El papel de los medios de comunicación ha sido discutido durante estos años por varias corrientes de opinión progresistas desde diferentes perspectivas. Se han producido importantes contribuciones que han expandido y profundizado la teoría, elaboradas por movimientos sociales, por intelectuales o académicos y por experiencias de comunicación alternativa. El punto de partida de estas notas […]
El papel de los medios de comunicación ha sido discutido durante estos años por varias corrientes de opinión progresistas desde diferentes perspectivas. Se han producido importantes contribuciones que han expandido y profundizado la teoría, elaboradas por movimientos sociales, por intelectuales o académicos y por experiencias de comunicación alternativa.
El punto de partida de estas notas es que dichas perspectivas introducen importantes elementos para la comprensión de los fenómenos comunicacionales en general y los de los grandes medios en particular, que en nuestra opinión expanden y profundizan, al mismo tiempo, la discusión sobre la necesidad y características que deben tener los medios alternativos.
El texto está organizado de la siguiente forma: primero presentaremos de manera muy fragmentaria los debates sobre la información y su utilización como herramienta por quien la gestiona. Añadiremos ejemplos sobre la manipulación informativa en conflictos actuales. Luego presentaremos varios aspectos conflictivos en la discusión sobre contrainformación y comunicación alternativa. Relacionaremos esto con el uso de la contrainformación en internet y una somera descripción de algunas de las experiencias más exitosas. Finalizaremos con unos apuntes para lanzar la discusión sobre los objetivos de la prensa alternativa.
Algunos aspectos polémicos de la información
Apuntaba Jabier Salutregi Mentxaka en el desaparecido (nunca mejor dicho) diario vasco Egin, que los que mandan, guerra tras guerra, han aprendido a sopesar perfectamente la importancia de la información hasta tal punto que, en la actualidad, el final de cualquier combate, en términos militares, puede predeterminarse a tenor de las fuerzas comunicativas que cada una de las partes posea. En tanto que se le destruya al enemigo su capacidad de comunicar la batalla tenderá a su fin; no obstante, es de destacar en ese sentido que unos sencillos altavoces en manos de un núcleo social altamente concienciado pueden constituir un cinturón de hierro inexpugnable.
La «noticia» es el factor nuclear para llevar a cabo la «construcción social de la realidad» en tanto que la información es un mecanismo que se pone en marcha de modo cotidiano, que sirve fundamentalmente para relacionar a los colectivos, a la sociedad. Dicho de otra manera, la actividad informativa ha de ser considerada como una acción orientada a la construcción de la «realidad social». Cabe destacar en este sentido que las teorías de la información más aceptadas apuntan a que el proceso informativo contribuye a descontextualizar un acontecimiento, a apartarlo del contexto en el que se ha producido, para poder recontextualizarlo en las formas informativas, pues es precisamente este doble proceso de descontextualización y recontextualización lo que supone la «construcción social» que toma expresión en los medios de comunicación.
Pero además está el problema del tiempo. El periodista uruguayo José Fernández decía en un congreso en La Habana «La información que es suministrada dura el instante que precisa para ser exhibida. No hay un antes y un después como continuidad entre el ayer y el futuro. El proceso de meditar la información para confrontarla con la realidad y tomar posición frente a ella, está así condicionado por la realidad de lo fugaz. Sólo sucede lo que las grandes cadenas de información eligen difundir. Las guerras duran lo que dure la necesidad política de difundirlas, los resultados serán los que necesite el sistema que sean. Hasta los muertos son ‘más muertos’ según quién ataca a quién.» Aquí se podría matizar que, efectivamente, las guerras duran lo que dure la necesidad política de difundirlas, mientras el imperialismo las gane; en casos como el de Vietnam o Irak, en que los pueblos se empeñan en arruinarle los planes y devolver ataúdes a la superpotencia, los medios terminan atacando al gobernante de turno para salvar al sistema.
El también desaparecido periodista argentino Rodolfo Walsh, a su vez, analizaba el proceso histórico de la información. Escribió «nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.» Y a ellos la única lección que les interesa que perdure es la del miedo: a perder el trabajo, la libertad o la vida.
Oriente medio, ejemplo de campo de guerra mediática
Para poner eso que decimos en un contexto concreto, podemos tomar un caso actual: las guerras en Oriente medio.
En un informe del Comité Democrático Palestino de Chile se analiza la manipulación informativa y la complicidad de la televisión, radio y prensa norteamericanas con su gobierno, que con la guerra en Irak ha llegando a extremos nunca vistos. Los medios enaltecen de forma unánime las agallas de Bush y fabrican excusas para justificar los ataques. A los reporteros se les inyecta el virus de la autocensura y para eso no hay vacuna. Mientras, la Administración Bush maneja con tino una gigantesca maquinaria de marketing bélico y propaganda.
Para confirmar esto citan a una de las estrellas de la propia CNN, Christiane Amanpour. La jefa de corresponsales acusó a la cadena de complacencia informativa con la política de la Casa Blanca para justificar la guerra. «Algunas cadenas, incluso la mía, se dejaron intimidar por el gobierno de Bush y por la cadena Fox News, perteneciente al oficialismo» (Diario La Tercera de Chile, 17 de septiembre de 2003). Esta afirmación es muy discutible. Como veremos más adelante, Chomsky confirma que las grandes cadenas no se dejan intimidar por el sistema, sino que pertenecen a él.
En este contexto, el tema palestino enfrenta un escenario muy complejo de propaganda y manipulación informativa. El profesor de la Universidad de Glasgow Greg Philo, en una entrevista al diario en idioma árabe Alsharq Alawsat que se publica en Londres, del 23 de junio de 2004, señala que la cobertura de los informativos británicos al conflicto del Medio Oriente es «parcial y arbitraria», haciendo creer inclusive que los palestinos son los que ocupan militarmente el territorio israelí y que algunos son extranjeros provenientes de Afganistán.
Y últimamente tenemos el caso de la periodista rusa Anna Politkovskaya, que fue envenenada en el avión en que se dirigía a Beslán a cubrir la masacre de rehenes. Acertadamente, Anna indica que nos estamos volviendo a precipitar en un vacío informativo que significa nuestra muerte por ignorancia. Sólo nos queda Internet, dice, donde la información todavía fluye libremente. En cuanto al resto, si quiere uno seguir trabajando como periodista, deberá hacerlo servilmente para el gobierno. De lo contrario, le aguarda la muerte, la bala, el veneno, o un proceso judicial -cualquier cosa que nuestros servicios especiales estimen oportuno, finaliza. Pero cuando discutamos la situación de Internet veremos que incluso aquí está dejando de existir esa libertad de flujo de información
Contrainformación y comunicación alternativa
El investigador chileno Armando Cassigoli afirma que la contrainformación analiza con un criterio de clase el discurso oficial. Lo estudia desde la perspectiva de los trabajadores, con lo cual cambia el punto de vista, la óptica de análisis y las contradicciones.
De una manera aproximada se suele definir también al otro término comúnmente usado en la jerga de los medios populares: comunicación alternativa. Buscando definiciones que acerquen ambos términos, creemos que una muy acertada es la de Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez Esperón: «La alternatividad es un proceso que abarca desde el discurso hasta la organización del medio, y las formas sociales en que este se utiliza. Mientras que el discurso contrainformacional es el elemento que, ya sea como intervención política de urgencia o como reflexión más profunda, manifiesta las necesidades de la coyuntura política y los objetivos de la organización político social, encarnados a su vez en la práctica misma del medio. De manera que existe una relación dialéctica entre comunicación alternativa y contrainformación que no puede ser dejada de lado.» (Véase Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez Esperón: Contrainformación. Medios alternativos para la acción política, Buenos Aires, Continente, 2004.) O sea, que la comunicación alternativa es el proceso, y la contrainformación el contenido.
Pero lo alternativo no se define tan sólo por la práctica o el desarrollo de determinado proyecto, sino fundamentalmente por su inserción en una perspectiva de enfrentamiento al sistema. Esta perspectiva se traduce en un tipo de relación con los lectores, unos métodos de gestión, unas formas de financiación y sobre todo unos contenidos concretos. Como dice Cassigoli, lo alternativo se levanta «frente a otra concepción no sólo de la comunicación sino de las relaciones de poder, y de la transmisión de signos e imposición de códigos que esas relaciones permiten vehicular.»
Información alternativa o antagónica
Otro de los puntos de discusión suele ser si la información debe ser alternativa o antagónica. Hablando en términos generales, participar en la agenda de los grandes medios es vital: es de lo que la gente de a pie habla. Desde los medios alternativos debemos nutrir de argumentos a todos los lectores, en especial con el objetivo de llegar a los movimientos sociales, para que estos recojan el testigo y continúen la discusión por fuera de los círculos de activistas, extendiendo y reconduciendo el proceso de debate que el poder ha impuesto.
