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Manifiesto de la humanidad

Fuentes: Rebelión

ÍNDICE Buen Vivir, concepto en construcción del mundo que nace Alternativa universal a la globalización del capital internacional Economía política alternativa al fundamentalismo neoliberal Sistema financiero internacional alternativo del Buen Vivir Buen Vivir y la ciudadanía universal Creando el espíritu único para toda la humanidad El Buen Vivir 1.- Buen Vivir, concepto en construcción del […]


ÍNDICE

  1. Buen Vivir, concepto en construcción del mundo que nace
  2. Alternativa universal a la globalización del capital internacional
  3. Economía política alternativa al fundamentalismo neoliberal
  4. Sistema financiero internacional alternativo del Buen Vivir
  5. Buen Vivir y la ciudadanía universal
  6. Creando el espíritu único para toda la humanidad
  7. El Buen Vivir

1.- Buen Vivir, concepto en construcción del mundo que nace.

Vivimos un cambio de época que se refleja en una multitud de cambios. Un nuevo mundo ha tomado forma durante los últimos años del S. XX y comienzo de este milenio. Un nuevo mundo que implica una nueva civilización, una nueva cultura, una nueva visión cosmopolita de la humanidad, una nueva economía para la vida, el nuevo ser humano que queremos llegar a ser.

Estos cambios se originan por la revolución de la tecnología de la información, la crisis económica del capitalismo financiero internacional y paralelamente del capitalismo de estado en los llamados países comunistas, y por el florecimiento de movimientos sociales en multitud de lugares del mundo que cuestionamos la propia sociedad de consumo.

 Cuanto mejor comprendamos su naturaleza, la coherencia interna de la transformación cultural en la que todos participamos, más dueños podremos ser de la situación, de sus costes, sus consecuencias, del rumbo mismo de los acontecimientos. La innovación constante, nos dice, como base de la productividad y la competitividad que provoca la revolución tecnológica de la actual sociedad de la información, ha roto en una sola generación el mecanismo de transmisión cultural y civilizatorio que garantizaba la estabilidad y la supervivencia de la humanidad.

Hasta ahora el pasado alimentaba nuestro presente. A través del lenguaje y de la cultura que con él se nos trasmitía, el mundo se nos explicaba a cada uno de nosotros, adquiriendo sentido la sociedad en que vivíamos. Sus dioses, santos o héroes nos transmitían los modelos éticos y los valores y técnicas de supervivencia social. El sentido de la existencia de las sociedades humanas hundía sus raíces en el pasado para asegurar su continuidad. 20.000 generaciones de cazadores recolectores, 600 generaciones de pastores y agricultores, 20 generaciones desde el Renacimiento hasta el capitalismo y, escasamente, 6 ó 7 generaciones desde el comienzo de este hasta nuestros días han garantizado su estabilidad social y asegurado su supervivencia mediante este mecanismo.

A partir de ahora es el futuro, y no el pasado, lo que da forma al presente. Tan sólo en dos generaciones las sociedades se han industrializado masivamente, y tan sólo en una década, media generación, hemos vivido la revolución de Internet y la incorporación de una visión cosmopolita del mundo. La innovación permanente como requisito de esta sociedad industrializada obliga a las sociedades a modelar su presente en función del futuro que persiguen. Para una sociedad en innovación constante para sobrevivir la imagen del futuro que se desea orientará los actos de su presente. Las técnicas de los Planes y Mapas Estratégicos se universalizan. También las «guerras preventivas». En un tiempo asombrosamente breve desde el punto de vista biológico hemos transformado el entorno social, productivo y emocional del ser humano para el que debemos «crear» una nueva cultura y unos nuevos mecanismos de seguridad y supervivencia que garanticen la continuidad de la vida y nos proporcionen instrumentos de gestión de los cambios sociales. Nuestro cuadro de mando que nos posibilite gobernarlos racional e inteligentemente de acuerdo con una ética de la vida que coloque al ser humano y sus condiciones de supervivencia y sostenibilidad, es decir, integrado en la Vida con mayúscula de la naturaleza, de la que es producto y parte, en el centro de la historia, instituciones y leyes. El Buen Vivir lo denominan en la Constitución de Ecuador, y el Vivir bien en la de Bolivia.

 Este profundo cambio civilizatorio, que va unido al incremento de la esperanza de vida del ser humano individual, multiplicada actualmente por tres en los países avanzados, provoca la inseguridad, la perdida de identidad y el atrincheramiento en las formas e instituciones del pasado. Los fundamentalistas del mercado, los neoliberales, están provocando deliberadamente la fragmentación de la humanidad para poder mantener el Poder aprovechando las aguas revueltas del enfrentamiento y la división, retrotrayéndonos a las guerras de religión del S. VII y la época de las cruzadas. Impiden con ello la generación del espíritu de una única, aunque rica por su diversidad y colorido, humanidad que habita un único planeta y que debe gobernarse de forma unitaria. Un espíritu basado en los cimientos comunes y compartidos por las distintas culturas y civilizaciones del planeta Tierra.

  En estos cambios profundo tenemos que comprender, por una parte, el mundo en el que nos encontramos actualmente del Mal Vivir . El mundo del pasado que muere, y que basa su actuación sobre un individuo aislado socialmente, egoísta y cosificado, alienado como ser y convertido en puro consumidor y simple elemento de un mercado, al que sí se le otorga personalidad y autonomía, y al que se sacraliza cuál nuevo Becerro de oro; en un capitalismo financiarizado donde el 80% de sus operaciones no conllevan tráfico real de mercancías ni producción real de bienes y servicios, por lo que ya no es capitalismo estrictamente sino post-capitalismo o los restos inerciales del capitalismo que ya no es pero que no ha sido sustituido por el nuevo sistema económico; por un sistema político cada vez más universalizado y cosmopolita pero carente de soberanía y Poder real de las personas, constreñida la democracia al ámbito espacial de los Estados-nación haciéndolos dependientes y esclavos de una geopolítica y de un capital financiero globalizado; de una ideología de choque y enfrentamiento de civilizaciones que impide a la humanidad la posibilidad de hacer frente de forma inteligente, racional y con la necesaria capacidad de actuación a los retos y desafíos actuales que afronta en este cambio de época. Un capitalismo que cambia continuamente de forma, pero al que tenemos que perseguir hasta que nos desvele las causas profundas de lo que acontece y con ello nos alumbre el camino para la construcción del nuevo, necesario, imprescindible y urgente sistema económico, social, político e ideológico del nuevo tiempo, del Buen Vivir.

