Ha muerto Diego Maradona a los 60 años, por paro cardiaco que generó edema de pulmón, el 25.nov.2020, cual si fuera un Daniel Blake del fútbol y a la vez del cine, en Tigre, a pocos Kms de Bs. Aires, donde muchos años atrás otro ídolo, Balder, de la literatura, se suicidaba al final de El amor brujo. (1)
Es posible que mañana muera y en la tierra no quedará nadie que me haya comprendido por completo. Unos me considerarán mejor y otros peor de lo que soy. Algunos dirán que era una buena persona; otros, que era un canalla. Pero las dos opiniones serán igualmente equivocadas.
Mijaíl Lermontov
Porque nadie podría deshacer el símil entre la figura del fútbol y la estrella del entretenimiento que era: una rara estrella, en tanto nunca escatimó una crítica al poder o a las mafias de cualquier tipo, excepto, todo hay que decirlo, a la de la droga, en tanto sabía que, por su adicción a la cocaína, no era en ella invitado de piedra. Nadie podría discutir el peligro a que se expone quien hable de un ídolo con más fanáticos que detractores. Aun así, como también fui jugador, amateur, puntero izquierdo y goleador en un campeonato aficionado, con un equipo llamado igual al de su debut, Estrella Roja, razón tendré, de cara a quien si acaso no fue el ídolo supremo del fútbol (antes están Pelé, Di Stéfano, Puskas, Garrincha, Cruyff, Ronaldinho, Zico) sí una de sus figuras máximas, para sopesar sus bondades dentro del campo de juego, sus denuncias fuera de él contra la FIFA o el Imperio, así como para poder criticarlo en lo extradeportivo, cuando se le iba la mano contra la prensa o no supo renunciar a la adicción que, por el síndrome de abstinencia, finalmente lo mató y que muchas otras veces lo tuvo, cuando menos en su mente, al borde del suicidio.
La primera tesis por demostrar tal vez sea que Maradona, aun con su exuberancia futbolística/ atlética (todo futbolista es un atleta, pero no al revés), con su carisma de joven de villa-miseria y, luego, de adulto de clara opulencia (que denotaba cierto pero no reconocido arribismo), desde que fue el Mejor Jugador en el Mundial Juvenil de Japón (1979) no fue nunca bien visto ni recibido, por los admiradores de la sospecha, los conspiradores que tildan de conspiradores a los demás, los incondicionales de la mentira del Poder: hoy en manos de jueces venales, vía Lawfare, creado en el Think-Tank de Washington, por Mark Weisbrot et al, para desestabilizar y/o poner gobiernos (2), y medios corruptos, vía Fake-News/Posverdad, la mentira legalizada por los Estados vía USA para que pase por verdad prístina e irrefutable, a través de la manipulación informativa y de la hegemonía cultural y del entretenimiento.
Para nadie es un secreto que Maradona representa, dentro del patrioterismo/chovinismo la imagen del héroe nacional, siempre a exaltar, jamás a condenar: salvo, eso sí, si quienes lo condenan hacen parte de la ultraderecha fascista que hoy se busca imponer al mundo. Si se parte de la base de una democracia (inexistente, por demás), ese héroe encarna la idea no solo del anhelo deseado, del objetivo alcanzado, del fin concluido, sino también el aspecto colectivo de las coyunturas desde las que se arranca. No hay que ser grumete de mago, para entender que, a diferencia del héroe nacional/mitológico o medieval, mediante la lucha de clases, mientras más abajo en la pirámide social/cultural esté el héroe deportivo, mayor será su ascendencia dentro de las clases populares: hecho que, no solo en relación con Maradona, todo político, como pasó entre Perón y Gatica El Mono, tiende a capitalizar: cuando no logra sino la foto para la galería, hará todo lo posible para desaparecer el vínculo. (3) Los políticos posan junto a los deportistas mientras se hallen en la cima; cuando estos tienen una conducta “políticamente incorrecta” o una postura disidente/desafiante frente al Gobierno o pasan al ocaso de su carrera, no los quieren volver a ver ni en pintura, ni TV, ni cine. Ni en la calle.