Sin embargo, creemos que la agenda de debate de los medios alternativos no se debe limitar ni encadenar a los temas impuestos por los grandes medios. La contrainformación debe tener un discurso propio que no se limite a ser el reverso de la información del sistema. Lamentablemente los grandes medios, debido a su creciente poder de penetración, imponen su agenda. Es muy difícil sustraerse a la tentación de contestar a lo que dijo El País o El Mercurio o Venevisión sobre tal o cual tema, especialmente cuando la mayoría de la gente en la calle está comentando justamente eso. Y aquí llegamos a una de las falencias de la comunicación alternativa: su poca capacidad para generar información propia, o como dicen Vinelli y Esperón, construir otro modelo de noticiabilidad en el marco de una perspectiva instrumental.
Y también está el hecho de que el sistema deja fuera de sus medios lo que no es o no debe ser noticia según sus criterios, por ejemplo matanzas de campesinos en Colombia. Los medios alternativos, desde una perspectiva de clase, tenemos aquí un terreno abonado para producir contrainformación. Sin embargo, por nuestra experiencia en Rebelión podemos afirmar que las noticias más leídas suelen ser las que siguen la agenda oficial: guerra de Irak, elecciones en EE UU, matanza en Beslán. La gente busca en nuestros medios una interpretación alternativa a lo que le ofrecen los grandes periódicos y la TV, un discurso creíble, un análisis de fondo. Pero siempre relacionado con los temas que ha impuesto el sistema.
Por poner un ejemplo reciente: una hora después de publicados en Rebelión dos artículos, el de Evandro Bonfim, «Panameños se articulan para contener reformas antipopulares», tiene 89 lecturas. El de Ignacio Ramonet, «El robo de «El Grito»», tiene 712 lecturas. El artículo de Bonfim es interesante porque informa sobre algo muy poco conocido: Torrijos, a pesar de su apellido y su imagen progresista, llegó a acuerdos con la presidente saliente Moscoso para respetar las medidas privatizadoras puestas en marcha con anterioridad. También informa sobre la convergencia de movimientos sociales y políticos panameños para enfrentar esto. El texto de Ramonet es, qué duda cabe, muy interesante y no es nuestra intención criticarlo. Sólo lo usamos como ejemplo de que las propias grandes firmas caen en la tentación de seguir una agenda foránea, y la mayoría de las veces es tremendamente necesario que esas mentes brillantes analicen los temas deformados por los grandes medios. Pero eso nos deja con la contradicción irresuelta: somos alternativos pero seguimos la agenda impuesta.
En algunos círculos se habla de que la prensa alternativa, sobre todo la de Internet, debería dejar de depender tanto de las grandes firmas, subrayando la necesidad de fortalecer a los escritores jóvenes o de base, lo que al mismo tiempo fortalece el frente anticapitalista de análisis. Según esta línea de opinión, desde los medios alternativos deberíamos organizar la lucha mediática en función de lo que los movimientos sociales necesitan, no en función de los artículos más visitados. Creemos que lo correcto sería combinar la importancia de publicar a los grandes analistas y a la vez dar impulso a escritores nuevos o no conocidos con buena capacidad analítica para responder a las manipulaciones cotidianas del sistema, así como para contribuir a construir un discurso propio de lucha anticapitalista.
La independencia periodística
Otro de los debates habituales suele ser el de la independencia periodística. Tenemos claro que los grandes medios, que usan como bandera su «independencia» son cualquier cosa menos independientes. En el artículo «¿Qué hace que los medios convencionales sean convencionales?», de Noam Chomsky (Znet. Tomado de una charla en el Z Media Institute, Junio 1997), se pone como ejemplo a la agencia de noticias Associated Press, que saca a media tarde un «Aviso a editores: el New York Times de mañana tendrá las siguientes noticias en su portada». El objetivo de eso es que los diarios de provincia, que no tienen los recursos para saber cuáles son las noticias, o no quieren pensar en ello, sepan cuáles son las importantes. Estas son las historias para el trozo que dedicarán a algo que no sean asuntos locales o entretenimiento. Estas son las noticias que pondrán porque es lo que el New York Times dice que es lo que debe interesarles.
Pero eso no sólo ocurre a los periódicos o radios medianas. El New York Times y otros medios de elite están relacionados accionarialmente con, o son directamente propiedad de, empresas aún más grandes, como grandes bancos, General Electric, Westinghouse, etc. En España, el diario El Mundo pertenece (o pertenecía) al grupo Berlusconi. Por lo tanto, como estructura empresarial no son independientes. Bajando al nivel de los periodistas, aún los «estrella», Chomsky escribe: «Dicen, con mucha razón, ‘Nadie me dice qué tengo que escribir. Escribo lo que quiero. Todo ese rollo sobre presiones y limitaciones es una tontería, yo nunca tengo ninguna presión’. Lo cual es completamente cierto, pero el tema es que no estarían ahí si no hubieran demostrado previamente que nadie tiene que decirles qué escribir porque ya dirán lo correcto ellos mismos.»