Y, por otra parte, la visión del mundo que necesitamos y queremos construir del Buen Vivir , al que podemos denominar «Democracia cosmopolita del S. XXI» o «Socialismo del S. XXI», las tres denominaciones son sinónimas pues no hay verdadera democracia sin socialismo y sin Buen Vivir, porque la realidad es tridimensional y las dimensiones política, social y económica están íntimamente interrelacionadas. Un mundo del futuro que devuelva al ser humano su centralidad, su dignidad, autonomía y plenitud; un ser humano que vive y se realiza en comunidad, y cuyas condiciones de plenitud radican sobre su propia creatividad como ser individual y la sostenibilidad y desarrollo de su medioambiente social y natural; con una economía por y para la Vida que desarrolle las condiciones que hacen posible esta vida a partir del hecho de que el ser humano es un ser natural, corporal con necesidades que hay que satisfacer mediante los valores de uso que permitan la sostenibilidad medioambiental; de una política que desarrolle la democracia plena en todos los ámbitos: democracia participativa en lo local que permita la plenitud creativa individual y de las comunidades, que una la igualdad política con la económica y social que posibilita la plena realización de la solidaridad y fraternidad; una democracia que recupere la soberanía y el Poder, articulando progresivamente la participación directa de las bases sociales en los ámbitos nacionales e internacionales a través de las posibilidades que abren las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento en la determinación y construcción del futuro común de toda la humanidad; con la creación del «demos», alma o espíritu, de una única humanidad, diversa y colorida. Una humanidad que toma su fuerza de la propia naturaleza, su madre, que aprende y se enriquece con la sabiduría antigua de sus pueblos y naciones, los pueblos originarios, para encontrar la seguridad y la estabilidad ordenada en el devenir de la humanidad a la vez que diseña y crea su propio futuro.

  Hoy  la lucha contra el neoliberalismo pasa por definir, concretar y visualizar qué otro mundo es posible. Otro mundo basado en una nueva economía por y para la Vida, en la Justicia Social Global que pivota sobre la igualdad, la solidaridad y la verdadera libertad que promueve un desarrollo armónico y equilibrado de la humanidad respetando la Vida como el Todo del que surgimos y somos su parte consciente. Se trata de replantear conceptos como ‘felicidad’, ‘progreso’ y «sostenibilidad» que se encuentran en la justicia social, el desarrollo personal y el equilibrio ambiental, y no en el crecimiento económico ilimitado intrínseco al sistema capitalista.

Deberemos pasar de una economía organizada por y para el capital, centrada en la reproducción ampliada del mismo que lleva a la mercantilización de todos los aspectos de la vida, a la cosificación del ser humano y al agotamiento de los recursos de la naturaleza; a otra economía organizada por y para el ser humano, centrada en el mantenimiento y reproducción de la Vida, donde la dignidad se universalice y la alimentación, salud, vivienda, educación, empleo, pensiones y democracia participativa sean derechos de todas las personas en igualdad de condiciones para hombres y mujeres, y todas las étnias, razas y pueblos.

Cada época, cada civilización, debe producir sus propios conceptos y palabras que reflejen en símbolos sus retos, sus metas, sus valores trascendentes, recogiendo en ellas el poso de todas las anteriores, en un proceso de crecimiento y decantación del saber acumulado. Este proceso permitirá a cada persona individualmente y a la humanidad anticipar y activar su voluntad, y desplegar su acción creadora y constructora de vida. En nuestro tiempo y para otro mundo urgente y necesario surge el concepto de Buen Vivir.

Los procesos de cambio pasan por la exigencia de un cambio radical de valores y principios alternativos a los previamente existentes, movilizaciones sociales que lo imponen, la constatación de que son viables y que las sociedades avanzan en la resolución de sus necesidades y, por fin, la institucionalización de los mismos mediante leyes y Constituciones que abren el nuevo tiempo. Actualmente distintas partes del mundo están en fases diferentes de este proceso.

Latinoamérica en su conjunto está jugando un papel clave en el surgimiento del nuevo mundo para la nueva humanidad. E n sus luchas de resistencia y propuestas se fueron construyendo alternativas al desarrollo, como lo es el Buen Vivir. Esta es una propuesta de vanguardia en tanto opción post-capitalista a ser construida: el Buen Vivir.

L a idea del Buen Vivir representa tanto la disconformidad con la marcha del desarrollo convencional, como la búsqueda de cambios sustantivos bajo nuevos compromisos con la calidad de vida y la protección de la Naturaleza. Antes que un concepto acabado, el Buen Vivir expresa un proceso, una construcción paulatina donde intervienen una amplia variedad de culturas, nacionalidades y étnias. Esta diversidad permite nutrirse de los mejores aportes de cada una de ellas, y a la vez revitaliza el debate sobre qué tipo de desarrollo deseamos. Además, estos primeros pasos han tenido efectos positivos concretos, y el mejor ejemplo es el reconocimiento de esta idea en las nuevas constituciones de Ecuador y Bolivia.

El Buen Vivir es una crítica a las ideas del desarrollo convencional que defiende el crecimiento económico ilimitado y perpetuo, obsesionado con la acumulación material, y que celebra la mercantilización de la Naturaleza. El bienestar de las personas aparece como una preocupación central, y no se espera que simplemente se desprenda del crecimiento monetarizado de las economías.

Es una construcción multicultural. Los aportes de las cosmovisiones de algunos pueblos indígenas han sido muy importantes al permitir que se expresaran saberes subordinados y marginados de estos pueblos originarios. Contiene un avance y una visión diferente sobre el medioambiente, reconociéndose los derechos de la Naturaleza. Y este no es un derecho más. Implica un cambio radical en cómo se reconocen los valores frente a lo que nos rodea, donde el medioambiente se convierte en un sujeto de derecho. La Tierra se ve como el sistema integrado de Vida que es. Él que es por siempre.

2.- Alternativa universal a la globalización del capital internacional

La crisis actual es en realidad una crisis del sistema de dominación que implica una profunda crisis económica. El sistema mundial basado en la importación desde China e India de deflación por los bajos salarios y en el consumo masivo por el endeudamiento en USA y UE ha estallado, poniendo de manifiesto de nuevo una crisis de sobreproducción que no encuentra salida en el mercado. Las ayudas de los Bancos Centrales al sistema financiero privado han provocado la crisis alimentaría, la subida escandalosa de los productos energéticos y la quiebra de los Estados-nación de la periferia de la zona euro por la especulación con sus deudas soberanas. Un sistema que no satisface ni siquiera la posibilidad de sobrevivir necesariamente es cuestionado. Pero para que el actual sistema de dominación deje de serlo la salida a la crisis económica, social y política debe hacerse mediante un nuevo modelo alternativo económico, social y político. Es decir, se necesita otra instancia ordenadora alternativa. La incapacidad de resolver las necesidades de la humanidad por este sistema social requiere suplirlo por otra organización social alternativa, ya que en la historia de la humanidad no hay saltos en el vacío.

