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La oposición se desinfla en Bielorrusia hasta alcanzar el tamaño de sus ínfimos resultados electorales

Manual para elecciones inaceptables

Fuentes: Insurgente

La campaña contra Lukashenko se ha desatado, esquemática, uniforme y mentirosa, en Falsimedia. En la edición del lunes, 20 de marzo, horas después de que las autoridades electorales de Bielorrusia anticipasen los primeros resultados de las elecciones presidenciales, El País continuaba una campaña de diseño que había denunciado el fraude electoral mucho antes de abrirse […]

La campaña contra Lukashenko se ha desatado, esquemática, uniforme y mentirosa, en Falsimedia. En la edición del lunes, 20 de marzo, horas después de que las autoridades electorales de Bielorrusia anticipasen los primeros resultados de las elecciones presidenciales, El País continuaba una campaña de diseño que había denunciado el fraude electoral mucho antes de abrirse las urnas. Como en las primeras elecciones en Yugoslavia posteriores a los bombardeos destructores y criminales de la OTAN, los paladines de la democracia con resultado aceptable, EEUU y Europa, habían coaccionado fuertemente a lo que ellos denominan «sociedad civil» bielorrusa amenazando con medidas de castigo económicas y políticas en caso de que las elecciones no tuviesen el resultado deseado por occidente. La extorsión preelectoral no funcionó adecuadamente. Por eso, Pilar Bonet, como tantos otros periodistas bien pagados, tiraba de dossier y estructuraba la información de acuerdo con algunas normas preestablecidas. Todos ellos iban a construir la opinión pública sobre un nuevo sujeto de preocupación internacional: la Bielorrusia del que los EEUU llaman, el último dictador de Europa.

En principio -aún antes de que la OSCE lanzase su primer informe preliminar- las elecciones son calificadas, sin más explicaciones, de fraudulentas: «La oposición desafía en la calle el triunfo fraudulento de Lukashenko en Bielorrusia».

En la versión que hace El País, Lukashenko aparece como un hombre violento que ya hace muchos años, en la época de la perestroika, cuando era director de una explotación agrícola del estado, golpeaba a los «campesinos que no cumplían sus exigencias». Con estos precedentes, Bonet puede recoger la grave acusación de que el presidente bielolorruso ha hecho desaparecer «en extrañas circunstancias» a políticos opositores. Lo de «extrañas circunstancias» debe referirse a los nombres y a los datos de esas personas y sucesos, que no aparecen en ninguna de las denuncias vacías que repiten los periodistas como para superar las evaluaciones de Falsimedia.

Bonet nos informa también de las simpatías de Lukashenko por Hitler -también sin dato complementario alguno- y repite esa supuesta frase del presidente bielorruso quien amenazó con «retorcer el cuello como a patitos» a quienes dirigiesen el golpe de estado que proyectaba la oposición (Bonet). En otras versiones del mismo periódico la pintoresca y espeluznante amenaza se dirige «a los observadores internacionales que intenten poner en duda que las elecciones han sido una grotesca estafa (sic)» (Hermann Tertsch).

Bajo esta envolvente de violencia, desapariciones y amenazas de asesinato se nos dice muy poco más. El propio informe de la OSCE no menciona ninguna manipulación de las votaciones ni tampoco cuestiona los datos sobre una altísima participación.

En realidad la OSCE parece estar hablando -con algunos retoques de menor importancia- del referéndum para la Constitución Europea en países como España cuando acusa de: «restricciones arbitrarias a las campañas de los candidatos de la oposición, propaganda en los medios estatales a favor del presidente, obstrucción del trabajo de la prensa independiente y presiones sobre el electorado».

Pilar Bonet, que según dice recorrió varios colegios electorales debió de observar un proceso impecable y muy concurrido. Su única observación es cuestionar el desinterés de los observadores locales.

Entre tanta observación preparada en el avión antes de llegar a Bielorrusia asoma la verdadera naturaleza del diagnóstico de los EEUU y de Europa, cuando la corresponsal de El País hace una pequeña semblanza de Alexandr Lukashenko y nos dice de pasada:

«Al llegar a la presidencia del estado en 1994, comenzó a frenar las reformas dirigidas hacia la creación de una economía de mercado, congeló las privatizaciones, restableció los precios regulados y creó un sistema de garantías sociales mínimas».

En otras palabras, aseguró los servicios públicos, evitó los enriquecimientos fraudulentos e ilícitos, bloqueó la venta a bajo precio del patrimonio colectivo a las multinacionales, garantizó la alimentación y la salud para todos los ciudadanos, y fortaleció el sistema de garantías y de inclusión social para todos.

Pilar Bonet, del significado de todo eso, no nos dice una palabra.

Como había hecho con Pedro Carmona cuando era triunfador del golpe contra Chávez en Venezuela, y casi con las mismas palabras, El País nos resume la personalidad del candidato de los Estados Unidos y de la UE en Bielorrusia en una pequeña reseña titulada: «Milinkevich, un hombre que inspira confianza».

El hombre, dice el diario, «causa una buena impresión inicial», «encarna un proyecto de renacimiento de su país», «está preparado moralmente para lo que pueda venir» y «con distintas becas ha estudiado en EEUU, Francia y otros países de Europa».