Qué ocurre entonces con los medios alternativos? Somos o debemos ser independientes? Yo creo que tendría que ser más bien al contrario: deberíamos ser totalmente dependientes de un proyecto de transformación social. Tanto en el caso de los medios alternativos partidistas como en el de los que no están adscritos a ninguna organización o partido, como es el caso de Rebelión, debe quedar claro que asumimos un compromiso político explícito que nos hace dependientes o instrumentos de ese proyecto de cambio, que puede o no tener nombre y apellido. Como apuntan Vinelli y Esperón, la idea central que sostiene la práctica periodística de la prensa oficial se articula sobre tres ejes: independencia, objetividad y verdad; mientras que las prácticas contrainformativas, al asumir un carácter instrumental, desmontan esa falacia convirtiéndola en dependencia, subjetividad y verdad.
Participación en los procesos sociales
Esto nos lleva a la discusión de la perspectiva de participación de los medios alternativos en los procesos sociales. La agencia de noticias RedAcción, de Argentina, ligada a una organización piquetera, opina que «las experiencias de comunicación alternativa deben apuntar a reforzar los procesos organizativos de los sujetos sociales involucrados en la transformación del orden establecido. Es decir, construir un proyecto alternativo de comunicación no es sólo mostrar cómo se organiza el pueblo, sino participar como militantes, aportando desde nuestra praxis para potenciar su organización. La dinámica de la lucha social suele ser contradictoria, con avances y retrocesos, y nuestro colectivo no se halla por fuera de esos movimientos.»
Aquí se tocan dos temas: por un lado, si a lo que se refiere el texto es a que se debe ser miembro de una organización concreta para participar como militantes en el proyecto de transformación social, pensamos que no puede ser un axioma universal, sino dependiente, al menos, de las características del medio y del proyecto que lo sustenta. En Rebelión, por el tipo de proyecto que abordamos (queremos servir y ayudarnos de todos los grupos, ONG’s y personas que trabajan por cambiar este mundo en una perspectiva radicalmente diferente, más justa, igualitaria y equilibrada social y ecológicamente) no sólo no asumimos este axioma sino que consideramos puede llegar a ser un lastre, ya que reduce considerablemente el alcance del mensaje, al ser asociado a una línea política o ideológica determinada. Pero insisto, depende del tipo de proyecto que se desarrolle.
Por otro lado, el texto de RedAcción toca el tema de la relación entre el avance o retroceso de un medio y la situación de la lucha social. En España se produjo un debate muy interesante el año pasado, propiciado por web alternativa La Haine, cuando el ahora llamado periódico Diagonal de Madrid (antes llamado «Molotov») anunció que cambiaría su formato para llegar a mayor número de lectores. Los ejes del debate fueron adaptados al contexto español, si bien contienen interrogantes que sin mucho esfuerzo podrían extrapolarse a medios alternativos de cualquier país:
1. ¿Por qué si en las últimas movilizaciones estatales (Huelga General, estudiantiles, contra la guerra…) han participado miles de personas, ahora desde los colectivos de información alternativa no logramos comunicarnos con ellas?
2. ¿Cómo lograr el objetivo de trasladar nuestros mensajes más allá del círculo de activistas? ¿Rompemos realmente el cerco comunicativo con nuestros proyectos actuales?
3. ¿En qué medida es importante poner en marcha un medio alternativo de masas desde los movimientos sociales?
4. ¿Qué pasos efectivos podemos dar en esa dirección?
En el debate participaron miembros de numerosos medios alternativos de España y algunos de América Latina. Las reflexiones fueron variadas, pero giraron en torno a los siguientes puntos fundamentales:
Los medios alternativos como parte de la lucha de clases. Pascual Serrano y José Daniel Fierro, de Rebelión, escriben: «La información es una guerra, una guerra entre modelos sociales. Entre apologetas de un mundo desigual, injusto, mandado por depravados y auténticos terroristas que imponen a sangre y fuego un modelo económico que condena a muerte a miles de personas en todo el mundo, y los que apostamos por estar al servicio de los grupos, movimientos, intelectuales y luchadores que todos los días se juegan la vida por defender otro modelo de mundo posible».
Los medios alternativos deben fundirse en los movimientos sociales. Sebastián Hacher, de Indymedia Argentina, escribe: «Tenemos que partir de que los medios alternativos solo existen y se desarrollan cuando son necesarios socialmente (…).La suerte de los medios de comunicación alternativos, si estos no son una burocracia, está íntimamente ligada a la de la lucha de clases en general; nacer, morir y resucitar con nuestro pueblo, hacer latir nuestro corazón al ritmo de la realidad de los movimientos es la primer tarea».
