«Nadie puede ya redoblar los tambores de guerra. La atmósfera hostil creada en nuestra contra ha desaparecido. El mundo ha comprobado que los intereses comunes pueden llevar a un acuerdo«. Estas declaraciones de Mohamad Javad Zarif, jefe de la diplomacia iraní, son consecuencia de la ronda de negociaciones sobre el expediente nuclear acabada el 24 […]
«Nadie puede ya redoblar los tambores de guerra. La atmósfera hostil creada en nuestra contra ha desaparecido. El mundo ha comprobado que los intereses comunes pueden llevar a un acuerdo«. Estas declaraciones de Mohamad Javad Zarif, jefe de la diplomacia iraní, son consecuencia de la ronda de negociaciones sobre el expediente nuclear acabada el 24 de noviembre. Las negociaciones se reiniciarán en diciembre y durarán hasta el 1 de julio de 2015.
En Washington y Teherán, el análisis es similar: tarde o temprano, se firmará un acuerdo, y ello piensen lo que piensen las potencias secundarias como Francia. Pues tras un acuerdo sobre lo nuclear, lo que se dibuja es una estrategia de alianza entre la República Islámica y los Estados Unidos. Desde la caída del bloque soviético y las intervenciones imperialistas en Irak y en Afganistán, la dictadura de los molás(1) y el imperialismo estadounidense no han dejado de descubrirse intereses comunes.
Por supuesto, las negociaciones sobre el dossier nuclear serán largas y revelan las divergencias de intereses entre las grandes potencias. Así, Francia no desea un acuerdo y Fabius se convierte en el portavoz de Netanyahu y de la monarquía saudita. Francia piensa reforzar su posición en la región a favor del desamor relativo entre Washington y sus aliados israelíes y sauditas.
Tras los enfrentamientos inter-religiosos
El caos regional -que plantea un problema a la Casa Blanca- y la situación social y económica desastrosa en Irán, empujan a un acercamiento. En Irán, la corrupción generalizada al más alto nivel del régimen, la represión cotidiana de las aspiraciones democráticas y sociales, la explosión de la miseria y el paro, la inflación galopante, la bajada de los precios del petróleo, las sanciones económicas y financieras son como una losa para la población. El «Guía de la Revolución» Jamenei y el Presidente Rohani quieren el levantamiento de las sanciones para ganar nuevos márgenes en la redistribución clientelista y dar algo de aire al régimen.
Para Washington, la inestabilidad regional y el fracaso de las intervenciones imperialistas pasadas empujan a un reequilibrio de las alianzas. Se trata de tener en cuenta las correlaciones de fuerzas regionales y la influencia de Teherán, actor regional insoslayable.
Esto provoca la inquietud de Arabia Saudita, cuyo apoyo a las corrientes reaccionarias del islam político ha favorecido la inestabilidad y el ascenso de Daesh. Riad y Teherán se libran a una guerra indirecta y por fuerzas interpuestas. Del Yemen a Siria pasando por Bahrein e Irak, la monarquía reaccionaria de los Saud pretende frenar la influencia del régimen de los molás. Esta política se traduce en la represión de las minorías chiítas apoyadas por la «molarquía» y en una financiación masiva de las corrientes sunitas más sectarias. Esto favorece las lógicas de enfrentamientos interreligiosos cuando son claramente los intereses capitalistas y de estado lo que se esconde detrás. La monarquía saudita defiende su lugar en la geopolítica regional y sus intereses financieros.
Imperialismo estadounidense y dictadura de los molás
La Casa Blanca desea contener las ambiciones transfronterizas de Daesh que trastocan profundamente los equilibrios regionales, amenazan a las monarquías del Golfo y a los intereses del imperialismo estadounidense.
Teherán y Washington han apoyado al primer ministro irakí Maleki y apoyan a su sucesor Haidar Al-Abadi. El avance de Daesh (el Estado Islámico) ha reforzado la comunidad de intereses entre la administración estadounidense y el régimen de los molás. Los Guardianes de la Revolución intervienen desde hace meses en Irak y esto con la bendición de los Estados Unidos.
La colaboración entre el imperialismo estadounidense y la dictadura de los molás es por otra parte cada vez menos discreta. Así, John Kerry ha saludado inmediatamente los ataques de la aviación iraní contra posiciones de Daesh en Irak.
En Siria, el reparto de los papeles entre el imperialismo estadounidense y la «molarquía» es tácito pero real. La aviación estadounidense lleva a cabo ataques contra Daesh, pero son los Guardianes de la Revolución quienes, en el suelo, combaten a los revolucionarios sirios y atacan a las fuerzas de Daesh allí donde éstas molestan al régimen dictatorial de Bachar al-Assad.
Resistir a todas las fuerzas contrarrevolucionarias
Por su parte, el poder sirio apoyado por el Hezbolá libanés y por la República islámica, prosigue la masacre cotidiana de civiles. Bachar al-Assad, que acaba de renovar el ofrecimiento de sus servicios a Obama para «vencer al terrorismo», tiene las manos libres para aplastar la revolución siria.
Incluso sobre el Kurdistán de Irak, la Casa Blanca y Teherán tienen un planteamiento común. Apoyan y arman a Barzani a la vez que impiden a las componentes de la izquierda kurda armarse y se oponen a los derechos democráticos y aspiraciones de los kurdos de Turquía o de Irán. Así, sin que esto conmueva a las grandes potencias, los Guardianes de la Revolución ha reprimido fuertemente a los kurdos de Irán que intentaban expresar su solidaridad con los combatientes de Kobane.
En Medio Oriente, y en todo el mundo árabe, los pueblos se enfrentan a las fuerzas contrarrevolucionarias que son los estados, las corrientes del islam político, chíita o sunita, y las potencias imperialistas.
La solidaridad internacional es más necesaria que nunca.
Notas:
1/ En el islamismo chií existe una compleja organización jerárquica religiosa formada por los ayatolás y los molás que poseen, además notable influencia en la vida política (N. de la R.).
Fuente original: http://www.npa2009.org/actualite/iran-nouvelles-alliances-contre-les-peuples
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR