Una nueva masacre capitalista se ha producido en Bangladesh, con cientos de muertos en los talleres textiles esclavistas que trabajan para las grandes marcas europeas y norteamericanas. En esta ocasión, entre los escombros y los cadáveres, se encontraron etiquetas de Primark, Mango y El Corte Inglés. Hay momentos en que las palabras son insuficientes para […]
Una nueva masacre capitalista se ha producido en Bangladesh, con cientos de muertos en los talleres textiles esclavistas que trabajan para las grandes marcas europeas y norteamericanas. En esta ocasión, entre los escombros y los cadáveres, se encontraron etiquetas de Primark, Mango y El Corte Inglés.
Hay momentos en que las palabras son insuficientes para describir lo más terrible, el estupor, la profunda indignación y la ira.
Este miércoles 24 de abril un edifico entero donde funcionaban varios talleres textiles se desplomó en Daka, la capital de Bangladesh, aplastando vivos a cientos de trabajadores y trabajadoras. De entre los escombros se han rescatado, más de 72 horas después de estos hechos, 350 cadáveres. Muchos de ellos son imposibles de identificar y han sido enviados a cremación. Nunca se podrá saber sus nombres. Se calcula que por lo menos varios cientos de personas siguen allí, bajo las piedras y el cemento, pero es muy difícil que continúen con vida. «Los queremos con nosotros, estén vivos o muertos, con nosotros» dice una mujer a las cámaras. Centenares de fotos se levantan al aire, ¿dónde está nuestro padre, nuestra madre, mi hermano, mi esposa, mi hija?
En los últimos 6 años se suman más de mil muertos en los talleres textiles de Bangladesh. Fábricas desplomadas o incendiadas que arrasan con todo a su interior. Pero cuando caen unas se levantan otras, en edificios tan ruinosos y agrietados como los anteriores.
«Ninguno de nosotros quería entrar al edificio, pero nuestros jefes nos forzaron», contó uno de los trabajadores heridos, Nurul Islam (portal de noticias Bdnews24.com). Es que las grietas del edificio mostraban que era inminente su derrumbe, pero eso no importó.
Como escribimos hace unos meses aquí, la situación de los trabajadores en Bangladesh es lo más cercano a la esclavitud moderna. Trabajando más de 10 hs en edificios precarios e inseguros, con los salarios más bajos del mundo (no superan los 30 euros mensuales) y sin derechos organizarse, con persecuciones y torturas de los organizadores sindicales. Todo bajo la más absoluta complicidad gubernamental y del conjunto de la casta política, que posee lazos de familia con la mayoría de los empresarios del textil, una verdadera oligarquía de capitalistas codiciosos para los que la vida obrera no vale nada. El círculo del infierno se completa con la creación de fuerzas de represión especial, privada y estatal, para las zonas industriales. Un estado dentro del estado, donde para los trabajadores funciona un solo mandato: «una vez aquí, perder toda esperanza».
La «marca España» sucia de sangre
Toda esta bárbara explotación y denigración de las vidas obreras, es el «secreto» de las grandes empresas capitalistas textiles, las grandes marcas de la moda europea y norteamericana. El grupo Inditex (Zara, Bershka, Pull & Bear, Oysho, Stradivarius, etc.), Mango, El Corte Inglés, Tommy Hillfiger, entre muchas otras. Así la etiqueta «Made in Bangladesh» se ha multiplicado en los últimos años en miles de tiendas. Esta es la cara oculta del éxito de la «Marca España» en el mundo. El cinismo es inaudito, como por ejemplo en un comunicado de El corte Inglés después de los hechos: «El lamentable acontecimiento de Dacca pone de manifiesto la necesidad de tomar medidas urgentes de supervisión en los edificios industriales».
El hecho más grave relacionado con la «Marca España» empero, se ha sabido cuatro días después del desplome de los talleres. Un empresario catalán, David Mayor, está considerado como uno de los principales culpables y está en búsqueda para ser investigado por la tragedia. Mayor es director general y copropietario de Phantom-Tac -empresa conjunta entre Phantom Apparels de Bangladesh y Textile Audit Company de España y con sede en Tarragona-, una compañía que ocupaba más de 2000 m2 en el edificio derrumbado. La empresa que gestiona el español se jactaba de: «estar comprometidos en lograr unas altas condiciones laborales en nuestra empresa, desarrollando un complejo sistema de auditoria que nos permita analizar y supervisar las condiciones diarias». Por si fuera poco, David Mayor, que puede ser acusado por «homicidio por negligencia», un delito penado con cinco años de prisión, años atrás comentaba: «nos centramos en los negocios con un propósito social para poder ayudar a esos clientes preocupados por estos asuntos además de ayudar a los empleados que están fabricando las prendas». Además de dejar otra perlita para el recuerdo cuando explicaba que también dirigía un centro de educación para mujeres: «Somos una fábrica, cada centavo cuenta. No somos una ONG, pero también tenemos preocupaciones sociales».
Por su parte el gobierno de Bangladesh, aparte de buscar al empresario español, ha detenido a cuatro personas como responsables de los hechos, entre ellos los dueños del taller que funcionaba en aquel edificio, así como dos funcionarios municipales que un día antes aseguraron que el edificio podía seguir funcionando. Sin embargo, esto no es más que un intento de descomprimir la situación explosiva en las calles, mientras se mantienen situaciones similares en miles de talleres textiles en todo el país.
Rebelión obrera en las calles
Como decimos, la situación en las calles de Bangladesh es explosiva, y al día siguiente de la masacre de la de la fábrica desplomada, los trabajadores de todas las zonas industriales paralizaron la producción y salieron a las calles en Daka y otras ciudades. Los empresarios en muchas fábricas cerraron sus puertas, y los que no lo hicieron recibieron ataques con piedras y fuego a sus instalaciones. Miles de trabajadores con profundo odio recorrieron las calles con palos y piedras, enfrentando a la policía que realizó detenciones y dispersó con bombas de humo.
Estos terribles sucesos demuestran crudamente que el capitalismo actual a comienzos del siglo XXI, es más que nunca un sistema basado en la «esclavitud asalariada», como planteó Marx en su momento. En este sentido podemos decir que, a diferencia de tantos intelectuales que quisieron ver en nuestra época la emergencia de una sociedad «post-capitalista», el capitalismo es hoy más «clásico» que nunca.
Pero al mismo tiempo, junto con el intento de reducir a los trabajadores a la más infame esclavitud, comienza a despertar la resistencia y la rebelión obrera.
Fuente: http://www.clasecontraclase.org/Otra-masacre-capitalista