Maradona tuvo siempre más fanáticos que detractores y esto, a primera vista una virtud, es más bien un lastre o cuando menos un asunto para reflexionar. Porque una cosa es el ídolo deportivo y otra muy distinta el sujeto histórico, tanto de derechos, humanos, como de deberes, sociales. Así, en este caso, hay que saber separar el trigo de su propia cosecha, de la paja/farsa de los medios masivos. Porque algo bien distinto es ser nombrado Embajador de la UNICEF, en 1985, con el aval oficial, a pasar enseguida a ser despreciado, con el aval clandestino/oficial, por denunciar al brasileño João Havelange como “el mayor traficante de armas del mundo” y quien en 2000 fue interrogado por el Congreso brasileño, aunque jamás fue llamado a juicio (murió en 2016) ni, obvio, condenado (4); por ponerse políticamente al lado de personajes como Castro, Gadafi, Chávez, así como de los desvalidos del mundo.
O por fundar, en 1995, el Sindicato Mundial de Futbolistas, que jamás cobró relevancia, junto a figuras como Éric Cantona, a quien Ken Loach filma en Looking for Éric, 2009; George Weah, presidente de Liberia, desde 2018; Gianluca Vialli, coautor del libro, con Gabriele Marcotti, The Italian Job, cuyas utilidades donó a su fundación para el cuidado de enfermos por ELA, mal que cobró peso en el fútbol italiano; Gianfranco Zola, figura como jugador, pero otro irregular como entrenador; Laurent Blanc, seleccionador nacional de Francia, entre 2010 y 12; Tomas Brolin, tercer lugar con Suecia en USA/94; Raí, hermano menor del ídolo brasileño Sócrates, cuyo padre, fanático de los griegos, les puso a sus otros dos vástagos Sófocles y Sóstenes y a Raí lo quiso llamar Jenofonte, pero su esposa lo disuadió de tan inteligente atropello; Ciro Ferrara, tercer lugar en Italia/90; y Michel Preud’homme, vicepresidente del Standard Lieja, cargó que alternó con el de entrenador hasta junio de 2020.
El mismo día que murió Fidel en 2016, muere Maradona en 2020 a los 60 años, los que a su vez marcan el fin de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, hermanas cubanas, que tras retar al tirano Trujillo, fueron asesinadas entonces y a quienes Mariano Barroso dedica su filme En el tiempo de las mariposas (2001): por ello cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (5). En conclusión, muere Maradona y puede que en el planeta no haya quien lo haya comprendido por completo. No se olvide que el hombre es producto genético, en parte, y, en mayor medida, producto socio/cultural, como sea que, si bien está dentro de la sociedad, al mismo tiempo la sociedad está dentro de él. Para muchos, será o seguirá siendo el mayor futbolista de la historia; para no pocos, un ídolo con pies de barro, por sus opiniones deportivas, culturales o políticas o por su adicción cuasi letal a la cocaína (de ahí, el nexo, al menos indirecto, que puede establecerse con el tráfico de drogas: no olvidar su paso por el Napoli, 1986/90, y por Dorados, de Sinaloa, 2018, como técnico, campo en el que jamás brilló), a los fármacos, al alcohol: en el primer caso, muchos lo querrán en el infierno, por admirar al Che (cuyo rostro llevaba en su brazo derecho, curiosamente) a Castro o a Gadafi; por militar en el campo social y político; por desafiar a autoridades de todo (mal) caletre; en el segundo, tantos otros lo pondrán en el paraíso, por su carácter de hombre pródigo, en su doble/paradójica acepción: 1. Por despilfarrar o gastar sin cuidado. 2. Por dar con generosidad o por servir a los demás.
