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Sobre el Movimiento Etnocacerista de Perú

¿Nacionalismo o parodia de rebelion popular?

Fuentes: Rebelión

El primer día de este año (1° de enero), el denominado movimiento Etnocacerista tomó por asalto la comisaría de San Jerónimo ubicada a 4 Km. de Andahuaylas. El puesto policial estaba resguardado por 17 efectivos los mismos que fueron tomados prisioneros. En esta acción participaron por lo menos unos 150 activistas de este grupo liderados […]

El primer día de este año (1° de enero), el denominado movimiento Etnocacerista tomó por asalto la comisaría de San Jerónimo ubicada a 4 Km. de Andahuaylas. El puesto policial estaba resguardado por 17 efectivos los mismos que fueron tomados prisioneros. En esta acción participaron por lo menos unos 150 activistas de este grupo liderados por algunos oficiales del ejército en retiro y conformado mayormente por soldados reservistas. Los rebeldes anunciaron desde el primero momento que su acción tenía como objetivo la renuncia de Alejandro Toledo a quien acusaron de ser un traidor a la patria. «No abandonaremos la comisaría hasta que renuncie Toledo, pero también estoy dispuesto a dialogar», dijo Antauro Húmala, el cabecilla del asalto de la camisería.

Cuatro días después, y 4 muertos (policías) de por medio los etnocaceristas se rindieron en medio de las plegarias del padre José Domingo Paliza quien sirvió de intermediario entre los rebeldes y las fuerzas militares del gobierno. Toledo no renuncio, y por el contrario recibió un cierra filas de amigos y enemigos entorno al gobierno y al supuesto «Estado de derecho».

El movimiento Etnocacerista, es una organización liderada por dos oficiales retirados del ejército y agrupa a una centena de ex soldados en situación de reserva. Este movimiento se cataloga de étnico ultra nacionalista. Entre sus planteamientos principales se considera reconstruir el imperio incaico y propone como medula de su estrategia política regresar a la «grandeza» del Tahuantinyuyo que en el siglo XV abarcaba los territorios del Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia y parte de Chile. Otro de las expresiones «nacionalistas» de este grupo es iniciar una guerra contra Chile y Ecuador para «recuperar» los territorios peruanos. Desconoce el tratado de Itamaratí, que establece la paz con el Ecuador en 1998 y declara que Arica (Chile) va a «retornar al Perú». En su especial enfoque de la crisis nacional pasa por alto el asunto fundamental de la lucha de clases y concluye que todo el problema se reduce a una cuestión racial entre peruanos autóctonos y peruanos no auténticos. Propugna una hegemonía de los «cholos» sobre los «blancos». Sus mentores dicen, que el etnocacerismo, es «cosa de machos».

Los organizadores de este grupo son los hermanos Ollanta Húmala y Antauro Húmala, el primero es un comandante del ejército (pasado a retiro en diciembre pasado), el segundo es un mayor del ejército (retirado). Ambos, en octubre del 2000, pocos días antes de la Fuga de Montesinos, encabezaron una sublevación contra Fujimori en el sur del país. Algunos vieron en esta rebelión en un cuartel militar una cortina de humo para esconder la salida clandestina al extranjero de Montesinos. A la caída de Fujimori, Ollanta Húmala, comandante del ejército y líder de este movimiento fue amnistiado y premiado con una agregaduría militar primero en Paris (Francia) y posteriormente en Seúl (Corea). Ollanta Húmala «ideólogo» y dirigente de este grupo desde el 2000 hace planes para presidir el Perú en el 2006. El movimiento se declara contrario al sistema parlamentario peruano, pero sin embargo la primera tarea que da a sus simpatizantes es la de recabar 390,000 firmas (planillones de adherentes) para «solicitar su inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones». Antauro Húmala, el segundo en jerarquía después de Ollanta, no tiene ningún problema para decir que el «motor ideológico del cambio en Perú», es Manco Cápac (1), primer Inca y que según la leyenda surgió de las aguas del lago Titicaca para fundar el imperio Inca. Este grupo se siente hermanado por la «sangre india» con el movimiento Pachacútec del Ecuador que como se sabe apoyó la campaña electoral del coronel Lucio Gutiérrez.

¿Qué hay detrás de este movimiento?, es la pregunta que se hacen lectores y observadores políticos principalmente en el extranjero.

