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Entrevista a Alexis Ponce, portavoz de la Asociación ProDerechos Humanos del Ecuador

Otra vez el «Plan Cóndor» en América Latina

Fuentes: Madres de Plaza de Mayo

En una entrevista concedida al programa radial ¡Ni un paso atrás! de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, el vocero de la APDH del Ecuador e integrante del Grupo de Monitoreo del Plan Colombia, Alexis Ponce, advierte la reedición del Plan Cóndor en América Latina y brinda una importante primicia: mientras se desarrollaba el II Congreso Bolivariano de los Pueblos no solamente fue capturado Rodrigo Granda, sino también militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la frontera colombo-ecuatoriana

Ponce, cuéntenos ¿qué ha sucedido, hace exactamente un mes, con Rodrigo Granda?

Creo que después de transcurrido este tiempo ya es hora de decir lo que está pasando en la región andina. Sostengo dos tesis: La primera es que la Colombia de Alvaro Uribe Vélez se está convirtiendo paulatinamente en «el Israel de los Andes». El papel que los militares, la cancillería y el poder político colombiano vienen jugando en toda la región, es altamente sorprendente, arrogante y riesgoso. Creo que estamos asistiendo en el continente a la lenta e impune construcción de un inédito fenómeno que, desde Colombia, intenta expandirse al resto de la región, y ese fenómeno es lo que yo llamo la configuración del Primer Estado Paramilitar en «Democracia» en América Latina. No se trata solamente de maniobras de la inteligencia colombiana en Caracs y Quito, sino en Panamá, Chile, e incluso el lejano México. Y es por eso que la Colombia de Uribe tiene un parecido bastante fuerte con el papel que juega Israel en el Medio Oriente.

Ahora se expresa con esta política oficial de secuestros fuera de su territorio: primero fue «Simón Trinidad» en Quito, ahora es Rodrigo Granda en Caracas. Pero, además, quiero denunciar por primera vez, a través del programa de las Madres de Plaza de Mayo de Argentina para todo el continente, otro hecho que acaeció esos mismos días y que sorprendentemente no lo conocen los mass media: la APDH recibió datos muy confiables a través de una denuncia llegada a nosotros, acerca de otros hechos que, luego de la realización del II Congreso Bolivariano de los Pueblos ocurrido en Caracas, se sucedieron con las mismas metodologías:

No solamente fue secuestrado Granda, de las FARC, sino también habrían sido capturados en un operativo planificado con antelaciòn, militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la frontera colombo-ecuatoriana y un ecuatoriano se halla desaparecido desde entonces. Por tanto, no se trata de un esquema aislado, sino de una estrategia que no es sólo colombiana, que tiene a los servicios de inteligencia de los EEUU por detrás, y también a las inteligencias de Israel y otras potencias que estarían colaborando con Uribe Vélez en trazar esta sombra sobre el cielo de los andes: la «israelización» de Colombia fuera de sus fronteras.

Finalmente, la otra tesis que sostengo es que estamos viviendo una reedición  «posmoderna» del Plan Cóndor, que ya lo sufrimos los pueblos latinoamericanos, especialmente del Cono Sur, durante los setentas y ochentas, y que ahora también vuelve a emerger en otras condiciones, con otras características y actores, y que sin duda traerá fatales resultados si no intervenimos y lo denunciamos a tiempo. Que nadie se sorprenda después si ocurren más operaciones de esta dimensión, porque yo veo que hay muchos sectores sociales, políticos e intelectuales progresistas en el continente que no han dicho absolutamente nada sobre este tema, y eso a mí me parece preocupante.

Debemos tener en cuenta las recientes declaraciones, hechas en octubre del 2004, de un jefe militar de EEUU, un coronel del Comando Sur, cuya tesis aparece publicada en una revista militar especializada de Washington, según el cual «todos los grupos marginados económicamente en América latina, como los piqueteros de Argentina, los cocaleros de Bolivia, los Sin Tierra del Brasil, los indígenas del Ecuador, los círculos bolivarianos de Venezuela y agrupaciones campesinas del Paraguay, son grupos altamente desestabilizadores que pueden ser arrastrados al terrorismo». Y entonces, bajo esa concepción, esa lógica y esa estrategia norteamericana, con un títere eficaz en los andes, estamos asistiendo poco a poco a estas dos configuraciones que ahora tiene víctimas en la insurgencia armada colombiana, pero que también se puede cobrar víctimas en las organizaciones sociales y populares de la región y el resto del continente.

Ponce, usted mencionaba en un reciente artículo, operaciones privadas bajo la forma de contratistas civiles de agencias de inteligencia norteamericanas en el territorio de los andes, es decir, no sólo en Colombia, sino también en Ecuador. ¿Sería esto, entonces, otro elemento de la configuración de un segundo Plan Cóndor para la región?

