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Con el apoyo de un colectivo griego

Nace en la selva una escuela zapatista

Fuentes: La Jornada

La nueva escuela está en La Culebra, ocupa 1.600 metros cuadrados y capacita a promotores de educación

En la entrada a la región de Montes Azules, en el corazón de la selva tzeltal y del territorio zapatista, se levanta el centro de capacitación de promotores de educación Compañero Manuel, proyecto greco-tzeltal de autonomía y resistencia, ejemplo de lo que hoy construye, no sin problemas de toda índole, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

La escuela se ubica en la comunidad La Culebra, que pertenece al municipio autónomo en rebeldía Ricardo Flores Magón, y muestra la manera en que los zapatistas trabajan su autonomía y se encuentran con la sociedad civil nacional e internacional. Los cuarteles militares ubicados en Ocotal, Taniperlas y San Jerónimo Tulijá, además del retén en Cintalapa y los campamentos de soldados en el crucero Monte Líbano y en el ejido Calvario, provocan y hostigan constantemente a las bases de apoyo zapatistas, pero no han conseguido quebrantar la resistencia en este municipio, aunque la propaganda oficial afirme lo contrario.

La educación autónoma en Ricardo Flores Magón se construye, contra viento y marea, de la siguiente manera: se forma un centro de capacitación en el que uno o dos indígenas jóvenes de cada pueblo se preparan para regresar a sus comunidades a impartir clases en las escuelas comunitarias autónomas. La preparación de los y las promotoras es apoyada por un grupo de capacitadores de la ciudad: maestros, doctores o estudiantes universitarios. Cada comunidad elige a su promotor y, mediante un acuerdo, concreta la manera en que lo va a apoyar. Se trata de que mientras un promotor o promotora se capacite, el pueblo lo apoye trabajando su milpa y cuidando a su familia.

En el caso de La Culebra, un colectivo de solidaridad de un país tan lejano como Grecia aporta los planos y los recursos para la construcción de la escuela y se involucra en la obra; un grupo de profesionistas y estudiantes mexicanos apoya el trabajo de capacitación de promotores; una organización de Dinamarca financia una parte de los cursos, y miles de indígenas rebeldes han trabajado durante tres años consecutivos en la construcción de este centro que será inaugurado el 5 y 6 de agosto.

Decenas de griegos y griegas, además de invitados nacionales y extranjeros, asistirán a la fiesta inaugural que tendrá como tema principal La educación en resistencia. Coincidirá la celebración con los Juegos Olímpicos de Atenas, motivo por el que, se señala en la invitación, será también «un gesto simbólico de la resistencia zapatista ante la realidad de Atenas en 2004».

Tzeltales, mestizos, griegos y daneses. Cuatro culturas con un objetivo: preparar aproximadamente 100 promotores indígenas de educación autónoma. No por nada las primeras palabras que los niños zapatistas aprenden a leer y a escribir son: techo, trabajo, educación, justicia, democracia, independencia, paz, libertad… en lugar de mamá, papá o pelota. La frase «mi mamá me mima» parece lejana en estas tierras donde los niños de 2 a 4 años juegan a «la cebollita en resistencia», y los niños de 8 años en adelante «reflexionan sobre la historia, las matemáticas, la lengua y la vida y el medio ambiente, relacionando cada conocimiento con las 13 demandas de la lucha zapatista».

Hortensia, una de las cerca de 100 promotoras de educación autónoma, explica: «Nuestra educación es para que tengamos una lucha digna y podamos tener un solo corazón. Nosotros pensamos que la educación no es sólo que se enseñe a leer, a escribir, a sumar y a restar en las escuelas, sino que vamos a resolver los problemas que tenemos en nuestros pueblos, que se enseñe a defendernos, que se enseñe nuestra historia, pues, que se enseñe a seguir luchando».

Los promotores y promotoras de educación tienen entre 15 y 25 años: «estábamos chiquitos cuando empezó el levantamiento de nuestro EZLN. Nosotros no conocemos más que luchar, así nacimos y así crecemos. No podemos separar la educación de nuestra historia, de la historia de nuestros padres y abuelos, de cómo luchaban ellos y cómo trabajaban», señala Hortensia.

La construcción de la escuela es «muy otra» y en nada se parece a las edificaciones locales. Los mil 600 metros cuadrados son una mezcla de estilo griego y tzeltal que abarca aulas, dormitorios, cocina, cancha de básquetbol y biblioteca. Todo está por terminarse (la inauguración se hará con la obra sin concluir), y en el proceso se ha preparado la primera generación de promotores, que ya dan clases en sus pueblos.

Mientras, grupos de griegos participantes en la tarea aprendieron un poco de tzeltal y los tzeltales aprendieron un poco de griego. Rubio, del Consejo de Educación de Flores Magón y encargado de la construcción, pasó del tzeltal al griego con una breve escala en el español.

Cada proyecto con el que los zapatistas construyen su autonomía ofrece miles de historias y no pocas lecturas. Cada proyecto es, en sí mismo, autónomo, por lo que no se pueden hacer generalizaciones a partir de un solo ejemplo. Las cinco grandes regiones agrupadas en igual número de juntas de buen gobierno, los 29 municipios autónomos y las más de mil comunidades zapatistas mantienen sus propias dinámicas y construyen procesos diferenciados.

