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Primeras imágenes de un viaje a la selva Lacandona

«Nuestras raíces son la cultura indígena, y nuestro tronco la lucha zapatista»

Fuentes: America Libre

Durante los días 6 y 7 de agosto, se realizó en el Municipio Autónomo Zapatista «Ricardo Flores Magón», un encuentro en el que se inauguró la escuela «Compañero Manuel», levantada en el corazón de la selva tzeltal, con la ayuda solidaria del colectivo griego «Una escuela para Chiapas». En ese marco se entregaron los diplomas […]

  1. Durante los días 6 y 7 de agosto, se realizó en el Municipio Autónomo Zapatista «Ricardo Flores Magón», un encuentro en el que se inauguró la escuela «Compañero Manuel», levantada en el corazón de la selva tzeltal, con la ayuda solidaria del colectivo griego «Una escuela para Chiapas». En ese marco se entregaron los diplomas a los nuevos promotores de educación y salud de las comunidades, que después de tres años de formación regresaban a sus pueblos, para contribuir a inventar, junto a ellos, los caminos de «la educación verdadera».

  2. El surrealismo mágico es el terreno de acción privilegiada del zapatismo. La «rebelión permanente» de los indígenas de Chiapas, que inauguró el nuevo ciclo de revoluciones en América Latina, provoca de manera cotidiana la subversión del sentido común, no sólo de las derechas, sino también de muchas conservadoras izquierdas.

  3. En plena Selva Lacandona, se juega un partido de básket-ball entre un equipo de jóvenes europeas, y otro de promotoras de educación zapatistas. Sobre los aros que unas y otras intentan alcanzar, se distingue una estrella roja en el fondo pintado de negro. Ambos equipos buscan la estrella roja. Alrededor de la cancha, hacia cualquiera de las latitudes, se ve selva y montaña. En un escenario, un conjunto local «dispara» rancheras y corridos revolucionarios. Un poco más alejados, en distintos puestos, las mujeres y hombres de la comunidad, venden tamales, empanadas, pan, café, arroz con leche. En una tienda, un grupo de mujeres vende remeras con imágenes diseñadas por el «Colectivo Municipal Serigrafía Zapatista Ricardo Flores Magón». Dicen las etiquetas que acreditan su origen: «Playeras diseñadas y elaboradas directamente por las mujeres y hombres tzeltales Bases de Apoyo del EZLN. Con cultura, memoria e historias de lucha. Para la Resistencia Indígena. Chiapas. México». Cada «playera» tiene otro mensaje. «Recuerden que los zapatistas no se rinden y no se venden». «La montaña nos habló de tomar las armas para así tener voz». «Nuestra lucha es por la igualdad de oportunidades» (acompañada por la imagen de una mujer con paliacate). «Deja volar tu imaginación y cambia el mundo», es la versión chiapaneca de aquella recordada consigna del Mayo francés. «La imaginación al poder». Los zapatistas escandalizaron al movimiento revolucionario cuando anunciaron que no era su intención tomar el poder. Los zapatistas ejercen el poder de los que mandan obedeciendo, el poder de los de abajo. Lo construyen fundamentalmente sobre la emancipación de sus conciencias, y materialmente, en la vida nueva que nace en las regiones olvidadas por el capital.

  4. En la entrada a uno de los municipios autónomos se lee: «Éste es territorio zapatista. Aquí manda el pueblo, y el gobierno obedece». El «mandar obedeciendo» de los zapatistas no es una consigna. Es una forma de vivir cotidianamente en el nuevo mundo que están construyendo.

  5. La fiesta se inicia a las siete de la mañana. Las bases de apoyo zapatistas están formadas y realizan el saludo militar, mientras se entona el himno mexicano y el himno zapatista, y se izan las dos banderas. El locutor-educador, explica que los zapatistas quieren ser reconocidos como mexicanos. La autonomía que reivindican, no implica separación territorial. Es autonomía cultural, política, social. «O morir por la libertad», dice el himno zapatista, y las palabras se van llenando de sentido, cuando las pronuncian hombres y mujeres que aprenden a ejercer, cotidianamente, la dignidad, y no están dispuestos ya a retroceder de lo alcanzado.

