Allende, que en marzo del ’71 afirmaba que «las tareas más urgentes de las cuales dependía la fuerza del gobierno eran las siguientes: decapitar económicamente a la alta burguesía, neutralizar políticamente y coexistir económicamente con la burguesía media, ampliar el respaldo entre la pequeña burguesía, incorporar a los sectores marginados a la dinámica revolucionaria…»; y continuaba de la siguiente manera: «de esto dependen las características que adoptará la violencia reaccionaria. Si la pequeña burguesía es impulsada a una actitud adversa hacia el gobierno, la burguesía media no vacilará en sumar su acción, y en este supuesto, la vía política quedaría asfixiada. El enfrentamiento armado sería inevitable». La pregunta es ¿qué lugar ocupaba ésta concepción dentro de las filas de los partidos de la Unidad Popular?

Era de vital importancia.

¿Estaba extendida ésta idea?

Sí, sí, era un debate constante. No se terminó jamás el debate respecto a ese tema… hasta el golpe. Pero lo que yo quiero decir del análisis es bastante elástico; sí, concreto en alguna cosa. De hecho, a la burguesía nacional se le quitó un montón de poder, a esa clase media alta. Hay una cosa que no se tiene en cuenta… Está bien planteada la pregunta: en ese momento el compañero que lo plantea, digamos, en teoría tiene toda la razón: «mire, va a pasar esto si no hacemos esto». Pero tomá una medida para eso… El problema está en que si nosotros le quitábamos, como le quitamos, el poder a la burguesía nacional, a la mediana burguesía y todo eso ¿sabés cuál es el problema? La plata para el golpe y la ayuda vino de afuera, no es que salió solamente de adentro; de adentro salieron los tipos dispuestos a hacer de cabeza de turco, dentro del país ¿Para recuperar qué? Lo que habían perdido. Entonces, por eso pelearon contra el gobierno de la Unidad Popular. Metieron a los camioneros, para producir todos estos problemas, el desabastecimiento, metieron el mercado negro. Todo este tipo de cosas. Se le quitó poder a la burguesía, no es que no se le quitó, el tema fue que el apoyo económico, militar, apoyo logístico, todo, vino de afuera.

¿Cómo sintetizaría las diferencias entre el MIR y la Unidad Popular?

Sí. Yo creo que el MIR tenía razón en una cosa, que es importante: crear más poder popular. De hecho, se empezó a hacer: los cordones industriales, las Juntas de Abastecimientos y Precios (las JAP) por ejemplo, el tratar de controlar el mercado negro. Esos fueron debates. Los compañeros del MIR lo plantearon y se hizo, no es que no se hizo. Se le dio bola a eso, eso iba caminando, que no se olviden: era un proceso revolucionario, no una revolución; teníamos el gobierno, no el poder. Entonces, formaron lo que te digo, los cordones industriales, todas esa organizaciones sociales. Era para eso, eso era poder popular… Había que derrotar a la burguesía, lo teníamos claro también; lo que pasa es que la estrategia de ellos era muy acelerada, a mi criterio. Es una crítica que yo hago históricamente al MIR; y quedó probado después, en lo que pasó con el MIR hasta hoy, que prácticamente ha desaparecido. Entonces, es todo un tema para tener en cuenta. Lenin tiene un libro muy importante, por ejemplo, el denomina «ultraizquierdismo» a aquellos que quieren avanzar más allá de los tiempos y más allá de la clase obrera, incluso, aquellos vanguardistas y demás. Dice «el ultraizquierdismo, enfermedad infantil del comunismo», ahí aclara muchas cosas Lenin, y que las vivió el pueblo ruso. Incluso, estaban aquellos que querían ir más rápido, y terminaron en los mencheviques, es decir, en contra de la Revolución Rusa. Son antecedentes. Es decir, en todo proceso revolucionario, incluso una revolución, la discusión debe ser permanente, y abrir la cabeza en el sentido de qué es posible… Lo reitero esto, porque si no le estamos dando herramientas, justamente, al enemigo para que se mantenga, y ojo, se puede llegar a fortalecer.

El programa de la Unidad Popular era un «programa mínimo» que planteaba sólo el objetivo estratégico parcial, o la primera etapa del camino propuesto, del camino hacia el socialismo ¿Cuál era, a grandes rasgos, el programa máximo? Es decir ¿cómo se pensaba que sería ese socialismo?

A ver, ese socialismo que se pensaba… ese programa que vos llamás mínimo (que para la época era prácticamente de máxima, porque eran cuarenta medidas que eran profundas, no eran superficiales, eran bastante profundas), eso se iba cada día nutriendo con lo que el mismo pueblo iba planteando. El programa máximo, para toda persona que quiere cambios sociales profundos, es destruir el estado burgués, eso hay que tenerlo claro. Entonces, con esas mismas connotaciones, esas mismas aspiraciones que iba dando el pueblo, dentro de la estrategia, nosotros pensábamos que se podía dar un estado socialista. Esa es la Vía Chilena al Socialismo.

¿Cuáles eran las transformaciones más importantes que planteaba ese programa?¿Cómo lo resumiría como proyecto de transformación?

El proyecto de transformación que teníamos nosotros, hasta esa fecha, estaba planteando una reforma profunda de la constitución; por eso, necesitábamos la correlación de fuerzas que yo señalaba, que se dio con esas elecciones comunales. Eso nos daba una pauta a nosotros. Nosotros aspirábamos a ir acumulando fuerzas para poder cambiar la constitución y sacar el lastre de esa sociedad arcaica que teníamos inserta dentro de la legalidad chilena. Esa era nuestra aspiración, porque hay que ser claro acá: la construcción del socialismo es un proceso y nadie tiene el manual que diga cómo hay que hacerlo; son los pueblos los que, en su desarrollo, van aumentando su capacidad, su estrategia y su decisión de tomar la producción en sus manos, la distribución y su propio bienestar, mirando siempre las perspectivas de futuro. Eso es la construcción del socialismo, y nosotros también tenemos claro que, aún destruyendo el estado burgués, siempre van a haber resabios de la sociedad anterior que se siguen manifestando. Por lo tanto, el socialismo, planteado desde el punto de vista práctico, y desde el punto de vista teórico, no es más ni menos que transformación permanente. Eso es el «abc» de lo que es el socialismo. Entonces, para ir profundizando el socialismo hay que ir tomando medidas constantemente, pero las medidas las tiene que ir tomando el pueblo, y los dirigentes que se hagan cargo de eso tienen que responder a las directivas de un pueblo, no a las directivas que muchas veces se pueden llegar a dar, que es de lo que se llama vanguardia, y ese tipo de cosas, que para mí no sirven, no sirven las vanguardias. La única vanguardia es el pueblo organizado, esa es la única vanguardia insuperable, no hay otra vanguardia.

Desde el punto de vista económico¿qué transformaciones programáticas se planteaban?

Por ejemplo, cooperativas, gestión y control obrero de las industrias y de los lugares de trabajo… En el caso de la reforma agraria se le entregó tierra a los campesinos, eran inquilinos (en Chile se le llama inquilino al que es el peón, lo que llamamos acá en la Argentina peón). Entonces, entregarles la tierra, ayudarlos con tecnología, ayudarlos con técnicos, que es lo que señalaba antes, que a veces no teníamos, que había que en la educación formarlos. Fijate lo que es un proceso… no es que soplo y saco botellas. No es así. Hay que ir construyéndolo. Entonces, era un todo; así como el estado burgués tiene una máxima que es el funcionalismo, el pueblo también tiene que tomar en determinado momento lo que es el funcionalismo ¿Qué significa esto? Que todo tiene que ver con todo. Si una pieza funciona mal, se tiene que tender a restituirla para que eso siga funcionando. O sea, tenemos que aprender también algunas cosas del estado capitalista y su organización. Entonces, en la parte económica era eso, ir agarrando los medios de producción y la forma de producción para el pueblo. Eso en medidas económicas.

¿Y qué sectores de la economía se planteaba socializar?

De hecho, lo hizo. Planteó tres áreas de la economía: una privada, una estatal y una mixta. La privada se la dejamos ¿Por qué? Porque no iba a tener injerencia directa, en principio, en la producción y, segundo, en los precios ¿Qué significa esto? Si nosotros controlábamos las materias primas (desde el punto de vista del estado estoy hablando), el estado le ponía precio a esas materias primas, que después se las vendía al sector privado, al vender vos sabías cuál era el precio que tenía que salir; y tenían que producir según algunas legalidades, para cubrir, de acuerdo a la época, obviamente, para el bienestar de la gente. Después está la propiedad mixta, que era capitales del estado y capitales privados, pero la parte estratégica la manejaba el estado. Y después, obviamente, también estaba la parte social: cooperativas, los asentamientos campesinos (esos que se hicieron con la reforma agraria), la participación por ejemplo, de los trabajadores en la planificación de los minerales, porque Chile es un país minero, en general. Pues bien, en eso se concentraba la mayor riqueza del país, en manos de la gestión de los trabajadores y la administración del estado, que se había elegido como dirección del estado. Tenían una injerencia directa, a través de los sindicatos, en la planificación; ellos eran los que le daban la pauta al gobierno de qué había que hacer con la producción, si había que producir menos, más, de acuerdo también al comercio internacional. Porque, en determinado momento, vos producís mucho cobre y lo tenés ahí y el precio baja, porque estábamos, y estamos, seguimos estando, inmersos en un sistema capitalista a nivel mundial. Entonces, había que regular la producción para que a Chile le entraran más dólares, para poder comprar lo que no producía el país. Por ejemplo, tecnología de complejidad para los hospitales, por dar algún ejemplo, había que tener los dólares; con lo que se producía sacar el mejor rédito para poder comprar la mayor cantidad de esas cosas para las necesidades que teníamos. O sea, todo eso se iba planificando, y eso es lo que hay que hacer cuando se producen cambios sociales en pos de un socialismo: racionalizar, pensar, elaborar, que haya participación de la gente, escuchar mucho a todos, hacernos escuchar mutuamente. Esa es la importancia que tiene una planificación cuando se quiere cambiar el estado arcaico por otro estado de participación democrática, más profunda, en la cual está incluido el ser humano.

La modificación de la estructura de la propiedad privada ¿a qué sectores de la burguesía afectaba?

En general a toda, a toda afectaba. Por ejemplo, para ser claro, en el sector de la minería, lo manejaban capitales privados, tanto chilenos como extranjeros; pero ojo, los chilenos que estaban metidos en el negocio este a través de los gobiernos, ellos vivían bien, pero eran pocos. Las tajadas mayores se las llevaban las transnacionales, el capital internacional, y los otros aplaudían porque, digamos, eran unos vendidos, para hablar corto y preciso, y por eso vivían bien… Eran los «pachás», como se dice habitualmente, o los pitucos que vivían a costa de eso. En cambio, al dar vuelta la cosa, lo que entraba con la gran minería, por ejemplo, era el ingreso que después se distribuía de mejor forma a la mayoría de las personas en el país para que se desarrollara en los ámbitos que correspondía.