H ay dos intereses contrapuestos: el interés del capital por mantener las condiciones de su reproducción ampliada, aumentar su crecimiento y sustraerse de todo tipo de control democrático, sustentado sobre los valores del egoísmo, la avaricia, la vanidad, y la envidia, y cuyo resultado es una sociedad de individualidades solitarias, consumistas, competitivas, depresivas e infelices. A esto es a lo que denominamos Mal Vivir .

Y los intereses de la humanidad por preservar las condiciones de supervivencia y sostenibilidad de la propia especie humana en nuestro planeta, y alcanzar los mayores grados de dignidad y desarrollo humano a través de la participación y profundización democrática, que deberá cambiar los valores, objetivos y motivaciones sobre los que descansa avanzando en las bases necesarias para una humanidad donde el interés individual se realice integrado en y por el logro del interés social, del interés de la comunidad; el ser humano se antepondrá al tener y no se mercantilizará; la sostenibilidad medioambiental sustituirá al consumo y el despilfarro; y la diversidad será un factor que enriquecerá a la humanidad. A esto es a lo que denominamos Buen Vivir.

 

Las sociedades no dan saltos en el vacío según nos enseña la historia. No se plantean problemas para los que no se tengan esbozadas las soluciones, ya de hecho tenemos ante nosotros con mayor o menor grado de desarrollo los distintos elementos de la organización social del futuro. La superación de cada fase se realiza asumiendo todo lo positivo de la anterior, en un proceso dialéctico de desarrollo de lo nuevo en el seno de lo antiguo y de unión de los contrarios en la síntesis superadora. Nos dirigimos hacia una sociedad hecha por la humanidad y para la humanidad, donde los seres humanos, las personas, sean el elemento básico de la economía y de la sociedad.

El actual desarrollo de las fuerzas productivas, la mundialización de la economía y la necesidad y conciencia creciente de preservar los recursos naturales controlando el vertido y emisión de residuos contaminantes, en un modelo de desarrollo humano, sostenible y participativo hace que la utopía se encuentre en la línea del horizonte que alcanzamos a ver.

¿Cuál es el interés básico de la humanidad y de las personas?

En primer lugar, la supervivencia. Las personas necesitan comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer cualquier otra cosa. Por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos y materiales suficientes para satisfacer a toda la humanidad es la prioridad básica. En la actualidad existen los recursos suficientes y la tecnología necesaria para conseguirlo, incluida la energía con las energías renovables.

En segundo lugar, la seguridad y tranquilidad en el futuro, es decir, la perspectiva cierta de un desarrollo humano sostenible. Este desarrollo tiene como finalidad conseguir la felicidad de la ciudadanía integrada y en sintonía con la naturaleza de la que somos fruto y parte. En consecuencia, tenemos que empezar por dotarnos de los indicadores y ratios que nos permitan gestionar y conducir los procesos. Necesitamos una visión holística, global del proceso productivo que partiendo de la humanidad productora termine en la humanidad consumidora, que colectivamente es la misma, maximizando la satisfacción de las necesidades humanas con el menor consumo y coste.

En tercer lugar, la participación e integración cooperativa y corresponsable en la sociedad y en la construcción de nuestro propio futuro. Las relaciones sociales y el sentimiento de poder incidir en tu devenir, de participar integrado en tu comunidad, es el mejor índice de la felicidad humana en todo el mundo. Esto significa, en primer lugar, sustituir el principio de competitividad por el de coordinación y cooperación esencial para cualquier trabajo en equipo y, en segundo lugar, profundizar y extender el actual sistema democrático representativo con sistemas de democracia participativa, dando progresivamente mayor peso a esta última en tanto que el desarrollo de las tecnologías de la información lo vayan permitiendo.

El proceso de construcción del Buen Vivir se ataca banalizándolo. Conservadores y neoliberales lo consideran como meras reivindicaciones indigenistas, que fomentan la haraganería y llevarían a los países al atraso. Los académicos, en especial en la economía, no quieren verlo como objeto de investigación, como hace años ocurría con el concepto de capital social e institucional. Por último, otros desde dentro de Ecuador, Bolivia y Venezuela donde más avanzado va el proceso de institucionalización, lo reducen para atacarlo a la denominación de planes de asistencia enfocados a los pueblos indígenas que tienen la etiqueta sobre el Buen Vivir (Ecuador) o Vivir Bien (Bolivia y Venezuela)

El Buen Vivir exige poner el centro de atención en la calidad de vida de las personas, y no en el aumento o decrecimiento del PIB. Reclama cambios profundos en las dinámicas financieras, económicas, las cadenas productivas y la redistribución de la riqueza. Pone en discusión toda la base conceptual sobre la que se basa el crecimiento y el desarrollo occidental. Posee un horizonte utópico de cambio que tiene una traslación específica a cada formación social diferente, toma formas diferentes en cada circunstancia económica, social y medioambiental. Aunque hay elementos comunes, en primer lugar, se abandona la idea del desarrollo como un secuencia lineal histórica que ha de repetirse; en segundo, se defiende otra relación con la naturaleza a la que se considera sujeto de derechos; en tercero, no se reducen las personas ni las relaciones sociales a cosas mercantilizables; cuarto, la calidad de vida no depende solo de la posesión de bienes materiales o ingresos y, menos aún, del PIB; y quinto, la búsqueda de la felicidad, la paz y el equilibrio interior de las personas no se reduce al puro materialismo.

El Mal Vivir es un acto donde lo individual predomina por encima de lo colectivo. El Buen Vivir bien significa un acto de profundo contenido colectivo, porque no se plantea sobre la base de la negación del otro. Es posible y factible para todos, el Mal Vivir es sólo para unos en detrimento de otros.

El Buen Vivir es una nueva forma de organización social, que llega a defender el principio de ciudadanía universal.

En la actualidad hay una lucha abierta entre dos modelos de organización económica, social y política para el mundo. Por un lado, el modelo del capital financiero especulador internacional, el actual Mal Vivir, caracterizado por inversiones a corto plazo, especulativas y sin ningún control ni regulación con el único objetivo de maximizar los beneficios de sus gestores sin límite de valor ético, deslocalizado, sin compromiso medioambiental, ni con el bien común y el interés general de la sociedad. Y, por otro, el modelo del capital social e institucional, el Buen Vivir que surge, cuyo corazón se encuentra en los sindicatos de clase en estrecha alianza con la economía social, los pueblos y los Ayuntamientos como Administraciones vinculadas a las poblaciones enraizadas en sus territorios, caracterizado por una visión a largo plazo, con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales, reguladas y vinculadas con el bien común y el interés general. A la rentabilidad y productividad de los propietarios del capital financiero especulador se le contrapone la rentabilidad y productividad social y la competitividad de los territorios cualificando a su población que se desarrolla mediante la innovación endógena, haciendo compatible el bien público con el bien privado de sus habitantes.