¿Puede haber un medio alternativo de masas sin la existencia de movimientos sociales de masas? Diego, del Periódico Diagonal, escribe: «La pregunta debería formularse de otro modo: ¿tiene sentido publicar un medio escrito, dirigido al entorno inmediato de los movimientos sociales? La respuesta a esta pregunta sólo puede ser positiva si dicho medio renuncia a cualquier pretensión de dirigirse a una «masa». Esto no sólo sería económicamente inviable sino políticamente incoherente. Existen razones de peso para apoyar el proyecto, y quizá la primera de ellas es que, pese a todo, la prensa alternativa sigue teniendo en España una capacidad de creación de agenda y de influencia política muy superior a su difusión real. Los movimientos sociales podrían aprovechar de este modo el inmenso patrimonio de un medio que legitime sus posiciones más difíciles de trasladar a la población, y abrir de este modo una pequeña brecha también en el reducidísimo circuito de la distribución comercial». Sobre el mismo tema, Roberto Delgado, de La Haine, escribe: «La participación social directa fortalece al medio, ya que un ataque contra un medio alternativo supondría un ataque contra una de las estructuras del movimiento. Y sin un movimiento que lo defienda, el medio no podrá sobrevivir. No son los colectivos de información alternativa, sino los movimientos sociales en su conjunto, los que en la mayoría de los casos no han logrado comunicarse con los miles de ciudadanos que están fortaleciendo su conciencia antisistema. No son los medios de comunicación sino los movimientos sociales en su conjunto los que pueden romper el cerco comunicativo.»
Unidad y cohesión, bases de la fortaleza política de los medios alternativos. Manel Márquez, del colectivo Kaosenlared.net, escribe: «Desde los medios hay que fomentar la unidad y cohesión en el sentido ideológico profundo, en el sentido de reforzar estos planteamientos comunes que nos unen, creando una nueva forma de lucha que sea capaz de integrar a los diferentes en objetivos comunes claros para todos y todas, sin forzar a ningún grupo o persona a sumarse a los planteamientos en los que no cree, pero si en los que todos tenemos en común».
Usos y abusos de Internet
Internet ofrece buenas posibilidades para los que hacemos comunicación alternativa, pero no es la panacea. Como aspectos positivos de este soporte podemos señalar la disponibilidad de acceso casi instantáneo, la diversidad de fuentes de información (muchas de ellas alternativas) y la posibilidad de difusión a muy bajo costo. Entre las desventajas mencionaremos el costo de acceso a la red, la necesidad de tener ciertos conocimientos informáticos y la carencia de infraestructuras de acceso en muchas zonas.
De todas maneras los medios en papel tampoco son la panacea, porque como en Cuba no hay papel, ni en las villas miseria argentinas hay dinero como para siquiera sacar un periódico trimestral que más o menos llegue a la gente, ni hay televisión porque no hay electricidad… Consideramos que Internet es una herramienta de comunicación más (un medio por donde circula la información), como el papel, las ondas, la Televisión y las paredes. Tiene sus cosas buenas y malas, pero cumple una función igual de importante. Es un frente más que hay que cubrir en la guerra de la comunicación.
Además la censura también ha llegado a la red, bien sea a través de las empresas proveedoras de espacio para las páginas web, que según contrato pueden cerrar una página sin previo aviso, bien sea por ordenes más o menos explícitas de las autoridades. Esto ocurrió por ejemplo con la página del partido político vasco Batasuna. Un juez «estrella» ordenó a los proveedores de acceso a Internet que bloquearan el acceso a su página en todo el estado español. En otros casos, como ocurrió con varias de las páginas de la guerrilla colombiana FARC, el proveedor directamente denegó a los usuarios el acceso a esas páginas, sin que mediara, que se sepa, orden judicial alguna.
