Crisis del régimen y desprestigio del gobierno En julio del 2000, Vicente Fox Quesada y el derechista PAN1, llegaron al gobierno capitalizando las aspiraciones de cambio de las masas, después de 70 años de antidemocrático priato2. El nuevo régimen de la alternancia surgió a partir del desvío hacia las elecciones del descontento con el viejo […]
Crisis del régimen y desprestigio del gobierno
En julio del 2000, Vicente Fox Quesada y el derechista PAN1, llegaron al gobierno capitalizando las aspiraciones de cambio de las masas, después de 70 años de antidemocrático priato2. El nuevo régimen de la alternancia surgió a partir del desvío hacia las elecciones del descontento con el viejo régimen. Aunque muchos le adjudicaron una fortaleza sin límites a la «transición», la realidad fue otra.
Desde el 2003, la popularidad de Fox cayó notablemente y el PAN fue derrotado en las elecciones de medio término de ese año. A la vez, las instituciones y los partidos se desprestigiaron, envueltos en escándalos de corrupción, enfrentamientos entre los partidos y una creciente «judicialización» de la política, por ejemplo con la amenaza de desafuero contra Andrés Manuel López Obrador, jefe de gobierno de la ciudad de México y principal precandidato del PRD3 para el 2006 4.
El trasfondo es el desencanto de amplios sectores obreros, campesinos y de las capas medias con la «transición democrática» que en un marco de estancamiento económico y rasgos antidemocráticos del foxismo, vieron frustradas las aspiraciones de cambio con las que fueron a las urnas para sacar al PRI.
Esto se expresó en la movilización del 27 de noviembre del 2003, cuando decenas de miles de trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y de la central sindical UNT (Unión Nacional de los Trabajadores) llenaron el Zócalo de la Ciudad de México en repudio al intento de reforma fiscal (IVA para alimentos y medicinas) y a la privatización de la electricidad. Esta acción mostró un gran frente único obrero y popular contra los planes, y fue la acción obrera más importante en años, marcando el inicio de una nueva situación en el país y un gran cambio en el estado de ánimo de las masas. El movimiento obrero, atacado en sus conquistas, empezaba a moverse. Si en los años previos, México fue un polo de estabilidad reaccionaria en el continente (contrastando con Argentina o Bolivia) ahora se agitaban vientos de cambio y el espectro de nuevas luchas obreras, que se concretaron en el 2004.
La lucha contra la reforma en el Seguro Social
Ante esta nueva situación, la burguesía, para avanzar con la «agenda» exigida por el imperialismo, impulsó una reaccionaria reforma al Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los más de 350.000 trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Con dicho plan pretendían elevar la edad de jubilación de los trabajadores a los 65 años y 30 de servicio5 y aumentar las aportaciones obreras.
A fines del 2003 comenzó la lucha de los trabajadores del IMSS y en marzo de este año, la burocracia sindical encabezada por Roberto Vega Galina (diputado del PRI y presidente colegiado de la UNT) intentó pasar, en el 23º Congreso extraordinario del Sindicato (SNTSS) la reforma pactada con el director del IMSS, Santiago Levy. Sin embargo la combatividad de los y las delegadas y la presión de la movilización a las puertas del Congreso, frenó la traición de la burocracia.
Ante ello, el gobierno y el PAN recurrieron a un reaccionario pacto con el PRI, para impulsar conjuntamente (y con la oposición del PRD) la reforma en el Congreso de la Unión. Esta reforma sienta nuevas reglas para la asignación del presupuesto para el pago de pensiones y desconoce el derecho del sindicato a la contratación bilateral.
Desde julio se sucedieron las marchas, los mítines, y los bloqueos viales. Inicialmente fueron impulsados por sectores democráticos y antiburocráticos, que desde meses antes enfrentaron a la burocracia del sindicato al grito de «Si hay traición, habrá destitución». Como parte de este proceso antiburocrático se formó el Frente de Trabajadores Activos, Jubilados y Pensionados, que en sus definiciones políticas apuntaba hacia la independencia de clase, y que el 24/7 realizó un Encuentro Nacional de trabajadores activos, jubilados y pensionados en defensa de la salud y la seguridad social.
La presión de las bases obligó a la dirección de Vega a convocar tardíamente a movilizaciones, mientras la dirección de la UNT (que en los meses previos no hizo ninguna acción) anunció medidas de solidaridad. Durante agosto, la lucha de los trabajadores del Seguro Social adquirió un carácter nacional -llegando a los estados más lejanos-, y gran masividad, con la incorporación a la lucha de sectores hasta ayer pasivos, con tomas de áreas administrativas y el surgimiento de comités de base en algunos centros de salud. El grito de «Huelga, huelga» sacudía las movilizaciones, así como la exigencia «Vega Galina renuncia al PRI». Ante la inminencia de la votación de la ley, miles de trabajadores cercaron las cámaras legislativas, y en un hecho inédito, los senadores debieron ingresar bajo el resguardo de los toletes policiales. Después de la votación, los trabajadores del IMSS y otros sectores dieron un nuevo impulso a su lucha.
México, 1° de septiembre de 2004: Primer paro obrero en décadas
El 31 de agosto, 150 mil trabajadores, nutriendo los contingentes del SNTSS, del SME y de otros sindicatos de la UNT, marcharon al grito de «No a la reforma», llenando el Zócalo del DF, mostrando gran disposición a la lucha de un importante sector de la clase obrera.