Le voy a comentar un par de interpretaciones, bastante encontradas, sobre el programa económico de la Unidad Popular, para conocer su opinión al respecto. Para algunos, la creación del área social de la economía perseguía el objetivo de destruir las bases de sustentación del imperialismo y de la burguesía nacional, suprimiendo de inmediato, y no en otra etapa del proceso, la propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales (como las riquezas mineras, las industrias monopólicas, la tierra), la distribución y el sistema financiero. Por el contrario, para otros, la UP buscaba una alianza económica entre una fracción de capitalistas supuestamente nacionales y sectores asalariados, contra el imperialismo, lo cual implicaba mantener las bases del sistema capitalista…

Yo explicaba recién que había un área de la economía que era estatal y otra mixta; con eso había un control fundamental en muchas cosas, por eso se nacionalizó buena parte de la banca, que era extranjera. Obviamente, había un banco que se llamaba Banco del Estado, que le dio otra connotación al crédito, al financiamiento, a muchas cosas. O sea, dio   un vuelco a lo tradicional que había. Después, lo que pasa es lo que señalaba anteriormente, era una estrategia: no era que nosotros no queríamos destruir el estado capitalista, y como dicen algunos, que queríamos ser socios de algunos burgueses nacionales. Sabíamos que había etapas que quemar y que no se podía hacer todo de golpe. Señalé que se hizo una reforma agraria, y que además, fue parcial; fue una necesidad que a futuro se iba a profundizar, también se iban a profundizar otras cosas en la medida que avanzara el pueblo. Lo que pasa es que algunos creen que con que tomen decisiones dos o tres personas ya los cambios se pueden hacer. Se puede hacer… El tema ¿sabes cuál es? Cómo lo sostienes, porque, por ejemplo, se puede llegar al gobierno, como el caso que llegamos nosotros ¿pero después se puede gobernar? Es una pregunta… O se puede llegar al gobierno, como llegamos nosotros, pero no al poder. Entonces, son preguntas que hay que resolverlas antes ¿Cuál es la estrategia que se va a seguir para desarrollarse? Críticas como esa que acabo de escuchar en una de éstas opiniones, son de esas personas que quieren ayer socialismo, ni siquiera hoy; y el socialismo se construye, no se hace de la noche a la mañana, es todo un proceso de maduración. Y los países tienen que, en este caso, a nivel general estoy hablando, pasar esos procesos. Es decir, hay que tener en cuenta que son los pueblos, en la medida que van madurando, los que van haciendo las transformaciones, no son solamente de los que llaman líderes. Los líderes son intérpretes de un pueblo, y tendrían que ser eso. Entonces, por apurar las cosas se pierde. Es una cuestión de estrategia, no es que no se quiere. Era una estrategia dentro de los términos de la economía: era una estrategia, no es que éramos aliados. Podíamos hacer otra cosa, porque si nosotros, por ejemplo, así como nacionalizamos las riquezas básicas, entrábamos a nacionalizar todo ¿con qué sosteníamos la industria? ¿solamente con los trabajadores que estaban trabajando? Si la mayoría de los técnicos, los administrativos, eran de derecha… Yo quiero recordarles a aquellos que critican eso, que hay una cosa muy simple a nivel mundial: en todo proceso revolucionario del mundo, muchos de estos técnicos, cuando se nacionalizó todo, se fueron al carajo, rajaron del país. Preguntale a Cuba con cuántos médicos quedó, preguntale a Cuba con cuántos ingenieros quedó… Nosotros no estábamos en condiciones de nacionalizar todo, no te quepa la menor duda. Pero había procesos que había que llevarlos ¡Y eso no significa una alianza entre la burguesía y los trabajadores del pueblo! Imaginate, doscientos años con la pata encima de un sistema capitalista ¿y vamos nosotros a aceptar que ese sistema capitalista nos ponga las condiciones?¿Después de haberle ganado las elecciones y todo eso, y haberle ganado la espalda políticamente, que quedaron prácticamente desarmados? Porque esta es la realidad, de ahí que acudan al imperio, la parte interna y externa se unen para todo lo que hicieron, los sabotajes y todo eso… Entonces, yo voy a esto: vos tenés que arar con los bueyes que tenés, no con otros elementos, porque la explicación es una cosa y lo que puedas llegar a hacer es otra cosa. Y esto en política hay que tenerlo muy claro. Yo pongo un ejemplo concreto: esos mismos compañeros que criticaban a la Unidad Popular, seguro están criticando a Venezuela hoy, seguro están criticando Bolivia, seguro están criticando Ecuador, están criticando Nicaragua y otros procesos posibles que lleguen a venir; porque se esta dando algo similar ¿Y qué dicen ahora de Venezuela? En último caso, exactamente lo mismo, que es burguesa… Pregúntele al pueblo venezolano a ver qué opina… Ellos se creen más marxistas que el mismo Marx. No es dado y acabado el programa de la Unidad Popular: no eran esas cuarenta medidas y ya nos quedábamos tranquilos con eso. En ese caso, si hubiera sido así, hubiera sido ni más ni menos que solamente una reforma; que de hecho lo fue, pero como abría la perspectiva a futuro era un tema de un proceso revolucionario, como lo recalco siempre. En la dictadura militar, se les devolvió a los terratenientes lo que se les había dado a los campesinos con la reforma agraria; el cobre chileno, la mayoría, pasó a campo privado, nacional e internacional. Aquellos que acusan de que nosotros queríamos solamente una reforma y una conciliación de clases, se equivocan en eso, porque hay que estudiar bien el proceso, y saber qué se hizo, por qué se hizo y cómo se hizo. Son las preguntas fundamentales, y los resultados están a la vista… lo que se logró. Y sigo insistiendo: por lo que se logró, por eso se dio   el golpe.

Por lo que venimos hablando, entonces, el programa de la Unidad Popular se proponía reemplazar la estructura económica vigente, terminando con el poder del capital monopolista, nacional y extranjero, y del latifundio, para iniciar la construcción del socialismo, creando un área social predominante ¿Cuál fue el peso relativo, tanto del Partido Comunista como del Partido Socialista, en la definición de las tareas socioeconómicas de esa etapa, en esa síntesis programática que se logró?

A ver, hubo discusiones… El Partido Comunista, el Partido Socialista, la Acción Popular Independiente, el sector radical, más de izquierda del Partido Radical, la socialdemocracia… todos esos concordaron en el programa antes del ’70. Esto como base, donde se proponían éstas tres áreas de la economía para desarrollar, una estrategia, en un proceso revolucionario para transformar de la sociedad burguesa a una sociedad socialista. Aún así, estando ya en el gobierno de la Unidad Popular, había sectores del Partido Comunista que eran etapistas, y que venían de los frentes populares. Por lo tanto, nuevamente, se dio   una discusión interna dentro de la Unidad Popular. Pues bien, la mayoría optó por implementar el programa, que estaba aprobado, que además lo había votado el pueblo, para implementar estas tres áreas que vos señalabas ¿Cuál era la estrategia? Para poder superar al estado capitalista burgués, que es dueño del atraso de las grandes mayorías, era colocar esa etapa de transición. Teníamos el área social, que estaba en manos del estado, y con gestión de los trabajadores, y cuando digo trabajadores en su conjunto eran trabajadores manuales e intelectuales. Había otra etapa intermedia de la economía que era mixta, donde había capitales e injerencia de la administración del estado más los trabajadores y la propiedad privada; y la otra, obviamente, enteramente propiedad privada ¿Cuál era la estrategia? Al tener los recursos más importantes y de trascendencia que iban a ser utilizados en el área mixta y el área privada: un control. Por otro lado, el tema interesante de esto es que se proyectaba, juntamente, a través de la educación, capacitar técnicos, personas idóneas, para ir, justamente, copando las relaciones de producción para que el pueblo vaya teniendo avances en cuanto a ir sosteniendo un mayor poder, para ir planteando los niveles de participación e ir fortaleciendo la posibilidad de meter un estado socialista. Eso es a lo que se apuntaba. Entonces, aclaro que el programa había sido pactado de antemano, por eso se fue a elecciones en el año ’70, pero que también hubo discusiones con respecto a esto. De ahí en más, obviamente, también se forman los cordones industriales, que tienen una injerencia importantísima dentro de la producción, en este caso, en el proceso chileno. En ésta síntesis de la Unidad Popular, obviamente, que triunfó esa estrategia de ir quitándole el poder a la burguesía, en esos tres términos de la economía. Y, de hecho, sucedió así, se le fue quitando el poder de decisión concreta en beneficio del pueblo. Obviamente, que eso había que profundizarlo, pero no hay que olvidar que el proceso de la Unidad Popular duró tres años hasta el golpe de estado. No alcanzamos, pero estaba en desarrollo ese tema; en todos los planos se hizo esto. O sea, cuando hablan de que la Unidad Popular, en determinado momento, se había convertido en etapista, la respuesta que te doy es muy clara: no era así. Eran otros los términos.

Sí, el tema cobra sentido porque, si se mira con detenimiento, hay una diferencia en cuanto al etapismo del PC, que planteaba la necesidad de desarrollar la etapa del capitalismo, completar la revolución burguesa como condición necesaria e inevitable para llegar al socialismo, y lo que planteaba el Partido Socialista desde antes del ’70, que las tareas de esa etapa no son la revolución democrático-burguesa sino que es el socialismo, directamente. Entonces, el programa de la Unidad Popular es, efectivamente, una síntesis…

Claro, quiero aclarar una cosa. Yo acabo de decir que el programa de la Unidad Popular fue consensuado con el Partido Comunista en estos términos. Después hubo un grupito que tenía esa concepción, que eran minoritarios; siguieron discutiendo dentro de la Unidad Popular, con el gobierno ya de la Unidad Popular. Te aclaro que antes tenía esa concepción etapista el Partido Comunista, con los frentes populares, pero eso se cortó, prácticamente, en configurar lo que fue el programa de la Unidad Popular; pero después existieron algunos grupitos adentro que seguían planteándolo… Eso se disipó, digamos, «unidad en la acción», por decir una cosa concreta. Era minoría ese sector del Partido Comunista, por lo tanto, las políticas que se iban intentando o se hicieron en la medida que se podía, eran para destruir al estado burgués, y eso era mayoría dentro de la Unidad Popular.

¿O sea que no hubo un avance de esa concepción, como alguna interpretación sugiere?

No, no, al contrario. Nosotros por experiencia sabíamos, por ejemplo, por historia a nivel mundial, que una revolución como la Revolución China, la de Mao Tse-Tung, no fue etapista, sino directamente. Fijate vos, que fue la mayoría del campesinado, con los trabajadores, obviamente, industriales y demás, la mayoría era de la etapa feudal y, prácticamente, desarrollaron un proceso revolucionario y consiguieron ese estado que tuvo China. Y digo tuvo porque ahora es otra cosa, uno va analizando otras cosas. Es decir, por eso, cuando uno enfrenta cambios sociales debe tener muy en cuenta qué es posible hacer, del momento, analizarlo bien; porque si no ¿qué pasa? Podés llegar a confundirte, una, con políticas que pueden llegar a apoyar a tu enemigo. Entonces, uno tiene que estar muy claro, y la única forma de que eso se aclare todo es a través de debates. No hay otra, no hay otra alternativa: tesis contra tesis, te podría decir. Y eso existió en todos los ámbitos, en ese proceso revolucionario chileno. Y como era un proceso inédito, había que reinventar todo. Ese fue un tema fundamental, pero aclaro, esa concepción etapista de algún sector del Partido Comunista, si bien fue escuchado, fue debatido, pero no tuvo la influencia que algunos le quieren dar, por eso hay que profundizar lo que fue el proceso chileno.

¿Y qué es lo que cada uno de esos partidos debió resignar en la definición de tareas para la etapa, para poder conformar y consolidar la alianza?

Por ejemplo, el Partido Socialista, una de las cosas que resignó fue aceptar tener relaciones con la Unión Soviética, sabiendo que la Unión Soviética tenía planteada la coexistencia pacífica, que no permitía el avance de procesos revolucionarios. Y lo tuvo que hacer porque Chile no era una isla, estaba inserto a nivel mundial. O sea, hay cosas que a veces no te gustan pero que tenés que hacer en beneficio de salvaguardar lo que estás haciendo estratégicamente. El Partido Comunista, sí, obviamente, siguió teniendo, independientemente como partido, sus relaciones en esa línea, en general. Entonces, nosotros tuvimos que posponer eso, no estábamos de acuerdo, pero tuvimos que tener relaciones con eso, y con todo el bloque socialista de aquel entonces, llamado «socialismo real», que después demuestra lo que pasó. Eso, por ejemplo. Lo tuvimos que hacer a regañadientes. Discutíamos estas cosas. La otra que tuvimos que pelear, y mucho, era que ellos veían, el Partido Comunista en su coexistencia pacífica, que cada país tenía que ir en este proceso gradual, etapista, de llegar a esto… pero como país; y nosotros hablábamos de la revolución latinoamericana. Es más, te comento, en la bandera que se da en la fundación del Partido Socialista está, justamente, Centroamérica y Sudamérica, con un hachita en el medio que es de los pueblos originarios. A partir de eso, de nuestras raíces, de nuestra idiosincrasia, pero amalgamado con la intencionalidad de hacer una revolución latinoamericana en un proceso en estas condiciones, en este proceso que Chile vivió, dentro de una vía que algunos llaman pacífica… De pacífica no tiene nada, si vos le sacás el poder a la burguesía no tiene nada de pacífico. Algunos llamaban vía pacífica, nosotros le llamábamos vía «chilena» al socialismo, que es distinto. Es más, el Partido Socialista apoyó a todos los procesos revolucionarios del mundo: a Vietnam, Laos, Camboya, a los compañeros del sandinismo, a Ernesto «Che» Guevara, con OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad).