En cuanto al uso que el sistema hace de la red, podemos citar al cubano Omar González: «Internet también se transformó en uno de los recursos más eficaces al alcance del poder imperial del Tío Sam. Según un reporte de Pew Internet & American Life, fechado en abril último, durante los días de mayor intensidad de la guerra en Irak, el 77 por ciento de los usuarios estadounidenses utilizó la Red para conseguir información al respecto, y el 55 por ciento envió o recibió correos electrónicos relacionados con el asunto. Después de la televisión, fue el más utilizado de los medios, tras desplazar a la prensa impresa al tercer lugar. Pero ¿qué vieron, cuál fue el enfoque dominante en la mayoría de las noticias y comentarios? No hay que esforzarse demasiado para saber la respuesta, mucho menos si tomamos en consideración que una de las primeras medidas del gobierno de Bush fue tramitar la complicidad de los dueños de las principales cadenas, silenciar y amordazar a los rebeldes y crear una especie de Ministerio de Información al estilo nazi, pero corporativo, encabezado por la asesora de Seguridad Nacional, la señorita Condoleezza, Rice, la misma que en determinado momento de su formación profesional confesara sentirse ‘interesada’ en conocer la forma como Stalin logró concentrar tanto poder en sus manos.» (Omar González, Cultura audiovisual y otros (des)equilibrios en la era de big brother, http://www.rebelion.org/cultura/030617gonzalez.pdf, 2003)
La izquierda en Internet
A pesar de todo, la izquierda utiliza cada vez más Internet, qué duda cabe. A grandes rasgos se pueden encontrar tres tipos de páginas alternativas.
Las de autopublicación libre, tipo Indymedia, con una columna central para las editoriales, que en la mayoría se cuida bastante poco, y una columna derecha que cualquier persona puede usar para publicar una noticia, un comentario, etc., haciendo honor al lema «cada persona es un corresponsal». Es un sistema quizás desordenado, pero la esencia del proyecto es 100% democrática: todos pueden publicar. Por esa razón Indymedia Barcelona reivindica el desorden (es decir, prefieren el desorden democrático que el orden antidemocrático), lo cual puede ser legítimo.
Las de autopublicación restringida, tipo La Haine, con una columna central para editoriales y noticias seleccionadas por el colectivo editor de la página, y una columna derecha con autopublicación restringida a las organizaciones sociales, que acceden con clave. A partir del lema «los medios para los que luchan», La Haine entiende que el futuro lo construyen los luchadores. En este sentido entienden que «informar es construir realidad, y tal instrumento de lucha debe estar en manos de sus protagonistas».
Y las tradicionales, tipo Rebelión, donde el colectivo editor decide sin más lo que se publica, sean materiales propios o ajenos. En Rebelión se podría decir que también creemos en los medios como instrumentos de la lucha de clases, pero en esta coyuntura histórica optamos por un modelo técnico en el que la participación de los movimientos sociales en el proceso de construcción comunicativa pasa por lo que decide el consejo editor.
Un caso especial, aunque no único, lo constituye Nodo50, cuya función principal es la de brindar servicios de Internet seguros y a bajo costo a las organizaciones sociales. También disponen de una página web, a modo de paraguas, en la que publican noticias de sus cientos de afiliadas y artículos propios o ajenos. Nodo50 funciona como soporte técnico a la lucha en la red de los movimientos sociales.
Estos elementos representan la razón de ser de cada proyecto; sus diferencias más importantes no son técnicas, sino políticas. Cada web se adapta técnicamente a sus necesidades políticas. Las mencionamos porque probablemente estas cuatro páginas son las más visitadas del mundo, en la categoría de alternativas y no comerciales en castellano.
Proyecto Indymedia
Sin entrar en un detalle histórico de cada una de esas webs, podemos decir que la madurez de las páginas alternativas en Internet llegó con la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, EE UU, en noviembre de 1999. Un grupo de activistas, algunos de ellos periodistas, decidió crear un centro independiente de medios para coordinar, organizar y cubrir las multitudinarias protestas que se prevían. El sitio, que empezó a denominarse Indymedia (Independent Media Center – Centro de Medios Independiente), recibió más de un millón y medio de visitas durante los días de la cumbre. Pocos meses después, en abril de 2000, tuvo otro gran éxito en la preparación y cobertura de las protestas contra la reunión anual del FMI y del Banco Mundial en Washington, EE UU. A partir de ahí empezó a crecer exponencialmente durante todo el período de protestas antiglobalización que terminó abruptamente con el asesinato de Carlo Giuliani en Génova, en julio del 2001, y con los atentados del 9/11. Se crearon cerca de un centenar de centros independientes en todo el mundo, con acceso a unos servidores centralizados en EE UU, y realmente con poco interés controlador de parte de Indymedia central.
Quizás la clave de este éxito radicó en que se comenzó a usar por primera vez en forma masiva la autopublicación, o posibilidad de que los propios usuarios de una página publiquen sus opiniones o contesten a las opiniones de los demás. La concepción se apoya en la premisa de que cada persona puede ser un corresponsal. De este modo, múltiples colaboradores construyen diariamente Indymedia con sus aportes: se habla de construcción mediante corresponsalías populares, íntimamente ligada a una concepción alternativa de la comunicación y a un modo horizontal de organización, propio de los movimientos antiglobalización. Esto tuvo como aspecto positivo que cualquier activista que participaba en una manifestación podía sentarse unos minutos en un cybercafé y escribir una nota sobre el desarrollo de la protesta, lo que brindaba información rápida y ágil. La contrapartida es que, si no hay un trabajo cuidadoso de revisión de lo publicado (y casi nunca hay tiempo ni recursos humanos para eso) también se pueden publicar noticias falsas o tendenciosas, por parte de cualquiera, incluida la policía.