Totalmente. Cuando nosotros revisamos todos los documentos del Comando Sur, así como de «los tanques del pensamiento» y «los halcones» que rodean a George Bush, así como de algunos ejércitos del continente, miramos con mucha sorpresa pero también con  claridad, que en la década del noventa y con más fuerza desde el año 2000, va configurándose una nueva especie de «pensamiento militar» de EEUU para América Latina, mediante el cual seguritizan todas las áreas de la vida humana y a través de estos mecanismos también lo que hacen es privatizar las llamadas guerras de baja intensidad.

Hoy no es nada sorprendente que en Irak, por ejemplo, de manera casi pública, los comandantes del ejército de EEUU citen que la próxima estrategia será «salvadoreñizar» la guerra en Irak; es decir, hacer uso de escuadrones de la muerte nativos. Y esto lo dicen y lo hacen a vista y paciencia del mundo entero. Entonces, asistimos a la defensa de un orden mundial forzado desde un Estado que puede ser tipificado como terrorista, y que dirige estas acciones a nivel planetario, y que cuenta en América Latina con «cuarteles menores», y principalmente Colombia, que viene jugando un papel específico.

Pero, ojo, también es parte de la propuesta militar estadounidense para la región el privatizar la guerra, acostumbrarnos a que los «contratistas», que es un eufemismo para referirse a estos mercenarios, sean parte de nuestra realidad latinoamericana, fundamentalmente en la zona andina ahora, pero también en La Triple Frontera y en los lugares donde ellos vean que es necesario intervenir de manera solapada. El otro objetivo de estas estrategias es, precisamente, la destrucción, a través de todas las armas posibles, de la Revolución Bolivariana venezolana.

Usted sitúa como una zona muy caliente de América latina la geografía andina. Concretamente en Ecuador, usted advierte en sus artículos que para enero del 2005 se prevé una coyuntura muy peligrosa. ¿En qué consiste ese peligro?

Bueno, es que se han peleado los compadres… Gutiérrez traicionó a los indígenas y las izquierdas ecuatorianas mediante las cuales subió al poder. Como todo el continente sabe, Gutiérrez traicionó esos postulados y se alió a la derecha y a EEUU llamándose «el mejor aliado en la lucha contra el terrorismo», y actuando como el mejor aliado de Uribe Vélez; y, sorprendentemente, hizo alianzas con la ultraderecha ecuatoriana, con la cual acaba de pelearse, y otra vez destapa un supuesto discurso «antioligárquico». Nosotros decimos que estamos entre dos mafias, entre Frankestein y el Conde Drácula. Y las izquierdas están bastante desorientadas, los grupos sociales más impotantes están siendo desarticulados y muy duramente atacados. Precisamente el día de ayer, miércoles 12, se conoció que han amenazado con ocupar por la fuerza el local de la CONAIE, la organización indígena más importante del país.

Y todo esto en un contexto nacional en el que Gutiérrez esgrime este nuevo discurso «antioligárquico», pero en medio del cual se vendrán manifestaciones de la ultraderecha muy parecidas a las que circulan por América Latina: las «marchas por la seguridad», como ocurrió en Buenos Aires, que no fue sino la marcha de la derecha argentina que no tiene otro discurso que el de la «seguridad» para poder lanzarse a la calle. Igual sucedió en México D.F. y ahora va a suceder en Guayaquil. La ultraderecha se toma las calles por la «seguridad», pero es un claro mensaje de desestabilización a Gutiérrez. En medio de esos dos fuegos estamos las organizaciones sociales y populares ecuatorianas.

Pero más allá de eso, Gutiérrez con Toledo en Perú y Uribe Vélez en Colombia, ejemplifican lo que he denominado como «el eje retrógrado del Pacífico», frente al cual se levanta el eje progresista del Atlántico, con la Argentina de las Madres, de los piqueteros y del presidente Kirchner; con el Uruguay de Tabaré, con el Brasil de Lula, con la Venezuela bolivariana, con Cuba en el Caribe y con la Panamá de Torrijos. Entonces, frente a ese bloque geopolítico progresista del Atlántico, aparecen Uribe, Gutiérrez y Toledo para configurar un muro de contención regional a fin de evitar la unión sudamericana de naciones, algo que me parece que es ya imbatible, porque hemos dado el salto adelante los gobiernos progresistas, las organizaciones sociales y los sectores de izquierda y políticos progresistas de toda la región, para efectos de configurar un nuevo mapa continental que permita emerger el bloque latinoamericano, que destruya por completo la vigencia de la Doctrina Monroe.

Yo sostengo que asistimos al entierro, en esta etapa histórica, del mundo unipolar. Emergen con fuerza la China y la India, y también el bloque europeo. Y entonces, EEUU está desesperado tratando de evitar el colapso inevitable del mundo unipolar, a través del terror, por supuesto, pues no tiene otra arma sino ésta.

Entonces, las dinámicas que vemos en el Pacífico, y particularmente en la zona andina, responden a ese macro-contexto, sabiendo de antemano que el imperio unipolar está condenado a la derrota. Sin embargo, en esa derrota dejarán saldos lamentables a través de esta israelización de Colombia y la «reedición» del Plan Cóndor, del cual ya debemos empezar a hablar con claridad en todos los espacios posibles.