¿Hasta dónde debía llegar la política de alianzas, para el Partido Socialista y para el Partido Comunista? ¿Había diferencias en ese punto?

No, en general no porque fueron comprendiendo a través de discusiones y, como te decía, en la unidad en la acción. Es decir, se fue comprendiendo que la base estaba, que eran los trabajadores intelectuales y manuales, que eso lo compartíamos, todos dentro de la Unidad Popular compartían eso. Era la base de ese proceso, que había que ampliarlo ¿Qué era la ampliación? Ir comprometiendo, a través de las medidas, de los hechos del programa y la profundización de ese programa, a otras capas medias y a sectores independientes que, hasta ese momento, no participaban en forma directa en la política; ir concientizando a mayor cantidad de gente, que eso es lo que se estaba haciendo. Es más, en 1970 se gana la elección con el 36,4 % y después, en una elección donde se eligen las autoridades de las comunas, llámese alcalde, regidores, donde del 36 % se salta a más del 50% en el ’73. Es producto de esta política, ésta estrategia da ese resultado, se ha ido avanzando; y ésta es una de las causas por que el imperio da el golpe, porque ve el avance del pueblo. En esa estrategia estábamos; o sea ¿en tres años todo eso?   es   algo que nunca se había visto en el mundo, una estrategia de ese tipo, dentro de la legalidad burguesa…

¿Se debatían diferencias programáticas al interior del Partido Socialista?

Sí, y dentro de todo. Es más, lo hacíamos en conjunto. A mí me tocó estar con los compañeros comunistas, los compañeros del MAPU y la Acción Popular Independiente, con los radicales, con todos. No se discutía sólo dentro del Partido Socialista, el Partido Socialista era una parte más de la Unidad Popular, dentro de esa estrategia; que tenía su política, obviamente. Lo resolvía dentro de los congresos, como todo partido, pero nosotros participábamos también con los otros compañeros, discutiendo no tan sólo el programa, cómo llevarlo a cabo, sino también profundizándolo.

¿ Cuáles fueron los ejes más importantes de esos debates?

Uno de las más importantes es cuando se crean, por ejemplo, los cordones industriales, cómo garantizarlos para que sigan funcionando, cómo profundizar para que el más alto porcentaje de los trabajadores de esos lugares, que era la industria, participaran. Porque en todo proceso, más en ese caso, el caso chileno específicamente, no todos están organizados políticamente; que a lo mejor votaban por la Unidad Popular, por simpatía, porque estaban de acuerdo con eso, pero ideológicamente compenetrados con el proceso no estaban. Por eso, había que ir profundizando eso, y eso es una discusión que teníamos, cómo profundizar, cómo hacer que ese compañero trabajador se comprometa con el proceso. Fue todo un trabajo que se fue haciendo, y eso se hizo con los compañeros comunistas, con todos… con los compañeros del MIR, con los compañeros del FTR (Frente de Trabajadores Revolucionarios), con el FER (Frente de Estudiantes Revolucionarios), que eran compañeros militantes del MIR. Y sí… más allá de pequeñas diferencias metodológicas, a veces, no de fondo, estábamos trabajando en eso; no había problema, eran discusiones muy serias, eso sí.

¿Cómo concebían el poder popular los partidos de la Unidad Popular?

Justamente, se concebía el poder popular a través de discutir todo, discutir el propio programa, que ya estaba consensuado. El tema, la discusión era profundizar ese proceso, en distintas áreas, lo que señalaba anteriormente.

Usted comentó que el programa había sido consultado, consensuado ¿Cómo fue ese proceso de consulta popular? ¿En qué período se dio   y cómo?

Fue terrible, te digo. Es todo un proceso. Desde los gobiernos del FRAP (el Frente de Acción Popular), que había planteado esa concepción etapista que marcaba el Partido Comunista, vino todo un proceso de lucha de los trabajadores chilenos, precisamente, y la mayoría de los trabajadores chilenos tenía esa concepción clasista, que es lo bueno, no economicista, del punto de vista sindical solamente. Eso forzó que dentro de los partidos populares se empezara a decir ¿qué hacemos? ¿qué estrategias tenemos los trabajadores para desarrollarnos como clase? Como clase: concepción de clase. Entonces, eso fue haciendo carne dentro de los partidos populares, y se vino la discusión; por lo tanto, para llegar a un acuerdo de un programa de la Unidad Popular, y la intervención de los partidos que componen la Unidad Popular, hubo todo un proceso de discusión durante, le puedo asegurar, ocho o nueve años. O sea, se fue dando paulatinamente, hasta llegar al año 1969, que ya se consolida al Unidad Popular con su programa. Toda una discusión desde abajo.

¿Qué organizaciones sociales y políticas participaron?

Todas organizaciones sociales, por ejemplo, clubes deportivos, juntas vecinales, centros de madres, hasta eso se consultaba… Es decir, a todo tipo de organización se le consultaba qué pensaba, qué quería, cómo; inclusive se discutía, se decía «no, esto no va a dar resultado, por esto», por ejemplo. Te quería dar un caso concreto: si nosotros queremos avanzar como clase y queremos otro tipo de sociedad tenemos que nacionalizar las riquezas básicas, y eso lo discutían; algunos decían que no, «no , pero cómo, si se van estos tipos ¿y qué hacemos nosotros?», o sea, se van los yanquis ¿y qué hacemos nosotros? Y nosotros decíamos, «no, al contrario…» y ahí había discusión: «que se vayan… tenemos que armarle un programa de nacionalización para que se vayan y lo manejemos nosotros». Y después la proyección: «con esos materiales mirá lo que hacemos; nosotros los vamos a tener, y si hay que exportar, como hay que hacerlo, vendemos eso, entonces las ganancias van a a quedar para la administración del estado y los trabajadores, para implementarlo en salud, educación…». Algunos nos salían «si me sacan el patrón ¿quién me da el trabajo?». Entonces, había que discutir, eso era todo discusión ¿Y cómo lo hacíamos? Justamente, escuchando a todos los sectores y que todos participen; por eso, dije anteriormente, que la democracia participativa es algo tan serio que no se lo puedes dejar a ciertos sectores, inclusive a aquellos partidos políticos que se digan de izquierda: tiene que ser el pueblo el que defina.

En su programa, la Unidad Popular afirma que » el gobierno popular abrirá canales a fin de que se exprese la influencia de los trabajadores y del pueblo, por intermedio de las organizaciones sociales, en la adopción de decisiones y en la fiscalización del funcionamiento de la administración estatal» ¿Cuánto cree que se pudo avanzar en este punto en esos tres años de gobierno?

Y, se avanzó mucho. Yo decía anteriormente que todo el avance del pueblo chileno justamente da pie para el golpe.Y lo que yo dije, un partido político puede llegar a tener, en este caso, un gobierno, no el poder; si ese partido cree que es sólo el partido el que dirige, que es vanguardia, eso es la pelotudez más grande. Tenía que ser con los compañeros comunistas (por eso estábamos con ellos), con los sectores populares, cite a los otros partidos, la socialdemocracia, el Partido Radical, el API, independientes… con todos. Y encima, los que no estaban metidos en los partidos esos, pero que por lo menos participaban en una junta vecinal, el centro de madres, deportivo, para que de allí vayan trasformando la sociedad. Esto mucha gente no lo entiende, en todo proceso, si no participa el pueblo, es de una elite, y las elites, generalmente, son los que le mienten al pueblo diciendo que están haciendo procesos revolucionarios, y en el fondo, lo que están haciendo es, digamos, afirmar el estado capitalista burgués. Y lo estamos viendo en muchos países, hoy, del mundo y de América Latina.

El golpe de estado le impidió a la Unidad Popular completar su programa de gobierno. En ese breve lapso ¿cuál es su balance sobre los logros programáticos y lo que quedó pendiente? ¿Cuánto se logró   cumplir, en su opinión?

Más allá del 50 por ciento de lo que estaba planteado… como una primera etapa, esa era una primera etapa del proceso de la Vía Chilena al Socialismo. Esa etapa se cumplió el 50 por ciento, aproximadamente… Faltaba mucho más del programa; es más, a medida de que se iba implementando este programa, aparecían otras necesidades que había que anexarlas a eso. De ahí la discusión, de ahí las propuestas: discusiones y propuestas, porque no se saca nada de discutir por discutir; ver hasta qué punto está la situación, y si se puede superar, y cómo superarla, esa es la propuesta. Para eso se discute, de lo contrario, es una pérdida de tiempo. Y lo decíamos a la cara, no teníamos tapujos para pegarle al remesón, por que primero le hablábamos bien… Decíamos «no, compañero, meta los pies al barro», y se lo decíamos los que estábamos laburando en concreto. Entonces, unir la teoría y la práctica… pero la práctica después te va modificando algunas cosas teóricas también. Y acá hay una premisa: «no hay práctica sin teoría, ni teoría sin práctica». Entonces, a aquellos que solamente se quedan con la teoría, le digo «sí, yo lo escucho ¿Pero sabe qué? Prefiero escuchar a aquel que pone los huevos donde hay que ponerlos».

Causas de la derrota

Algunos analistas de la izquierda anticapitalista actual consideran que es necesario discutir de manera fraternal y crítica los errores de conducción de la izquierda chilena, con el objetivo de extraer lecciones del proceso chileno y contribuir a la creación de alternativas para el presente y futuro de América Latina. Dentro de este espíritu se enmarcan las preguntas a continuación.

¿Por qué cree que se frustró la Vía Chilena al socialismo?

El golpe de estado se da, justamente, por las medidas que tomó el gobierno popular… Y de eso no hay ninguna duda: tocó intereses nacionales e internacionales, del imperio, de ese entonces. Y señalaba que uno de los errores que se cometieron (y esto que quede para la historia, pero también como reflexión para aquellos luchadores), en el caso específico del Partido Socialista y el Partido Comunista, en general, que eran los partidos mayoritarios, plantean en determinado momento, una defensa armada, pero cuando lo plantean fue bastante a destiempo, te diría yo, al final prácticamente del gobierno de la Unidad Popular. Es decir, no había sectores que estuvieran preparados del punto de vista «militar», entre comillas; o sea, la preparación en defensa, con las armas en las manos para poder defender un proceso. Ese fue un error terrible desde el punto de vista de un proceso revolucionario. Después, en el campo internacional, nosotros deberíamos haber tenido un poco más de fluidez, directamente a nivel mundial. Si bien se trabajó, nos faltó un poco más, para tener un poco más de apoyo, internacionalmente hablando. Por ejemplo, en el golpe de estado, obviamente, que la dictadura chilena recibe el apoyo de las oligarquías de Argentina, de Brasil, del Uruguay, de Perú, de Bolivia… Lo sabemos, y no sólo eso, ya venía fomentado y estructurado el Plan Cóndor. Por eso te digo, internacionalmente tendríamos que haber trabajado más… Focalizando en Latinoamericana, pero también a nivel mundial. Las relaciones, más con los trabajadores de estos países para poder tener, digamos, una cohesión, en definitiva. Esos son errores que no se pueden cometer, pero los cometimos porque era única la experiencia chilena… Lo reitero, no es que nosotros quisimos cometer esos errores, no teníamos antecedentes, o sea, ningún proceso revolucionario en el mundo, hasta ese entonces, tenía las características que se estaban dando en Chile.

