Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mercenarios han estado participando en incursiones estadounidenses contra ‘militantes’ de al Qaeda en Iraq y Afganistán, según informes en la prensa que intensificarán la presión sobre el Congreso para limitar el uso de guardias privados de seguridad en zonas de guerra.
La revelación de que ex Seal de la Armada y otros soldados de fuerzas especiales de EE.UU. empleados por Blackwater Worldwide participaron en incursiones de la CIA también llevarán a un nuevo examen cuidadoso del general Stanley McChrystal. El máximo comandante de la OTAN en Afganistán fue jefe del Comando de Operaciones Especiales Conjuntas del Pentágono entre 2003 y 2008, cuando dirigió ataques clandestinos contra la dirigencia de al Qaeda en Iraq.
Según antiguo personal de Blackwater, enviado para proteger a agentes de la CIA en el terreno, ayudaron a matar a ‘militantes’ que habían sido objeto de incursiones de «agarrar y aprisionar».
Es «muy poco probable» que el general McChrystal no haya sabido de la participación de la compañía, dijo a The Times ayer Bruce Riedel, ex agente de la CIA.
Blackwater se ha convertido en un sinónimo de uso de fuerza excesiva más allá del control de las jerarquías militares de EE.UU. desde que el gobierno iraquí acusó a cinco miembros de su personal de la muerte de diecisiete civiles desarmados en Nisoor Square, Bagdad, hace dos años. Su lucrativo contrato con el Departamento de Estado fue cancelado después de esas afirmaciones.
La compañía, a la que desde entonces su controvertido fundador Erik Prince, un multimillonario ex Navy Seal [miembro de las fuerzas especiales de la Armada, N. del T.], ha cambiado su nombre a Xe Services, niega que su personal haya sido contratado alguna vez para participar en incursiones con fuerzas especiales o la CIA, pero un ex manager de Blackwater dijo a The New York Times que la participación de la compañía era «ampliamente conocida» con la «participación de cientos de individuos.»
Ex personal de la compañía citado ayer dijo que guardias asignados a la protección de agentes de la CIA en incursiones estaban frecuentemente armados de armas automáticas M4 recortadas con silenciadores – una combinación potente prohibida según las regulaciones estadounidenses.
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