La respuesta a la crisis del capital financiero internacional desde el Buen Vivir busca satisfacer las necesidades de la humanidad garantizando la continuidad de la Vida y de la humanidad atacando su raíz: la desigualdad y polarización social y de rentas. Con la renta básica se garantizará la subsistencia y se dotará de autonomía y dignidad a las personas sobre el capital. Con la reducción de jornada y la generalización del empleo con sueldo digno a toda la población en igualdad de condiciones se garantizará la producción de los bienes y servicios necesarios socialmente garantizando la necesaria demanda para las empresas y autónomos de la actividad productiva. Con la participación en la gestión de las empresas y la generalización de la economía social se liberará todo el potencial creativo de una verdadera sociedad del conocimiento, donde la innovación no se enfocará hacia la sociedad de consumo y despilfarro sino hacia el incremento del bienestar y felicidad de las personas con el menor coste social posible. Con la incorporación trasversal de la visión medioambiental, considerándonos como humanidad fruto y parte de la Vida (la Tierra no es nuestra, nosotros somos suyo; su parte consciente y responsable de su continuidad) renunciaremos al despilfarro irresponsable y al consumo suicida. Al limitado y espurio concepto de productividad y rentabilidad de las empresas privadas, para beneficio exclusivo de miembros de los Consejos de Administración, se le contrapone el amplio y solidario de la productividad y rentabilidad social. Con un sistema financiero público, universal y con tipos de interés negativo, eliminaremos la especulación financiera y dispondremos de un sistema financiero que promueva y dinamice la actividad productiva, el empleo y la satisfacción de las necesidades sociales, incluyendo la continúa investigación y desarrollo de nuevas técnicas y conocimientos. Con la generalización de la evaluación participativa de las políticas públicas generalizaremos la democracia participativa, profundizando en su calidad y cotidianidad, a la vez que garantizaremos con ella el control de la ciudadanía a la corrupción y al abuso de poder.

 

3.- Economía política alternativa al fundamentalismo neoliberal

El Buen Vivir es mucho más que una teoría económica para el desarrollo. Implica los objetivos, motivaciones y valores alternativos a la organización económica, social, política y de valores hegemónicos actuales. Es más, pero tendrá que incluir una Economía política alternativa del Buen Vivir, cuyo valor básico será la solidaridad y la cooperación frente al individualismo y competitividad del actual sistema capitalista.

En un mundo donde el capital es el factor económico dominante la teoría económica neoliberal se configura como el principal instrumento vehiculizador de su hegemonía, entendida como mecanismo de «dirección consentida» por la mayoría, aquel que es capaz de atraer y hacer actuar porque lleva a la conformidad o a la imitación. Para ello se recubre de carácter «científico», neutro y técnico al margen del interés de clase, nacional o partidista.

 

Los perjudicados por las políticas neoliberales somos la inmensa mayoría de la humanidad, pero respondemos de forma fragmentada, en multitud de movimientos dispares en objetivos y lugares geográficos. Esta diversidad que es enriquecedora por si, sin embargo, dispersa la acción política, difumina su potencial transformador. Existe un exceso de diagnósticos y de críticas pero una gran carencia de recetas terapéuticas, de indicaciones para la acción. Solemos navegar políticamente sin brújula. Necesitamos de un programa alternativo que sirva de instrumento aglutinador de los más diversos sectores populares y, además, para unificar la acción en los elementos decisivos y estratégicos para avanzar. Para responder a esta demanda surge el concepto de Buen Vivir.

Históricamente la humanidad avanza con una serie de procesos fallidos de los que aprende, pero cuyos fracasos van acompañados de grandes sacrificios, sufrimientos y desesperanzas desmovilizadoras para el futuro inmediato. La Economía Política alternativa se irá construyendo paralelamente con la acción transformadora de las luchas sociales, aprendiendo de ellas como está ocurriendo actualmente en Foros Sociales Mundiales, en multitud de municipios integrados en la Red de Autoridades Locales, en la experiencia de los Gobiernos Autónomos y en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Túnez, Egipto, Islandia, Bután, etc. que se atreven con mayor o menor coherencia a contradecir los designios de los poderes dominantes. Pero ya podemos y necesitamos ir avanzando la visualización de nuestra meta, hacia donde vamos.

La Economía Política alternativa del Buen Vivir surge de la realidad y de la necesidad. Son los procesos reales en la sociedad, en las empresas, en el sector público, en la economía internacional los que nos señalan las puertas a cruzar y los caminos para andar. Se trata de ofrecer las respuestas lógicas, coherentes y sensatas a los problemas que van surgiendo en cada una de las áreas en las que se desenvuelve la acción humana desde la defensa de los intereses de la humanidad. Respuestas que espontáneamente se están desarrollando ante la necesidad e inspiradas en la creatividad e iniciativa del ser humano, pero dispersas, incompletas y llenas de contradicciones al actuar en un entorno hostil que ya no le corresponde. En definitiva, se trata de desarrollar la Economía Política (Teoría Económica en términos neoliberales) consecuente y coherente a un mundo donde el factor económico fundamental ya no es el capital sino el ser humano, descubrir y describir las leyes de funcionamiento que lleven a su plenitud la denominada sociedad del conocimiento.

La teoría Económica neoliberal esta sustentada sobre los valores del egoísmo, la avaricia, la vanidad, y la envidia. El resultado es una sociedad de individualidades solitarias, consumistas, competitivas, depresivas e infelices. La Economía Política alternativa deberá avanzar en las bases necesarias para una sociedad donde el interés individual se realiza integrado en y por el logro del interés social, del interés general; el ser humano se antepondrá al tener y no se mercantilizará; la sostenibilidad medioambiental sustituirá al consumo y el despilfarro; y la diversidad será un factor que enriquecerá a la humanidad.

Los indicadores y ratios utilizados por la Teoría Económica neoliberal están en consonancia con su objetivo básico de crecimiento ilimitado y consumismo. El Producto Interior Bruto (PIB) es el indicador de la salud económica de los países y los beneficios obtenidos en las empresas, así como las ventas realizadas el indicador de satisfacción de las necesidades sociales. El PIB no mide adecuadamente los cambios que afectan el bienestar de las personas ni de las sociedades.

