En una reedición de la doble moral eurocéntrica, el Comité Noruego del Nobel concedió el galardón de la “paz” a la venezolana María Corina Machado. Se trata de otro premio obsceno (W. Wilson, Kissinger, Walesa, la Unión Europea, Xiaobo, Obama, Murátov…) como instrumento de legitimación imperial que, en la coyuntura, proporciona capital simbólico a una figura ‘disidente’ funcional a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, destinado a ser utilizado como una herramienta de presión política disfrazada de reconocimiento moral. Y que en el caso de Venezuela, de consumarse la política de ‘cambio de régimen’ de la administración Trump, ahora con Machado como principal agente interno visible, implicaría la paz de los cementerios.
Como si fuera ungida por los dioses, María Corina Machado (MCM) creció con la idea inculcada por su clan familiar de que es dueña de Venezuela y merece presidirla por mandato divino. Ahora, con la ayuda del omnipotente Donald Trump, el Premio Nobel de la Paz puede darle una empujadita
MCM es hija de Corina Parisca Pérez de Mendoza y Enrique Machado Zuloaga, cuyos apellidos denotan su pertenencia a la exclusiva alta burguesía nacional venezolana. Doña Corina desciende directamente de la familia Zuloaga, que durante la colonia, a principios del siglo XVIII, fue una de las mayores propietarias de esclavos en Venezuela. Ya a mediados del siglo XX, su padre era una de los mayores accionistas de la corporación Electricidad de Caracas, la siderúrgica Sivensa, del Banco Mercantil, la aerolínea VIASA e Inversiones Tacoa.
En el año 2000, Enrique Machado Zuloaga vendió Electricidad de Caracas al consorcio estadunidense AES, facilitando la fuga de divisas, y junto con el empresario Luis Ignacio Mendoza Machado, primo hermano de MCM, se encargó de la venta de la quebrada VIASA a la firma española Iberia, recibiendo comisiones ilegales por concepto de gestión. MCM estuvo casada con Ricardo Sosa Branger, miembro de una de las familias más ultraconservadoras de Caracas, vinculado con sonoros casos de corrupción y fraudes bancarios millonarios. Y su madre, la extenista Corina Parisca, fue postulada por Fedecámaras para integrar el Consejo Nacional Electoral durante el efímero gobierno del golpista Pedro Carmona Estanga, miembro del Opus Dei, en abril de 2002.
Fiel a su estirpe oligárquica, MCM estuvo presente en la ceremonia del autoproclamado (dictador) en el Palacio de Miraflores, y es una de los firmantes del “Decreto Carmona” que procedió a disolver todas las instituciones democráticas del país durante el gobierno de facto de 48 horas que derrocó al presidente constitucional, Hugo Chávez. Fue ese, por cierto, un golpe de Estado con olor a petróleo.
En 2003, Machado fundó la ONG Súmate, que recibió financiamiento de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED), ambas consideradas brazos clandestinos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), además de fundaciones como Heritage; Atlas Network; Focal (Fundación Canadiense para las Américas); la germana Konrad Adenauer y la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) del expresidente del gobierno español, José María Aznar.
Súmate fue creada con el objetivo de promover el referéndum revocatorio contra el presidente Chávez, y en 2004, tras el fracaso de la consulta ciudadana, intentó constituirse en un poder electoral paralelo promoviendo la tesis del “fraude”, por lo que fue imputada por el Ministerio Público por haber recibido un subsidio de 53 mil dólares de un gobierno extranjero (a través de la NED, financiada por el Congreso de EU) para usurpar las funciones del Consejo Nacional Electoral y conspirar para desestabilizar al gobierno de la Revolución Bolivariana. Fue condenada a 28 años de prisión, pero en un gesto magnánimo fue amnistiada por Chávez.
El 31 de mayo de 2005, Machado fue recibida en la Oficina Oval por el presidente George W. Bush Jr., y desde entonces, en un in crescendo, Machado cultivaría los favores de Washington y de los medios corporativos hegemónicos, que comenzarían a fraguarle una imagen de heroína, combatiente de la libertad y patriótica Juana de Arco contemporánea.
MCM fue una de las impulsoras internas de la Operación Venezuela Libertad del Comando Sur
Desde entonces, también, MCM se convertiría en un importante activo interno de la “guerra de espectro completo” del Pentágono contra Venezuela. En el marco de la Operación Venezuela Freedom (Libertad Venezuela, 2012-2017), diseñada por el Comando Sur, Machado adheriría a los distintos elementos de la guerra no convencional (irregular o asimétrica), que responde a los lineamientos de la Circular de Entrenamiento TC-18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales, tales como el golpe suave (‘guerra de colores’), las sanciones económicas y financieras (una herramienta coercitiva extraterritorial y de castigo colectivo de la guerra por medios no militares al servicio de la “seguridad nacional” de EU), el magnicidio y la guerra cibernética.
