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Testimonio desde el infierno

«Más de 100.000 tamiles han sido masacrados en los últimos seis meses»

Fuentes: Gara

Entrevista a Nagendram Seevaratnam, Alto responsable del LTTE y secretario de «Verdad y Justicia»

Nos reunimos en el templo tamil que Nagendram Seevaratnam fundó a las afueras de Londres. Entre el tintineo de campanas que acompañan a las letanías del rito hinduista, este hombre de 72 años relata cómo el Ejército de Sri Lanka destruyó su pueblo hace 20 años. Desde el exilio, Seevaratnam se dedicaría en cuerpo y alma a buscar medios de financiación para los Tigres de Liberación de Tamil Eelam.

Seevaratnam recupera el álbum de fotos de su última visita a su tierra natal, Tamil Eelam. Nos enseña retratos personales junto al líder de su pueblo, Velupillai Prabhakaran. Le siguen las fotos de preciosas viviendas construidas entre una espesura tropical, de las escuelas y los edificios del Gobierno… «Ya no queda nada en pie», dice, observando con nostalgia las pruebas gráficas que demuestran la existencia de la tierra que controlaba y administraba su pueblo hasta hace apenas unos meses.

La conversación se ve interrumpida dos veces por sendas llamadas de teléfono desde Sri Lanka. Escuchamos entonces una lengua totalmente extraña a nuestro oído, pero que la grabadora registra con indiferencia digital. «Son tamiles que piden ayuda para huir», nos aclara nada más apagar el teléfono. Y es que la tragedia del pueblo tamil no pertenece a los libros de historia. Está ocurriendo hoy. Ahora.

¿Cuál es el origen del conflicto entre tamiles y cingaleses?

En Sri Lanka somos alrededor de 3,5 millones de tamiles, descendientes de aquellos que establecieron su primer reino hace más de 3.000 años. Cuando los occidentales llegaron a la isla en la primera mitad del siglo XIX había tres reinos: dos cingaleses y uno tamil. Por conveniencia administrativa, los británicos intentaron amalgamar a los tres reinos para gobernarlos más fácilmente. Tras la retirada de los ingleses del subcontinente indio en 1947 nació un país llamado Ceilán. Los cingaleses eran mayoría y empezaron a colonizar las áreas tamiles al norte y este del país. Somos otro de los pueblos que ha resultado víctima de la descolonización. Si nos hubieran separado en su momento ahora tendríamos un reino para nosotros.

¿Cómo empezaron las primeras agresiones?

Trataron de arrinconarnos en todos los aspectos: privándonos de empleo, de escuelas y de toda posibilidad de desarrollo. Aprobaron el Acta Cingalesa por la cual el cingalés se convertía en la única lengua oficial. Nosotros somos hinduistas pero impusieron el budismo como única religión. Dicha discriminación dio paso al posterior asesinato programado de tamiles. Los siguientes 30 años de lucha dieron forma y espíritu a la causa y en 1976 se fundó el LTTE (Tigres de Liberación de Tamil Eelam). Contábamos con todos los ingredientes para gozar de un gran país, pero no con el apoyo del resto del mundo.

Han gozado de una independencia de facto durante décadas hasta enero de este año.

Teníamos nuestro propio gobierno, en el que las mujeres participaban en igualdad de condiciones. Contábamos con nuestro propio cuerpo de Policía, Ejército, Armada, Aviación. Recaudábamos impuestos e incluso teníamos nuestro propio banco. El área bajo nuestro control era una zona tranquila en la que los índices de criminalidad eran mínimos. Hasta los vehículos del LTTE eran detenidos si superaban el límite de velocidad. Responsable en gran medida de todo esto era nuestro líder Velupillai Prabhakaran. «No sólo lucháis por la tierra sino que también lo hacéis por nuestra cultura y nuestra forma de vida», recordaba a menudo.

¿En qué estado se encuentra ahora el pueblo tamil?

En los últimos seis meses, Colombo ha masacrado a más de 100.000 tamiles y el LTTE ha sido borrado del mapa. Hoy actuamos como si lo hubiéramos perdido todo e incluso discutimos sobre si nuestro líder sigue vivo. Estoy convencido de que sí. Hemos de ser conscientes de que hemos perdido una batalla, pero no la guerra. Nuestro pueblo no ha dejado de avanzar en los últimos 60 años y no tengo ninguna duda de que el LTTE se reactivará.

