Semiótica obrera que sabe bien lo que hace.
«El célebre Pato Pascual y la coqueta Lulú, dirigieron una lucha abierta contra las transnacionales productoras de refrescos de cola…1«
A la hora de saborear unos buenos tacos, o cualquier otra ofrenda culinaria del repertorio mexicano, hay ya un lugar preferencial para un «Pato Pascual»2, una «Lulu», o alguno de sus productos embotellados, enlatados o envasados con el sistema tetrapak… un lugar que no es cualquier lugar, un lugar con sabor y tradición propia, un sabor nutritivo y solidario… el sabor del triunfo. Intolerable para la burguesía parásita, inaceptable para la burocracia parásita, imperdonable para el sectarismo parásito. Simplemente no lo tragan.
«La resolución de la Suprema Corte pone en peligro el sustento de 50 mil personas La Cooperativa Pascual, emblema de lucha laboral3» México, de nuevo.
Sería falso afirmar que los obreros de la Cooperativa del «Pato Pascual» son sólo «comerciantes» de bebidas4. Su capacidad heroica de sostener con dignidad un grado de industrialización de sus productos, no los convierte en «mercachifles» porque el trabajo que realizan es, además creación, no pocas veces involuntaria, de símbolos populares triunfantes y en pie de lucha. Es artífice de un modo de representación colectiva que se nutre con las fuerzas más importantes para el ascenso de una clase, hoy todavía lejos, de sus triunfos mejores pero que da signos claros de su avance y futuro. Semiosis insurgente.
Un «Boing» de sabor guanábana, por ejemplo, es una contribución infaltable. Una conmoción estética. Quien no probó semejante delicia ya puede imaginar un tesoro de experiencia exótica con base en un fruto pleno de exigencias estéticas peculiares. Nadie es el mismo luego de beber un «Boing» de guanábana, nada es lo mismo. Y el repertorio de sabores de Pascual, con su acento y estilo específico, que cobran cuerpo en lo que se ve y en lo que se paladea, hacen de su variedad líquida un arco iris de colores, sabores y placeres. Cada envase es significante de una filosofía de producción. Vale lo dicho para el «Boing» de guanábana como para el de tamarindo y para los demás… en todos los productos hay una borra de pulpa, un remanente testimonial de la verdad frutícola encarnada en cada envase, fruta real en acción concreta de dar sentido a un manifiesto político que abandera la ofrenda de los trabajadores cuya idea de una comida digna, para una mesa digna, no prescinde de una bebida verdadera. Como su lucha. «Todos los refrescos en México son sintéticos, menos Pascual«
Uno no puede ser indiferente a los significados teóricos y prácticos, que el trabajo y la lucha de la Cooperativa nos aporta, uno no debe sepultar bajo discursos archicomplicados y enredadísimos el hacer nítido de estos trabajadores organizados para dar una batalla exitosa. Y sabrosa. Mientras la cultura de masas, financiada por embotelladoras de gaseosas negras, contaminan con su mal gusto y vulgaridad mercantil los imaginarios colectivos, apoyadas por «ideotas» de agencias publicitarias; la imagen del «Pato Pascual», y de «Lulu», por ejemplo, se relacionan, a su manera, con toda la problemática simbólica obrera, campesina. Le dan su color y su placer. El imaginario popular con el «Pato» se funda en s dialéctica no como fetiche de una mercancía ajena a sus creadores sino como su distintivo de ascenso, su signo, su representación dialéctica que pone un puente a la cultura de la metrópoli con la del campo y nos ofrece reencuentros políticos, a través del paladar. Programa de lucha bebible, con respuestas a la realidad desgarrada en clases y con la interacción dialéctica entre una base material y toda la superestructura. El «Pato» sabe muy bien.
Valores, ideas, «visiones del mundo», actitudes y comportamientos, están articulados el los productos de la Cooperativa Pascual para representar coherente y fluidamente, en el paladar y en las diversas prácticas emocionales y racionales, la base material obrera que ha sobrevivido y crecido pese a un sistema social imposible, en franca destrucción e inhóspito para la honestidad y la entereza de los trabajadores. Esta sociedad donde la burguesía es dueña de los medios de producir la vida, anida la contradicción que la destruirá, en manos de los obreros que producen ideas, sentimientos, intuiciones… significados que imponen la evidencia extraordinaria del producto de sus luchas, aun incompletas, pero orientadas a la unidad y ascenso de todo tipo de luchas de las clases sometidas. Cooperativa Pascual es un ejemplo de solidaridad con otros obreros, también. Y es que la forma en que representan su lucha para transformar la realidad es una declaración creciente contra la supervivencia del sistema y a favor del triunfo de las luchas obreras. Y eso produce una red de relaciones concretas como producto de otras relaciones de producción, esta vez dueñas colectivas de los medios y los modos de producción, expropiados a la «propiedad privada»… al capitalismo. El «Pato» ha dado pasos enormes… y dará muchos más.
