Apenas meses antes de las elecciones presidenciales en las que su partido se presenta como favorito para ganar por primera vez, el general retirado Líber Seregni, militar progresista y fundador del Frente Amplio, murió ayer en Montevideo, a los 88 años. Pasó 11 años en las cárceles de la dictadura y se convirtió en una figura venerada por todos.
«Nuestro frente se transformó en una gran fuerza nacional que abarca desde gente que va en Mercedes Benz hasta gente de alpargatas y de a pie.» Así describía el Frente Amplio de Uruguay su fundador, el general (R) del ejército Líber Seregni, que murió ayer a los 88 años en su domicilio, en Montevideo. La coalición de izquierda, que en el último cuarto del siglo luchó por quebrar el histórico bipartidismo político uruguayo, quedó huérfana de su fundador y principal figura. Por primera vez y más de 30 años después de su fundación, el Frente Amplio es favorito para ganar las próximas elecciones presidenciales con Tabaré Vázquez al frente. Seregni, considerado un «traidor» por muchos de sus pares del ejército, es destacado por su personalidad, vocación democrática y por su formación militar y estadista por todos los sectores políticos.
A Seregni «le cabe un lugar muy importante en la historia de la sociedad uruguaya», afirmó el presidente uruguayo, Jorge Batlle, al enterarse de la muerte del líder izquierdista, al que calificó como «un hombre de conducta ejemplar». El actual presidente recordó: «Después de que estuviera detenido durante muchos años, yo fui uno de los ciudadanos que fue al frente de su casa a escuchar sus primeras palabras». «Los uruguayos de todos los partidos políticos -añadió- vamos a sentir profundamente la falta del general Seregni en la sociedad.» Días antes de su muerte, Seregni volvió a ser protagonista de un hecho político cuando Francisco Wins, jefe de la División II del Ejército, fue arrestado por reivindicar su figura «en forma inconsulta», al colocar un retrato de Seregni, quien comandó ese cuerpo de 1964 a 1971, en la galería de honor del cuartel. El retrato había sido retirado durante la dictadura militar. Batlle puso punto final a la polémica al ordenar que el cuadro debía permanecer allí en homenaje a su trayectoria. El militar y político llegó a tener conocimiento de su reivindicación, según detalló su hija, quien informó que la foto con el uniforme de general fue aportada por la familia. La personalidad de Seregni en la historia uruguaya reciente se destacaba por el respeto a las instituciones, su inteligencia política y, sobre todo, por la humildad con la cual encaró siempre sus tareas.
Seregni, que se autodefinía como un «reformista empecinado», nació en 1916 en Palermo, uno de los barrios más populares de Montevideo, cuna del candombe, el ritmo musical de los esclavos negros de la colonia española. En 1933 ingresó a la Escuela Militar y en 1936 obtuvo el primer título de alférez de Artillería. Ascendió a general en 1963 y, tras ocupar las jefaturas de las dos regiones militares más poderosas del ejército uruguayo, desempeñó transitoriamente el comando del arma en 1968. Realizó numerosas actividades dentro y fuera del país y fue agregado militar de las embajadas de Uruguay ante México y Estados Unidos. Participó en varias conferencias internacionales, entre ellas la de Chapultepec, en la que se creó el Sistema Defensivo Interamericano. Ocupó el cargo de vicepresidente de la Coordinación Permanente de los Partidos Políticos de América latina, el de consejero de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos y fue director presidente del local Centro de Estudios Estratégicos-1815.
En 1959, como subjefe del Estado Mayor del Ejército, Seregni tuvo una relevante participación en la continuidad del gobierno constitucional, al asegurarse la asunción al poder del Partido Nacional (Blanco), tras más de medio siglo de gobierno del Partido Colorado. En 1968 debió cumplir delicadas misiones en medio de un clima de creciente descontento social, luego de la asunción a la presidencia de la República de Jorge Pacheco Areco en 1967. Desde 1962 Uruguay vivía las vicisitudes de un fenómeno extraño a su tradición: el brote guerrillero de los Tupamaros, que en sus primeras épocas generó simpatías al amparo de un «idealismo reconstructor» de una sociedad en franca decadencia, que experimentaba una honda crisis generacional. Como consecuencia de la explosiva situación en el país en 1968, con un fuerte enfrentamiento entre el gobierno y la guerrilla, Seregni solicitó -por discrepar con la política de represión a los movimientos populares de protesta por parte del entonces presidente Pacheco Areco- el pase a retiro.
A partir de entonces, Seregni se dedicó a la política y en 1971 fundó el Frente Amplio, con varios líderes políticos de izquierda, democristianos, socialistas, comunistas y de ultraizquierda, así como de movimientos afines a la guerrilla tupamara. Fue nombrado presidente del nuevo partido, cargo que mantuvo hasta su renuncia en 1996. Con la firmeza de su disciplinada formación militar, Seregni encaminó al Frente Amplio hacia una opción de gobierno en Uruguay y logró obtener él personalmente el 21 por ciento de los votos en la primera elección.