La teoría enseña que lo determinante en la naturaleza política de un proceso armado o cualquier acción subversiva es su filiación de clase y su relación con el contexto histórico en que se desenvuelve. Además, un movimiento armado, de acuerdo a sus objetivos estratégicos, puede ser revolucionario, nacionalista, progresista, fascista o simplemente reaccionario. En síntesis, si se quiere determinar con precisión la esencia y naturaleza de una acción armada se requiere estudiar seriamente (exenta de subjetivismo) tres cuestiones inherentes a cualquier proceso subversivo. Primero, se debe precisar con exactitud cuál es la base ideológica de la organización, movimiento o partido que dirige el proceso materia de estudio. Segundo, se tiene que conocer los objetivos y estrategia política del grupo armado. Qué plantea como sociedad y sobre qué bases pretende edificar el Estado contra el cual se ha sublevado. Tercero, se debe puntualizar respecto a la clase que sirve y representa dicho movimiento armado. Para este propósito hay que tomar en cuenta, antes que la extracción social de sus componentes, sus puntos de vista frente a la economía, a los grupos de poder, al Estado, a la iglesia, a las fuerzas armadas reaccionarias, etc.

¿Cómo caracterizar el movimiento «etnocacerista»? ¿Revolucionario, nacionalista, o simplemente una banda de banda de militares retirados que ocultamente sirven a uno de los grupos de poder del Perú? El gobierno de Toledo se ha escandalizado y ha dicho que este grupo pretende destruir el «Estado de derecho». Algunos articulistas lo han ubicado como grupo «nacionalista», y elogiosamente han dicho que la acción de «Andahuaylas es un extraordinario ejemplo». Otros simplemente han dicho que es un movimiento fascista y que no pasa de ser un clan familiar con pretensiones de poder.

El primer elemento que hay que tomar en cuenta para tener una idea de la naturaleza del movimiento etnocacerista se refiere al contexto actual del Perú. La característica principal de la actual sociedad oficial peruana es su aguda crisis política y moral, en cuya escena política las masas pobres siguen siendo víctimas de bribones y mafias enquistas en el poder. Este grupo surge en un cuartel militar y su relación es directa con la sociedad oficial lumpenizada que Alberto Fujimori y Montesinos habían llevado a su pico más alto en 1O años de régimen mafioso. No se puede escudriñar el carácter político de este grupo sino se toma en cuenta la crisis y descomposición del Estado. Los partidos políticos (izquierda y derecha) están hundidos en un proceso de descomposición. El poder judicial, el parlamento, las fuerzas armadas, fuerzas policiales, y otras instituciones del Estado son antros de corrupción cuyo rol se reduce a sostener las mafias que vía elecciones o golpe militar se enquistan en el poder. En esta situación, putas, ladrones, militares, criminales, jefes de bandas, y toda suerte de individuo ambicioso se irroga el derecho de ser parlamentario, ministro y presidente de la República. Una prueba de esta situación lo entrega las actuales bravatas de Alberto Fujimori contra quien pesa serias acusaciones por crímenes, robos, coimas, y otros delitos, pero no tiene ningún problema para anunciar desde Japón (donde reside ahora) que será candidato electoral en el 2006. Lo mismo se puede decir de Alan García Pérez, ex presidente y líder del APRA, también en su momento acusado de robos y crímenes masivos de prisioneros y campesinos, pero sin embargo no tiene ningún impedimento para ser el candidato favorito en las próximas elecciones generales (2006).

En este cuadro social, los grupos de poder locales, echan mano a cualquier elemento y táctica que les sirva para desviar la atención de las masas, sobre todo en momentos de agudización de la lucha de clases. Fabrican «revoluciones», forman grupos armados, y hasta planifican acciones armadas. Por ejemplo, se conoce ahora que una serie de atentados y acciones «guerrilleras» efectuadas entre 1998 y el 2000 fueron preparadas en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) que dirigía Montesinos. Hay una asociación entre crisis política y surgimiento de los más extraños movimientos y personajes de la política peruana. En política se da algo semejante a lo que ocurre con las sectas religiosas. A mayor crisis más serán las sectas que como hongos se extenderán en las zonas marginales. Además, como lo ha demostrado la sublevación etnocacerista, ningún gobierno en el mundo por más odiado que sea, sale huyendo y deja el poder porque le toman una miserable camisería con 17 policías. Así se diera la «renuncia» de Toledo, nada cambiaria sustancialmente en el panorama de hambre y miseria en el Perú. No se trata de cambios presidenciales y de personas, sino de liquidar la vieja estructura de poder político, y lograr cambios de calidad en el Estado y la sociedad.

¿Nacionalismo o planteamiento antihistórico?

Algunos analistas, no sabemos si por oportunismo o por ignorancia política, identifican nacionalismo con el movimiento etnocacerista. ¿Dónde esta la esencia nacionalista de este grupo? El nacionalismo etnocacerista se resume en su planteamiento de reconstituir el Tahuantinsuyo (2) o de edificar una sociedad bajo «dominación de los cholos». También ofrece, como parte de su «nacionalismo», iniciar una guerra contra Chile y Ecuador. Para comenzar hay que anotar que el nacionalismo como corriente ideológica política reconoce a la Nación como una comunidad de individuos antes que de raza, grupos y tribus. Dice la teoría marxista, la Nación es una comunidad históricamente constituida que tiene afinidad territorial, económica, cultural y lingüística. La Nación nada tiene que ver con razas o el color de la piel de los ciudadanos.

El «nacionalismo» del Etnocacerismo, es si quiere un concepto justo, una caricatura abstracta respecto a la nación peruana y a las reivindicaciones históricas de los pueblos y masas oprimidas del Perú. Ya José Carlos Mariatégui anotó en 1928 que los problemas fundamentales del Perú no eran un asunto de «cholos» y blancos, ni de indios y europeos, sino más bien de clases (campesinado, proletariado, clase media, burguesía y terratenientes). Más concretamente señaló que el problema del indio era en lo fundamental el problema de la tierra. Es decir de la lucha entre millones de campesinos pobres y los grandes terratenientes y propietarios de tierra que ilegalmente desde el origen de la República se apropiaron por la fuerza de las tierras. Que Alejandro Toledo sea más «cholo» que Fujimori, no cambia el carácter reaccionario y pro imperialista de su gobierno. Los presidentes peruanos, «cholos», mestizos, blancos, mulatos y otros, fueron reaccionarios y anti nación peruana, no por causa de su origen racial ni social, sino simplemente porque fueron históricamente representantes de los grupos de poder.

Los problemas económicos y sociales de los peruanos, no se resuelven haciendo una división entre indios, mestizos blancos, negros, y chinos (la población peruana es multirracial) sino más bien uniendo a la nación pobre para luchar contra la semifeudalidad, el capitalismo dependiente, y las clases sociales (terratenientes y burgueses) que detentan el poder del Estado. Plantear regresar al incanato o al Tahuantinsuyo, no sólo es una vulgar borrachera nacionalista, sino que ello representa un planteamiento antihistórico y reaccionario cuyo objetivo es crear confusión en el seno de los peruanos pobres. Nadie que verdaderamente quiera resolver los problemas del Perú, puede desear el retorno a la sociedad esclavista de los holgazanes incas, que se hacían cargar por sus esclavos hasta para ir a tomar el sol en el patio de sus palacios de piedras. De la misma manera, hacer creer que una guerra con Chile y con Ecuador servirá a la Nación, es una idea estúpida y reaccionaria, que inserta en la actual situación internacional (de hegemonía total de los Estados Unidos), serviría exclusivamente para favorecer el militarismo y hundir más en la miseria a los pueblos de Perú, Chile y Ecuador.

Notas

1. «Manco Cápac y Mama Ocllo han desplazado del corazón de los pueblos de Bolivia, Ecuador y Perú a sus hasta hace poco inspiradores ideológicos Marx, Lenin y Mao. No es sino Manco Cápac el artífice de la política y la historia en el mundo andino de nuestro tiempo». (‘Declaraciones de Ollanta Húmala’. Precisiones históricas doctrinantes).

2. Ideario del Etnocacerismo. «Asumimos la Gran Cultura del Antiguo Perú o Incario, herencia histórica que tiene que ser estudiada, revalorizada y reactualizada» (Manifiesto, Lima, Diciembre 1 del 2000 Dr. Isaac Húmala Núñez Presidente MNP).