¿Considera que los errores más importantes fueron tácticos o estratégicos?

Las dos cosas, tácticos y estratégicos, no hay ninguna duda.

¿Cuáles eran los errores de diagnóstico o pronóstico sobre los cuales reposan muchos de esos errores tácticos y estratégicos que usted menciona?

Claro. Uno de los errores de pronóstico fue, por ejemplo (que cometimos un error grande), se hicieron números con respecto a la exportación de cobre, que en determinado momento bajó, pero horrible, el precio del cobre a nivel mundial, y nos perjudicó enormemente en toda la planificación social que estábamos implementando y la posibilidad de implementar otros. Aparte, un país como Chile, que no tenía un desarrollo industrial (un poco era), era monoproductor, en este caso, como el caso del cobre, y después alguna que otra cosa. Chile era semicolonial; esto hay que tenerlo en cuenta, también. Hay un montón de esquemas, en los cuales nos equivocamos. Ese pronóstico de que el cobre se iba a mantener en buen precio y que nos iba a dar a nosotros la posibilidad de desarrollarnos un poco mejor, todo ese tipo de cosas no se dio. Pero hay que saber una cosa, que es claro: fueron tres años ¿Qué querés, que cambiemos el mundo en tres años? ¿Que cambiemos un país en tres años? ¿Que cambiemos el todo en tres años? ¿Que cambiemos el poder económico, el imperio en tres años? Yo me digo ahora ¿cuántos años lleva el proceso de Venezuela? Y todavía tiene muchos problemas, solo que Venezuela afortunadamente tiene, hasta ahora, las Fuerzas Armadas a su favor; de lo contrario, ojo, es muy probable que hubiera pasado exactamente lo que pasó en Chile. Lo que pasa, y Chávez lo dijo una vuelta, «a mí no me van a agarrar como agarraron al compañero Allende, desprovisto de armas para defender el proceso». Más claro echale agua… pero sí hay todo un proceso… Entonces, hay una serie de elementos que hay que contabilizar, en el debe y en el haber, porque si no pasamos a ser muy parciales; aún no teniendo esa intención de ser parciales. A veces, cuando se carece de elementos, entonces se analiza con lo que hay, y yo entiendo eso, por eso es importante ir dando más antecedentes, más elementos de juicio para que se vea con mayor claridad el problema. De lo contrario, vamos a perder perspectiva histórica, y estamos juzgando algo que no es para juzgarlo de esa manera como algunos lo juzgan.

Frente a la política recalcitrante de la derecha desatada a partir de fines de 1971, ya sea en lo económico, o lo político o lo mediático ¿Cuáles fueron las posturas más importantes que se debatieron al interior de la Unidad Popular en cuanto a lo que debía hacerse?

Por ejemplo, vos fijate algo muy importante, se intentó también hacer, pero no teníamos mucha gente del lado nuestro en ese aspecto: los medios de comunicación. La mayoría de las imprentas, por ejemplo, eran de particulares; no eran de cooperativas sino de capitalistas, que además, eran proclives al imperio. No teníamos nosotros medios de comunicación, salvo el canal del estado, donde además había gente de derecha. No era fácil el asunto… Entonces, por ejemplo, para que el pueblo tuviera más conocimiento en la parte ideológica, se implementó Quimantú, que era una imprenta del estado, para contrarrestar. Pero fijate   vos, el tema, por ejemplo, de no haber podido desarrollar una política comunicacional más efectiva hacia la gente. Y la derecha tenía las emisoras y las usaba en cadena, todo el día, mintiendo, desprestigiando, calumniando… Lo que ha hecho históricamente la derecha en cualquier país del mundo en que los trabajadores en su conjunto le amagasen, siquiera, al poder que tienen. Entonces, toda esa problemática la teníamos nosotros; no es que no había ideas para poder implementar o realizar cosas, las había ¿Pero cómo hacerlo? El tema es ese.

Cuando se vio esta nueva ofensiva de la derecha ¿se planteó la necesidad de un cambio estratégico en las discusiones de la UP?

¿Pero cuál cambio estratégico? ¿Había que tomar las armas en ese momento? Tanto los aciertos como los errores que he señalado, estuvieron dentro de la táctica y la estrategia. Ahora, el tema era ¿producíamos una guerra civil? Dentro de esa estrategia nosotros íbamos abarcando cosas y más   no podíamos. Se planteó esto que yo acabo de decir. Ahora ¿cuánta gente estaba preparada para usar las armas en la mano? Y cuando teníamos un ejército tan cohesionado, la fuerza aérea cohesionada, la marina cohesionada, la policía, estos carabineros, que es una policía militarizada… Y con todas esas fuerzas armadas, con el apoyo norteamericano, era difícil. Se discutía todo; desde siempre se discutió todo. El tema era, si yo tengo, por decirte, cien tipos armados hasta los dientes y yo salgo con una gomera a pelear… Ese es el meollo del asunto. O sea, el planteo desde el punto de vista teórico es re fácil, y lo ven todos. El problema es cómo lo implementamos. La estrategia se cambiaba… ¿Cómo íbamos a detener el golpe?¿con las armas en la mano? ¿Teníamos para hacer eso? Era una expresión de deseo, porque los que estaban preparados eran pocos. Por eso digo que fue un error… en cualquier partido revolucionario. Lo dije anteriormente, no puede caminar rengo, tiene que tener las dos patas; es decir, gente preparada desde el punto de vista militar y gente preparada desde el punto de vista político. Había más gente preparada desde el punto de vista político-teórico que desde el militar. Era mínimo. Es más, Allende sabiendo, dijo «el pueblo no debe sacrificarse». Además, le das un arma a alguien que no esta preparado, en determinado momento se va a ir en contra tuyo, y te va a tirar en contra. Vos que le diste las armas, te va a tirar en contra, si no está preparado, ojo. Estoy hablando, la mínima preparación de clase, mínimo, no estoy hablando de cuadros. Por ejemplo, gente que participó en al Revolución Sandinista, que tenían las armas en la mano actuó a favor de los contra. Ahí tenés un ejemplo para revisar.

¿Qué lectura hizo la dirigencia de la Unidad Popular de la crisis abierta con el paro patronal de octubre de 1972?

La lectura era, por ejemplo, los camiones no los tenía el pueblo, ni   el estado.. Otro tema más: el paro de los camioneros, el arraigo que tuvieron, apoyados por los sectores económicos. Es más, por cada día que paraban, les pagaban, y esa plata venía del imperio. Que lo sepa la gente lo que estoy diciendo: venía del imperio; le pagaban por parar el camión, el que tenía un camión. Entonces, había un tipo que si bien no era oligarca, que tenía un camión que era su medio de vida, de sustento… «si yo ganaba cien pesos diarios y me pagaban doscientos, pucha, yo paro». O sea, dentro de la táctica burguesa, ellos la tienen clara ¿Sabe por qué? Porque nosotros íbamos aprendiendo en la medida que íbamos luchando; y ellos llevan doscientos años, y a nivel mundial… Y tienen gente que está pensando todo el día, que le pagan; en cambio el trabajador tiene que producir, y encima pensar políticamente, y encima hacer la militancia. Guarda, es todo un tema como para analizar. Entonces, vino ese paro de camioneros, todo lo que conocemos, y fueron preparando el golpe. «Junten rabia, chilenos» ponían en la tele; y le metían el patrioterismo, el nacionalismo y todo lo que conocemos. Entonces, la gente no cambia de la noche a la mañana, porque es un proceso. Los que sí cambian son los que se meten a la lucha social, esos cambian. Cambiaron antes de que se formara la Unidad Popular, durante la unidad popular, y en el proceso; pero hubo gente que se encontró con que nunca intervino en nada y era difícil el cambio. Es más, se trató de parar la movilización de los camioneros con la gente, y era difícil, porque los tipos iban armados en los camiones, se reunían los camiones y estaban armados ¿Cómo haces? En los lugares que estaban, donde se concentraban en el paro, estaban armados. Hay muchos ejemplos en América Latina. Puedo señalar acá en la Argentina la 125, le querían sacar un cachito así y mirá lo que hicieron… Acá planteás la reforma agraria y tenemos ¿sabés qué? Balas por todos lados.

¿Qué táctica se definió frente a esa reacción de la derecha?

Movilización de masas; la gente se movilizó, la gente discutió. En las calles ¿sabés lo que hizo la derecha? Implementó «Patria y Libertad», grupos armados; el otro, Comando «Rolando Matus», eran paramilitares que entraban a matar gente, causaban pánico, terror y miedo, obviamente, en la población. Entonces, la población salía y, bueno, masivamente, pero después había que replegarse ¿Con qué te ibas a defender? Lo dije anteriormente: ¿con una gomera?

Entonces, hubo un repliegue táctico después del lock out…

Hubo un repliegue táctico porque el lock out significó paralizar prácticamente la producción en Chile. Eso hay que tenerlo claro, desde lo poco que tenía la industria y, sobre todo, la producción de alimentos. Eso también se fortalece con que ya había un proceso inflacionario. Entonces, dos elementos importantes… No fue un repliegue amplio, brusco, sino fue un repliegue táctico bien planificado de tal manera de poder acumular fuerzas como para poder superar eso. No hay que olvidar el paro de transportistas, por ejemplo, en ese caso, uno de sus líderes era Villarín, que era un nazi-fascista, de terror el tipo; es más, fue apoyado, ya lo dije, por los dólares norteamericanos que paralizaba, por ejemplo, un vehículo de transporte, un camión, y le pagaban dos o tres veces más de lo que podía producir diariamente de ingreso el propietario de ese camión, o de aquellos que tenían diez, veinte camiones, flotas. Entonces, le buscaron la vuelta por ese lado. Ese reflujo de determinado momento era para ver cómo se hacía ¿Y cómo se respondió? Se respondió, por ejemplo, con camiones de gente particular que lo puso a disposición, se movilizaron camiones y vehículos de las Fuerzas Armadas para transportar alimentos. Esto que estoy diciendo fue una de las formas que se intentó profundizar, se logró hasta cierto punto nomás ¿Por qué, qué pasaba? Aquellos transportes que eran manejados por los civiles sufrieron ataques terribles, en el sentido de quemarles los vehículos, de arriesgar la vida de aquellos conductores o vehículos que transportaban esa mercadería. Inclusive, hubo atentados cuando se estaba descargando la mercadería para llegar a la gente, y con armas, no estoy hablando de que eran enfrentamientos de cuerpo a cuerpo, como se puede imaginar. No, con armas directamente. Directamente balas, pero no una, cientas. O sea que la derecha y el imperio fueron decididos porque tenían los elementos para hacerlo. Entonces, todo eso fue diezmando, en determinado momento, la capacidad de respuesta de la gente, porque la gente empezó a tener miedo. Obvio, es normal. Es más, ellos sacaban la mercadería, por ejemplo, de su producción, o la escondían o simplemente la tiraban para que se pudriera y no llegara a la gente. Ellos, por supuesto, se aseguraban de tener la alimentación que necesitaban, pero para el resto del pueblo, ellos la eliminaban directamente. Entonces, obviamente que hubo un reflujo ahí, pero en estas condiciones que yo estoy diciendo, y dentro de ese reflujo planificado, un reflujo sin quererlo, porque si alguna persona tomaba la decisión de encaminar que hay que llegar con la alimentación, en tal lugar, con esto y lo otro, también corría riesgo la vida. Y había mucha gente que no era militante de ningún partido, si bien eran simpatizantes y apoyaban el proceso; pero llega un momento en que es muy difícil. Todas esas circunstancias van sumando, y eso fue viento en contra nuestra, y eso hay que decirlo.

¿Le tocó algún lugar a la Democracia Cristiana en la táctica que proyecta la Unidad Popular después del paro?

No, si la Democracia Cristiana fue uno de los promotores del paro; es decir, es un partido de extracción burguesa, que tenía algún tipo de militante de clase media y trabajadores también tenía. Estaba la Doctrina Social de la Iglesia… Estaban de lado de la derecha, y la Democracia Cristiana es promotora del golpe.