En todo caso, a la postre, tanto a los que crean que fue una buena persona, como a los señalen que fue un mal tipo, puede decírseles, sin temor a equivocarse, que ambos están equivocados: que Maradona fue, sencillamente, un ser humano que se debatía entre el que era: un rebelde metafísico, un villa-miseria con sueños de grandeza, un jugador extraordinario, un militante por la causa de los empobrecidos; y el D10S que otros veían: un arribista que abría la boca a destiempo para crucificar a los (que se creen) dueños del mundo, aunque primero de su gente; un oportunista que jodía e incomodaba al Poder, sin tener preparación académica como si antes no fuera un ser humano senti/pensante; un descarado que se atrevió a llamar a João Havelange, “el mayor traficante de armas”, siendo presidente de la Fifa. O a Juan Pablo II: “Entré al Vaticano y vi el techo de oro. Y me dije cómo puede ser tan hijo de puta de vivir con un techo de oro y después ir a los países pobres y besar a los chicos con la panza así”, y de paso acusó al Vaticano por “traficar con órganos, armas y drogas”, luego de leer un libro sobre el Banco Ambrosiano, el mismo ligado a la logia masónica del P2, con los que mucho tuvo que ver también Joseph Ratzinger (“Venenito 16”). A la vez, igual que está a favor de Maduro, sucesor de Chávez, está en contra del Imperio capitalista (por defecto), EEUU. (6)
Cuyos escándalos, ya después de él, en las dos primeras décadas del siglo XXI, fueron cada vez mayores y no pueden ocultarse. Claro, cualquiera podría decir, de cara a la corrupción reinante, a la desfachatez de los políticos, empresas y/o Corporaciones del mundo, filántropos creadores de virus/negocios apartheidistas, que a ese sujeto “chiquito, regordete, con arete en la oreja izquierda”, que jamás fue títere de la mafia deportiva ni política (salvo de ambas frente a su vicio, todo hay que decirlo) con respecto a su oficio futbolístico, a su militancia ideológica, a su discurrir existencial, habría que liquidarlo cuanto antes, en la memoria humana y futbolística y deportiva del planeta, para no tener que homenajearlo hoy. Cuando ya, entre otras distinciones, ha sido designado el Mejor Futbolista en la historia de las Copas del Mundo por The Times, Mejor Atleta de Todos los Tiempos por el diario italiano Corriere dello Sport, Mejor Futbolista de la Historia por la revista inglesa FourFourTwo. Los fanáticos de los premios/estadísticas podrían extasiarse mirando los honores que Diego recibió en vida.
Claro, por contraste, también cabe no homenajearlo: por sus palizas a Claudia Oliva, en Dubái (2014) y por violencia de género; por acoso sexual a la periodista rusa Yekaterina Nadólskaya; por sus líos con el fisco italiano, por más de 34.2 millones de euros, lo que llevó a que a su paso por Italia en 2006, la policía le retuviera dos relojes avaluados en 10 mil euros como parte de pago por la deuda; por violencia contra una mujer que, en Polinesia, tras un altercado con su hija Gianinna, recibió ocho puntos en la cabeza: para que ella retirara su demanda, el exfutbolista tuvo que pagarle 6.000 dólares. En 1991, fue detenido en Bs. Aires por porte y consumo de drogas. Tiene tres demandas por paternidad: la de Cristina Sinagra, quien lo demandó en Italia para que reconociera a su hijo Diego; en 1992, Maradona se negó tres veces a hacerse la prueba de ADN: no obstante, la jueza María de Luca confirmó la paternidad, autorizando a Diego Jr. a utilizar el apellido y ordenándole a pasarle 4.000 dólares mensuales; luego, hablaron 40 minutos en un campo de golf en Fuggi; pese a que la sentencia fue confirmada en 1995, jamás lo reconoció y en 2005 dijo en TV: “Aceptar no es reconocer. Tengo dos hijas […] Dalma y Gianinna. Estoy pagando […] mis equivocaciones del pasado. Un juez me obligó a darle dinero, pero no puede obligarme a sentir amor por él”. A propósito, cuando en 1996 hizo la campaña “Sol sin drogas”, creada por Menem, dijo a Clarín más un oxímoron que una paradoja: “La campaña Sol sin drogas la hago por los chicos. La droga existe en todos lados y yo no quiero que la agarren los pibes. Teng dos nenas y me pareció […] bueno decir todo esto, una obligación de padre…” Remató: “Fui, soy y seré drogadicto”.