Se opuso tenazmente al golpe de Estado de 1973, dado por el presidente Juan María Bordaberry con apoyo de los sectores militares. Tras el golpe fue juzgado por un Tribunal de Honor Militar y la Justicia Penal Militar y fue acusado de «subversión y traición a la Patria» y otros delitos vinculados a la seguridad del Estado. Fue condenado a catorce años de prisión, la pérdida de su estado militar y la inhabilitación política absoluta por diez años. A lo largo de sus años de prisión, vastos sectores de opinión pública de Uruguay y destacados políticos de todos los sectores expresaron reiteradamente el pleno convencimiento de la inocencia de Seregni de todos los cargos que se le atribuyeron. También desde diversos países llegaron en forma continua las muestras de adhesión, destacándose la certeza de que su detención respondió a motivos estrictamente políticos.
Fue liberado en 1984, en el último tramo de la agonía de la dictadura. Al hablar a una multitud que lo aguardaba para celebrar el fin de su encarcelamiento por la dictadura, reclamó moderación en la lucha popular. Lejos de volverse «revanchista», se transformó en un mediador perspicaz y encabezó una negociación del Frente Amplio con el Partido Colorado y la socialcristiana Unión Cívica para definir el final del régimen militar. Pero el otro partido tradicional, el Nacional (Blanco), liderado por el hoy fallecido Wilson Ferreira Aldunate, desde su exilio en el exterior y detenido por los militares cuando regresó en junio de 1984, se opuso al diálogo y al acuerdo institucional. No se le autorizó postularse a las elecciones de 1984.
Símbolo de la conciliación política y uno de los arquitectos de la restauración democrática, señaló en una entrevista el año pasado, a 30 años del golpe, que los resultados de la dictadura fueron «la afirmación de una conciencia contraria a cualquier clase de violencia» y «un sentimiento de nunca más a las cosas terribles que pasaron en ese tiempo y a las violaciones a los derechos humanos». Seregni volvió a ser candidato a la presidencia en 1989. Definió el contenido político de la coalición señalando que el «Frente Amplio nunca fue una fuerza socialista. Nace como un programa democrático avanzado y no más».
Testigo de un mundo que pasó de la guerra fría a la globalización, y de un Uruguay que transitó de la dictadura a la democracia, en los últimos años tomó distancia de la actividad política pública y a principios de 2004 se retiró definitivamente, en un acto donde fue homenajeado por todos los partidos uruguayos. Su figura, otrora denostada por los tradicionales partidos Colorado y Nacional, pasó a ser unánimemente respetada.
El ministro de Defensa Nacional, Yamandú Fau, comentó a los medios que la muerte de Seregni significa «una enorme pérdida para el país porque era un hombre de incondicional vocación democrática». «Los últimos años de su vida los dedicó con abnegación a encontrar las mejores soluciones pacíficas para el país», aseguró Fau, que pertenece al gobernante Partido Colorado, pero que de 1971 a 1988 militó en el Frente Amplio presidido por Seregni.
Trabajó en los últimos años desde su Centro de Estudios Estratégicos 1815, donde intentó hacer análisis y programas de gobierno. También procuró lograr la formación de nuevas figuras capaces de ocupar en forma eficientecargos públicos en un eventual gobierno de izquierda, en lo que aparece como su último aporte efectivo a su fuerza política.
Seregni murió como militar, pero también como el hombre que logró la unidad dentro de una compleja y heterogénea fuerza política. Batlle decidió que Seregni sea sepultado como ministro de Estado en reconocimiento a los servicios al país y la labor que tuvo el líder del Frente Amplio en la recuperación democrática de Uruguay en 1984. La resolución marca claramente el mando superior del gobierno civil sobre las Fuerzas Armadas, que le rendirán honores a quien hasta ahora rechazaron en su reivindicación como militar.
Informe: Ximena Federman.
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El ministro de Defensa Fau confirmó que el Ejército había resuelto restituir fotografías de Seregni
«La foto está allí y allí se va a quedar»
«La foto está allí y allí se va a quedar», indicó ayer el ministro de Defensa Nacional, Yamandú Fau, en relación al episodio del retrato del general Líber Seregni, recientemente repuesto en el salón de honor de la División de Ejército II. Fau dijo que la sanción al general Francisco Wins, aún no efectivizada, responsable de la unidad militar no es de «naturaleza política», en el entendido de que «los problemas políticos con Seregni datan de 35 años atrás». Según Fau, hubo una actitud «inconsulta» por parte del alto oficial.
El ministro reconoció, en conferencia de prensa, que el Ejército había resuelto restituir las fotografías, aunque aclaró que se objeta la oportunidad de la decisión adoptada por Wins.
