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Ante el próximo congreso del PCCH, el investigador Rubén Laufer analiza el período maoísta

«Mao fue uno de los hombres que más hizo por los explotados y los oprimidos del mundo»

Fuentes: Rebelión

El 1º de octubre de 1949 se constituyó la República Popular China. Al cumplirse un nuevo aniversario entrevistamos a Rubén Laufer, quien ha publicado numerosos artículos sobre China.

-¿Qué podemos hablar de Mao Tse-Tung? ¿Qué podemos dialogar acerca de la realidad de China respecto a las bases que estableció este líder político? 

-Mirá, lo primero que me parece a mí que hay que recordar es que Mao Tse-Tung fue un revolucionario y una gran personalidad del siglo XX. Como vos decís bien fue uno de los fundadores del Partido Comunista en 1921 y lo importante para nosotros es que condujo al pueblo chino al triunfo de la revolución que llamaba ‘nueva democracia’ en 1949, o sea, después de 25 largos años de guerra popular, por un lado, y de guerras también contra la ocupación del imperialismo japonés. Y contra los llamados ‘nacionalistas’ de Chiang Kai-shek respaldados con aviones y armamento norteamericano en un momento en que el poderío de EE UU, que acababa de triunfar en la Segunda Guerra Mundial, hacía anhelar reemplazar el dominio japonés por el propio.  

El triunfo de la revolución de 1949 significó la liberación de lo que para entonces era el país más poblado de la tierra. Hay que recordar que por entonces China tenía 500 millones de habitantes, o sea, equivalía a 10 veces la población actual de la Argentina. Entonces significa que esa masa enorme sobre todo de campesinos, aunque había también obreros, ya no serían explotados por los terratenientes ni por las potencias extranjeras. Se crearon las condiciones para que China pudiera empezar la construcción de la sociedad socialista. Porque la revolución eliminó el latifundio, repartió las tierras, construyó industrias no solamente en las ciudades, sino también en el campo, una cosa inédita en los países llamados del ‘tercer mundo’ en ese entonces, resolvió problemas históricos como la desocupación y el hambre y creó de la nada educación y salud pública.  

Todo eso lo hizo con base en una política de independencia y auto-sostenimiento, cosa que América Latina no logró aún hoy. Por eso yo lo que diría en síntesis es que Mao fue uno de los hombres que más hizo por los explotados y por los oprimidos del mundo.  

China cambió de color 

-¿Qué tiene que ver Mao con la China presente, con la China de hoy? 

-Tiene que ver con el negativo de la China de hoy. Aportó en muchas cosas, lo primero fue el triunfo de esa gran revolución de masas. Lo segundo, creo yo, es que en su momento a partir de desentrañar las causas profundas de lo que fue la restauración del capitalismo y la Unión Soviética y desde ya encabezar desde el punto de vista político la lucha contra ese fenómeno, no solamente del mundo, sino también dentro de la propia China, Mao actualizó el hecho de que el socialismo es un período históricamente bastante largo y no se trata de cambiar una forma de explotación por otra, sino de construir una sociedad sin explotación y sin clases.  

A partir del estudio de esa experiencia determinaron que, durante todo el período de la construcción socialista, y habiendo clases sociales y habiendo luchas de clases, que esa lucha era bidireccional y no unidireccional hacia el socialismo y el comunismo ni hacia las sociedades sin clases como creía la dirigencia soviética. Y que durante todo ese período iba a haber una lucha entre los dos caminos, el camino del socialismo y el camino del capitalismo, y dependía de qué medidas y que políticas se hicieran que se avanzara en una dirección hacia adelante y en otra dirección hacia atrás.  

Dijo que en China se había logrado con la revolución transformar la base económica, pero que seguía existiendo e iban a existir por mucho tiempo instituciones, relaciones laborales, normas y hasta costumbres, no solamente burguesas sino hasta feudales como eran las de Confucio tan elogiadas en la sociedad presente y tomadas casi como bandera ideológica.  

Para Mao había que cambiar esas ideas, esas instituciones, normas, etc., para hacerlas concordar con la base económica socialista. Lo que pasa es que muchos otros dirigentes del Partido y del Estado no querían ese camino. Muchos se habían sumado a la lucha revolucionaria para lograr la independencia y para instituirse en una nueva burguesía que se aprovechara, ahora internamente, del trabajo de las mayorías. Ahí le vino la iniciativa a Mao de la famosa ‘Revolución Cultural’ como se la suele llamar abreviadamente o su nombre completo: La Gran Revolución Proletaria, lanzada en 1966.  

Fue una revolución inédita, porque fue dentro del propio proceso revolucionario que había triunfado en 1949, en la que millones de personas criticaron y lucharon contra la vieja y contra la nueva burguesía dentro del Estado y en el Partido Comunista de China. O sea, que lo que venía después tenía que ver con que no solo se trataba después del triunfo de la revolución de dirigir la construcción económica, cosa que ya era bastante difícil y complicada en un país tan pobre y atrasado como China, sino también que había que dirigir las sucesivas revoluciones durante el socialismo necesarias, por un lado, para que los trabajadores sean cada vez más dueños efectivos de la economía, de la política y de la sociedad y, fundamentalmente, para que no se forme otra minoría explotadora que termine apropiándose de las conquistas del pueblo y restablezca el capitalismo. Que fue lo que finalmente sucedió en 1978 con el triunfo de la corriente de Deng Xiaoping.  