Al crecimiento medido en PIB, mal vivir del sistema del capitalismo financiero internacional, se le opone el Buen Vivir, el sistema de las personas por y para las personas y la Vida, con más bienestar, seguridad, tranquilidad y realización individual de ciudadanía integrada en sus colectividades, es decir, se le opone el sistema del capital social e institucional vinculado a las poblaciones y sus necesidades localizadas en territorios. Este Buen Vivir supone un «decrecimiento» medido en PIB. Que baje el PIB para nada significa que se viva peor o se tenga menos. Si los servicios públicos fuesen universales e incluyese un magnífico servicio de transporte público, sanitario, agua potable, energía, educación, etc. sin necesidad de ser facturados no figurarían en el PIB como hoy no figuran las imprescindibles para la sociedad actividades reproductivas, de cuidados y relaciones comunitarias desarrolladas masivamente por mujeres y que no se facturan, y sin las cuales seríamos mucho más «pobres» e infelices, además de inviables como sociedad humana. El PIB es una cuestión de «contabilidad» no de bienestar. Por eso hay que hablar de «Buen Vivir» en contraposición con el «Mal Vivir» de ahora con la mercantilización de todos los aspectos de la Vida.

Este Buen Vivir supone un «decrecimiento» medido en PIB por tres motivos:

1. Si actualmente el capital financiero supone más del 40% del PIB mundial y debería significar sólo en torno al 5-6% (lo que representaba en 1971 con el sistema dólar-oro fijo de Bretton Woods) significa que si eliminamos la especulación el PIB tal y como se contabiliza ahora se reducirá en torno a un tercio (más o menos 40% – 6% = 34%) Viviremos mejor con menos.

2. Si hacemos la imprescindible y urgente revolución energética con las energías renovables y la «democratización de la energía» que ya es técnicamente real en determinadas zonas-islas locales en base a solar y eólica, que suponen una inversión inicial pero después sólo el mantenimiento, se reduciría la factura de compra de petróleo, la de su transporte y la contaminación atmosférica bajando el PIB. A esto hay que añadir el desarrollo de la soberanía alimentaría y sus efectos añadidos.

3. Si desmontamos la sociedad de consumo y despilfarro del consume y tira por una sociedad de satisfacción y consumo responsable y verdaderamente sostenible, estaremos reduciendo las facturaciones de las empresas y el PIB tal y como actualmente lo contabilizamos. Tendremos mejor cubiertas las necesidades sociales y habrá menos carencias que ahora. Tendremos más calidad de vida e incluso tendremos mejores servicios públicos con menos propiedad individual sobre ellos.

A los objetivos, motivaciones y valores del capital financiero internacional se le contraponen los objetivos, motivaciones y valores del capital social e institucional. Al crecimiento de la tasa de ganancia del capital, autonomía para sus gestores y supervivencia del sistema del capital financiero especulativo internacional, se le contrapone la supervivencia de la Vida, la humanidad y las personas, la seguridad y tranquilidad en el futuro sostenible y la participación en la determinación de sus vidas con la democracia participativa. Al deseo de acumular riquezas y poder en un individualismo competitivo irreal y suicida como motivación del sistema del capitalismo financiero internacional le contraponemos la motivación de una sociedad inclusiva e integradora de personas felices y cooperadoras que comparten la satisfacción de sus necesidades con bienes y servicios públicos gestionados y compartidos democráticamente. A los valores de egoísmo, avaricia y vanidad del sistema actual se le contraponen los de universalidad, solidaridad, cooperación y respeto.

Crear los indicadores reales en las empresas, Estados y en la sociedad que señalen el bienestar, cohesión y desarrollo humano sostenible será una prioridad para poder desarrollar la Economía Política alternativa del Buen Vivir. Será necesario en muchos casos dotarnos de la base de datos para estos indicadores de los que se carece.

La organización de la empresa y su funcionamiento interno es otra de las áreas fundamentales. Como se garantiza la producción de los bienes y servicios para la sociedad, promoviendo la iniciativa y la creatividad innovadora de los equipos de trabajo, con modelos de democracia laboral, gestión ética y responsabilidad social corporativa; con que tipo de incentivos se retribuyen a las empresas y personal asalariado. La Economía Política alternativa del Buen Vivir deberá apoyarse en las experiencias exitosas de la Economía Social, que en España cuentan con el modelo único en el mundo de las Sociedades Laborales, anónimas y limitadas, que están abriendo claramente el camino al poner en el centro de su actividad el empleo participativo en propiedad y trabajo, obteniendo mejores resultados en productividad e índice de supervivencia dentro de la jungla competitiva del mercado actual. Adaptar las recientes herramientas de gestión del conocimiento a la empresa de futuro tiene cierta prioridad, ya que son a su vez catalizadores que aceleran el cambio.

La economía local es quizás el más urgente por su cercanía a la ciudadanía y a su importancia para la cohesión social. Es necesario saber cuáles son las cosas adecuadas y la forma adecuada de ejecutarlas para lograr la implicación, participación masiva, movilización y el apoyo popular de forma continuada, el desarrollo de la sociedad del conocimiento desde los Ayuntamientos.

El desarrollo participativo en los territorios es otro campo que promueve experiencias enriquecedoras que, sin embargo, se agotan por los cambios políticos provocados en los procesos electorales y la carencia de un proceso institucionalizado de evaluación de las políticas públicas locales. El concepto de capital social e institucional es esencial en la conformación de la nueva Económica Política alternativa del Buen Vivir, ya que es el nuevo factor económico fundamental, el ser humano en sociedad, que se contrapone al capital financiero internacional. Capital social que hay que redefinir, no nos vale las definiciones y valoraciones efectuadas hasta ahora por entidades vinculadas a las entidades financieras cuya ratio base es la renta. La participación coordinada y cooperativa de lo público y la sociedad civil se contrapone al interés individualizado, enfrentado y competitivo característico del sistema capitalista que muere en todas las experiencias que se producen. Promoverlas, difundirlas, elaborar protocolos de implementación y evaluarlas exige equipos especializados para esta faceta de la nueva Economía Política alternativa del Buen Vivir.

El papel de las finanzas públicas de los Estados-nación esencial hasta que se desarrolle un verdadero gobierno mundial es otra de las materias esenciales de la nueva Economía Política alternativa del Buen Vivir. A pesar de que las empresas transnacionales se han liberado de los Estados-nación para operar libremente y reducir todo tipo de obligaciones fiscales, recurren, sin embargo, a los Gobiernos para que le faciliten los negocios. Las transnacionales más importantes se benefician de intervenciones específicas de los Estados nacionales mediante financiamiento público que proviene del contribuyente fiscal. Paralelamente los Estados-nación pierden el control de las herramientas claves para la política monetaria, fiscal, comercial y hasta presupuestaria por los condicionantes impuestos desde instancias como la Comisión Europea y organismos financieros internacionales no democráticos. Ejercer la lucha ideológica que rompa la hegemonía del capital en este campo es una tarea que ya se está desarrollando por los movimientos sociales a los que hay que fortalecer con los criterios y datos objetivos oportunos.

La nueva estructura e instituciones económicas internacionales necesarias para la nueva etapa ya están surgiendo por la presión de los países emergentes.