La de Valeria Sabalaín, de quien en 1996 nació Jana por su relación con el elusivo astro: de nuevo se negó, cinco veces, a la prueba de ADN. La jueza Graciela Varela determinó que Diego era su padre, la autorizó a llevar su apellido y en 2001 le ordenó pasarle 2.000 pesos mensuales. En 2005, surgió un nuevo juicio de filiación por Santiago, cuyos padres serían Maradona y Natalia Garat, quien murió en noviembre de ese año. Antes de conocer a Claudia Oliva, tuvo relación nueve años con Verónica Ojeda, profesora de educación física, de cuya unión nació Diego Fernando. Por último, en 2019, surgió a la luz una demanda desde Cuba. Joana, Lu y Javielito (sic) serían los hijos del “D10S” (tal como hoy se ve en grafitis de Argentina y del mundo), dos de ellos de la misma madre. El abogado Matías Morla dijo que solo recibían 40 dólares de sustento, pero que cerrado el proceso nunca les dio el apellido. (7)
Aunque, por fortuna, y pese a las propias disyuntivas que quien escribe tiene frente a un ídolo que no puede ser negado, digo que no el hombre/masa ni los fanáticos a ultranza, sino los verdaderos aficionados/amantes del deporte y, en particular, del fútbol, podrán estar seguros que aún con sus debilidades intrínsecas, son mayores las fortalezas en Maradona, para poder decir que ante todo fue persona, ser humano, y luego deportista. Una figura del fútbol, quizás no la más rutilante, que si bien no empezó a descollar por decisión de Menotti, al no incluirlo, menos mal, en esa rosca/fiasco/tongo, que fue Argentina/78 (como se puede inferir del tema de León Gieco La memoria:“Fue cuando se callaron las iglesias / fue cuando el fútbol se lo comió todo / cuando los padres palotinos y Angelelli / dejaron su sangre en el lodo”) (8), logró su máximo nivel, de la mano de otro torcido, y no por su voz brasileña de hincha, Bilardo (incitaba a los de Nacional a echarles arena/limón al rival en sus ojos), en México/86, incluyendo, todo hay que decirlo, la mano de dios (solo ahí pudo ser útil el VAR de la Fifa), cuando el Pelusa convirtió al fútbol en básquet, para luego quedar esculpido en el tiempo.
En el tiempo sin fin de la memoria humana, que siempre ha sabido una cosa es el ser humano y otra, muy distinta, lo que los demás ven en él. Mucho más cuando se atraviesan la envidia, la tergiversación mediática, el chisme de vereda o de andén, la mirada del (que se cree) poderoso sobre el (que no es) débil, pero que así se presenta para que algunos crean que el cambio opera, pero que solo obedece a una vieja artimaña: la de que todo cambie para que todo siga igual. Gatopardismo puro. Como en los viejos tiempos del peor fascismo. Como en los actuales tiempos del mejor (para sus oficiantes) fascismo. El que no separa al Maradona que era del que los miserables que no juegan, pero practican la carreta deportiva o despotrican de él desde el Poder, quieren imponer; o del Maradona que, en definitiva, otros ven o creen ver, tan abstraídos como están en su propia fosa/bosta/triste existencia, la que habita al reptiliano. El que no aísla al “héroe deportivo” por interés, del héroe deportivo por mérito.
Héroe deportivo que jamás será, eso no, el que prensa y políticos oportunistas endiosaron a partir de la mancha con tinta de religión, “la mano de Dios”, como para que todos creyeran sin reparo, sabiendo, de antemano, que se trataba de un ardid, para que el fútbol y el mundo siguieran igual: de podridos, Of Course. Aunque, claro, para que no se diga que soy un pesimista, o sea, un optimista bien informado, también podría cerrar (pero, no sería coherente conmigo mismo) como Juan E. Constaín, “D10S ha muerto, ahora sí, viva D10S” (9). Porque, en fin, a los que persistan en desoír a Sagan y su “fe es la creencia en una falta de evidencias”, así como a los aún crean ciegamente, por eso no hay problema (allá ellos), les tengo una mala noticia: dios no existe. Y no solo por la calumnia/fardo que le endilgaron a Nietzsche.
Notas:
(1) https://orodeindias.wordpress.com/2016/09/19/el-amor-brujo-de-roberto-arlt/
(2) https://rebelion.org/el-proceso-a-lula-una-aberrante-injusticia/
(3) https://www.elespectador.com/noticias/economia/un-odio-que-conviene-no-olvidar/
(4) https://www.tudn.com/futbol/brazil/el-escandaloso-final-del-brasileno-joao-havelange-en-la-fifa
(5) https://www.youtube.com/watch?v=CGgnmyOsqv8
(6) https://argentina.as.com/argentina/2017/08/08/futbol/1502220613_270200.html
(8) https://www.youtube.com/watch?v=14XLkYlxK84
Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Corresponsal de revista Matérika, Costa Rica. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao Eds., 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Invitado por UFES, Vitória, Brasil, al III Congreso Int. Literatura y Revolución – El estatuto (contra)colonial de la Humanidad (29-30/oct/2019). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). Autor, traductor y coautor, con LES, en el portal Rebelión.