El veterano diplomático ghanés Kofi Annan concluirá este 31 de diciembre 10 años como Secretario General de la ONU, el prominente cargo mundial en el que será sustituido por el ex canciller de Corea del Sur Ban Ki Moon. Ban fue electo al frente de la ONU por la Asamblea General el 13 de octubre […]
El veterano diplomático ghanés Kofi Annan concluirá este 31 de diciembre 10 años como Secretario General de la ONU, el prominente cargo mundial en el que será sustituido por el ex canciller de Corea del Sur Ban Ki Moon.
Ban fue electo al frente de la ONU por la Asamblea General el 13 de octubre último, para convertirse además en el primero en llegar a ese rango en representación de un país que no existía cuando este magno organismo inició sus labores el 24 de octubre de 1945.
«Me siento como en casa», dijo el ex canciller sudcoreano durante un discurso para agradecer su elección, en el cual incluyó cuidadosas referencias a la intervención de la ONU en el conflicto en la Península Coreana a principios de los años 50.
Considerado como uno de los momentos más dramáticos de la Guerra Fría, ese conflicto marcó la creación de la República de Corea en el territorio controlado por Estados Unidos bajo la bandera de la ONU al sur de la franja de armisticio a lo largo del Paralelo 38.
Desde entonces, unos 60 mil soldados y sofisticados armamentos de las fuerzas estadounidenses se encuentran estacionados en territorio sudcoreano por acuerdo entre Washington y las autoridades en Seúl.
Según Ban, la bandera de la ONU siempre ha sido una fuente de esperanza y seguridad para Corea del Sur, que hasta el año 1976 celebró como su fecha nacional el 24 de octubre, día en que fue fundado este organismo mundial.
A diferencia de Annan, quien siempre permaneció bajo el escrutinio de los países subdesarrollados en ONU para detectar sus inclinaciones a favor de las potencias ricas lidereadas por Estados Unidos, en el caso del sudcoreano Ban no hay duda alguna.
Corea del Sur se ha identificado desde su creación al amparo de las tropas estadounidenses como uno de los aliados más incondicionales de Washington y nadie espera que su ex canciller de 62 años vaya a actuar de otra manera al frente de la ONU.
Según el ex asesor de la Casa Blanca en materia de Seguridad Nacional general Brent Scowcroft, la elección de Ban para dirigir la ONU es un acontecimiento particularmente importante para Washington.
«Por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, un aliado de uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad es el Secretario General», destacó Scowcroft en declaraciones a la prensa estadounidense.
Promovido por una multimillonaria campaña de relaciones públicas emprendida por Seúl desde hace dos años y con el entusiasta respaldo de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), el candidato sudcoreano tuvo asegurada su elección casi desde el principio.
Sin objeciones por parte de China y Rusia, que tienen muy en cuenta a Sudcorea en las actuales negociaciones para la desnuclearización de la Península Coreana, Ban sobresalió en las votaciones preliminares en el Consejo de Seguridad.
En la carrera para ganar el cargo de Secretario General de la ONU, el ex canciller sudcoreano dejo atrás al novelista indio y jefe del Departamento de Información Pública de la ONU, Shashi Taroor, y a tres contrincantes más.
El cargo de Secretario General implica la supervisión de un organismo mundial con unos 92 mil efectivos en misiones de mantenimiento de la paz y un presupuesto anual de más de tres mil 900 millones de dólares.
Además de los complejos problemas de la paz y seguridad, el alto responsable de la ONU debe atender problemas apremiantes para la humanidad como la lucha contra el hambre y las enfermedades, la promoción de la educación, el desarrollo y los derechos humanos.
El nuevo Secretario General sudcoreano ha prometido una «dirigencia de armonía» que dedicará «incansables esfuerzos» a tender puentes que permitan el acercamiento y acabar con las divisiones.
En una de sus primeras intervenciones públicas, Ban indicó que el camino hacia la paz, la prosperidad y la dignidad para todos estaba lleno de dificultades, pero que estaba dispuesto a «utilizar al máximo» su autoridad para «proteger a los más vulnerables».
« También trabajaré de manera diligente por la solución pacífica de las amenazas a la seguridad internacional y estabilidad regional», añadió.
Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, le ha pedido muy seriamente al sudcoreano Ban que se dedique con urgencia a atender los asuntos de administración y reformas de la ONU, para lo cual le ha prometido la ayuda de su gobierno.
Según el hasta hace poco embajador estadaounidense en la ONU, John Bolton, las expectativas de Washington respecto al nuevo Secretario General son que su desempeño esté más inclinado a labores administrativas que políticas.
Bolton indicó ante un grupo de periodistas en esta sede que su gobierno considera que Ban tiene capacidad suficiente para ser «un buen administrador» de la ONU. «Un Secretario General que sea más Secretario que General», explicó.
Al parecer, el ex canciller Ban ha captado claramente el mensaje al insistir ahora que una de sus primeras tareas al frente de la ONU será «rescatar la confianza» de los principales contribuyentes a los fondos presupuestarios de este organismo mundial.
Los miembros de la Unión Europea (UE) y Japón, que junto con Estados Unidos aportan más de 50 por ciento de los fondos de la ONU, han manifestado confianza en que Ban lleve adelante una adecuada gestión administrativa.
Al parecer, esas potencias ricas esperan contar con la alianza de Ki Moon para presionar a favor de reformas que podrían debilitar la influencia del poderoso bloque de países subdesarollados en la Asamblea General en lo referente al tema presupuestario.
Estados Unidos, Japón y Alemania han amenazado en varias ocasiones con bloquear los fondos de la ONU para presionar a favor de reformas que situarían al Secretario General por encima de la Asamblea en materia de gastos, asignaciones y financiamiento de programas.
Los países subdesarrollados integrantes del Grupo de los 77 más China (G-77) y del Movimiento No Alineado mantienen una fuerte oposición a esas posiciones de las potencias ricas.
«La ONU no puede ser convertida en una empresa privada en la que los principales accionistas son lo que tienen la palabra», dice el presidente del G-77, el embajador de Sudáfrica Dumisani Kumalo.