Posiblemente uno de los Indymedia que mejor funciona sea el de Argentina, ya que su punto fuerte no lo constituye la columna de autopublicación si no que los miembros del colectivo son periodistas que están permanentemente buscando la noticia, lo cual hace que su columna central sea de visita obligada.
Según sus integrantes, Indymedia nació en Argentina en abril del 2001, en la preparación de las movilizaciones contra el ALCA en Buenos Aires. La premisa de «dar voz a los que no tienen voz» marcó el inicio de esta idea novedosa de contrainformación, formada por un colectivo abierto y horizontal. La experiencia creció durante las movilizaciones del 19 y 20 de diciembre de ese año, y en julio de 2002, luego del asesinato policial de dos piqueteros, el sitio recibió 600.000 visitas, lo que lo convirtió en el más visitado de la red mundial de Indymedia.
Con la decadencia de las manifestaciones antiglobalización también se produjo un relativo declive de los Indymedia, que resurgen cada tanto con las cumbres o puebladas, por ejemplo Cancún o Bolivia. Al igual que en el resto de grandes colectivos horizontales, se distinguen varias líneas políticas e ideológicas en los distintos centros. Desde anarquistas y autónomos (Argentina, Chile, Tesalónica) a izquierda institucionalista (Colombia, Escandinavia), pasando por desobedientes zapatistas (Italia, España).
Proyecto Nodo50
Citaremos otro caso emblemático de la alternatividad, esta vez nacido en castellano: Nodo50. Lo constituye una asamblea independiente de 10 miembros, mayoritariamente autofinanciada, que nació como instrumento de comunicación del «Foro 50 años bastan», un encuentro contra la celebración que las instituciones de Bretton Woods realizaban en Madrid en 1994. Empezaron proporcionando pequeñas ayudas telemáticas a las organizaciones que intentaban denunciar la perversa lógica de estas instituciones, pero ya en 1996 dieron el salto a Internet y se convirtieron en proveedor de acceso. Desde entonces han trabajado ininterrumpidamente, brindando alojamiento web, correo electrónico, listas de correo, bases de datos a diversos movimientos sociales y organizaciones políticas, a precios competitivos y a veces irrisorios.
Participan en campañas, acciones y proyectos, siendo de especial relevancia las coberturas que realizaron a las manifestaciones antiguerra y anti- Unión Europea, el apoyo al movimiento «okupa» y a las actividades antifascistas. Es de destacar su implicación y compromiso en dar información alternativa sobre las protestas contra algunas de las celebraciones caras al poder en el estado español, como la cobertura de las manifestaciones del 20 de noviembre, aniversario del fallecimiento de Franco, sobre todo en épocas de ministros del interior nietos del franquismo.
Son miembros de esta red, al momento de escribir esto, 848 organizaciones que representan un amplio espectro de la izquierda política y social, de los movimientos de transformación y contestatarios, sobre todo del estado español. Este gran número de asociados provocó en los inicios problemas técnicos, especialmente lentitud de acceso, aunque algo de culpa se lo lleve también la responsable de conexión a Internet, la multinacional Telefónica, que seguramente en varias ocasiones perjudicó a sabiendas la capacidad de Nodo50. En los últimos años se puede considerar que son bastante eficientes y pueden estar al mismo nivel que otro proveedor de servicios comercial o empresarial.
El gran número de miembros provoca también que sea difícil sacar a luz unos lineamientos políticos claramente delimitados. Según sus palabras, el nexo de unión del Nodo es un presupuesto anticapitalista común, que une a militantes de los años 70 con jóvenes que empiezan en el movimiento antiglobalización. Rehuyen los «grandes debates» por considerar que en buena medida son los que paralizan a las plataformas. En la gestión de los contenidos de la web, compuestos exclusivamente por noticias insertadas por miembros del colectivo o enviadas por las organizaciones asociadas, trabajan con criterios tal vez demasiado amplios, que hacen que no sea fácil definir el carácter del proyecto, aunque quizás ellos mismos no se propongan tener un proyecto linealmente definido.