Entonces ¿no hubo ningún tipo de acercamiento a la democracia cristiana?

No… Se intentó charlar para avanzar tácticamente, pero bueno, ellos exigían mucho más, exigían la renuncia del compañero Allende y elecciones ya. Eso exigían ellos, y nosotros no cedimos en eso. No tenía ninguna incidencia, no se quería nada con la Democracia Cristiana, porque era un partido de derecha. Es decir, yo no puedo pactar con la derecha, son mi enemigo. Ahora, ellos me plantean a mí parar   el avance del pueblo, no quería las Juntas de Abastecimiento y Precios, no querían los cordones industriales, no querían que se siguiera profundizando la reforma agraria, o sea, que no se expropiaran más territorios, no querían reforma en educación… Entonces ¿qué podés pactar con ellos? La Democracia Cristiana fue promotora del golpe, porque es un partido de derecha; y quedó demostrado después del golpe y hasta ahora, lo que es la Democracia Cristiana.

El paro patronal de octubre del ’72, como decíamos antes, marcó un punto de inflexión en el proceso y dio nacimiento o redefinió a una serie de organizaciones populares que se convirtieron, según algunas interpretaciones, en embriones de poder popular por fuera de las estructuras del estado. Dentro de ello, se destacaron los cordones industriales y los comandos comunales. En su opinión ¿qué significado tuvieron en el proceso?

Muy importante, y esto fue de antes; los cordones industriales vienen de antes, los consejos comunales, de antes. Jugaron un papel importante porque fueron profundizando el proceso.

¿Qué peso tenían, en su conjunto, en el movimiento de masas?

Tenían un peso importante, y estaban haciendo el mismo trabajo que hizo la Unidad Popular, concientización y organizar a la gente. Muy importante lo que hicieron. Es más, un solo dato: en determinado momento, la derecha produce lo que se llama el mercado negro, donde los obreros producían y resulta que las cosas no llegaban a la gente, un montón de cosas. Yo quiero contar una anécdota: una vuelta yo estaba fuera de Santiago porque tenía que ir a una actividad política, justamente, a San José de Maipo, que es el Cajón del Maipo, cerca de Santiago cuando vas para la cordillera. Yo tenía que ir con los compañeros campesinos, resulta ser que voy pasando un montecito, hay un río podría decir, no era grande, pero más que arroyo, y un camión cargado con leche Nido, que era producida en Chile, más bien con licencia suiza pero era producida ahí… ¿Sabés lo que es agarrar seis tipos el camión lleno, con cuchillos abrir los paquetes y tirarlos al agua? ¿Sabés la impotencia que tuve yo ahí? Eso hacían. Entonces ¿cómo hacés cuando tienen todo un poder económico, tienen toda una logística, y vos sólo tenés una idea revolucionaria? Que podés, obviamente, con inteligencia hacer mucho más cosas, pero eso no alcanza. Y esa impotencia… ver que faltaba leche y los tipos la tiraban al agua, que no sirva más. Eso lo pagaba el imperio, a los tipos esos. Se los compraba y se los pagaba; la cosa era que no le llegara a la gente. Estos Consejos Comunales o populares estaban trabajando hasta el día del golpe; no es que dejaron de trabajar, de organizarse y profundizar el tema, no. Se siguió trabajando.

Hubo ciertos sectores dentro de estas organizaciones populares que planteaban acelerar el proceso, radicalizarlo ¿Cómo interpretaría el desborde programático y estratégico de estos sectores de las masas en esta coyuntura, a partir del ’72?

Lo que decíamos anteriormente, también, que es bueno reiterarlo ¿Qué es posible hacer? Entonces, había gente que quería mucho más, todo ya; es más, algunos como siguiendo algo prácticamente imposible de momento. Nos preocupaba eso, de querer acelerar sin tener el aliciente y tener un objetivo claro y una estrategia clara ¿Cómo se iba a conseguir eso que se quería? Que no era mal pensarlo, de última; es decir, el ansia de la gente de decir «mi enemigo me está haciendo quilombo por todos lados, y ¿como paralo?». Me parece bien la reacción; ahora ¿cómo hacemos para poder parar eso? Yo cité recién la historia de la leche que la andaban tirando, encima los tipos andaban armados, no es que salían sin nada.

¿Cómo cambió la relación de fuerzas con este ascenso de la movilización popular y de la organización de las masas, respecto al período previo al paro patronal?

No cambió mucho, siguió prácticamente igual. Por eso decía anteriormente de cuando hubo la elección esta, para tomar un parámetro. Las organizaciones comunales, la Unidad Popular había aumentado, pero absolutamente; y ahí demuestra ese ascenso, pero era más bien cuantitativo, en los números… cualitativo es otra cosa, no todo era cualitativo de acuerdo a los números que se daban.

¿Cuál es su opinión retrospectiva sobre la propuesta del ministro de economía Millas de devolver las fábricas tomadas por los trabajadores y reducir el número de fábricas que debían ser estatizadas?

Bueno, era digamos un contraproceso, era la posición de Millas, si bien él, al principio, planteó un programa para palear el tema de la inflación y todo. Es decir, dentro de lo que él planteó, era una táctica para dar un respiro al proceso. Yo lo entiendo de esa manera, pero era una posición de él, no era la posición de toda la izquierda. De ahí que tuvo los problemas internos. Cualquiera puede proponer algún programa, incluso, coyuntural en un momento; pero ¿cómo le ibas a devolver las empresas que ya estaban estatizadas? Eso era retroceder, decirles «señores, les entregamos el poder de vuelta». Entonces ¿qué pasaba? ¿cuál fue el tema? Más allá de las equivocaciones, en el caso de Millas, fue propuesto por un partido político, tenía respaldo de su partido, no era de toda la Unidad Popular. Inclusive, aún nombrado por ese partido, mucha gente de ese partido, del Partido Comunista, no estaban de acuerdo con Millas, internamente. Entonces, fijate vos los problemas que hay a veces, cuando vos tenés un pacto de un conglomerado de partidos políticos, en principio tenés que respetar esos pactos, pero también tenés que discutir adentro cuando hay desviaciones como estas.

¿Cómo reaccionó el movimiento obrero?

Y, en contra, en su mayoría reaccionó en contra, hablando del movimiento obrero organizado. Al resto ni le incumbía porque ni siquiera le daba bola a eso.

¿Y qué medidas tomó?

Además de protestar, diciéndole a la Unidad Popular «señores, esto es un error, esto no va, este señor no tiene que estar ahí». Entonces, por los pactos y todo eso, pasó que el tipo estuvo un tiempo allí. Es decir, todo hay que aquilatarlo, hay que tomar medida de acuerdo a lo que está pasando; sino estamos solamente con una teoría, y en la práctica a veces no se dan las cosas.

¿Cómo reaccionó Allende?

Allende reaccionó como tenía que reaccionar, dándole pauta a la gente,   eso se discutió dentro.

¿Estaba en desacuerdo?

Más vale. Yo no lo vi personalmente pero sí sé que el estuvo en contra de la posición de Millas, esa de devolver eso… Y no eran todas, sino algunas industrias porque según ellos era estrategia. Pero una que se les hubiera devuelto ya era un retroceso para la gente, a pesar de todo lo que pasó.

¿Cuál es su apreciación de la respuesta del pueblo al intento golpista del 29 de junio del ’73, el denominado «tancazo»?

Bueno, en el tancazo fue un preludio de lo que se venía preparando para el golpe de estado; y la respuesta fue bastante clara, en el sentido de movilizarse y cambiar algunos elementos claves dentro de los ministerios. Y tal es el caso que el gobierno de la Unidad Popular, especialmente el compañero Allende, optó por meter algunos ministros de las Fuerzas Armadas como para involucrar a las Fuerzas Armadas en el proceso e intentar tener un apoyo, aunque sea parte de las Fuerzas Armadas, para poder seguir avanzando. Entró el general Prats como   ministro del interior, y obviamente, que eso crispó más al imperio, principalmente, y obviamente, a la derecha chilena. Se pusieron de los pelos; ahí nomás lo tildaron del «general rojo».

Teniendo en cuenta que era constitucionalista y simpatizaba con el gobierno…

Claro, el simpatizaba en algunas cosas, no en todo. Ojo, que hay que tenerlo claro esto también, por su formación y demás; pero era táctico y estratégico de ese momento para poder parar eso y poder seguir avanzando en la forma en que se había planificado, de acuerdo a las circunstancias y viendo qué se podía ir haciendo. Es más, el general Prats conocía lo que se estaba plasmando en las Fuerzas Armadas, entonces él también fue al sacrificio y pasó lo que pasó, lo asesinan acá en Buenos Aires. O sea, más allá de que sea constitucionalista en el tema ese, el tipo, por lo menos, puso el cuero donde tenía que ponerle, dentro de sus convicciones y con sus limitaciones, porque venía de la formación de las Fuerzas Armadas chilenas.

¿Y cuál era el nivel de acuerdo, dentro de la Unidad Popular, en torno a esa medida de incorporar a las Fuerzas Armadas al gabinete?

Y bueno, la mayoría estuvo de acuerdo; hubo disidencias dentro de la Unidad Popular, en ese aspecto, con el argumento de que eran militares, la formación que tenían las Fuerzas Armadas. En eso los compañeros tenían razón, pero   creo que en el caso de Prats no se equivocó ni la táctica ni la estrategia. El caso fue muy simple, el hecho de que Prats, en determinado momento, incluso paró muchos movimientos dentro de las fuerzas armadas… No pudo parar el golpe, acordate que él después se retira, porque era tan fuerte el tema que venía, y pasó lo que pasó.

¿Qué conclusiones extrajo el gobierno de ese intento fallido de golpe?

Y, la conclusión de que las Fuerzas Armadas eran reaccionarias, una. Segundo, que eran el brazo armado del estado burgués, que se estaba resistiendo a la quita del poder. Entonces, hay que considerar, por ejemplo, la mayoría de los mandos medios a mandos altos en las Fuerzas Armadas, más que nada, eran representantes de la oligarquía y de los burgueses. Es decir, los mandaban a los niñitos bien a las Fuerzas Armadas para defender sus intereses. Ahí no había ningún apellido mapuche, por ejemplo, por decirte, dentro del generalato. Es decir, si uno revisa los apellidos que había hasta ese entonces, y por supuesto hoy también, no era gente del pueblo que estaba ahí…

¿El gobierno tomó alguna medida al interior de las Fuerzas Armadas?

Sí, en medidas concretas, a los tipos que se conoció que azuzaban esto, de las Fuerzas Armadas fueron desplazados. Así de simple. Esto no se dice constantemente, lo he visto pocas veces escrito por ahí… Pero el problema no es que le saquen un pollito a la gallina, el problema es que si tiene una camada es muy difícil sacar el tema. Es decir, estaban los otros; y de hecho, quedó demostrado que estaba intacto en las Fuerzas Armadas. O sea, se tomaron medidas, no es que no se tomaron; y el hecho claro es que se metió a Prats como ministro del interior en ese momento, que aplacó un poco, se hicieron algunas modificaciones, pero todo eso no alcanzó… Es así.

Hay quienes consideran que la dirigencia de la Unidad Popular fue ingenua, por un lado, por creer que la derecha mantendría su oposición dentro de los cauces legales, y por otro, por confiar en que las Fuerzas Armadas mantendrían su constitucionalismo y profesionalismo, cuando éstas eran garantes, en última instancia, del sistema capitalista ¿Cómo respondería a estas apreciaciones?