Aris, del colectivo de solidaridad griego Una Escuela para Chiapas, cuenta parte de la historia del centro de capacitación Compañero Manuel: «sucedió que dos compañeros, Stavros y Yiannis, que eran estudiantes de arquitectura de la Escuela Politécnica de Atenas, diseñaron para su tesis de licenciatura los planos de un centro de capacitación en una comunidad zapatista, basando su estudio en los proyectos de educación publicados en la página electrónica de Enlace Civil.

«Por supuesto que el objetivo de este estudio no era titularse, sino que el sueño era que un día este proyecto se pudiera realizar. Stavros y Yiannis presentaron los planos a la gente de la revista Señales de humo, y entre todos y todas discutimos las posibilidades que teníamos de hacerlo realidad. Surgieron las incertidumbres, las dudas de poder llevar a cabo un proyecto tan grande. ¿No es muy grande el compromiso? Se hablaba entonces de que se necesitaban 60 mil euros (todavía no sabíamos que serían más de 100 mil).

«Simultáneamente el proyecto se entregó a un municipio zapatista, pues no se trataba sólo de que en Grecia estuviéramos de acuerdo, sino de que a los zapatistas les interesara también. En eso estamos cuando nos comunican que el municipio autónomo Ricardo Flores Magón se interesa en el proyecto, y es cuando nosotros decidimos en la revista que sí, que lo vamos a hacer. Una madrugada de junio de 2000, en Atenas, tomamos el acuerdo y sellamos el compromiso».

Por su parte, Julio, del Consejo Autónomo de Ricardo Flores Magón, cuenta que «cuando en la localidad empezamos a tratar con los compas griegos no les creemos tanto. Pensamos: ¿será que lo van a terminar el trabajo? Y ellos dicen que sí. Nosotros como municipio damos la madera, la grava, la mano de obra en trabajo comunitario, pero no lo podemos comprar el material ni la herramienta».

María, del colectivo griego, acompañó entonces al arquitecto Stavros en su primera visita a la comunidad. Ella recuerda: «tras años de preparación, una noche de octubre de 2001 finalmente un compañero griego y yo llegamos a ese pequeño fin del mundo, a la lejana La Culebra. Había llovido y había niebla. Apenas un día después, alumbrados con velas, extendimos sobre una tosca mesa de madera los planos del centro de capacitación que llevábamos y nos proponíamos construir. Juntos empezamos a estudiarlos. Al día siguiente fuimos a ver el terreno destinado para la construcción. Así, poco a poco, trabajando, nos hicimos compañeros».

Los griegos, relata Julio, «nos dijeron que tenía que haber un arquitecto del municipio autónomo y nosotros dijimos: ahí está el Rubio». Rubio, de origen tzeltal y sonrisa permanente, entonces no hablaba nada de español y sólo sabía un poco de carpintería. Ahora ya se expresa en tres idiomas: tzeltal, español y griego, y lee perfectamente complicados planos de arquitectura.

«Cuando me dieron el trabajo en el municipio -cuenta Rubio-, pues me sentí un poco triste, dije ‘pero qué voy a hacer’. En los primeros dos meses de trabajo vino el compa Stavros, de Grecia. El compa Stavros sólo sabe en griego el nombre de las herramientas y por eso yo tuve que aprender el nombre de las cosas en griego. Por ejemplo: cepillo se dice planis, la sierra es prioni, el martillo es spiri, la escuadra se dice gonia, el formón pues scarpelo y el lápiz molivi. El metro no hay problema, porque de por sí se dice metro».

El siguiente paso fue el encuentro real y cotidiano de dos mundos: «yo antes no sé nada de Grecia, no conozco donde está, quiénes son… nada. Cuando vi a los primeros griegos me dio hasta miedo. No estoy acostumbrado a hablar con otra raza, con los de otros países. Tengo la idea en mi cabeza de que los extranjeros son los dueños, los ricos, los blancos, pues. Pero ya luego los conozco a los griegos y que son pobres también como nosotros y que ellos también luchan.

«Yo ya lo conocí mucho a los griegos y son buenos. Conocí a un Panayotis que se llama, su raza es muy blanca, su ojo es como azul o como verde y dice que es campesino. Entonces, yo no lo sé que hay campesinos güeros. El dice que es ‘agrotis’ o sea que es agricultor, campesino pues. Panayotis tiene su huarache sencillo y cuando lo vi su pie lo vi que está bien duro, como se hace el pie por la costumbre de caminar sin zapato, y ahí le creí que es pobre y que es campesino. Ahora -finaliza- cuando le invito a tomar café a un griego le digo: pame na piume ligo café, que quiere decir: vamos a tomar un poco de café».

Por su parte, Aris, del colectivo griego, concluye: «nuestros encuentros con los compas no son los mismos hoy que hace tres años. Ahora ya existe una relación entre nosotros y una muestra de esto es que ya casi está terminado el centro de capacitación, ya hay algo muy concreto que nos une. El centro funciona, ya se dan clases a los promotores y éstos dan clase en sus pueblos. Ahora -insiste- estamos más convencidos de compartir esta lucha».

Y Hortensia, mujer indígena, zapatista y orgullosa promotora de educación autónoma advierte: «ahora ya lo tenemos, nuestra escuela muy bonita. Eso nos compromete y ya no podemos rendirnos.