Informó que el presidente Jorge Batlle indicó al comandante en jefe del Ejército, Santiago Pomoli, que el cuadro debe permanecer en la galería de fotos de la División II.
Fau reconoció que la colocación del polémico cuadro «debió hacerse antes» y agregó que «acá no hay que bajar cuadros, de pronto hay que subir algunos». Confirmó además que se están estudiando los casos de los generales Víctor Licandro y Arturo Baliñas, así como la posible colocación de la foto de Seregni en la División de Ejército I. Para Fau, el hecho significa «un avance» en las políticas de conciliación y pacificación en el país. El jerarca desmintió que la sanción al general Francisco Wins sea de 30 días de arresto. La misma se originó en el hecho de que el militar tuvo una «actitud inconsulta», cuando el tema se estaba evaluando a nivel de los mandos.
El ministro Fau informó que después de una reunión mantenida con el presidente Jorge Batlle, se decidió que el polémico cuadro «debía permanecer en esa galería de fotos».
Sobre la sanción aplicada al comandante de la División de Ejército II, general Francisco Wins, el jerarca explicó que «las medidas que puedan tomarse no tienen nada que ver con la falta de competencia que para ello tiene el comandante Wins» y aseguró que el militar «tiene atribuciones como para tomar esa medida». Explicó que la sanción se originó porque tomó la decisión en momentos en que el comandante en jefe del Ejército estaba estudiando la situación. Sobre la sanción en particular, el secretario de Estado expresó que «no son de naturaleza pública porque se toman en el escenario militar, medio que presenta normas muy rígidas. Por eso hay una reserva en cuanto a la sanción aplicada». En ese sentido, Fau aseguró que «la información que habla de una sanción de 30 días de arresto no es exacta. Eso solo se puede adoptar en hechos gravísimos y no se considera que este sea el caso».
En cuanto a si el ministro o el Presidente de la República pueden suspender esa penalización, el responsable de Defensa aseveró que «el Poder Ejecutivo está en condiciones de levantar o aumentar esa sanción», pero aclaró que en este caso, el mando superior «respeta la decisión de los mandos de la fuerza». Dijo además que el debate del tema «se originó en los medios de comunicación» y no en la interna militar. Fau aseguró que en este episodio «no hay la menor naturaleza política, porque los problemas políticos con el general Seregni tienen 35 años. Ni el Ejército ni el país tiene asuntos políticos pendientes con Seregni y me consta que él considera que no los tiene con el Ejército».
Consultado sobre si están colgados cuadros correspondientes a figuras relacionadas con la pasada dictadura, el ministro Fau explicó que «en ninguna unidad militar del país hay un cuadro colgado perteneciente a alguien relacionado a la dictadura. Lo que pasa es que algunos de los protagonistas de esos hechos, en su momento, ocuparon en una unidad una jefatura o un comando. Como en los cuadros se registra a todos los que fueron jefes en esa unidad, se les coloca.
Pero no es debido a que estuvieran vinculación con la dictadura. Por eso no se entiende que la foto del general Seregni no estuviera en esa unidad».
El secretario de Estado afirmó que «este ministro tiene una amistad muy afectiva con el general Líber Seregni y no me siento en falta por no haber promovido la colocación del cuadro, porque el jamás lo reclamó. Me siento más reconfortado por haber trabajado con él en algunos temas relacionados a la reparación de varias situaciones».
Fau agregó que «Seregni fue protagonista de situaciones políticas muy fuertes en el país y que desencadenaron quiebres institucionales y parlamentarios. Colocar una foto no es un hecho sencillo, estamos hablando de Seregni. Acá somos adultos y todos sabemos las connotaciones políticas que tiene su figura».
Consultado sobre su valoración en cuanto a las reuniones entre militares y originados por este tema, el ministro Fau sostuvo que «lo tomo como una manifestación de naturaleza social. La libertad no molesta».
Sobre si se podrá tomar la misma decisión con la imagen de otros militares vinculados al Frente Amplio -como el general Víctor Licandro o Arturo Baliñas-el jerarca reconoció que «eso forma parte de las situaciones que se están analizando para poder llegar a una determinación». Fau dijo que en el Ejército se está asumiendo institucionalmente la conveniencia de restituir determinadas fotos. En cuanto a la posibilidad de que el general Francisco Wins haya sido utilizado como «chivo expiatorio», el ministro sostuvo que «es cierto que el comandante en jefe se reunió con los oficiales generales, pero no tuvo el carácter de asamblea, donde se pide la palabra y se termina votando. Quien decide las cosas es el comandante». Fau sostuvo también que la colocación de la foto del fundador del Frente Amplio es «un avance» en las políticas de conciliación y pacificación.
Respecto a si la foto de Seregni también será colocada en la División de Ejército I, el responsable de Defensa dijo que «se está estudiando». *