La Economía Política alternativa se tiene que desarrollar mediante la crítica de lo que hay, que se viene ejerciendo por multitud de medios y que está en la base de la perdida de hegemonía del capital al expresar el conocimiento y la conciencia adquirida por los sectores y pueblos dominados en sus movilizaciones que ya no aceptan la dirección del mismo; pero sobre todo en su aspecto asertivo, constructor de un nuevo paradigma, el cemento que adhiere las partes para el necesario Bloque Social alternativo del Buen Vivir.

Esta Economía Política alternativa tiene que aprender de la acción, las movilizaciones y la creatividad de la humanidad. Aprender actuando, evaluando y difundiendo las buenas prácticas.

4.- Sistema financiero internacional alternativo del Buen Vivir

Dentro de la Economía Política alternativa del Buen Vivir cobra una importancia especial la alternativa al sistema financiero internacional, ya que es el origen de la actual situación de crisis sistémica y civilizatoria, de una sociedad de consumo agotada y deformada financieramente. El cáncer que mata por hambre a 50.000 personas diarias, que empobrece y excluye a millones, provoca que 250 millones estén permanentemente emigrando de sus lugares de origen, que esté en peligro la supervivencia de Gaia, la Vida en el planeta, se estrangule la economía productiva que crea bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades sociales, y se le haya robado la soberanía a los pueblos y a las personas.

La economía internacional padece un cáncer terminal: su financiarización. En 1971 había una operación financiera por cada una de la economía productiva, existiendo la necesaria correspondencia entre producción de bienes y servicios y su financiación. En 1990, inicio de lo que mal denominamos «globalización», ya existían 15 financieras por cada una de la economía productiva, denominada también «real». En 2007, inicio de la actual crisis terminal del capitalismo financiero, esta relación había aumentado a 73,5 veces, que se ha multiplicado por más de tres en los cuatro últimos años. Cualquier corazón de un organismo vivo que aumentara de tamaño a esta velocidad, permaneciendo el resto del cuerpo igual, se vería como una anormalidad cancerígena en cualquier diagnóstico.

La teoría económica oficial ha pasado de justificar una economía productiva para satisfacer necesidades sociales y un sector financiero al servicio de esta economía productiva, a justificar que el sector financiero estrangule a la economía productiva y que las necesidades sociales queden supeditadas a un crecimiento del PIB que carece de sentido común y de valores éticos. No habrá salida a la crisis si no eliminamos la especulación financiera sobre bienes alimentarios, energéticos, deudas soberanas de los países y sobre toda la economía productiva, que reducirá el PIB aumentando la estabilidad financiera y la satisfacción de las necesidades de la humanidad.

El Sistema Financiero Alternativo debe garantizar y ser coherente con los objetivos, motivaciones y valores de la nueva sociedad del Buen Vivir. No va a ser el «crecimiento», productividad y competitividad, el PIB los que creen la dimensión medioambiental y social. Al contrario, será el «Buen Vivir» la promoción de la justicia, equidad y cohesión social junto con la integración en nuestras vidas de las exigencias medioambientales las que harán posible un mundo sostenible con satisfacción de las necesidades sociales. Un mundo donde la esperanza de vida, educación, sanidad, seguridad a lo largo de la vida, integración y participación en la determinación del propio futuro permitan y sean los indicadores pertinentes para alcanzar altos índices de felicidad.

El cambio climático, crisis alimentaría, flujos de emigrantes y la crisis del sistema financiero global exigen cambiar el enfoque individualista y competitivo por planteamientos solidarios y cooperativos; cambiar el enfoque a corto plazo por el enfoque a medio y largo plazo; revalorizar el papel de lo público y del Estado como garante, regulador y proveedor de bienes públicos esenciales; imponer un sistema financiero internacional público que impida la especulación y la opacidad de los paraísos fiscales; avanzar en construir  un Gobierno del mundo democrático, legítimo y transparente, que pasa por una verdadera legislación internacional con poder para exigir que se defiendan los Derechos de la Tierra, de la humanidad y de las personas individuales, con este orden de prioridad.

El sistema financiero basado en intereses negativos de forma sistémica será el alternativo al actual, ya que garantiza e implica:

 

  1. Que paguen a partir de ahora por el uso del capital los poseedores del mismo.
  2. Que nadie desee ser propietario del capital de banca privada, por lo que este deberá ser nacionalizado y público , como ha debido ocurrir ya a causa de la crisis financiera internacional y la nacionalización de las pérdidas de las entidades financieras.
  3. Que el  coste habrá de ser prorrateado entre toda la población , como ocurre con la provisión de cualquier otro servicio público.
  4. Que desaparezcan las burbujas financieras y las prácticas especulativas.
  5. Que se promueva la política de decrecimiento monetario y la incentivación de la producción de bienes duraderos y públicos.
  6. Que se financie sólo proyectos que no atenten contra el bien común de la humanidad ni con los generales de cada comunidad .

Con el establecimiento del Impuesto sobre las transacciones financieras (ITF) y un sistema financiero público, universal y con tipos de interés negativo, así como con impuestos directos progresivos eliminaremos la especulación financiera y dispondremos de un sistema financiero que promueva y dinamice la actividad productiva, el empleo y la satisfacción de las necesidades sociales, incluyendo la continúa investigación y desarrollo de nuevas técnicas y conocimientos.

Imaginar el Sistema Financiero para el «Buen vivir» no es difícil. Lo complicado es gestionar el cambio del actual al nuevo. Quién controla el Sistema Financiero controla el Poder, y no lo cederá sino por la fuerza. Tan sólo una gran fuerza social creará el necesario impulso político para imponerlo.

5.- Buen Vivir y la ciudadanía universal

No esperemos que el mundo cambie, actuemos para provocar el cambio en el mundo impulsando el principio de la ciudadanía universal; así como una Declaración universal de los Derechos de la Naturaleza en las Naciones Unidas.

El desafío de construir un nuevo paradigma civilizatorio que asegure una relación armónica entre los derechos de los seres humanos y los de la Madre Tierra, y que a su vez permita pensar y definir nuevas políticas sobre desarrollo y migración implica la construcción de poderes locales, regionales, nacionales y mundiales, que permitan gradualmente ir ganando espacio en la definición de agendas públicas, programas y proyectos de desarrollo con un enfoque de derechos plenos para todos los habitantes del planeta: la construcción colectiva de una Ciudadanía Universal, con el fortalecimiento de las organizaciones de emigrantes y sus comunidades de origen como los nuevos agentes de la transformación social.

La libertad y la ciudadanía nacen históricamente vinculadas a los impuestos. La globalización neoliberal del capital financiero internacional, especulador y depredador, nos lleva a exigir un impuesto a las transacciones financieras (ITF) y un Nuevo Orden Financiero y Fiscal Internacional. Dos siglos después un nuevo impuesto abre el camino para que la humanidad recupere su libertad, igualdad y fraternidad. Nos lleva a la conciencia de ser parte de un solo planeta, de una sola humanidad que debe tener un solo Gobierno mundial democrático, legítimo y transparente.

Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores, al redactar la Declaración de Independencia de los EE UU dio origen al concepto de ciudadanía que se contraponía a la imperante hasta entonces de súbdito. Con ello nacía la soberanía popular y el primer documento político del actual sistema capitalista. Fue el origen de un nuevo tiempo. El nuevo concepto de ciudadanía universal marca el fin del actual sistema abriendo la puerta de un nuevo tiempo para la humanidad. Está provocando el cambio más grande que haya vivido la humanidad. Las presiones sociales que está generando se acumulan, como las fricciones tectónicas previas a los movimientos sísmicos, y darán luz cuando se cumpla su tiempo. Los países desarrollados se quedan rezagados en este proceso de transformación, sufriendo su ciudadanía más que las otras por el empecinamiento de sus dirigentes en los valores y aptitudes que mueren al negarse a asumir estas necesarias e imprescindibles transformaciones para el Buen Vivir. El cambio y la transformación son imparables. Nace la ciudadanía universal, un nuevo tiempo para la humanidad.

6.- Creando el espíritu único para toda la humanidad

L a agonía del sistema capitalista, la mal llamada globalización, está provocando cambios fundamentales en todo el mundo. La velocidad a la que están cambiando las culturas establecidas como resultado de la mezcla de personas e ideas y de la circulación de bienes y servicios hace que el único modo de que las culturas construyan de forma creativa un futuro común es mantener un diálogo entre todas, en vez de refugiarse en un paradigma de identidad exclusivo o abandonar su legado cultural ante una mundialización política y económica homogeneizadora.

Hay que darle a la mundialización un ritmo cosmopolita en todos los continentes, en todas las civilizaciones, en todas las culturas para que el mundo pueda pertenecer a todos porque no pertenezca a nadie en exclusiva.

Un mundo que contiene todas las creencias y todas las culturas es un mundo comprometido con el espíritu de la diversidad. Exhibir intensamente su diversidad como un sentimiento de pertenencia y una forma de solidaridad entre las diferencias. Esta perspectiva transversal de la cultura dará al mundo la oportunidad histórica de pluralizar su identidad. Una diversidad que no sólo promueve la innovación, base del desarrollo económico y social sostenible, sino que también crea un sentimiento de comunidad que establece un equilibrio entre la promesa de libertad y una ética cosmopolita de apertura al otro. Este imaginario social cosmopolita tiene la firme ventaja de que reconoce los problemas del derecho a un mundo habitable y, al mismo tiempo, aborda la importante cuestión del derecho de la naturaleza-mundo, de la sostenibilidad de las condiciones para la vida.

La humanidad ha de sentir que comparte un horizonte común con el Planeta. Ese derecho a unirse y a compartir su destino es el que da a la humanidad de hoy, a la que es, el derecho a ser distinta de todas las anteriores, el actual desafío para superarse a si misma en este trascendental momento histórico por el que transitamos. La visión de la humanidad como «una unión de diversos» genera una dinámica poderosa porque da prioridad a la lógica de la solidaridad por encima de las diferencias.

La humanidad y el mundo, como horizonte común de diálogo entre diversos, es un gran lugar de aprendizaje para los representantes de distintas tradiciones religiosas y culturas étnicas. Lo más importante es que este espíritu de diálogo, presente como auténtico cimiento del mundo que nace, es el que establece los criterios para el reconocimiento del otro en nosotros. El diálogo sólo puede ser fructífero entre personas que son distintas unas de otras y que respetan mutuamente sus diferencias. Por tanto, el diálogo como una facultad de comunicación que implica «hablar» y «escuchar» tiene la capacidad de contribuir a la supervivencia y el crecimiento de nuestra propia diferencia.

Lo que pide una cultura del diálogo no es sólo tolerar, sino afirmar las diferencias por sí mismas y como forma de facilitar un sentimiento de solidaridad y pertenencia común. Parte de la premisa de que cada cultura y tradición sólo puede mantener su identidad en un contexto en el que hay una preocupación por la humanidad en general. Es decir, la diversidad sólo puede florecer en un espacio en el que hay un reconocimiento general de su valor.

La humanidad del Buen Vivir encuentra su significado en la inclusión del otro, en su diferencia. Es ese derecho a seguir siendo otro el que posibilita la interculturalidad. Como tal, el Planeta entero será un espacio de cultura cívica cosmopolita, no a pesar de nuestras diferencias y divergencias, sino gracias a nuestras diferencias y divergencias.

En esta visión de la humanidad y del mundo del Buen Vivir es posible construir un valor común, una especie de co-esencia e interrelación, que cree la conciencia de que el sentimiento de ser humano empieza en el esfuerzo incansable para comprender un Planeta Tierra y su humanidad plural eliminando las causas y las condiciones que crean y perpetúan las polaridades de «nosotros» y «ellos».

Sólo el diálogo intercultural nos permitirá ser conscientes de que las culturas no son ni han sido nunca estructuras monolíticas, rígidas y estáticas. Ninguna cultura que no sea tolerante hacia otras culturas puede desarrollarse. Pero la tolerancia no basta: tan importante es el concepto de «responsabilidad» por otras culturas y por la propia. Si tolerancia significa no interferir en las formas de vivir o de pensar del otro, «responsabilidad» sugiere una reacción ante la «diferencia» del otro. Es cuidar del espacio que compartimos con otros, que precede y sucede a nuestras vidas pasajeras. Es una reacción permanente a nuestro vivir unidos. Para administrar esa relación, la humanidad necesita desentrañar y negociar las distintas identidades mediante el hallazgo de una lógica del hecho de vivir juntos que sirva de compromiso creativo entre diferentes comunidades.

Lo más importante es que una ética común de mutua comprensión cultiva un sentimiento común de pertenencia a una única humanidad. No hay una civilización, ni religiosa ni cultural, cerrada que proteja su identidad contra la influencia de otros. Porque una civilización que tema otros espacios de identidad y no pueda entablar diálogo con ellos no puede dialogar con su propio pasado, presente y futuro. Por consiguiente, para conversar con otras civilizaciones y culturas, es preciso que se abra a otros y, al mismo tiempo, entable un diálogo autocrítico consigo misma. La ciudadanía se abrirá a una variedad mucho mayor de posibles valores comunes en el ámbito mundial. La mundialización necesaria que cree el espíritu único para toda la humanidad tiene que representar un refugio pacífico para aquellos que buscan compartir sus diferencias con otros, pero también otorga un espíritu que es mayor que la suma de sus partes. Ése es el auténtico mensaje de diversidad que el proceso de unificación de la humanidad del Buen Vivir encierra.

7.- El Buen Vivir.

