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Los países de la OTAN representan un 70% del presupuesto militar del mundo

«Mafia militar» de 1,6 billones de dólares

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.

En la actualidad el mundo gasta diariamente más de 4.000 millones de dólares en sus fuerzas armadas, y eso no incluye al mayor ejército del mundo, el de China, a seis Estados declarados ‘parias’ y a una serie de otros protagonistas no estatales e indocumentados.

Los gastos globales de defensa en 2009 fueron de 1.563.000 millones de dólares en comparación con 1.050.000 millones del año 2000. Es un aumento de cerca del 50%. Por primera vez esa cifra ha sobrepasado los 1.550.000 millones de dólares que gastó todo el mundo en plena Guerra Fría, en 1988, cuando los ejércitos regulares de docenas de países se integraban en los campos de la URSS o de EE.UU.

EE.UU., Europa y el Reino Unido gastan cerca del 70% de dicho dinero, y casi la mitad de los gastos militares del globo corresponden a EE.UU. Se informa de que todos los Estados ‘parias’, los llamados enemigos notorios de Occidente, es decir Corea del Norte, Irán, Sudán, Siria y Libia, y finalmente al-Qaida, gastaron menos de un uno por ciento de los gastos militares totales del mundo en el año 2009.

Incluso si incluimos los gastos en defensa de China (70.000 millones de dólares en 2009) y los de Rusia (47.000 millones en 2009), los gastos totales en defensa de todos esos Estados (potencialmente hostiles a EE.UU. y a la OTAN) llegaron a 133.000 millones de dólares, que es sólo aproximadamente un 9% de la industria global de defensa. Las cifras son bastante claras y a menudo conocidas en los círculos informados. Examinemos cómo sucede todo el asunto.

Si miramos de cerca cómo se invierte ese dinero, queda más claro el propósito de esos inmensos gastos militares.

Geográficamente, las principales regiones del mundo han presenciado un crecimiento de más del 100% en términos reales de sus gastos militares en los últimos veinte años, con la sorprendente excepción de Europa Occidental, mientras que Europa Oriental y Central redujeron sus gastos totales de defensa hasta en un 80% entre 1988 y 2009.

Por su parte África, América del norte y del sur, Asia del este y del sur y Oriente Próximo registraron aumentos en sus gastos de defensa del 98%, 27%, 129%, 43% y 275% respectivamente.

El hecho más interesante es que los gastos militares totales del globo bajaron más del 30% de 1.515.000 millones en 1988 a 1.073.000 millones en 2001, antes de volver a subir a 1.563.000 millones de dólares en 2009.

En pocas palabras, la URSS y sus aliados de la Guerra Fría han sido reemplazados ampliamente por Irán, Corea del Norte y al-Qaida. Un enemigo potente, igualmente equipado e ideológicamente superior en la forma, la URSS, ha sido reemplazado por algunos enemigos divididos, ideológicamente divergentes y menos equipados, a saber, Irán, Corea del Norte y al-Qaida.

Examinemos ahora de cerca quiénes se han beneficiado realmente de estos acontecimientos a escala mundial y cuáles han sido los motivos. Los gastos globales en la maquinaria militar se dividen esencialmente en tres rubros: El mantenimiento de los soldados, su logística en tiempos de paz y, finalmente, la adquisición de los instrumentos de las guerras, es decir armas y munición.

En general EE.UU. y la OTAN gastan usualmente cerca de un 40% en armas, munición e investigación, mientras el 60% restante se invierte en aprovisionamiento y salarios para los soldados, su logística y mantenimiento.

Durante los últimos años de la Guerra Fría, la fuerza total de los ejércitos del mundo fue de 28 millones de soldados, de los cuales 16 millones estaban en: Europa (9,4 millones), EE.UU. (2,25 millones) y la URSS (4 millones) en 1985. Eso significa aproximadamente que dos de cada tres soldados eran de EE.UU., la URSS y Europa, mientras el resto del mundo protegía sus fronteras con el tercer soldado restante.

Luego vino la desintegración de la URSS y el antiguo bloque oriental, lo que llevó a la reducción de los ejércitos totalmente blancos exactamente a la mitad de sus niveles anteriores, mientras las fuerzas colectivas de los ejércitos del resto del mundo se mantuvieron constantes con cerca de 10 millones en 2009.

Con la disminución de las fuerzas armadas en Europa y EE.UU. después de la Guerra Fría, los gastos militares globales también bajaron proporcionalmente, con una reducción de hasta un 40% en nuevos acuerdos de armas en los años noventa. Eso significó un duro golpe para las industrias de armamento de EE.UU. y Europa, que comenzaron a privatizarse y a consolidarse entre sí de manera inmensa mediante fusiones y adquisiciones en los años noventa. Esta industria de defensa global estabilizó su caída hacia 1996 y después pasó a un crecimiento anual de cerca de un 6%. El 11-S avivó el fuego e Iraq fue la verdadera recompensa. EE.UU. ha gastado hasta ahora el doble en Iraq que en Afganistán.

Esto terminó por acercar la industria de producción para la defensa a otras industrias privatizadas y regulares del mundo y los contratos de negocios de armamento comenzaron a caer en manos de fuertes lobbies de la defensa, sobre todo en EE.UU. y el Reino Unido, y la supervisión y las aprobaciones de los parlamentos no fueron más que formalidades. No es sorprendente que la secretaria de Estado Hillary Clinton admitiera en 2009 en televisión, ante un panel de periodistas paquistaníes, que las leyes más fáciles de aprobar en el Congreso eran las leyes de defensa y exportación de armas, mientras que las leyes de ayuda civil al extranjero eran las más difíciles.