Esto se evidenció el día siguiente: los trabajadores del IMSS, junto a otros sindicatos (SME, STUNAM, Aeronáuticos, Telefonistas, tranviarios) realizaron, en la modalidad de «falta colectiva» (ya que las direcciones sindicales se negaron al paro), lo que fue, en los hechos, un verdadero paro. Como dice La Jornada del 2/9 «Suspendieron labores entre 80 y 85 por ciento del total de trabajadores del IMSS adscritos a las unidades de medicina familiar, guarderías, velatorios, áreas administrativas, módulo central, centros de recreación y tiendas. En los gremios solidarios, consumaron una falta colectiva más de 30 mil electricistas; pararon a partir de las 14 horas telefonistas; diversas organizaciones campesinas hicieron bloqueos intermitentes en carreteras de Chiapas, Oaxaca, Tlaxcala y Michoacán; sobrecargos y personal del aeropuerto realizaron un mitin en la terminal aérea y también los tranviarios dejaron de operar trolebuses y tren ligero a partir del mediodía». Este paro (al igual que las movilizaciones) fue esquiroleado por la dirección de la propatronal CTM (Central de Trabajadores de México), que apoyó la reforma.
Ese mismo día, Fox presentó en el Congreso su IV Informe Presidencial, bajo la protección de altas vallas metálicas y con el centro de la ciudad ocupado por el ejército y la policía, mientras miles de trabajadores cercaban el Congreso y repudiaban la reforma.
Estas grandes acciones muestran un avance en la recomposición de la clase obrera. El paro (a pesar de ser parcial) fue un hecho histórico y el primero en décadas en unificar a varios sectores. La clase obrera comienza a realizar acciones ofensivas (y en algunos casos radicales), retomando sus métodos, como la huelga, la movilización y los cortes de calle. Se muestra además un salto en la conciencia de los trabajadores, con el cuestionamiento a las instituciones «democráticas» y el cerco al Congreso de la Unión.
Esto abre la posibilidad de que la movilización de los trabajadores de los servicios sea un acicate para el proletariado industrial, avanzando hacia una movilización generalizada. La clase obrera mexicana, gigante dormido durante décadas por la acción de la burocracia sindical, empieza a estar a tono con la lucha de clases en América Latina.
Las perspectivas de la situación y el camino de la independencia de clase
Ante ello se preparan alternativas para frenar la radicalización de la lucha obrera y evitar una crisis de las instituciones. Mientras el gobierno llama a una tregua y sectores del régimen (como el PRD) a un «pacto nacional», hay quienes proponen una reforma del Estado y un régimen «semi-parlamentario», con responsabilidades divididas entre un jefe de estado y de gabinete. A la vez, cobra fuerza el PRD y el jefe de gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Éste, con sus acercamientos al magnate Carlos Slim (dueño de la fortuna más grande de América Latina) y al rector de la UNAM, Juan Ramón De La Fuente (priísta con gran popularidad entre la clase media), quiere aparecer, ante la burguesía y el imperialismo, como una alternativa «responsable» para el 2006.
El PRD está capitalizando el descontento, como mostraron las masivas movilizaciones contra el eventual desafuero de AMLO, el político con más simpatías para competir por la presidencia en el 2006. Se prepara el desvío del descontento hacia la confianza en un gobierno del PRD, partido burgués que, a pesar de su discurso opositor, es garante de la estabilidad del régimen y ya administra eficientemente los negocios capitalistas donde gobierna.
Frente al ataque en curso, la única salida es profundizar la lucha. Contra ello conspiran las burocracias sindicales, evitando la continuidad de la movilización. Es el caso de la dirección del SNTSS, que emplazó a huelga por revisión salarial pero se comprometió ante Fox a «no mezclar en ello la cuestión de la reforma», para evitar la huelga por violaciones al contrato colectivo.
El anuncio de nuevos ataques contra los trabajadores del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de Trabajadores del Estado (ISSSTE) y otros sectores, plantea la necesidad de una resistencia unificada. El paro del 1º de septiembre mostró una pequeña parte de la capacidad de la clase obrera. Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo-ContraCorriente (LTS-CC), mientras ponemos nuestras humildes fuerzas al servicio de esta lucha, creemos que no hay que confiar en las trampas del régimen y en los partidos de la burguesía (aún de los «opositores») y que el camino es preparar la huelga general para frenar los planes de Fox y el imperialismo, en la perspectiva de luchar por una segunda revolución mexicana, obrera y socialista.
Notas
1 Partido Acción Nacional: partido burgués liberal de derecha aliado incondicional del imperialismo norteamericano.
2 Partido Revolucionario Institucional: partido surgido de las facciones triunfantes en la revolución mexicana, que luego se transformó, instaurando un régimen de partido-estado, el priato.
3 Partido de la Revolución Democrática: surgido de una escisión del PRI, se convirtió en la oposición de centroizquierda burguesa en el país. Ganó en los comicios de 1988 pero debido al escandaloso fraude del PRI no pudo acceder al gobierno. Su dirigente histórico es Cuahtémoc Cárdenas.
4 Este desprestigio de los partidos se evidenció en julio del 2003. Aunque el PRI fue la primera fuerza electoral y el PRD duplicó sus escaños en el Congreso, ninguno de ellos superó los votos obtenidos en el 2000. Un elemento clave del desprestigio del régimen fue entonces el gran aumento del abstencionismo.
5 Hoy se jubilan con 27 años de servicio las mujeres y 29 los hombres.