Voy a hacer un poco de historia. Hay una filmación que se llama «El diálogo de América», entre Fidel Castro y Salvador Allende… Yo hace poco tiempo lo volví a ver; siempre me llama la atención, conociéndolo al compañero Allende, conociendo la política de la Unidad Popular, y especialmente, la del Partido Socialista, cuando él en determinado momento le afirma a Fidel Castro que las Fuerzas Armadas chilenas son constitucionales, y que por lo tanto, en el proceso que se estaba viviendo él no creía que iban a irrumpir en un golpe de estado. Lo que pasa es que internamente, Allende y la Unidad Popular sabían lo que eran las Fuerzas Armadas chilenas: formación prusiana, con formación nazi-fascista… Lo que pasa es que públicamente no lo podía decir. Entonces, algunos analistas creen que era ingenuo por decir eso, incluso, Fidel Castro le responde a Allende en ese momento como diciendo «guarda, no confíe». Allende le dice eso porque no podía decirlo públicamente, porque en un proceso como ese, vos no podés dar elementos al enemigo para que trabaje mejor en tu contra. Es una cosa táctica y política. Entonces, esto de que era ingenuo, yo no lo creo así; es más, lo dije anteriormente, ciertos sectores de la Unidad Popular estaban preparando gente desde el punto de vista de la lucha armada en determinado momento. Está claro que, por historia, en un estado capitalista burgués, las Fuerzas Armadas son garantes de ese sistema político. Hay que tenerlo muy claro eso, salvo algunas excepciones que se pueden llegar a dar, que nunca están afuera de una perspectiva histórica. Hace un tiempo, por ejemplo, escuchaba con mucha alegría, el jefe del ejército boliviano, donde se declara antiimperialista, anticapitalista. Lo que pasa, de acuerdo a los tiempos y de acuerdo a la lucha de los pueblos, también eso tiene su cauce en la posibilidad de cambio, incluso, dentro de las Fuerzas Armadas burguesas. Tal es el caso, también, de todas las revoluciones del mundo que se han producido, incluso por la lucha armada, en que las Fuerzas Armadas se dividieron, una parte a favor del pueblo, y otra en contra. Entonces, el tema es buscar el punto preciso, cómo decantar a las Fuerzas Armadas. El caso más extraordinario, para mí, fue la Revolución de Octubre, en que se dividen las Fuerzas Armadas, se pliegan al lado del pueblo ante la posibilidad del cambio social y la lucha que estaban dando los trabajadores, por ejemplo. Y ahí Lenin fue muy astuto, inteligente en eso. Por eso, cuando se habla de ingenuidad recalco esto: hay que ver la realidad, con qué se maneja la parte política en determinado momento, y esa política a quién responde; si respondía a los trabajadores, como el caso de la Unidad Popular, mal se podía pensar que las Fuerzas Armadas no iban a actuar. No se podía decir, ese es el tema.

¿Qué lineas de acción ideó la UP para contrarrestar la influencia norteamericana en las Fuerzas Armadas chilenas, tanto en adoctrinamiento anticomunista como en apoyo material?

Claro, una de las cosas importantes que trató fue influenciar a través de darle responsabilidad a las Fuerzas Armadas, en algunos casos. Por ejemplo, las Juntas de Abastecimientos y Precios, que fue asumida por el general Bachelet, que era de la Fuerza Aérea. Prácticamente era como haber formado un nuevo ministerio, y que este general de la Fuerza Aérea cumplió al pie de la letra eso de la Junta de Abastecimientos y Precios, en la época en que produjeron desabastecimiento. Esta es una parte, la otra parte era, primero, tratar de implementar en esos momentos una nueva forma de la preparación de las Fuerzas Armadas chilenas. Eso se intentó, se planteó; era, también, algo embrionario, no era que vamos a dar vuelta todo en seis meses, un año, no. Porque al saber la estructura de una de las Fuerzas Armadas más nazi-fascistas de América Latina, la chilena, era muy difícil dar vuelta de la noche a la mañana. Era todo un trabajo a largo plazo, y eso se estaba implementando dentro de las Fuerzas Armadas, pero como el arraigo era superior a esta implementación, obviamente, que eso permitió el golpe de estado.

Usted, en otra ocasión, mencionaba el intento por parte del gobierno de incorporar formación democrática en las academias militares…

Sí.

¿A partir de cuándo y cómo se implementó esa política?

A partir del año ’71, a final del ’71… En éstas condiciones, en las academias: meter, por ejemplo, parte de una verdadera historia, en el caso de la historia de Chile, meter una verdadera historia, en el caso de América Latina. Ya en ese momento, incipiente, sí, se metía algo de los derechos humanos, por lo que decía anteriormente, no podía meter todo, era toda una estrategia; pero era un desarrollo que se iba a ir formalizando en la medida que se fueran dando las condiciones. Eso se trato de hacer. Después de eso, también se charlaba mucho con la tropa, es decir, con suboficiales y clases dentro de las Fuerzas Armadas, en el sentido de explicar el proceso. Eso también se hizo, sobre todo a partir del año ’71 en adelante.

¿Y cómo fue la recepción?

Fue prácticamente muy poca la que hubo, muy poca; por lo que planteaba anteriormente, no es que uno va a hablar y el que está formado va a decir «sí, estoy de acuerdo en todo con vos». Si el otro tiene una concepción ya, que no quiere receptar nada, es muy difícil. Hay muchas cosas que se podrían decir, pero nosotros sabíamos también que el imperialismo norteamericano, y por lo tanto el capitalismo mundial, tenía sus contactos directos con las Fuerzas Armadas chilenas, y en los altos mandos. Y eso lo sabíamos nosotros, no es que lo ignorábamos.

¿Existían en Chile milicias populares?

No. Lo que yo dije anteriormente es que había embriones, de alguna gente que se estaba preparando porque se vio que no alcanzaba con tener la razón, no alcanzaba con tomar las medidas que se habían tomado, que se habían sacado leyes a favor del pueblo. Lamentablemente, fue a destiempo.

¿En qué consistían estos grupos, cómo se organizaban?

No, no, eso era difícil… Salvo el MIR, que lo pregonaba a los cuatro vientos. Yo también lo expliqué, que me parecía absurdo la consigna en las manifestaciones. Absurdo, por ejemplo, cuando decían «pueblo, conciencia y fusil» y colgaban con una caña de colihue la banderita, compañera… «Y el próximo desfile lo haremos con fusiles»… Entonces, no, no daba, no es así. Yo sabía, y mucha gente sabíamos que había gente del MIR que sí, clandestinamente, obviamente, que era más responsable en ese aspecto. Obvio, se estaba armando y preparando gente, sectores del Partido Socialista también, sectores del Partido Comunista también. O sea, de toda la Unidad Popular hubo sectores, pero mínimo comparado con todo el conglomerado que era la Unidad Popular.

¿Se entrenaban de forma articulada o desarticulada?

No, que yo sepa, articulada no… sino cada partido por su lado. Hay que aclararlo porque es así. Es más, yo estaba en la parte política. Sí me enteré de que había algo, pero era tal la compartimentación que lo que hacía uno no lo podía saber el otro, porque era obvio. Entonces, yo mentiría si dijera «esto fue así y así».

¿Cuál era la posición de la dirigencia de la Unidad Popular frente a esto?

No, la mayoría decía, como decía Allende una vuelta cuando unos compañeros jóvenes soltaron que había que ir a la lucha armada; entonces, Allende les contestó «Sí, ármense, pero no sean huevones, que no los pillen». Lo que pasa es que ante el pueblo chileno se levantó un programa democrático, por la vía electoral; entonces, de la noche a la mañana tampoco podías decirle «bueno, ahora hay que armarse». Y era tal la responsabilidad que tenía la Unidad Popular en su conjunto, con todo esto que estoy contando, que se estaban formando embriones de lucha armada, y Allende el día que estaban bombardeando la Moneda llama al pueblo chileno a no sacrificarse. Porque podría haber dicho esto otro: «salgan, busquen armas y ármense» ¿Con qué, si sabíamos que lo que había era mínimo? Habría sido una tremenda irresponsabilidad, una matanza terrible, más de la que pasó, a mi criterio. Me puedo equivocar, ojo, pero a mi criterio, la lógica me indica que habría habido más muertos en Chile que los que hubo; porque mucha gente, hubiera salido con un revólver, con una pistola ¿Y qué sacaba con eso, si había armas de grueso calibre, en ese momento? No era que el ejército o las Fuerzas Amadas tenían pistolitas o gomeras. Desproporción terrible. Aparte, con un ejército que sabíamos profesional, nazi-fascista, con formación prusiana, y uno de los mejores ejércitos formados de América. Por ejemplo, había gente que decía «no, hay que meterle, si las armas la tienen ellos; las tenemos que quitar». Eso fue fácil decirlo. Entonces, hay que evaluar las cosas; es muy fácil ahora decir «sí, teóricamente, vamos a hacer esto…» ¿Y después qué? ¿O qué conseguimos? ¿Conseguimos el objetivo? O se nos va en contra, y en vez de avanzar, producimos un retroceso. Sí, hubo algunos desacuerdos. Por ejemplo, la mayoría pensó que había que respetar ese pacto que se había dado; algunos decían que había que implementar la reacción popular con armas en la mano, y era una minoría dentro de la Unidad Popular. En todo caso, la postura de Allende fue muy clara: él en ese momento dice que, lo que yo señalo que comparto, que para eso había que tener una preparación y, obviamente, la primera preparación es ideológica, y no eran muchos los que estaban ideológicamente preparados. Tampoco había armas para defender. No había. Entonces, esas dos posiciones se dieron. Allende le responde eso, porque era muy difícil, iba a ser una masacre, realmente, si se producía un enfrentamiento armado de parte del pueblo. O sea, había sectores que sí, que lo planteaban, que es lo ideal, eso de decir «pueblo, conciencia y fusil», para mí es lo ideal.

¿Por qué el Ejecutivo no vetó la Ley de Armas, que también desarmó a los sectores de la izquierda?

Sí. Uno de los errores que cometió el gobierno de la Unidad Popular, en su conjunto, y acá caen todos los partidos en esto: salió un Ley de Control de Armas. A mi criterio, ese fue un error terrible, que también lo plantee en ese momento en el proceso. Pero bueno, dadas las circunstancias, la gente decía «bueno, al controlar las armas estamos controlando los grupos paramilitares de la derecha», que existían comandos armados de derecha, como ha existido en muchos países del mundo. Ese era el argumento, «bueno, podemos mantenerlos», para que no sigan haciendo lo que yo comentaba hace un rato, que había, directamente, agresiones a bala… Entonces, se planteó eso, y fue un error porque eso significaba que aquella gente que tenía el derecho de defenderse no lo podía hacer, porque, en realidad ¿las armas quién las tenía? El poder que históricamente estuvo instalado. Ese a mí me parece un error fundamental en un proceso revolucionario. Yo te diría que más desarmó a sectores de izquierda que a la derecha; a la derecha no la desarmó. Ahí esta el error, a la derecha no la desarmó. Yo soy totalmente transparente en esto, porque es la realidad. Yo no puedo eludir la realidad. El tema está, si lo vetaba, en primer lugar, el golpe se adelantaba. Uno, eso no te quepa la menor duda, que lo adelantaba; porque al vetarlo Allende «ah, no, esta con la lucha armada». Entonces, el imperialismo tenía el pretexto para decir como dijo «no quiero otra Cuba en América, y menos por la lucha armada». Automáticamente daba el golpe, porque el golpe estaba preparado desde antes de que Allende asumiera como presidente.

¿Había posibilidades de una salida política del enfrentamiento con la oposición de derecha?

La única posibilidad que había era, justamente, lo que apuntan a la crítica ahora, hacer una concesión contrarrevolucionaria, pero como eso no estaba dentro de la política de la Unidad Popular, no se se implementó, simplemente. Se jugó hasta el final con lo que había y con lo que se quería, porque se podría haber parado el golpe, sí, pero la burguesía retomaba prácticamente el poder. Porque si bien nosotros teníamos solamente el gobierno, que era también limitado por todo lo que he señalado, ellos iban a tomar todo el poder y, obvio, una vez teniendo todo el poder iba a venir la otra etapa: la persecución, el desplazamiento de mucha gente que había logrado apoyar a ese proceso, y que había logrado estar en cierto nivel de decisión.

¿En qué momento cree usted, viéndolo retrospectivamente, la vía política ya no fue posible? ¿Si usted tuviera que identificar un momento bisagra?