Imbuida de la fórmula con reminiscencias orwellianas ‘la guerra es paz’, en febrero de 2014, junto con Leopoldo López, del movimiento de corte neonazi Voluntad Popular y Gustavo Tovar, de la ONG Humano y Libre, MCM y Súmate llamaron a “salir a la calle sin retorno”, hasta lograr la renuncia o caída del presidente Nicolás Maduro, sucesor de Chávez en elecciones democráticas. La “rebelión de los ricos”, como la llamó entonces el diario inglés The Guardian, fracasó, pero dejó un saldo de 41 muertos. En esa trágica escaramuza, Machado sería una de las principales impulsoras de las guarimbas, un método de lucha para sabotear y desestabilizar al gobierno, que incluye la ocupación violenta de calles, con uso de armas, morteros, cohetones, cócteles molotov, niples, guayas para degollar motociclistas y la destrucción de edificios e instituciones públicos, para intentar producir una reacción represiva del gobierno, con la cobertura mediática, previamente concertada, de las agencias de noticias internacionales.
En línea con el intenso activismo de Machado y el lobby antichavista en Washington, el 8 de marzo de 2015 el presidente Barack Obama emitió una insólita orden ejecutiva declarando la “emergencia nacional ante la amenaza inusual y extraordinaria” que el gobierno bolivariano representaba para EU, sentando las bases jurídicas para la imposición de duras medidas punitivas contra Venezuela.
En 2016 se activaría la segunda fase de la Operación Venezuela Freedom, que contó con el visto bueno del entonces secretario general de la OEA, Luis Almagro Lemes, para la aplicación de la Carta Democrática del organismo. Bajo la supervisión del jefe del Comando Sur, almirante Kurt Tidd, el plan conspirativo y de guerra psicológica del Pentágono contemplaba una “fase terminal” prevista hacia julio-agosto de 2016, que requería del posicionamiento mediático de una “crisis humanitaria” (por falta de alimentos, medicamentos, agua y electricidad) y una matriz de opinión que manejara a nivel internacional el escenario de que Venezuela estaba “cerca del colapso” y de una “implosión”, como recurso para facilitar una “intervención humanitaria”.
Entonces, las acciones para generar caos y desestabilización política combinaron las guarimbas callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada, y fue articulada internamente con María C. Machado y otros actores extremistas de la oposición venezolana, y por primera vez se usó bandas criminales (Bacrim), narcotraficantes, grupos paramilitares y pranes con sus ejércitos de malandros. La asonada terminó con casi medio centenar de muertos, asesinatos selectivos, sabotajes contra instalaciones estratégicas y acciones paramilitares desde la frontera colombo-venezolana.
No obstante sus reiterados descalabros políticos, durante el “interinato” de Juan Guaidó, el acendrado “patriotismo” de MCM la llevó a pedir a EU la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) de la OEA contra el gobierno legítimo de Maduro. También solicitó a Trump la intervención militar en su país por parte de “una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela”, convalidando la estrategia de “máxima presión” del entonces jefe de la Casa Blanca. En 2020, Machado defendió la legitimidad de la “Obligación a Intervenir y el Derecho a Proteger (R2P)”.
En ese sentido, en 2018, MCM había pedido al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y al entonces presidente argentino Mauricio Macri, que aplicaran “su fuerza e influencia para avanzar en el desmontaje” del gobierno de Nicolás Maduro. El pedido de intervención extranjera, que todavía puede leerse en la red X, decía: “Estoy convencida de que la comunidad internacional, conforme a la doctrina de la responsabilidad de proteger, está llamada a dar a los venezolanos el apoyo necesario para generar el cambio de régimen que urge con miras a restablecer la seguridad nacional e internacional”.
Durante la primera administración de Trump y la de su sucesor, Joe Biden, Machado apoyó la aplicación de 929 “medidas coercitivas unilaterales” de EU y Europa en contra de Venezuela, con un costo económico de 7.000 millones de dólares congelados en bancos; 5.000 millones dólares retenidos en el Fondo Monetario Internacional; 2.000 millones de dólares en 31 toneladas de oro depositadas en el Bank of England y confiscadas por el gobierno británico; 10.000 millones de dólares de Citgo Corp. confiscados por EU más el saqueo de PDVSA.
De traidora a la patria, al Nobel de la paz
La conducta de María Corina Machado (y las de otros como Leopoldo López, Julio Borges, Juan Guaidó, Freddy Superlano, David Smolansky, Carlos Vecchio), se encuadra nítidamente en la figura jurídica de “traición a la patria”. De ser ciudadana estadunidense, estaría por lo menos presa; así lo expresa taxativamente el Código Penal de EU al establecer, en su Titulo 18, inciso 2381 que: “Quien, debiendo lealtad a EU, se declare en contra su país o se adhiera a sus enemigos, prestándoles ayuda y consuelo dentro de EU o en cualquier otro lugar, es culpable de traición y sufrirá la pena de muerte, o será encarcelado y multado, e inhabilitado para ocupar cualquier cargo en EU”.
