La política migratoria de los países desarrollados se ha transformado en una verdadera declaración de guerra contra los migrantes. Esta es la tesis de Jorge Rojas, representante de la Plataforma Interamericana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, quien en los meses pasados participó en Managua a la presentación del informe de la Federación […]
La política migratoria de los países desarrollados se ha transformado en una verdadera declaración de guerra contra los migrantes. Esta es la tesis de Jorge Rojas, representante de la Plataforma Interamericana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, quien en los meses pasados participó en Managua a la presentación del informe de la Federación Internacional de Derechos Humanos, Fidh, «Muros, abusos y muertos en las fronteras».
La Lista Informativa «Nicaragua y màs» conversó con el experto en derechos humanos para analizar la situación de estas políticas represivas y los impactos que están teniendo sobre millones de personas en el mundo.
-En los países desarrollados del norte ha habido en los últimos años un incremento de las medidas represivas para desincentivar la llegada de nuevas oleadas de migrantes. ¿Cuáles pueden ser los escenarios futuros?
-Actualmente estamos pasando de una política de represión a los migrantes a una verdadera guerra contra ellos. Lo que hemos visto en el informe de la Fidh es una guerra manejada con inteligencia, tecnología y un uso desproporcionado de la fuerza por parte no solamente de las fuerzas de seguridad del Estado, sino también de la seguridad privada y esto nos preocupa mucho. El otro aspecto es que todo este aparato represivo no está dando resultados. Se gastó mucho dinero en hacer un muro o militarizando una frontera y los resultados no son los que los gobiernos se esperaban, es decir frenar los flujos migratorios hacia los países del norte. Lo mismo está pasando en el caso de Europa. Es otra guerra en la que se violan los derechos humanos, los derechos de niños y niñas, se desconocen los derechos de los migrantes y seguramente en el futuro se van a incrementar los niveles de represión, de estigmatización y xenofobia hacia los migrantes.
-¿Qué medidas habría que tomar para tratar de dar una respuesta a esta escalada represiva?
-Creo que en este momento hay que tomar en cuenta tres elementos básicos. El primero es el de la atención humanitaria y aunque de forma insuficiente, ya hay muchas organizaciones que la están promoviendo. El segundo elemento es el de la protección de los derechos humanos de la población migrante y lastimosamente se está haciendo muy poco. En México y Estados Unidos existe un marco bien definido de los derechos humanos, pero parece que se les olvidó o no les importa. Lo mismo ocurre con los países centroamericanos y el resto de America latina, donde los gobiernos parecen no tener una visión para enfrentar este problema, ni siquiera desde una lógica de derechos humanos. Se requiere también una presencia mayor del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en esta gestión del tema migratorio. El tercer elemento son las políticas de prevención de los gobiernos latinoamericanos para evitar que sus gentes se vayan del país en condiciones tan deplorables y de alta vulnerabilidad. Esto ya tiene que ver con los modelos político-económicos y con la responsabilidad social de los gobiernos que muchas veces pareciera no estar en su agenda de prioridades.
-¿Cree exista cierta incoherencia e hipocresía de los gobiernos cuando por un lado claman para las condiciones de sus poblaciones migrantes y al mismo tiempo basan sus economías en las remesas familiares, que a veces alcanzan a ser la mayor entrada de divisa para el país?
-Hay una hipocresía evidente de los Estados que permiten que sus connacionales se vayan en estas condiciones, pero esperan con ansia que lleguen las remesas e incluso se atreven a proponer que estas remesas cubran los gastos de salud y educación o la falta de viviendas. Es una gran irresponsabilidad que pronto se va a acabar, porque la recesión económica mundial está regresando migrantes a sus países de origen y esto va a generar y profundizar una crisis social sobre todo en Centroamérica.
-Cuando se habla del tema de las migraciones difícilmente se analizan las responsabilidades históricas que tienen los países desarrollados del norte. ¿Qué opina al respecto?
-Las migraciones no son más que el reflejo del desequilibrio en la repartición de la riqueza y del desequilibrio internacional que gira alrededor de unos modelos hegemónicos que tratan de ampliarse más allá de los Estados a través de las grandes multinacionales, en donde solamente hay el interés especifico por la mano de obra barata, pero jamás por los derechos. Ese tipo de migración es el reflejo de una falla estructural de los modelos económicos que tenemos y puede leerse como una gran fracaso de la globalización, que no garantiza derechos para todos o, leído desde otra perspectiva, la migración de los pobres es la única forma que tienen estos países para ingresar con éxito a la globalización económica, pero con un costo muy alto en términos de derechos. Es un debate que va más allá de lo que hasta ahora se ha hecho en la Organización Internacional para las Migraciones, Oim, y otras instancias, que es discutir como regular las migraciones, como hacerlas sostenibles o evitar que no sea ilegal. El debate ya no es ese, sino que es un debate político y de modelos económicos.
-¿Podríamos decir que estas migraciones son un reflejo de la deuda ecosocial que los países del norte tienen con las poblaciones del sur del mundo?
-Definitivamente que sí. Los países del norte deben revisar sus modelos de cooperación, porque creo que si se invirtiera más en la superación real de la pobreza con mecanismos distintos a los hasta ahora usados, si se invirtiera el dinero para la construcción del muro entre Estados Unidos y México para resolver los problemas de muchas comunidades locales, tal vez muchas personas no tendrían que migrar. A los países del norte se les olvida o no quieren entender que la gente no se va por voluntad, sino por obligación. No son migraciones, sino marchas por el hambre.
-¿Hay una responsabilidad compartida entre gobiernos del norte y del sur?
-Hay una responsabilidad compartida en la medida en que los gobiernos del sur tienen una responsabilidad de prevención, pero esta responsabilidad está asociada a la forma en que los países del norte han expoliado y saqueado los recursos de nuestros países.
-¿Cuál es su opinión con respecto a la Directiva del Retorno aprobada por el Parlamento Europeo y presentada por la Comisión Europea como un instrumento para garantizar los derechos humanos a las poblaciones migrantes?
-Esta Directiva es una vergüenza y no es defendible en términos de derechos humanos. Es una Directiva de la indignidad, porque lo que ha hecho es limitar los derechos de las personas migrantes, abriendo al mismo tiempo canales de abusos y sobre todo no resuelve lo que los europeos están pensando, es decir limitar las migraciones de latinoamericanos y africanos. Ha sido también un gran fracaso con costos políticos muy altos, como es el caso de la fuerte división en el bloque de los partidos socialistas europeos.
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