Dos. Uno, en la Ley de Control de Armas; y después, cuando no dio resultado este proceso de repliegue que se dio con el paro de camioneros, el boicot a la distribución de alimentos y todo. Ahí yo vi que venía el golpe; y, en ese caso, lo vieron la mayoría de los dirigentes de la Unidad Popular. Eso lo vieron.

Resumiendo, ahí se definió que la vía política no iba, y la vía armada tampoco.

Claro, porque no teníamos ninguna de las dos: la vía política no alcanzaba, pero tampoco teníamos la vía armada ¿Con qué se iba a hacer? Tratar de seguir a ver si se podía generar otra cosa… que esa vía política fuera superada, incluso. Que se intentó pero, yo decía anteriormente, se intentó en todos los aspectos. Entonces, tener en cuenta como premisa lo más fundamental: la correlación de fuerzas y la calidad de esa fuerza. Eso es lo importante, la correlación de fuerzas, en cuanto a número, estaba favoreciendo a la Unidad Popular, pero la correlación de fuerzas en calidad con respecto a la parte armada favorecía a la derecha y al imperio. Son hechos, para un estudio, porque hay cifras respecto a eso. Era muy difícil en esas condiciones; lo que nosotros planteábamos era que aún siendo difícil no era imposible. Se intentó, hasta donde se pudo. Creo que es una enseñanza muy grande, y esta enseñanza, es la semilla que hoy está germinando en otros países de América Latina.

¿Cómo fue la respuesta de los sectores populares ante el golpe del 11 de septiembre?

Y, la respuesta yo creo que en definitiva tomó en cuenta lo que Allende dijo, que el pueblo no tenía que sacrificarse, dado todo el panorama que venía, sabía lo que iba a venir, sabía que era fascismo directamente, porque no había, desde el punto de vista armado, para hablar en términos concretos, una real capacidad de enfrentar a las Fuerzas Armadas regulares en ese momento, que tenían un poder extraordinario y, como hemos explicado, con el apoyo del imperio y del capitalismo mundial. Eso lo tenían claro algunas personas, y reitero esto que es muy importante: la figura de Allende, además de ser reconocida, era respetada en su opinión. Ese día opina que el pueblo no debe sacrificarse, sí debe organizarse, que es distinto. Entonces, la respuesta fue, en la medida que pudo, desde el punto de vista organizativo, ofrecer la resistencia. Pero más allá de eso, era muy difícil tener otra alternativa.

América Latina hoy: legado y lecciones de la experiencia chilena

 

¿Cuál cree que fue el legado de la Vía Chilena al Socialismo para América Latina?

El que estamos viendo hoy. Por ejemplo, hay varios países latinoamericanos, que por la vía «democrática», entre comillas, dentro del estado capitalista burgués, están también llevando a cabo procesos, si se pueden llamar revolucionarios, en los cambios sociales que se necesitan. Por lo tanto, también, elevando el nivel de conciencia de la gente, por los derechos que va adquiriendo. Eso lo hizo la Unidad Popular. De tal manera, que va adquiriendo conciencia y va adquiriendo otros niveles de organización y de compromiso. Esto se esta viendo en varios países de América Latina; y es más, en el caso específico de algunos, voy a citar concretamente a Chávez, puedo citar a Correa, a la mayoría, tienen una concepción cristiana; cosa que le saca ese discurso del ateo que es el que quiere hacer los cambios (y no el cristiano) al imperio y al capitalismo. Eso da una pauta de que hay que manejar los tiempos y las épocas, también. Uno puede tener una base ideológica pero hay que adaptarla a los procesos que se puedan dar. Entonces, yo cito esto como para tener una pauta para replantearse, pensar, o simplemente exponer ideas en contra de eso, también puede ser ¿Por qué no? Siempre es bueno escuchar todas las opiniones que se puedan dar con respecto al proceso. Pero, hasta ahora, se ve que han dado rédito, porque cabe destacar también que, desde la colonia a acá, históricamente, nuestros pueblos amalgamaron las culturas originarias con lo que trajeron los europeos, y ahí trajeron la religión y un montón de cosas culturales que todavía tienen una predominancia, y eso no hay que desconocerlo. Entonces, cuando uno quiere cambiar las sociedades, lo que hay que hacer es ver cómo se manifiesta esa sociedad y ver cuál es el camino posible para que se produzcan las transformaciones. De lo contrario, caemos en el dogmatismo, caemos en lo lineal, estamos cayendo, ni más ni menos, en una apreciación errónea de la situación.

¿Cuáles son, en su opinión, las lecciones que los procesos latinoamericanos que actualmente plantean cambios profundos (como Venezuela, Bolivia o Ecuador) deben extraer de la derrota de la Vía Chilena al Socialismo?

Una principalmente, que yo pienso que es fundamental: saber valorar el peso del capitalismo y el peso que tienen las Fuerzas Armadas en estos países de concepción burguesa, de estructura burguesa. Primero y principal. Segundo, el pueblo organizarlo de tal manera, y cuando digo organizarlo estoy hablando desde el punto de vista ideológico, no de imposición, en la discusión constante de los problemas y cómo barajarlo y cómo avanzar, a ese aspecto me estoy remitiendo… Y la otra, es importante que el pueblo tome conciencia de que ha sufrido violencia durante más de doscientos años; es más, yo diría quinientos años, y más también. Tiene que intentar, al menos, una preparación militar en el sentido de autodefensa. Me parece a mí que eso es fundamental tenerlo en cuenta; y de hecho, y esto no es descubrir la pólvora, porque esto ya fue descubierto hace años, hay casos concretos como el caso de las milicias populares en Venezuela, que es vox populi, no es que estamos inventando nada. O sea, se ha aprendido eso y supongo que, porque no conozco en detalle la cosa, pero supongo que los otros países que también tienen procesos de cambio están apuntando también a eso. Y la otra, trabajar con las Fuerzas Armadas, es decir, discutir con ellos el proceso que se está viviendo y el porqué, y demostrarles que históricamente sirvieron a una clase dominante y sirvieron al capitalismo mundial, que es el que ha tenido a estos países bajo la pata y explotados. Señalarles con hechos concretos, la historia es bien clara en eso, como nosotros hemos sido los que les mantenemos el estándar de vida que tienen ellos, los capitalistas mundiales, porque somos con nuestro trabajo y nuestras materias primas los que les damos, justamente, sustento a esas grandes potencias. Eso hay que señalarlo claramente y están, como digo, los datos estadísticos. Eso para mí es fundamental darlo a conocer, desde las clases, hablando de clases pero dentro de las Fuerzas Armadas, los oficiales y todo, discutir el tema, no hay que eludir esa responsabilidad. Entonces, es un ámbito que hay que barajarlo, y los pueblos tienen derecho a armarse para defender sus derechos porque han sido históricamente vapuleados por la armas, y han sido dominados justamente por ese brazo armado de la burguesía; le han aplicado violencia constante históricamente, por lo tanto, sigo sosteniendo que tienen ese derecho para defenderse.

Además de este punto central que usted marca en cuanto a las milicias populares, y teniendo en cuenta los diferentes contextos ¿ve alguna otra diferencia estratégica entre el proceso bolivariano y el chileno?

Sí, yo señalaba que uno de los errores o falencias había sido que en el campo internacional; no se trabajó en forma más profunda. En cambio, el proceso bolivariano sí lo está haciendo a nivel mundial; acuerdos desde el punto de vista económico, desde el punto de vista político, desde el punto de vista social, de integración y demás, más allá de algunas prerrogativas, de algunas objeciones que se puedan hacer. En el caso concreto, por ejemplo, Venezuela tiene relaciones muy fuertes con China; con todo lo que se le puede cuestionar a China, es una potencia mundial. Entonces, en caso de los acuerdos económicos que tienen, en caso de que Venezuela fuera atacada supongo que China va a estar a favor de Venezuela y del proceso revolucionario que se está viviendo. Estas son las estrategias que hay que considerar… Se tienen relaciones con África, en general, con Asia, con Europa, con América, eso no hay que discutirlo porque lo estamos viendo; se van creando nuevos organismos afines en América Latina para avanzar en este proceso que estoy señalando. Entonces, ahí hay una diferencia con el proceso chileno, importante. Creo que siempre la historia nos sirve para ver las falencias o virtudes, para poder evaluar y, concretamente, ver cuáles fueron los errores que se cometieron y no volverlos a cometer. Así de corta: no volverlos a cometer. Es más, entiendo que también una de las cosas que creo yo que se va a dar en el corto plazo, porque se esta viendo esto, es la integración de los pueblos, pero en forma directa, es decir, con el ciudadano más común. Porque hasta ahora estaba el Mercosur, que significa el comercio a nivel burgués, hablemos claro el tema, porque yo trabajador no aporto nada, es decir, en la cultura, en lo deportivo, en lo político, eso falta. Y por ejemplo, una de las cosas para poder avanzar en estos procesos, que las centrales de trabajadores, mas allá de las diferencias que hayan, tengan como si fuera una representación en América Latina, centralizada allí, como para ayuda mutua por parte de los trabajadores. Ese es un paso que está faltando hacerlo, la unidad de los trabajadores como si fuera una central regional para ayudar a estos procesos, y creo que es fundamental, mas allá, reitero, de las diferencias que pueden haber. Pero defender al trabajador en sus conquistas (que hasta ahora va manteniendo), de tal manera que, pongamos la posibilidad de un golpe de estado, o invasión, son los trabajadores los primeros y los más importantes para parar ese tipo de situaciones. Eso por un lado, después tenemos la parte cultural, por ejemplo, en la parte de educación, que los maestros, profesores, académicos, puedan intercambiar en forma directa con sus pares entre países. Eso va a dar, justamente la posibilidad de tener un mayor auge y de conocerse un poco mejor como seres humanos, conocerse mejor en la parte histórica de cada país y demás, porque históricamente (y reitero esta palabra: «histórica»), los países latinoamericanos se conocían más por las catástrofes que por lo que realmente son. Entonces, es muy importante que conozcamos la verdadera historia, que conozcamos el por qué mucha gente peleó contra el imperio español, y después la burguesía se apropió, justamente, del cauce que había dado esa lucha. Todas esas cosas las tenemos que tener muy en claro, para desmitificar unas y acrecentar otras. Eso me parece a mí que todavía le falta a este proceso latinoamericano.

El Alba de los Movimiento Sociales es un paso en esta articulación de los pueblos, más allá de los gobiernos…

Sí, pero yo estoy diciendo en forma global; apunto también a países que no están viviendo procesos de cambio, sino que están con la política neoliberal y con la política del garrote y demás de los Estados Unidos. También hay que entrar ahí, en ese aspecto, no hay que dejarlo de lado, porque eso significa que los pueblos vayan despertando en el conjunto y romperle las fronteras al imperio. Ese es el objetivo, a eso es a lo que estoy apuntando, desde el punto de vista político y desde el punto de vista de la organización. Estas cosas son para discutirlas y seguir analizando; yo creo que son factibles. Sí, por ahí, hoy no van a ser factibles en forma inmediata, pero hay que instalarlas, porque hoy o mañana la cosa se va a dar, se van a tener que dar, son procesos que hay que vivirlos, y en esos procesos viene la acumulación de fuerzas. Yo digo lo siguiente, hoy, por ejemplo, planteo el hipotético caso: una invasión a cualquier país de estos que están produciendo cambios, por parte del imperio ¿Qué pasaría? Pregunta ¿no? Y en esto yo sí creo que la mayoría de los países que están produciendo cambios estarían justamente en contra de esa invasión; incluso aportarían con gente para defender ese proceso. Y no olvidemos lo que pasó a partir de la Revolución de Mayo acá, en la Argentina, y a partir de eso la liberación de América Latina en su conjunto, especialmente, América del Sur, por parte de los patriotas de ese momento, que se unieron para poder pelear contra todo. Entonces, está la posibilidad de eso, la defensa en conjunto de estos países que están produciendo cambios.