Este comentario se puede hacer extensivo también a Rebelión, la revista electrónica en la que trabajo, en el sentido de que la falta de debate sobre el objetivo que cada integrante del colectivo editor (igualmente proveniente de las más diversas tribus políticas) se propone lograr con la revista, se resuelva publicando prácticamente todo lo que nos llega con contenidos de izquierda o progresista. Este pluralismo resulta cómodo para evitar discusiones y definiciones que podrían llevar a más de una crisis a un grupo de personas que no siempre evoluciona de forma convergente. El lado positivo de esto, además de que la pluralidad es una necesidad en general y una virtud de Rebelión, es que el número de lectores aumenta permanentemente, y seguramente uno de los motivos es justamente esa amplitud, ya que prácticamente todo el arco de la progresía se ve representado de una u otra forma.
En todo caso, el que quiera conocer la historia de Rebelión puede leer el artículo de Pascual Serrano «La honda de David» (http://www.rebelion.org/varios/031218historia.htm) o «Rebelión contra los molinos de viento», de Néstor Kohan (http://www.rebelion.org/opinion/040427kohan.htm).
Nosotros, los acompañantes de la rebeldía
Para finalizar, intentaremos presentar algunos de los objetivos que pensamos deberíamos perseguir los medios alternativos.
Comenta Eduardo, de la gallega Radio Kalimero, que «es con la llegada de los ordenadores personales y la Internet que renace el acceso a la comunicación a las personas y colectivos que somos silenciadas en los grandes medios y el tratamiento informativo recobra el cariz que había tenido la prensa en sus orígenes. Al igual que por entonces, sólo una minoría es ‘alfabeta virtual’, y, de ella, sólo una minoría accede a la red para generar o recibir información. La libertad de expresión recobra así su significado, pero el Poder no puede consentir esto y de ahí que estén buscando cómo legislar para poder aplicar la censura y limitar el acceso libre a la red. Hoy, por tanto, debemos plantear un doble reto: cómo mantener este acceso libre a la red y cómo hacerlo extensible a la mayoría silenciada.»
Deberíamos partir entonces, como decíamos antes, de que los medios alternativos solo existen y se desarrollan cuando son necesarios socialmente. Y además, partir sabiendo el lugar que ocupamos. Citemos nuevamente al periodista Rodolfo Walsh: «Nuestro rango en las filas del pueblo es el de las mujeres embarazadas, o los viejos. Simples auxiliares, acompañantes. Eso estaría bien, de todos modos, si fuéramos modestos». Ahora bien, esto no nos exime de ninguna responsabilidad. Debemos tener claros nuestros objetivos y nuestra estrategia, y cumplirlos.
Para empezar, asumir como nuestra principal tarea la de dar testimonio en los momentos difíciles. Como dice Sebastián Hacher, de Indymedia Argentina: «Cuando la información necesita venir desde lo más hondo, cuando hay que hablar sin pelos en la lengua, cuando lo que corren son balas, furia o amor de masas, es cuando los grandes medios de comunicación se vuelven impotentes para hacerlo, y es cuando los medios alternativos tenemos que demostrar todo nuestro potencial. La noticia, para nosotros, es el proceso, y allí es donde ‘pescamos’ los acontecimientos.»
Para seguir, intentar ser cada vez menos imprescindibles. Otra tarea sería entonces «la socialización de la producción, un trabajo en cierto sentido ‘docente’ para ayudar a que los movimientos se apropien de las herramientas de trabajo y busquen sus propias formas de comunicarse. Hace falta gente que se dedique a enseñar, a dar talleres, a liberar energías creadoras en los demás. Si bien la primer tarea, ligada a la emergencia, es la que da vida a los medios alternativos, socializar la posibilidad de la comunicación es la más estratégica porque nos hace reemplazables; si queremos ser el otro debemos condenarnos a desaparecer.» (Sebastián Hacher, Comunicación alternativa: el complot de los auxiliares, http://www.lahaine.org/b2/articulo.php?p=1888&more=1&c=1)
La realidad tiene flujos y reflujos, y los medios alternativos vamos y venimos al ritmo de esa marea, pero la tecnología, por una vez y sin que sirva de precedente, nos brinda la oportunidad de actuar desde una base cada vez más amplia y esperar las próximas crisis mejor preparados. Pero no debemos olvidar que, como dice Roberto Delgado en La Haine, no es posible construir una herramienta aislada en el desierto de la barbarie, más bien debe estar insertada en un contexto de lucha adecuado. Para lograr un medio alternativo de masas, los movimientos sociales también deben ser «de masas». Preguntémonos entonces: ¿de qué forma podemos, desde la comunicación alternativa, contribuir a la construcción de un movimiento plural, combativo y de masas?
Ponencia presentada en el Encuentro Internacional Civilización o Barbarie: Desafíos y problemas del mundo contemporáneo. Portugal, 2004