  6. La escuela «compañero Manuel» es una obra maravillosa alzada en medio de la selva. Cuando se inició su construcción, en la comunidad de La Culebra no había energía eléctrica. Todo debió hacerse con esfuerzo humano, como las grandes obras levantadas por la cultura maya. 160 metros cuadrados cubiertos. Aulas. Salones en forma circular «para que todos nos veamos la cara» (explica Julio, el representante del Consejo Municipal Autónomo en Rebeldía). Una biblioteca de dos pisos, todavía vacía, será la sede del encuentro sobre «Educación en resistencia», que se realizará el segundo día de los festejos. La escuela lleva el nombre «compañero Manuel», «para multiplicar la memoria de un compañero caído en la lucha», el mismo que recuerda el municipio autónomo San Manuel. «Hoy su sueño crece en las tierras zapatistas», nos dice uno de los cantantes del grupo «Los dos vientos de voz y fuego». También nos cuentan que el municipio «San Pedro de Michoacán», recuerda a otro guerrillero zapatista, el compañero Pedro. Algo de esta selva y estos mitos, traen a la memoria a San Ernesto de la Higuera y el canto libre de Víctor Jara. «San Ernesto de La Higuera/ lo llaman los campesinos./ Selva, pampas y montañas/ Patria o Muerte es su destino». La cara del Che se multiplica como espejo en los pechos de muchos compas zapatistas, en su ropa. La imagen de Guevara se encuentra cómoda en territorio rebelde.

  7. En cada Municipio Autónomo, se van experimentando diversas modalidades de la «educación verdadera». Dice Julio, que para el Municipio Autónomo Ricardo Flores Magón, la «educación autónoma va a las demandas de nuestros pueblos, la educación son buenas ideas, y debemos empezar la educación mirando cómo solucionar problemas. Los principales problemas de la comunidad, son nuestras demandas zapatistas». Insiste Julio en que necesitan una educación integral, «que respete la realidad de nuestra región y de nuestros pueblos indígenas, y que haga más fuerte nuestra experiencia cultural, hasta avanzar a la verdadera autonomía.»

  8. Durante el encuentro dialogo íntimamente con Paulo Freire y su Pedagogía de la Autonomía. «Vea, don Paulo, todos los caminos conducen a Chiapas», le cuento, mientras escucho el diálogo entre mexicanos, griegos, españoles, franceses, italianos, daneses, latinoamericanos… En esa Babel de lenguas, cuando ya no distingo entre el tzeltal, el chol, el tojolabal, el griego, el portugués, escucho que Simón Rodríguez me susurra en el oído: «O inventamos o erramos». Pero es Julio quien continúa explicando: «Nosotros no queremos seguir el camino de la educación oficial, porque en vez de ser un lugar de transmisión de conocimiento, se convierte en un lugar para olvidar nuestro conocimiento…El promotor de educación debe apoyar en el intercambio de sus ideas de unos a otros, y no queremos que sea el que lo sabe todo y tiene la verdad. Queremos que le sepa sacar la idea a cada quién para compartirla, y que pueda enseñar algunas cosas buenas que hacen falta a la comunidad, para juntos resolver nuestras necesidades. Nosotros no queremos una escuela que sean los libros, los salones, los maestros o los niños. Nosotros queremos ver y luchar para que la escuela sea la comunidad toda, porque en la comunidad está el conocimiento del pueblo y su verdad. El libro es la comunidad, es su historia, y otras experiencias que sabe la comunidad, pero a cada quien le ha tocado guardar una verdad que es de todos, y ya es el tiempo de empezar a compartirlas de forma colectiva».

