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Olof Palme y su presencia en el arte del exilio

Fuentes: Rebelión

 El arte, el arte de verdad, es fuerte, indomable, testarudo. Es como el amor, nunca se puede aniquilar y puede vivir incluso en tiempos difíciles y en condiciones primitivas. Por eso el hombre en todas las épocas ha logrado crear arte, ha tenido la fuerza para escribir en tiempos de guerra, ha podido cantar en […]

 El arte, el arte de verdad, es

fuerte, indomable, testarudo. Es

como el amor, nunca se puede

aniquilar y puede vivir incluso en

tiempos difíciles y en condiciones primitivas. Por eso el hombre en

todas las épocas ha logrado crear arte, ha tenido la fuerza para escribir en tiempos de guerra, ha podido cantar en la desgracia.

Olof Palme, México, febrero 1984

 

La muerte de Olof Palme en febrero de 1986 significó un acontecimiento divisorio de épocas en la historia de la colectividad latinoamericana en Suecia. Hebert Abimorad expresa, sintética y tempranamente, el cambio social y político que se avecinaba.

En el país

de olor a pinos

se comienza

a oler a podrido. (1)

Carlos Liscano, exiliado en Suecia después de trece años en la cárcel durante la dictadura en Uruguay, exorciza su angustia en el relato «Agua estancada» (2), novela breve relatada en primera persona con cierto contenido autobiográfico, testimonio de una situación de incomunicación idiomática y de balance existencial.

En la calle, con frío y con viento que congelaba la cara, vimos pasar el cortejo.

Gente apostada desde temprano en el cordón de la vereda formaba un corredor de kilómetros. Un río de banderas rojas marchaba detrás del féretro y había cierta belleza en este espectáculo.

El partido de Palme, los sindicatos, los jubilados, homenajeaban a uno de los constructores de la sociedad sueca. Entre las banderas rojas podían divisarse también otras, portadas por extranjeros radicales en el país, banderas que yo no conocía.

El personaje del relato cree identificar al asesino de Palme en su dentista «aparentemente pacífico y ordenado» aunque con una escondida personalidad sádica, hijo de un simpatizante nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Sólo pensaba en él, en su empecinada voluntad de hacerme sufrir [….] Ví todo amenazante. El era un peligro mayor que todos los peligros serios o imaginarios por los cuales mi vida había atravesado.

No estaba esto en relación con mis muelas, y sólo indirectamente con el dolor que él me causaba. Per [el dentista]era el origen, pero además, antes y hacia el

futuro, existían otros motivos.

Sergio Infante, poeta chileno exiliado, da voz al barrio inmigrante de Rinkeby, a los latinos, a los gitanos y turcos, a esos parias que vivieron la desaparición de Palme como una catástrofe en un país que se creía al margen de la violencia contemporánea.

No acepta que Rinkeby sea siempre la corte de los milagros

en un país que se llegó a pensar a sí mismo milagro-

samente al margen de toda catástrofe.

Hasta que en una encrucijada la sangre del candor cubrió la

sucia nieve.(3)

El poeta, un paria, a lo sumo un «primo inter parias» se resiste a cubrir con olvido la historia de Olof Palme:

Usted vuelve a estar entre la multitud que cubre de rosas esa sangre,

mientras la ventisca entrevera el constante chismorreo de Snorri Ber–

nadson: «Todos los umbrales antes de avanzar / deben mirarse, /de-

ben vigilarse,/ pues nunca se sabe qué enemigos/ se sientan en los

bancos».Usted vuelve a estar en el vacío que va cubriendo aque-

llas rosas con olvidos. (4)

El poema «Dolores y Nacimientos» de Aurora Azócar es testimonio de ese primer dolor que acomuna al pueblo exiliado latinoamericano y al pueblo trabajador sueco.

La rueda, a faltas de principio y de fin,

se consuela dejando vibrar su huella

en la noche nevada.

Me adhiero a mis iguales.

Cruel resulta saber que no habrá lugar

para cantos de triunfo

o redoble de risas

a la hora del Juicio Final.

Sólo mi gratitud por su dolor, el mío.(5) 

«Dolores y Nacimientos» expresa también la aprehensión ante el previsible cambio de la situación de progresiva integración para inmigrantes y refugiados en Suecia.

[….] y en el atardecer, solos ante el tragaluz,

cerraremos los ojos por temor, otra vez.

¿Quién puede entonces dejar tiempo de cantarse

[a sí mismo]?

¿Es la distancia a casa un augurio de tiempos

[diferentes]? (6)

La muerte de Olof Palme estremece incluso al dramaturgo argentino Juan Carlos Gené quien nunca había estado en Suecia y vivió su exilio en Venezuela. Escribe Ulf, título enigmático y a la vez pronunciación deformada de Olof, en Caracas en 1987.

Juan Carlos Gené considera Ulf una obra «argentinísima» que hace referencia a los mitos profundos de su país: el gaucho perseguido y despojado de sus tierras, la inmigración, las primeras luchas obreras, el radicalismo, el tango, la crisis de los años 30, el peronismo, los utópicos y militantes años setenta. (7)

Los dos únicos personajes de la obra, dos ancianos comediantes de circo, actúan un delirio desencadenado al escuchar la noticia de la muerte de Palme. En este delirio -síntesis de vida personal e historia colectiva- desfilan hitos de la historia argentina con sus personajes emblemáticos, San Martín, Alfredo Palacios, Simón Radowitsky, Hipólito Yrigoyen, Eva Perón, Juan Perón y… Olof Palme.

La temática de Ulf es el delirio de Jacinto y Paloma, hijos de inmigrantes judío-polacos e italianos, cuyo hijo ha sido «desaparecido» después de 1976 al «querer saltar el muro», posible metáfora del compromiso generacional por la liberación latinoamericana. Los padres, para poder seguir viviendo después de esta desaparición, han alimentado la fantasía que el hijo vivía refugiado en Suecia «un país maravilloso y blanco, con ciudades transparentes, en cuyas calles pasean majestuosos los renos de cornamentas de oro». (8).

En la sucinta descripción dramática del atentado a Olof Palme confluyen el homenaje y el dolor.

JACINTO: El primer ministro y su esposa salen del cine en ese instante. Vienen contentos: acaban de ver Tango Bar, de Carlitos Gardel. El primer ministro viene como queriendo imitar a Gardel: pone caras, hace esos gestos así, pone así, pone las cejas en triángulo. Su esposa se ríe. Y dice: «!Ay, Ulf, ay, Ulf!»-

PALOMA: ¿Eso es sueco?

JACINTO: Sueco o inglés o español. «Ay» es «ay» en todos los idiomas. Y Ulf es el nombre del primer ministro, ¿no es cierto, hijo? Palme, de apellido.

PALOMA: Olof. Olof Palme. Estás haciendo un lío.

JACINTO: Mi padre quiere avisarle del peligro que corren. Pero es tarde. Uno de negro se desliza, furtivo, y le clava su terrible cuchilla al funcionario que cae sobre la nieve. Todo es como en cámara lenta, ¿entendés, hijo? Solemne, nada de realismo. Incluso las lamentaciones de la pobre esposa.

PALOMA: ¡Pobre mujer! Y con ese frío …

JACINTO: La harina cae siempre como nieve … La gente viene en multitudes con cirios encendidos, y se arrodillan velando las manchas de sangre sobre la blanquísima nieve …

En la licencia poética que el delirio permite, el padre del actor «panadero, inmigrante, italiano, anarquista» que no ha podido evitar la muerte de Palme, caerá también bajo los golpes de «los de negro» que «puntuales y terribles aparecen fatídicos por todos los rincones» (9). Juan Carlos Gené avanza en la síncresis trágica de estos dos personajes, el primer ministro y el humilde luchador social de principios de siglo:

JACINTO: Una bala, una sola bala perdida o dirigida buscó su corazón y se quedó allí, para siempre. La harina sigue cayendo como nieve. Mi padre se transforma en pan y, con él, comulgan las multitudes arrodilladas que velan su sangre. Majestuosos, los renos, llegan, llorando el asesinato… (10)

Con el asesinato de Palme los personajes vuelven a revivir los episodios de las luchas obreras argentinas, la Semana Trágica de 1919, el ataque a los barrios judíos, los primeros de mayo cuando no eran de fiesta sino lucha y conciencia, con represión policial y del ejército. Los «de negro» no individualizados con mayor precisión corporizan a las fuerzas e intereses que a lo largo de la historia irrumpen y frustran las experiencias liberadoras de hombres y mujeres.

Las imágenes propuestas en el texto dramático permiten una lectura rica de implicaciones políticas, históricas y culturales. Desde la marcación de una cierta similitud en la extrovertida gestualidad de Palme y Gardel, recurso que sirve para acentuar el acercamiento emocional con Palme, incorporarlo a una misma memoria colectiva latinoamericana, hasta la referencia al combativo gremio anarquista de los panaderos organizado en Buenos Aires por Errico Malatesta. La utilización de los símbolos nieve/harina/pan, sintetizan la lucha por la satisfacción de las necesidades básicas, logradas a través de la solidaridad y la comunión entre los hombres.

Texto rico, conmovedor. Drama político e histórico transitado en toda su extensión por la vivencia de la experiencia del exilio, expresado en la figura del hijo ausente refugiado (míticamente) en Suecia y la repetición de exilios y persecuciones e inseguridad, implícitos en las maletas y baúles que pueblan el escenario.

Olof Palme se distinguió en la arena política sueca e internacional por su visión de Suecia como una tierra de asilo, culturalmente fértil y enriquecida por el contacto con otros pueblos.

Quisiera recalcar que ha sido realmente único el aporte que nuestra cultura ha recibido, producto del hecho de que ustedes se vieran obligados a huir de sus patrias y venir aquí [….] así que no se debe a nuestros propios méritos, sino que somos nosotros los que sacamos provecho de la situación, al enriquecer nuestra cultura. Esto es realmente notable para un país pequeño como Suecia. Sucedió también durante la Segunda Guerra Mundial, durante la que fuimos un país de asilo, y cuando ahora en algún lugar del mundo me encuentro con Willy Brandt o Bruno Kreisky, tenemos la posibilidad de hablar en sueco. (11)

El impacto de su muerte como símbolo del fin de una época quedó registrado por artistas en el exilio. Los refugiados y exiliados se convertirían, paso a paso, en Europa en un «peso» para la sociedad y una amenaza a la seguridad y a las identidades nacionales.

Aquí,

ya no hay lugar.

Te oyen,

dicen «¿sí»?

y apartan sus cabezas

iglesias desalojadas en pánico

porque llueve arenilla

y está pronto a caerse el cielorraso

y el miedo cubre el ojo del mendigo

de otro modo exigente, de hielo. (12)

Los exilios y refugiados económicos y políticos se prolongarían ya que las «democracias» neoliberales dejarían poco espacio – real y simbólico – para el retorno, ante la falta de oportunidades de trabajo y el desinterés por reincorporar a la vida política a sectores comprometidos con la transformación social y económica.

María Luján Leiva. Investigadora especialista en Estudios Migratorios y Refugio. Ha publicado «Latinoamericanos en Suecia. Una historia narrada por artistas y escritores». Uppsala Multiethnic Papers. Uppsala, 1997.

Referencias

1- Abimorad, Hebert. Voces ecos / Rosterkon. Fökfattares Bokmaskin. Stockholm.1988.

2 – Liscano, Carlos. Agua estancada y otras historias. Montevideo. 1990

3 – Infante, Sergio. El amor de los parias. Editorial Sudamericana. Santiago. 1990.

4 – Infante, Sergio. El amor de los parias. Editorial Sudamericana. Santiago. 1990.

5 – Azócar, Aurora. Despoblada y sus sombras. Ed. Saltomortal. Stockholm. 1993.

6 – Azócar, Aurora. Despoblada y sus sombras. Ed. Saltomortal. Stockholm. 1993.

7 – Ulf es estrenada en el Teatro Municipal San Martín de Buenos Aires en octubre de 1988 y en Suecia por el grupo El Tábano en 1990.

8 – Gené, Juan Carlos. Ulf. Editorial Teatro Municipal General San Martín. 1988

9 – Gené, Juan Carlos. Ulf. Editorial Teatro Municipal General San Martín. 1988, p. 66

10- Gené, Juan Carlos. Ulf. Editorial Teatro Municipal General San Martín. 1988, p. 68

11- Declaración de Olof Palme en el «Encuentro de Teatro Latinoamericano en el Exilio». Estocolmo, Octubre 1983.

12 – Da Cruz, José. Documento de viaje y fotografías. Nordan. Estocolmo. 1991

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.