¿Qué rol tiene y cómo se entiende el poder popular, en el caso chileno y en el caso venezolano?

Se entiende por poder popular la injerencia que tienen los trabajadores en su conjunto, independientemente de la labor como trabajador que cumpla. Entonces, estoy metiendo a todos los trabajadores, y digo desde un maestro, un médico, que también es un trabajador, un científico, que también es un trabajador, una ama de casa, las trabajadoras de la industria, la mujer del campo, el hombre del campo, todos, estoy hablando en esos términos. Me parece que es una buena alternativa esa de entrar a configurar un poder popular, pero el poder popular no se consolida a través de direcciones políticas o direcciones gubernamentales. El poder popular nace desde abajo, y tiene que nacer así, desde su seno, de allí ¿Quiénes producen los cambios? Los que los necesitan, los otros están cómodos; entonces, los cambios tienen que venir de aquellos que tiene la necesidad de cambiar. Para que eso cambie hay que organizarse. No hay otra alternativa posible; sin organización, no se llega absolutamente a nada. Y lo que tienen que entender, también, los dirigentes de estos procesos, es que tienen que ser intérpretes de esos procesos, tienen que ser interpretes de la gente, de lo que la gente quiere. Eso es importante, porque si no se disloca entre el dirigente que eres y lo que un dirigente (o lo que llaman líderes) puede llegar a hacer, que a veces sirve, porque a veces un líder puede marcar algunas cosas. Por eso le digo que son dinámicos los procesos, son dialécticos, no es que es dado y acabado, no hay un librito que te diga hay que hacer esto, punto uno hasta el cien. No, no existe; son procesos que hay que manejarlos de acuerdo a las necesidades y la circunstancia.

¿Qué particularidades del caso venezolano ve en relación a la construcción de un poder popular? ¿Qué novedad plantea el proceso bolivariano en ese sentido?

La diferencia está en lo que señalaba yo… Han habido novedades, los barrios adentro… Extraordinario: en la salud, la educación, el deporte, en la cultura… Ese programa de los barrios adentro es espectacular, y eso nació de la gente, no es que nació del Partido Socialista Unido de Venezuela, solamente. Había gente, obviamente, que tenía esa idea, pero la gente fue la que ha forzado eso. Es más, en ese proceso se está diciendo constantemente, que es la gente la que tiene que involucrarse para crear nuevas situaciones que le permitan ir hacia esa liberación que tienen en vista. Fijate que eso se dio en Chile, pero en muy baja escala, por ejemplo, con las JAP, que eran las Juntas de Abastecimientos y Precios cuando había desabastecimiento, pero era para ese caso puntual, pero acá es mucho más profundo el tema.

Además, con la creación de los Consejos Comunales, las Comunas, el planteo de profundizar el Estado Comunal, la democracia participativa…

Claro. Ahí hay una diferencia, enorme, y una profundización de lo que sirvió en el proceso chileno… para ver cómo se avanza más y se neutraliza la posibilidad de la actividad de la derecha y el imperio. Y con eso se va neutralizando, por eso digo organización del pueblo, de la gente, y eso es poder popular, hay que irlo creando, pero es la gente, más allá de los dirigentes, esto es fundamental para mí.

En el caso de Venezuela se ve claramente el peso, la figura fuerte del dirigente ¿Cuáles cree que son los desafíos para el proceso venezolano a partir de la muerte de Hugo Chávez?

Yo creo que Chávez dejó una impronta muy importante, en todo sentido, jugó la vida. Es así, él sabía perfectamente adónde iba y qué quería; es más, él dejó un legado de una actitud política e ideológica, y el pueblo venezolano lo tiene claro. De ahí la impronta que está llevando a cabo. Creo que Chávez como base ideológica es importantísimo, pero la gente misma va a ir solventando nuevas necesidades, pero además van a ir saliendo nuevos cuadros políticos. De hecho, ya los tienen…. pero van a ir naciendo en esas circunstancias. Es más, Chávez lo marcó siempre eso, que había que involucrarse, había que prepararse, había que estudiar. Eso Chávez lo dijo constantemente, yo comparto esa idea, de estudiar siempre y prepararse. No inmolarse tampoco, pero sí tratar de ser lo mejor que se pueda, en el trabajo, como vecino, como ciudadano. Eso es muy importante. Sí, en el caso de Chávez, él prácticamente se inmoló sabiendo de su enfermedad y demás.; y bueno, afortunadamente, él designó a alguien como Maduro que es un tipo que está capacitado como para estar ahí al frente de eso. Pero también Maduro está siguiendo la misma línea, es decir, él descansa en el pueblo, en saber que es el pueblo quien define la cosa. Por ahí podrá haber una persona muy capacitada que pueda estar en la dirección y demás, pero lo que marca el ritmo y lo que marca las transformaciones son los pueblos. Eso es historia.

¿Qué diagnóstico haría de los gobiernos llamados «progresistas» de América Latina, particularmente, Argentina y Brasil, en relación a los objetivos planteados por el socialismo?

Los gobiernos progresistas nacen a partir de una necesidad histórica ¿Cuál es el tema? En determinado momento, el imperio no puede controlar la ansiedad de cambios, que necesitan sociedades muy rígidas, como fue el caso de Argentina, el caso de Brasil, por citar algunos. Entonces, hábilmente plantean esto, algunos cambios dentro de la sociedad para que se tranquilicen las aguas y ellos sigan dominando el tema político, económico y social de estos países. Esto es lo que ha pasado en Argentina y lo que esta pasando en Brasil; de tal manera, que por eso ni Argentina ni Brasil entran al Alba. Digámoslo claro, eso es un hecho concreto. Sí están en el Mercosur porque les interesa el tema comercial, pero la parte política no. Es más, los gobiernos como los de Dilma, y antes, incluso, Lula, y Néstor y Cristina, se sacaban fotos cuando había un hecho crucial nada más en América Latina, cuando hubo que defender a los gobiernos que estaban siendo amenazados. Ahí sí se sacaban fotos. Es más, eluden estar con Evo Morales, eluden estar con Chávez, eluden estar con Correa; y fijate vos la trascendencia que tiene esto. Cómo cuando ha venido Chávez acá, o ha venido Maduro ahora, o cuando ha venido Correa, fijate vos la interpretación que tienen los pueblos, que no tiene nada que ver con lo que están haciendo estos gobiernos, caso de la Argentina y de Brasil. La interpretación que hacen los pueblos es decir «nosotros estamos con esta postura y no la que estamos viviendo acá», y lo dan a conocer firmemente a través de los medios de comunicación, de las organizaciones sociales y demás. Entonces, digo, estos vinieron a lavarle la cara al sistema, nada más… Esta socialdemocracia, con respecto a la pregunta que se hacía, para hacerlos más presentables y para no perder lo que temen perder, que es su poder. Pero pienso que con algunas cosas importantes que se han hecho en estos países, porque hay que reconocer eso, la gente ya también tomo conciencia con respecto a eso, y que, en ese aspecto, no van para atrás. Es más, en determinado momento, va a ir profundizando estos temas, y de eso no cabe ninguna duda porque es como todo, uno tiene algo y quiere tener algo más para vivir un poco mejor. Por lo tanto, van a ir surgiendo con mayor fuerza, los cambios que se necesitan, aun estos países que señalábamos como socialdemócratas.

¿Qué consecuencias teóricas y políticas acarrea llamarlos «de izquierda» a estos gobiernos progresistas?

Obviamente, primero, que no son de izquierda. Es más, ellos no plantearon un proceso revolucionario. Nunca lo dijeron ni lo van a hacer. Es más, en el caso Argentina, recuerdo que una vuelta tuve una charla, una especie de discusión con alguna gente acá, cuando la señora presidenta de la Argentina hizo su campaña afuera, la primera vez, cuando era candidata a la presidencia, aclaro esto… La hizo especialmente en Estados Unidos y en Europa, y recuerdo haber escuchado una entrevista en los medios de comunicación, cuando le preguntan para ella cuál era la solución para que Argentina salga de la postergación económica, social, de los problemas que tenía y todo. Y ella dijo bien claro: «hay que desarrollar la burguesía para que Argentina salga de la situación económica en que está». Desde el punto de vista ideológico, si uno desarrolla la burguesía, obviamente que la hace más potente, y más explotación va a haber y más males de los que conocemos del sistema capitalista. Esto está claro. Lo mismo pasa con el tema Brasil. Los industriales brasileros son poderosos y fijate vos que dentro de las encuestas mundiales está en el quinto lugar, desde el punto de vista de potencialidad económica, pero esa potencialidad económica no llega a los sectores populares, está reducida a esa burguesía, que es la parasitaria de un país. Y cabe recordar los movimientos sociales, cómo se manifestaron últimamente en Brasil, que están forzando a que haya cambios más profundos. Por eso, decía yo que eso va a venir; son los primeros coletazos que está dando el sistema, en el sentido de que la gente, los trabajadores en su conjunto, quieren profundizar sus garantías de tener más derecho. Y eso va a pasar, es inevitable, y el imperio lo sabe y trabaja para eso. Entonces, a través del control social, que hace por los medios de comunicación y de su legalidad, que es otro tema de control social, trata de seguir manteniendo su statu quo. Pero también está la lucha de clases, y esto es innegable.

Algunos planteos reformistas se apoyan en la idea de que hay un capital bueno y un capital malo…

Claro, como decían alguna vez «capitalismo salvaje»: el capitalismo siempre es salvaje, no es benevolente, porque explota. Entonces, a través de esa concepción nacionalista creen que se van a desarrollar, pero el imperialismo no los va a dejar desarrollar, porque es competencia para ellos. Desde el punto de vista ideológico, económico, social, no los va a dejar, los va mantener ahí, no les van a dar más auge que el que les da para mantener ellos mismos su dominio. Les van a dar hasta donde ellos quieran dar a estos países que tienen esta socialdemocracia, esa ilusión, le van a dar hasta donde ellos quieran, porque, además, están coludidos con el poder del imperio. Y cabe destacar, por ejemplo, el caso específico de la Argentina, el caso de la explotación de nuestros recursos naturales. Por ahí dan un matiz de lavar la cara; recuerdo hace unos años, el gobernador del Chaco, Capitanich, había aceptado, ni más ni menos, la instalación de una base militar norteamericana en territorio del Chaco. Pero el gobierno nacional, para no parecer casado con eso le paró el carro y le dijo «no, acá no», para dar esa imagen de que no estamos directamente imbuidos dentro del esquema del imperio. Es una imagen que da, pero, en la realidad, en concreto es eso.

Y más allá de la imagen que da ¿Cuál es su explicación de que un gobierno que se autodenomina nacional y popular apruebe una ley antiterrorista?

Claro, justamente por eso, que señalaba. Necesita de una ley antiterrorista para mantener su esquema: cualquiera que saque los pies del plato… Las Fuerzas Armadas y su legalidad regulan la situación social. Entonces, en esta sociedad nosotros somos socios a la fuerza, a mí no me preguntaron si quería ser socio de esta sociedad, me la imponen a través de esto que señalaba, y para zafar de eso, salir de eso, bueno, hay que adquirir la conciencia y la organización, y pelear en este aspecto.

¿Cómo ve el futuro de América Latina, en el corto y mediano plazo?

En el corto plazo, veo que se van afianzando estos países que han emprendido este camino de transformaciones más profundas. Y los otros, también, van a tener muchas turbulencias, caso Argentina, Chile, Brasil, Perú, y lo estamos viendo, pero eso se va a profundizar. Entonces, vea todo este panorama y ahí tenemos la certeza de que esta lucha que estoy considerando se va a ir profundizando, es inevitable. También va a profundizar las garras del imperio, también es inevitable. E n la medida de que la fiera esta herida, en su retirada, tira las garras para todos lados, no le importa lo que va a hacer, con tal de defender el espacio que ellos tuvieron históricamente, y van a hacer lo imposible para mantener sus privilegios. Por eso decía, anteriormente, los únicos que tienen que producir los cambios son los explotados, los que sufren los problemas.

Muchas gracias.

 

 

 

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