  9. Los actos de inauguración de la escuela se inician con una misa. El diácono habla de los excluidos y excluidas, y dice que con la ayuda de Dios, «venceremos». La iglesia de Samuel Ruiz, sigue acompañando las alegrías y batallas de su pueblo. Sigue realizando su «opción preferencial por los pobres».

  10. Las autoridades del Municipio Autónomo entregan los diplomas a más de cien promotores y promotoras de educación y salud. Uno de ellos habla en nombre del grupo. «Porque rendición es muerte, rebeldía es vida», asegura y la comunidad aplaude a sus jóvenes. Resultan conmovedoras las mujeres vestidas con sus mejores trajes tradicionales, multicolores, el rostro cubierto por paliacates rojos, y el diploma bajo el brazo. Ellas están ganando así, también, la batalla contra los prejuicios machistas de sus compañeros. Con coraje, se han hecho un lugar en esta historia, están abriendo un camino práctico para modificar las antiguas relaciones de opresión. Hacen su doble aporte a la vida nueva, como promotoras de educación, y como mujeres rebeldes, peleando al mismo tiempo por todas las emancipaciones.

  11. «Mi abuelo fue juarista, y mi padre zapatista», canta María Inés Ochoa, mientras ronda el aire suspendido la memoria de su madre, la inolvidable Amparo. Los zapatistas aplauden y piden otra, y otra, y otra… El barzón. El abuelo. Maldición de Malinche. Todas las canciones parecen nuevas en la voz joven de María Inés, y en la tierra insumisa.

  12. El poder del dinero y de las armas, el poder del «mal gobierno», no comprenderá cómo están dispuestos los y las indígenas zapatistas, a enfrentarlo de la manera que sea necesario, con coraje, ternura, y una sonrisa que no se borra de sus rostros, cuando explican que se han animado a vivir, en esta vida, una vida verdadera. En la clandestinidad ha crecido la autonomía, en el ejercicio de sus convicciones, en el rechazo sistemático a todas las ofertas de dinero con que pretenden corromperlos, en la manera de hacer su propio camino. No es que desconozcan los peligros que los acechan. Alguna vez dijo el sup: «Ya sabemos que vamos a morir, pero elegimos cómo hacerlo». La posible muerte que eligieron, se hace de vida digna, no postergada, se hace de un presente nuestro y un futuro de lucha. Se hace de realizar en esta vida, la vida que han elegido.

  13. Mientras tanto viven intensamente, y viven con alegría. Juegan al básket y al fútbol con pasión. Por la noche amanecen bailando. Discuten colectivamente los caminos. Recitan poesía. Hacen teatro. Los niños que en la «noche cultural» recitan poemas-proclamas de rebeldía y libertad, nacieron después del primero de enero de 1994. Son niños y niñas crecidos y educados en la resistencia y en la autonomía. Son la amenaza más grande contra «el mal gobierno». Los niños y niñas zapatistas representan la obra (realizada por ellos) «los borrachitos». (En las comunidades zapatistas está prohibido el trago). «La educación no es una escuela, dicen, no es un libro, no es un maestro. La educación es la comunidad». «Los revolucionarios no salieron de las escuelas oficiales», dice Julio «aprendieron a ser revolucionarios en la resistencia, en la lucha». «Viva la Revolución, muera el supremo gobierno», canta María Inés, y un coro griego, español, tzeltal, francés, latinoamericano, grita, para que el canto y la vida nueva continúen. Termina Julio: «En la educación verdadera debemos tomar como raíces nuestra cultura indígena, y como tronco a nuestra lucha zapatista». La educación verdadera tiene raíces, tiene tronco, y también flores, le cuento a don Paulo, mientras las paredes de la biblioteca se van cubriendo de dibujos realizados por niños y niñas que pintan zapatistas de todos los colores y escriben con las palabras y las letras aprendidas en la escuela autónoma: «Somos libres. Vivan las comunidades en resistencia».

Claudia Korol es secretaria de redacción de América Libre
http://www.nodo50.org/americalibre/