Tenemos que volver al trabajo y la voluntad firme de las personas, que junto a los recursos que nos ofrece la Madre Tierra, tienen el Poder para transformar las realidades. L os indicadores y métodos de análisis de la teoría económica, social y política vigentes provocan la pérdida de la adecuada orientación en las medidas y actuaciones tomadas en la búsqueda de la salida a la crisis, por lo que tenemos que crear nuestros propios indicadores. Para que nazca lo nuevo ha de morir lo viejo. Pero se avanza desde la limitación de los Estados-nación que difícilmente navegan en el tormentoso mar de los mercados internacionales.

De la negación de la crisis del sistema a finales de 2008 se pasó a buscar responsables individuales sobre los que descargar la ira de los damnificados. Con las reuniones del G-20 se intentó negociar una salida dentro del propio sistema, con la misma forma de hacer las cosas, con más consumo y más endeudamiento, entre «todos», incorporando a los cada vez más fuertes países emergentes del BRICS. A medida que pasa el tiempo vemos que eso no es posible. Las tensiones entre los diferentes Estados y actores políticos que defienden intereses contrapuestos se agudizan.

Existe una salida pacífica en la correcta dirección del Buen Vivir aceptando que tenemos que hacer las cosas de otra forma, con otros objetivos, con otros valores y motivaciones. La crisis financiera del capitalismo agonizante se supera trascendiendo el propio sistema capitalista, trascendiendo nuestra propia realidad haciendo avanzar el nivel de conciencia de la propia humanidad.

Con el Buen Vivir se trata de poner fin para siempre a todo tipo de dominación rompiendo las reglas del juego e instaurando nuevas reglas, nuevos valores sociales, nuevas leyes. Hay que instaurar un nuevo comienzo, el origen de un nuevo tiempo para la humanidad que restaure el equilibrio y la armonía entre el bienestar de toda la humanidad, la biodiversidad y la realización individual y creativa de las personas. A partir de ahora la humanidad tiene que hacerse cargo de construir su propio futuro de acuerdo con la razón y con una ética de la vida que coloque al ser humano y sus condiciones de supervivencia y sostenibilidad, es decir, integrado en la Vida con mayúscula de la naturaleza, de la que es producto y parte, en el centro de la historia, instituciones y leyes. Un nuevo espíritu que recupere valores perdidos y añada los necesariamente nuevos para este nuevo tiempo que nace.

La hegemonía del pensamiento neoliberal ha roto todos los equilibrios poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad y la propia existencia del sistema integrado de Vida que es la biosfera, Gaia, la Gran Madre. El individualismo exacerbado y la mercantilización extrema de la naturaleza y del ser humano han promovido principios seudomorales en las sociedades que nos han llevado a exaltar las cualidades humanas más degradantes, colocándolas como las virtudes más altas: egoísmo, avaricia, vanidad y envidia mueven la sociedad de consumo y despilfarro que nos ofrecen como panacea y provocan la insatisfacción y la inseguridad permanente como sentimiento y emoción dominante en sociedades y comunidades desintegradas. La satisfacción de las necesidades materiales básicas no se cubre en un altísimo porcentaje de la humanidad que peligra con aumentar escandalosamente, por la acumulación de recursos en manos de élites cada vez más reducidas en una humanidad cada vez más desigual y polarizada, y que arrastran al Poder político-militar de las sociedades humanas a nuevas dictaduras y neofascismos.

Ha llegado el momento para estos cambios. Vivimos el final del capitalismo como modo de producción hegemónico, porque es vital para la humanidad que así ocurra. Pero no caerá sólo. Tiene que ser el conjunto de la ciudadanía mundial, con su voluntad y decisión, con su movilización, quién lo haga caer. Tenemos que recuperar el equilibrio y la armonía entre el paradigma ideológico dominante, los sentimientos, emociones y valores, la ética social, la satisfacción de las necesidades básicas de la humanidad y un Poder político-militar y social legítimo basado en la implicación y participación en las políticas públicas de la ciudadanía, en una amplia y profunda democracia participativa en el seno de la humanidad. Y el equilibrio y la armonía entre la humanidad y Gaia, la Gran Madre Virgen, la biosfera de la Tierra.

Se comenzó con la siembra de las ideas. Otro mundo es posible, necesario y urgente. Después las ideas se transforman con los sentimientos, emociones y valores en el corazón de las personas. Posteriormente es necesario que este otro mundo posible desarrolle las ideas de su sistema productivo, financiero y distributivo alternativo. Y esta es la tarea ahora del Buen Vivir. Hay que desarrollar los ejes esenciales de una Economía por y para la Vida, y como elemento esencial de ella los fundamentos de un sistema financiero alternativo para el Buen Vivir. Cuando el tiempo se haya cumplido, si las ideas se extiende por toda la ciudadanía del mundo la movilización será increíble, y la conciencia de ciudadanía universal dará un salto irreversible. Por último, la elaboración de las nuevas leyes, la primera Constitución del Mundo donde se determinen los ámbitos de competencia por niveles territoriales y la universalización de los seis elementos básicos: la construcción de un mundo ecológico, con igualdad de género, imperio de los derechos humanos, realización personal, convivencia pacífica multiétnica y democracia participativa. Esta tarea debe estar coordinada por un/a defensor/a a ultranza de la evaluación participativa de las políticas públicas, ya que debe impregnar toda legislación a todos los niveles porque es la garantía para que los demás elementos esenciales también se den y perduren en el tiempo.

No disponemos de una teoría de la transición y del cambio político, pero el universo vive de emergencia. En emergencia se da algo sorprendente: energías que se van acumulando y de repente aparece un salto cualitativo. Vivimos una de estas emergencias: la fase planetaria de la conciencia y la unificación de la especie humana, reunida en una gran familia en la misma casa común, el planeta Tierra, y el retorno al sentido común y a los valores éticos para organizarnos y autogobernarnos.

Hoy la clave para avanzar está en aglutinar a todas las sociedades sobre la implantación de un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) internacionales y la eliminación de los centros offshores y paraísos fiscales. Exigir el ITF implica denunciar la injusticia fiscal existente, la desigualdad, irracionalidad e inmoralidad suicida en la que estamos; implica la urgente necesidad de una revolución ética y extender la indignación social. Conseguirlo implica la gestación de órganos gestores que se encarguen de su implantación, gestión y cobro, así como, de los criterios de controles y rendición de cuentas del mismo. Lo que es igual a establecer y desarrollar órganos de democracia global. Exigirlo es poner en marcha el proceso de cambio del actual sistema a otro mundo mejor, el del Buen Vivir que nace exigiendo una ciudadanía universal como nuevo Poder soberano sobre el que edificar el primer Gobierno democrático, legítimo y transparente de nuestra casa común, nuestra Pacha Mama, el sistema integrado de Vida al que pertenecemos, nuestra y nosotros suyos, Gaia.

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