La gran Revolución Cultural Proletaria duró 10 años. Mao decía que eso no iba a ser suficiente, que probablemente debería haber otra en el futuro y terminó con el triunfo de la facción seguidora del camino capitalista de Deng Xiaoping.  

Uno se podría preguntar si eso significó el fracaso de Mao. Creo que muchos se preguntan eso. Creo que no es que fracasó, sino que primero triunfó, pero que de fondo siempre estuvo en minoría y finalmente fue derrotado, que no es lo mismo que fracasar.  

En definitiva, después de 10 años la Revolución Cultural se impusieron los llamados seguidores del camino capitalista, vino Deng Xiaoping con las reformas que darían curso y forma a lo que es la China actual. Que evidencia un enorme desarrollo económico, pero ya no un desarrollo socialista, sino un desarrollo capitalista, es decir, en beneficio de una minoría capitalista, de empresarios e intelectuales y a costa de las mayorías trabajadoras, de su trabajo, de su situación social.  

China cambió de color. Dejó de ser un Partido Comunista a fines de los 70, dejó de ser un país del Tercer Mundo, como siempre se consideró en el período de Mao, y surgió y se empoderó una nueva burguesía que, como todos saben, creó zonas económicas exclusivas con privilegios para las corporaciones extranjeras y nacionales, después pasó a expandirse hacia afuera con el llamado ‘Go out’, el estado chino proclamó la globalización, es decir, adhirió a la globalización capitalista.  

Terminaron planteando las llamadas ‘nuevas relaciones entre grandes potencias’ con lo cual China dejó de considerarse un país de Tercer Mundo y pasó a batallar en el mismo plano con otras potencias imperialistas como EE UU, la UE, etc.  

Una última cosa que señalaría es que el abandono en realidad de las políticas y de las líneas de Mao por Deng Xiaoping tienen mucho que ver con la realidad del mundo actual en el sentido de la derechización ideológica que tanto se ve en todo el mundo, en Europa, en América Latina inclusive. Y también tiene que ver con las tan frecuentes y reiteradas crisis del sistema capitalista imperialista de los últimos años que ya en alguna época histórica fue progresista, con relación al feudalismo, pero que después se transformó en parasitaria y China pasó a tener los mismos fenómenos que las grandes potencias actuales: la sobreproducción, apoderarse de recursos de otros países, a veces por las buenas, otras por las menos buenas, en un futuro será por las malas. En ese sentido la negación del período maoísta es lo que tiene más que ver con lo que es la China actual. 

-La muerte de Gorbachov, ¿en qué influye de acuerdo a tu análisis respecto de la China actual? 

-Una cosa muy interesante. Primero para decirlo bruscamente la muerte de Gorbachov no influye mucho en la China actual. Lo que influyó en cierto modo que converge con la China actual es más bien la acción política de Gorbachov. Primero quizás recuerdes que la visita de Gorbachov a China se produjo justamente en un momento crucial de la crisis del capitalismo restaurado en China. Visitó china en 1989, prácticamente días antes del inicio de las grandes protestas en la Plaza de Tiananmén que terminaron en una gran masacre, en la primera intervención del Ejército Popular de China en contra de su propio pueblo.  

Creo que la dirigencia de entonces, particularmente Deng Xiaoping, intentó asignarse al reformismo de Gorbachov que primero fue protagonista directo del proceso de restauración del capitalismo en Rusia y que intentó limar, atemperar un poco las aristas más expansionistas, más agresivas de esa nueva gran potencia, que había ya salido en los 70 a la puja por la hegemonía mundial con EE UU, con su proceso de reformas como para limpiar un poco la imagen y el carácter de la penetración de esa nueva potencia en otros países.  

Lo otro en lo que sí incidió es que en un momento de gran crisis a fines de los 80, crisis de la intervención rusa en Afganistán que ya bordeaba la derrota definitiva, se jugó también a ampliar, iniciar una amplia política de alianzas en dirección a esta China ya profundamente transformada hacia el capitalismo de tal modo que iniciaron lo que se ve hoy que es este camino de nueva convergencia, de nuevos acuerdos y en definitiva a plazo demasiado largo una gran alianza para contrapesar la gravitación imperialista de EE UU, ahora en alianza con Europa, Australia, etc. Es decir, aquella época creo que fue el inicio de esta decantación hacia nuevos bloques que se están gestando en la actualidad y cuyo desemboque, en mi opinión, no puede estar muy lejos de una guerra generalizada.  

-¿Querés agregar algo más? 

-No, lo único que quiero agregar es un gran agradecimiento. No es muy frecuente que hable de estos temas, y más bien tanto la figura de Mao como los logros de la enorme revolución triunfante en 1949 son barridos prolijamente bajo la alfombra. No solamente por las grandes potencias de Occidente, sino también por la propia dirigencia actual de China y muchos que admiran la China de hoy y olvidan, o no estudian, o esconden las realizaciones socialistas de esos años. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.