El «Pato Pascual» es un personaje «real», potable, de un mundo material, concreto, donde se han agudizado las contradicciones de clase y se ha profundizado el debate Capital-Trabajo en todas sus expresiones industriales, sexuales, históricas, poéticas… y donde el antagonismo social es también antagonismo ético, moral, estético, semiótico. El «Pato» golpea la base material del capitalismo, lo que da consistencia a su ser cotidiano destructor de las fuerzas productivas: la propiedad privada. El «Pato» golpea y deja su huella indeleble de triunfo obrero como «marca», como signo y como manifiesto de clase obrera situado concretamente contra este mundo de compulsión consumista y contra esa cultura alimentada por la industria de la entretención, disfrazada de fantasía ingenua. El «Pato Pascual» no tiene tareas extraterrestres, ni extra clase, porque su semiótica ha alcanzado a evidenciar la fuerza de la lucha obrera con producción de bienes materiales en una sociedad antipática que no le perdonará haber alcanzado un, digámoslo provisionalmente, éxito ejemplar basado en sus fuerzas productivas, creativas, colectivas. Este Pato si sabe.
La del «Pato Pascual» es otra de las Cooperativas que, en México y en todo el mundo, luchan contra los parásitos industriales nacionales y multinacionales. Los clientes de Pascual lo saben y, a su modo y con sus medios, solidarizan hace muchos años con la Cooperativa que es, hoy por hoy, un emblema que alienta el orgullo de la lucha obrera. Se diga lo que se diga. «Cincuenta mil personas dependen de la empresa refresquera y Cooperativa 100 por ciento mexicana5«. Se trata de una Cooperativa que lucha por su independencia en todo sentidos. Creció por obra del trabajo en lucha de trabajadores, no pocas veces víctimas de ciertas indiferencias. Avanza contra viento y marea, contra los monstruos monopólicos de las bebidas embotelladas, contra los burócratas sindicales y gubernamentales, contra la apatía de algunos sectores sociales y contra la burguesía que se siente despojada y todavía reclama terrenos, nomenclaturas… cualquier cosa. «Una Coca-Cola tiene un costo de fabricación real de 4 pesos, pero en el mercado se vende a 14; la empresa gana 10 pesos y, con los millones de litros que vende, la Coca-Cola puede hacerse toda la publicidad del mundo«, dice Mauro Solís Pérez. «A nosotros la elaboración de un refresco nos cuesta 2.70 pesos y lo damos a 3.50, le ganamos 80 centavos«.
Uno sabe, bien que lo sabe, que la experiencia de las empresas Cooperativas por si sola es insuficiente para derrotar al enemigo de clase, que también hay Cooperativas capitalistas, con mentalidad patronal, igual o peor, que las del burgués común. Uno sabe, bien que lo sabe, porque ha costado mucho, que las empresas bajo control y en propiedad de los trabajadores no pueden desarrollarse aisladamente, que requieren el concurso solidario de todos los obreros que, a su vez, reclaman solidaridad de las empresas de obreros… Uno sabe, bien que lo ha aprendido, que las empresas Cooperativas inexcusablemente chocan con el capitalismo y con el imperialismo, que por mucha buena voluntad que tengan ellas mismas no alcanzan para derrotarlo. «Lo que se necesita es la estatización de las empresas, bajo el control obrero de la producción (tal cual lo ha hecho Pascual). Una producción que no esté al servicio de la ganancia ciega capitalista, si no que beneficie a la mayoría de la sociedad, y por supuesto a los trabajadores de las empresas. Destinar los recursos que se han ido al pago a banqueros, deuda externa etc., para financiar las empresas, y que esto aumente el nivel de vida de la clase trabajadora«6.
La lucha de la Cooperativa Pascual no sólo es signo de un ejemplo y enseñanza de los trabajadores, es un signo claro de un proceso ascendente de expropiación de empresas, abandonadas o no, por parte de los trabajadores y con el apoyo firme de obreros y campesinos de todas partes. Trabajadores unidos. Es un signo de lucha y triunfo, no sin contradicciones, al que le falta mucho por darnos, y exigirnos, a todos. Signo de una actitud digna e inteligente que produce y posee su riqueza y su fuerza, con disciplina, con convicciones con entrega. Sabrosa. Pero hay que profundizarla. Se trata de un «Pato» que sabe muy bien lo que se debe saber y hacer. Y uno debe estar a lado suyo, aprender y saborear. ¿Hay acaso mejor lugar? Salud.
1 http://www.pascualboing.com/historia.html
2 http://www.pascualboing.com/historia.html
3 «Con el fallo de la Suprema Corte de Justicia que amparó a doña Victoria Valdez Cacho(parte demandante contra la Cooperativa) viuda de Jiménez, en contra del decreto de expropiación del Gobierno del Distrito Federal en 2003, corremos el riesgo de perder 2 mil empleos aquí en el DF. También la Cooperativa de Puruarán se verá afectada y los productores del campo a quienes les compramos la fruta«. Elena Poniatowska La Jornada http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27368
4 Hay que leer el magnífico trabajo de Jesús Ramírez Cuevas publicado en: http://www.sodepaz.net/modules.php?name=News&file=article&sid=1119
5 Poniatowska, Op. Cit.
6 http://militante.org.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=314&Itemid=107