¿Qué factores han inclinado la guerra a favor de Colombo?

Nadie esperaba que el Gobierno fuera a tener el apoyo de India, Pakistán y China. India tiene cerca de 80 millones de tamiles y, aún así, ha apoyado esta masacre. Ni un sólo país ha apoyado a los tamiles. Se ha utilizado armamento pesado, gas y armas químicas contra la población. En el último día de combates en Mullivaykal, cientos de civiles, niños incluidos, fueron enterrados vivos con la ayuda de bulldozers. Sri Lanka sola nunca habría podido acabar con los tamiles sin ayuda externa. India aprovisionó de armas a Sri Lanka y usó su Armada para cercarnos por mar. Se dice que 17 barcos de suministros fueron hundidos por la Armada india, así que nos quedamos sin munición. Han bombardeado cientos de templos hinduistas y también iglesias, donde se refugiaban muchos de los nuestros.

Se habla de campos de concentración…

Es una masacre lenta pero sistemática. Hay más de 40 campos pero no se permite la visita de delegaciones extranjeras ni de periodistas. Sólo se autoriza el acceso al campo de Kathirkamar. Es ese en el que la gente tiene buen aspecto, el que sacan siempre por la televisión. Durante la última visita de Ban ki-Moon lo llevaron ahí y la visita apenas duró 10 minutos. Lo peor de todo es que no reconocen que hay otros campos «ocultos» repartidos por todo el territorio. Creemos que están matando en torno a 2.000 tamiles al día y el número aumentará según empeoren las terribles condiciones sanitarias. En estos campos los niños son separados de sus padres, y los hombres de las mujeres. Los hombres se ven obligados a realizar trabajos forzados mientras las mujeres y los niños son violados sistemáticamente. Apenas hay agua potable, comida o medicinas. La gente está muriendo de hambre o por las enfermedades contagiosas. Ni siquiera se sacan los muertos del campo. Esto es peor que el genocidio de los judíos porque todo el mundo sabe qué está ocurriendo.

¿Qué hace la comunidad internacional al respecto?

El presidente de Sri Lanka ha apelado a la «solidaridad» de todos los países budistas bajo el pretexto de que América y Occidente están interfiriendo en sus asuntos. China tiene muchos intereses en Sri Lanka como la construcción de puertos de aguas profundas. Lamentablemente, India también le ha dado su apoyo incondicional. El resto simplemente calla.

¿Cuál sería la solución más efectiva e inmediata?

Una solución temporal no nos ayudará. Un primer paso sería sacar al LTTE de la lista de «organizaciones terroristas». Creemos que una intervención de la OTAN similar a la de Yugoslavia puede ayudar a detener este genocidio. Tenemos el puerto de aguas profundas de Trincomalee, que goza de una posición muy estratégica en el océano Índico. Estoy seguro de que EEUU es consciente de su valor estratégico, así como el de la costa de Mannar, al noroeste, donde se ha encontrado petróleo. Estamos seguros de que ambos han de ser del interés de América y el resto de Occidente.

Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20091101/164417/es/Mas-100000-tamiles-han-sido-masacrados-ultimos-seis-meses

Testimonio desde el infierno

Sembarathi cuenta su historia que corrobora un vídeo sacado de Sri Lanka de forma clandestina. Oculta su rostro desfigurado por pudor y por seguridad, pero también por puro despecho. «¿Por qué tapa el mundo sus ojos ante el infierno que está atravesando nuestro pueblo?», se pregunta esta mujer antes de empezar a describirlo.

Me llamo Sembarathi y nací en Killinochi (Sri Lanka) hace 39 años. Tengo una niña de seis años y un niño de nueve. Han perdido el pelo por todo lo que les ha tocado ver durante los últimos meses. A menudo se despiertan gritando por la noche.

El 21 de diciembre de 2008, nuestra aldea fue bombardeada desde el aire pero, afortunadamente, no estábamos en casa. A primeros de enero volvimos para recuperar nuestras cosas y fuimos bombardeados de nuevo, esta vez desde un dron (avión no tripulado). La casa de nuestros vecinos quedó carbonizada y sus cinco ocupantes murieron en el ataque. Al poco nos vinieron a buscar para trasladarnos a un hospital pero las bombas caían desde todas direcciones y no teníamos dónde refugiarnos. Nos metimos en la iglesia pensando que allí estaríamos seguros, pero también fue bombardeada. Una bomba de fósforo me quemó la ropa y parte de la cara.