En consecuencia, las industrias de armamento estadounidenses y europeas se consolidaron en unas pocas docenas de protagonistas en los años noventa. El volumen de negocios se condensó aún más en menos de dos docenas de fabricantes internacionales para la defensa, residentes en su mayoría en EE.UU., con un 73% de su cuota de mercado de las ventas globales de armas de 385.000 millones de dólares en 2008. Eso significa más de 1.000 millones de dólares diarios en ventas de armas. Diecinueve de los 26 mayores fabricantes de armas y munición eran compañías estadounidenses, mientras las siete restantes eran británicas y europeas.

El mundo produjo 385.000 millones de dólares en armas en 2008, de los cuales más de un cuarto, es decir 100.000 millones se han vendido a diferentes países del mundo. Las tendencias de la exportación de los últimos 20 años son similares. Esta cifra se va a duplicar por lo menos a más de 200.000 millones en 2010 cuando se completen las recientes ventas de 100.000 millones de dólares a los Estados del Golfo de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar y Omán. Esas ventas recientes de los dos últimos años serán casi iguales a las ventas totales de armas y munición al Golfo y a los países musulmanes por la industria global de armas y munición en los últimos 58 años (de 1950 a 2008). Parece un negocio enormemente orientado hacia el crecimiento y agrega un nuevo triunfo al control occidental de las industrias de las finanzas, las materias primas, los medios, el entretenimiento, el tabaco y otras.

Los países musulmanes han representado históricamente casi un 36% de esas exportaciones globales de armas de EE.UU., y Arabia Saudí encabeza los gráficos con 66.000 millones de dólares (de 1950 a 2008) mientras se han registrado otros 100.000 millones de dólares en pedidos sólo para 2009-2011. Los Emiratos Árabes Unidos, que sólo importaron armas estadounidenses por 2.500 millones de dólares durante los últimos 58 años, han reservado pedidos por 35.000 millones durante 2009-2011.

Es interesante que Europa oriental y central, Canadá y la mayor parte de Suramérica se mantengan por el momento fuera de esta demencial carrera armamentista mientras India emerge como un nuevo cliente para los protagonistas globales del armamento con unos 3.500 millones de dólares de pedidos iniciales planificados para este año.

Pakistán, por su parte, ha duplicado su arsenal de armas estadounidenses de cerca de 3.000 millones (de 1950 a 1998) a casi 8.000 millones en 2010. Es una recompensa por la guerra afgana y también un truco para llevar a India a hacer lo mismo. Asia del Sur, particularmente India, va a ser el próximo gran cliente.

Entre 1950 y 2008, el gobierno de EE.UU. renunció a pagos de 101.000 millones de dólares de diferentes países del mundo, debidos por estas ventas de armas, y los países que han pagado todo al contado fueron Arabia Saudí, Japón, Corea y Tailandia.

Pakistán queda en el medio y tal vez sea el único país del mundo que pagó al contado casi la mitad de sus compras de defensa a EE.UU. ¿Cómo sucedió? Cincuenta y dos contratistas privados de la defensa contrataron a 2.435 generales y almirantes estadounidenses retirados y les otorgaron importantes puestos de contratación y adquisición. Además, el Pentágono contrató directamente a 158 generales retirados como asesores. El ochenta por ciento de esos generales tenían vínculos financieros directos con contratistas privados de la defensa en 2006, según la Oficina de Contraloría del Gobierno de EE.UU.

Esos generales fueron contrados, obviamente, por sus vínculos con antiguos colegas y subordinados y para facilitar los negocios. Además, un 7,5% de la fuerza laboral total de Washington y el 30% de la fuerza laboral total del Pentágono trabajaban en el Pentágono como civiles en 2008, según el secretario de defensa Robert Gates. Trabajaban sobre todo en los contratos de defensa (alrededor de 20.000 personas).

El propio personal de plantilla para la defensa del Pentágono fue reducido de 26.000 a unos 9.000 desde el 11-S. Fue una inmensa sustitución de personal regular del Pentágono por contratistas privados. En consecuencia, los temas de defensa y seguridad, incluidas la compra de armas, la adjudicación de contratos para la defensa, estudios analíticos de la defensa, e incluso doctrina bélica se confían a esos civiles estadounidenses, en su mayoría de la industria de la defensa. Compañías como Halliburton, DynCorp, CACI y Blackwater aparecen como las más beneficiadas. Actualmente la cantidad de personal de esos contratistas privados de la defensa excede a las tropas regulares estadounidenses en Afganistán e Iraq.

Finalmente, la industria consolidada global de armamento comenzó a cobrar precios exorbitantes por sus productos.

La guerra se ha convertido evidentemente en un negocio y lo seguirá siendo por algún tiempo, y Oriente Próximo parece que es el escenario. Sin considerar las preocupaciones por asegurar el suministro seguro de las exportaciones mundiales de petróleo EE.UU., con tres guerras en Oriente Próximo (la Guerra Irán-Iraq, Tormenta del Desierto, Kuwait, y la Guerra de Iraq) ya está preparado y es capaz de una cuarta, después de una pausa, claro está.

Daily Times Pakistan

Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=22155