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Relatorías

Mesa 7: En defensa de la participacion popular

Fuentes:

Conclusiones y Proposiciones Nunca como hoy la humanidad ha estado en peligro de desaparecer no sólo físicamente sino en su misma condición humana. El Imperialismo neoliberal no puede sino conducirnos hacia la barbarie universal. La ofensiva mundial por territorios y recursos naturales, la militarización estratégica del mundo y la «guerra preventiva», están siendo acompañadas por […]

Conclusiones y Proposiciones

Nunca como hoy la humanidad ha estado en peligro de desaparecer no sólo físicamente sino en su misma condición humana. El Imperialismo neoliberal no puede sino conducirnos hacia la barbarie universal. La ofensiva mundial por territorios y recursos naturales, la militarización estratégica del mundo y la «guerra preventiva», están siendo acompañadas por el asalto a la cultura y la criminalización de las luchas sociales.

El imperialismo, con EE.UU. a la cabeza, ha tomado la democracia como figura central de su propaganda ideológica y trata de ignorar como único sistema legitimo su modelo constitucional. Hay que rescatar el concepto de democracia para los pobres y movimientos populares e insistir en que para ser verdadera tiene que ser participativa y tiene que abarcar todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.

Debemos impulsar la democracia desde una posición de clase, luchando por el predominio consciente de la sociedad sobre el Estado, el gobierno efectivo del pueblo y una igualdad completa, sin diferencia de clases. Por una democracia pluriétnica y multicultural donde se respete la diversidad.

El Propósito de una democracia revolucionaria debe ser el desarrollo en plenitud, tanto individual como colectiva, del ser humano.

La democracia no se decreta, se construye, y su viabilidad está muy ligada a una correlación de fuerzas que la haga posible. Requiere una gran transformación cultural de quienes la impulsan. La democracia revolucionaria debe ser cultural o no es revolucionaria. No se puede pensar en una democracia de base popular si el pueblo no tiene información, educación y sus necesidades básicas satisfechas, pero no hay que esperar a que las tenga para luchar por ella.

Hoy la lucha por la democracia depende del fortalecimiento y la articulación de los movimientos populares y de la participación entendida como la apropiación creciente del poder por parte de las mayorías tradicionalmente excluidas.

La desarticulación entre lo social y lo político y la crisis de los partidos políticos, incluyendo los de la izquierda, debe ser superada por nuevas formas de hacer política contra el sistema de dominación, que luchen por el control, la toma y consolidación de poderes populares.

En América Latina ello ha contribuido a fortalecer movimientos como el zapatista, el de los Sin Tierra, los piqueteros, las luchas indígenas en Ecuador, Bolivia y Perú y el bolivariano, en movimientos sociales antiglobalización neoliberal, por la no violencia, ecológicos, por el respeto a las preferencias sexuales, etc.

El movimiento antiimperialista a nivel mundial ha tenido limitaciones para articular una estrategia frente a ciertos problemas. Nos manifestamos frente a la invasión a Irak pero no hemos analizado y valorizado la resistencia Iraquí. No podemos callar ante el genocidio de los palestinos, ante el dominio colonial de Puerto Rico, la situación de Haití, el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, el ALCA, las agresiones a Venezuela y Cuba contra la supresión de los hechos a la participación de las minorías discriminadas en los Estados Unidos y el Reino Unido.

No debemos olvidar que África sufre un genocidio silencioso por las pandemias y las guerras por lo cual ella debe ser parte de las preocupaciones mayores de los movimientos y partidos de izquierda del mundo. África debe ser principal objeto de defensa de la humanidad.

Democracia participativa significa el ejercicio del poder por parte del pueblo. El pueblo quiere gobernar, no solo participar. La respuesta ante la exclusión no es la inclusión en el sistema, sino la ruptura con el mismo. Hay que promover el poder popular articulado como ofensiva frente a la falsa democracia y como medio para alcanzar la verdadera.

La participación puede ser espontánea o inducida, pero aún habiendo una tendencia a rechazar la ingerencia de los políticos y de los gobiernos en los movimientos populares, no se puede obviar el papel positivo que pueden tener gobiernos progresistas, nacionales o locales en el fortalecimiento de los movimientos populares.

Como intelectuales y artistas en defensa de la humanidad asumimos claramente una posición ofensiva frente al imperialismo y al capitalismo y nos comprometemos a construir la democracia verdadera y a luchar por la participación popular protagónica dentro del marco de los parámetros expuestos.

En este sentido, proponemos:

I. Revisar la pedagogía de la liberación y recuperar el sentido de palabras y conceptos como democracia, liberación, socialismo, clases, acumulación de capital, inclusión, lucha de clases, participación, etc.

II. Producir una teoría sistemática de la acción social basada en el predominio necesario de la sociedad sobre el Estado, así como su articulación, en el desarrollo del ser humano no solamente en el ámbito económico, político y cultural, sino también en su dimensión espiritual.

III. Internacionalizar la participación popular, no se puede limitar a la lucha en el contexto nacional, hay que fortalecer los nexos que ya existen y compartir experiencias para aprender de ellas, respetando las particularidades locales.

IV. Globalizar la solidaridad y adoptar posiciones conjuntas y acciones simultáneas como estrategia ofensiva.

V. Crear redes locales, regionales y nacionales en defensa de la humanidad para atraer a las y a los intelectuales a la batalla de las ideas, considerando establecer un grupo de enlace entre esos capítulos que facilite el intercambio y coordinación permanente de ideas y experiencias.

VI. Mejorar la capacidad tecnológica comunicacional para combatir el silencio.

VII. Apoyar los movimientos que luchan por la eliminación de la deuda externa y exigir el uso de los recursos liberados en salud, educación, vivienda y la atención a otros problemas nacionales.

VIII. Reconocer la sociedad pluriétnica y multicultural donde se pueda convivir sin antagonismos y se reivindique la equidad y el derecho a la diferencia. Debemos apoyar la lucha contra el racismo, el sexismo, el irrespeto a las religiones, la homofobia y cualquier otro tipo de discriminación.

IX. También debemos ser solidarios con los presos y las prisioneras políticos y combatir el uso de la cárcel y la tortura como medios para criminalizar la lucha política y social.

X. Enfrentar los valores de la sociedad clasista y patriarcal basada en la competencia, la conquista y el dominio con los correspondientes a una sociedad sustentada en el amor, la cooperación y la solidaridad.

XI. Considerar la inequidad de género como un déficit político y apoyar las luchas y planteamientos de las mujeres. No hay democracia sin igualdad de género. Se debe estimular una participación igual de mujeres y hombres en todas las instancias donde se tomen decisiones.

XII. Reconocer a los pueblos indígenas y a su lucha por la libre determinación y la autonomía como expresión de esta.

XIII. Debemos reconocer el derecho a la participación democrática de todos los sectores sin discriminación, por lo cual reclamamos el reconocimiento de todas las minorías étnicas, las personas con discapacidades y los emigrantes en todas las actividades, luchas y responsabilidades de la sociedad.

XIV. Hay que pasar a la ofensiva y usar la cultura, la educación y la información como armas para luchar a favor de la humanidad.

Hagamos posible lo que parece imposible.

En Caracas, 4 de diciembre de 2004