El 26 de julio de 1945, China, Estados Unidos y Reino Unido publicaron la Proclamación de Postdam, que aceleró el final de la Segunda Guerra Mundial y, junto con la Declaración de El Cairo, constituye la piedra angular del orden internacional de posguerra. El documento histórico instaba a Japón rendirse incondicionalmente y le reclamaba seguir […]
El 26 de julio de 1945, China, Estados Unidos y Reino Unido publicaron la Proclamación de Postdam, que aceleró el final de la Segunda Guerra Mundial y, junto con la Declaración de El Cairo, constituye la piedra angular del orden internacional de posguerra.
El documento histórico instaba a Japón rendirse incondicionalmente y le reclamaba seguir la Declaración de El Cairo, publicada en 1943, que dice que «Los Tres Aliados están combatiendo en esta guerra para contener y castigar la agresión de Japón».
La Proclamación de Potsdam, estandarte de la justicia y ultimátum emitido a las fuerzas fascistas mundiales, es un documento reconocido en todo el mundo. Sin embargo, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, autoproclamado experto en legislación internacional, afirmó que lo desconocía cuando, en varias ocasiones, habló con elocuencia pero con poca sinceridad sobre el «Estado de derecho» en la seguridad marítima.
El rechazo de Abe a reconocer el mandato de la Proclamación de Potsdam expone los intentos de su administración derechista de negar la historia de agresión de Japón durante la Segunda Guerra Mundial y de romper el orden internacional de posguerra, conseguido con grandes dificultades.
Una posición así no es una sorpresa, ya que el premier japonés se ha acostumbrado a representar farsas de este tipo.
Desde la interpretación de la Constitución pacifista para tener derecho a la autodefensa colectiva hasta la aprobación forzosa de los polémicos proyectos de ley de seguridad, desde la acusación contra la reivindicación legítima china de las Islas de Diaoyu hasta las visitas al santuario Yasukuni, las conductas de los derechistas japoneses dirigidos por Abe delatan su intención de sacudirse de las restricciones de la posguerra y convertir a Japón en una potencia militar en esta región.
Las consecuencias de tales actos son peligrosas, ya que podrían dirigir el país hacia un camino sin regreso, perdiendo para siempre la confianza y el respeto por parte de sus vecinos, e incluso del mundo entero.
Abe debería saber lo que saben los estudiantes de primaria. Esto es, la historia no puede ser revertida. La historia es una existencia objetiva y un espejo, y solo haciendo frente directamente a la historia como Alemania puede uno tener un futuro.
La historia no debe falsificarse imprudentemente. Cualquier comentario o acción que busquen negar o exaltar la historia de la agresión fascista no serán aceptados por el pueblo chino ni por las fuerzas de la justicia de otros lugares.
Reconocer su historia de agresión y reflexionar sobre su responsabilidad por la guerra son una precondición para que Japón se reconcilie con sus vecinos asiáticos, que sufrieron enormemente de sus atrocidades durante la Segunda Guerra Mundial.
Con motivo del 70 aniversario de la victoria de la Guerra Mundial contra el Fascismo y la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, Abe debe comportarse escrupulosamente en los asuntos históricos. Si no, tendrá que tragarse las amargas consecuencias que podría provocar.
Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2015-07/25/c_134446295.htm