Las escuelas habían suspendido sus clases para ser convertidas en hospitales provisionales pero el Gobierno insistía en que se trataba de refugios para los tigres tamiles, que por eso las bombardeaba. No obstante, nosotros conseguimos llegar a un hospital de verdad. No había camas para todos así que tuvimos que dormir en el suelo. Estuvimos allí tres días, y al cuarto lo bombardearon. Murieron más de treinta personas en aquel ataque, esta vez desde aviones Kfir (cazabombarderos de factura hebrea). Todo el mundo sabía que aquel era un hospital pero lo atacaron igualmente.

Tras varios días de marcha, el 14 de enero empezó a llover intensamente. No podíamos usar los búnkeres en el camino para refugiarnos, porque estaban anegados. Los bombardeos eran incesantes y la gente seguía muriendo. Teníamos que movernos continuamente así que no parábamos ni para enterrar los cadáveres.

La Cruz Roja y Naciones Unidas consiguieron instalar unos hospitales de campaña a finales de enero y dieron a Colombo su localización exacta para evitar los ataques. Pero también fueron bombardeados desde los Kfir. A mediados de febrero, la ayuda internacional abandonó la isla.

Llegamos al hospital de Puthukkudiyiruppo. En cuanto cesaban los bombardeos, la gente acudía en masa al centro, pero entonces lo volvían a bombardear. Nos refugiábamos de las bombas donde podíamos: bajo los escombros, los coches…No teníamos ni comida, ni búnkeres, ni medicinas. Estábamos agotados.

Luego nos dijeron que en Trincomalee nos evacuaría un barco de la Cruz Roja que solía traer medicinas y se llevaba a los heridos graves. Pero cada vez que se acercaba a la playa, los aviones volvían a bombardear la bahía. Esperamos allí durante tres días. Tuvimos que matar a los perros porque se estaban comiendo los cadáveres. No queríamos que los niños vieran aquello. Los ataques eran continuos y nos hacinábamos en los búnkeres. Mis hijos vieron morir a dos niños con los que solían jugar, vieron sus restos por el suelo… Su madre fue gravemente herida y murió esa misma noche. Finalmente, el barco se fue sin poder evacuarnos y la gente se volvió loca. Muchos se suicidaron.

El 17 de mayo fuimos rodeados por el Ejército y nos encerraron como al ganado en un área delimitada por alambradas. Éramos decenas de miles. La excusa era que nos encontrábamos en una zona minada por el LTTE y que allí estábamos fuera de peligro. El primer día no nos dieron agua y nos tuvieron los tres siguientes sin comida. A veces tiraban algo por encima de la valla pero era peor. Se formaban montoneras de gente desesperada y algunos murieron aplastados. El día 20 nos trasladaron hasta el campo de Ananthakumarasamy.

Separaron a los civiles de los tigres. A éstos les dijeron que era mejor reconocer su pertenencia al LTTE ya que, de no hacerlo, las consecuencias serían mucho peores de ser descubiertos. Llevábamos días sin comer y nos comportábamos como robots.

Dormíamos diez en cada tienda. El campo estaba dividido por alambradas a cuyos lados habían separado a los hombres de las mujeres. Los guardias disparaban a los que intentaban comunicarse con sus familiares al otro lado de la valla.

No había sanitarios así que teníamos que hacer nuestras necesidades y bañarnos en una especie de lago. Todos los días desaparecían mujeres y niños. A veces se encontraban sus cadáveres, pero no siempre. Decían que los violaban antes de matarlos.

Un día vi cómo dos soldados se llevaban a un niño desde una moto. Atravesaron el checkpoint de la entrada sin que nadie los detuviera. La gente empezó a no dejar a sus hijos abandonar la tienda. Los acompañábamos hasta cuando querían orinar fuera de la tienda.

Nos daban comida un día de cada tres. La mayoría de nosotros estábamos muy débiles, y los heridos y los mayores no pudieron superarlo. La gente moría pero no se evacuaban los cadáveres.

Tras mes y medio en el campo, el 8 de julio conseguimos escapar sobornando a los guardias. Mis hijos y yo estamos hoy en Londres esperando que nos concedan el asilo político. No puedo decir cómo salí de la isla porque pondría en peligro a aquellos que están intentando huir en estos momentos.

Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20091102/164516/es/Testimonio-desde-infierno