No sólo al comercio y al flujo de capitales se les quitan barreras en esta fase del capitalismo globalizado: también a la imposición de medidas represivas contra los disidentes. Así como el capital no conoce fronteras ni nacionalidades, tampoco saben de ellas las fuerzas del orden de los grandes poderes económicos planetarios. Seattle, Génova, Ginebra, […]
No sólo al comercio y al flujo de capitales se les quitan barreras en esta fase del capitalismo globalizado: también a la imposición de medidas represivas contra los disidentes. Así como el capital no conoce fronteras ni nacionalidades, tampoco saben de ellas las fuerzas del orden de los grandes poderes económicos planetarios. Seattle, Génova, Ginebra, Guadalajara y ahora Hong Kong han sido los escenarios en que los gobiernos locales expresan su absoluta sumisión a los dictados del capital trasnacional y arremeten con fuerza contra quienes buscan globalizar la solidaridad, la justicia y la paz, a la vez que denuncian la mundialización excluyente.
El 17 de diciembre la policía de la región administrativa especial de Hong Kong, de la República Popular China, reprimió a varios miles de manifestantes que protestaban en las cercanías del lugar donde se celebraba la sexta conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en aquella localidad del Lejano Oriente. Fueron arrestadas en un primer momento mil 300 personas de varios países que cuestionaban las negociaciones de la OMC, poniendo de relieve las amenazas que entrañan para la naturaleza, los campesinos, los trabajadores y los pueblos del mundo. Fueron protestas similares a las de las anteriores conferencias ministeriales celebradas en Seattle, Doha y Cancún.
La policía china no actuó como en los chistes esa noche decembrina. Para reprimir a los manifestantes hizo uso excesivo de la fuerza, empleó gases y bastones de choques eléctricos, entre otras cosas. Hubo numerosas violaciones a los derechos humanos de los detenidos, documentadas debidamente por organizaciones derechohumanistas internacionales.
De los mil 300 detenidos hay 14 que enfrentan cargos graves. Son activistas provenientes de Corea del Sur, Taiwán, Japón y China continental. Ahora se les acusa de asociación ilegal y se les pueden acumular otros cargos que podrían hacerles pasar varios años en prisión.
Ante esta serie de acciones represivas, diferentes organizaciones como Vía Campesina, la Confederación Coreana de Sindicatos, la Liga Campesina Coreana, la Asociación Católica de Campesinos Coreanos, la Confederación de Sindicatos de Hong Kong, entre otras, han lanzado una campaña global de solidaridad y de denuncias. Están invitando a organizaciones de todo el mundo y a personalidades que se sumen a diferentes acciones: envío de misivas a Donal Tsang, jefe de la región administrativa especial de Hong Kong, así como a Pascal Lamy, de la OMC.
Invitan también a sumarse a la huelga de hambre iniciada desde el 5 de enero por 12 de los 14 activistas arrestados.
Asimismo, están llamando a la organización de una Jornada Mundial de Acción, que empezó ayer 9 de enero, para que en los diferentes países haya manifestaciones frente a la embajada de la República Popular China exigiendo la liberación inmediata de los 14 arrestados.
Las organizaciones convocantes a todas estas acciones resaltan bien una cosa: los 14 arrestados son prisioneros políticos de la OMC. Son en realidad de los primeros prisioneros políticos globalizados. No están ahora bajo arresto y con graves cargos por haberse opuesto a un gobierno nacional, de hecho dejan bien claro que su protesta no es contra el pueblo de Hong Kong, sino por haberse manifestado contra la institución antidemocrática de la OMC, que decide e impone las políticas mundiales de comercio sin ninguna consulta con quienes resultan más afectados: los trabajadores, los campesinos, los indígenas, los pueblos del mundo.
Como bien señala Leonardo Boff: «… estamos en la edad de hierro de la globalización». Ahora ésta es dominada por los poderes económicos trasnacionales y por la lógica de la maximización del lucro para unos cuantos, de la exclusión, del despojo de los pueblos y de la naturaleza. Pues bien, la superación de esta fase sólo será posible en la medida en que las fuerzas que surgen desde abajo, desde los pueblos, puedan hacer prevalecer unas nuevas relaciones de inclusión, de justicia, de solidaridad, de respeto a las diferencias. Eso y no sólo la liberación de todo cargo de los 14 detenidos en Hong Kong es lo que se empieza a jugar con esta campaña de acciones lanzadas por las organizaciones que creen y trabajan día a día con el convencimiento de que otro mundo es posible.