Para llegar a los nexos actuales entre Trump y MCM hay que pasar por Florida. No se trata sólo de empatía ideológica; esa conexión está dinamizada por actores de la llamada “gusanera” mayamera, como el exsenador republicano Marco Rubio, actual secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, quien en 2014 amenazó a Maduro con “sanciones”, cuando la Asamblea Nacional la destituyó porque pidió la intervención de EU en Venezuela como representante alterna de Panamá en la Asamblea Permanente de la OEA. Otra de sus conexiones es el senador republicano y exgobernador de Florida, Rick Scott, a quien Machado alentó públicamente cuando éste criminalizó sin pruebas a Maduro como un actor del terrorismo internacional. En 2021 Scott promovió la BOLIVAR Act (o Ley BOLIVAR), para que el Congreso de EU pudiera seguir condicionando las “sanciones” ilegales contra la industria petrolera venezolana, por encima de decisiones que tome el poder ejecutivo al respecto.
Tras desconocer los resultados de la elección presidencial del 28 de julio de 2024, ante el clima de desgaste de las concentraciones callejeras dirigidas a sostener la narrativa del “fraude”, la coordinadora del Movimiento Vente Venezuela pidió a sus seguidores que empezaran a utilizar una “nueva” estrategia de desestabilización para estimular la confrontación social y así intentar relanzar la operación de cambio de régimen: la táctica de “enjambre” (swarming, en inglés), una metodología foquista no tan novedosa y propia de la guerra asimétrica para generar caos y enfrentamiento, diseñada para derrocar gobiernos, apoyada en la configuración de redes de choque y la activación de grupos armados. La idea central del “enjambre” es atacar a un adversario desde todas las direcciones simultáneamente, con diversas modalidades de fuerza, y su implementación en Venezuela, por MCM, aspiraba a ser una fase avanzada de las guarimbas, más localizadas y menos masivas.
El 27 de febrero de este año, tras del regreso del magnate inmobiliario a la Casa Blanca, Machado dijo en una entrevista con Donald Trump Jr. para el podcast Triggered, que Maduro lideraba los cárteles Tren de Aragua y de los Soles, alimentando sendos bulos propagandísticos utilizados luego por Trump para justificar el despliegue naval del Pentágono en el Caribe y asesinar, vía misiles, a más de 20 presuntos narcotraficantes.
En abril, la revista estadunidense TIME incluyó a Machado en su lista de las 100 personas más influyentes de 2025. Pero no pasó desapercibido que el encargado de brindarle un pequeño tributo de honor fuera el secretario de Estado, Marco Rubio. Escribió: “María Corina Machado, la Dama de Hierro venezolana, es la personificación de la resiliencia, la tenacidad y el patriotismo. Sin dejarse intimidar por desafíos formidables, María Corina nunca ha retrocedido en su misión de luchar por una Venezuela libre, justa y democrática. El principio rector de Machado ha sido el mismo desde que la conocí hace más de una década: dejar a sus hijos Ana Corina, Ricardo, Henrique y a los hijos de Venezuela, un país libre de tiranía (…) Mujer de fe que marcha valientemente por las calles de su patria armada con el santo rosario y apoyada por innumerables valientes venezolanos, Machado se ha mantenido firme contra todo, defendiendo la tierra de Bolívar. Su liderazgo basado en principios es un faro de esperanza que hace de nuestra región y de nuestro mundo un lugar mejor”.
Adscrita a la internacional populista libertaria ultraliberal (Bolsonaro, Milei, Kast, Vox), en junio último Machado reveló ante la Americas Society/Council of the Américas su estrategia denominada “La oportunidad del billón de dólares”, que de cara a un eventual gobierno suyo abriría a la “inversión extranjera” la posibilidad de generar “un billón de dólares” de riqueza en sólo 15 años. Para tal fin, aludió a la privatización de las empresas nacionales de hidrocarburos y la transnacionalización de las reservas petroleras y gasíferas del país, mencionando también los abundantes recursos en hierro, oro y otros minerales estratégicos, agua dulce, 30 millones de “tierras fértiles no desarrolladas” y 2,800 kilómetros de costa caribeña. Asimismo, se refirió a la estrategia de nearshoring, es decir, construir en Venezuela una cadena de valor próxima a mercados claves, en explícita referencia a EU por razones de posicionamiento geográfico.
MCM habló de un proceso de transición democrática “en solo 100 días” para realizar “cambios estructurales” y ejecutar esa estrategia. Sin embargo, privatizar Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) sería imposible sin derogar la Constitución vigente, lo que aplica al tema de los minerales y la tierras, lo que dibujaría también la supresión de los contenidos naturales del poder parlamentario y un gobierno represivo en un país con una lucha de clases exacerbada.
El 10 de octubre, tras ser notificada de que había sido galardonada con el Nobel, Machado llamó a Trump y le dijo: “Acepto esto en honor a ti, porque realmente te lo merecías”. (sic) El lauro, que incluye un estímulo de un millón de dólares, la catapulta como una personalidad universal, lo que la blinda, en parte, al crearse las condiciones para que tenga un alto costo político internacional si el gobierno venezolano procede penalmente contra ella por sus muchos cargos de incitación a la violencia y otros crímenes contra el orden interno del país.
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