El presidente de Perú, Alejandro Toledo, enfrentó el 14 de julio, el primer Paro Nacional con movilización desde que llegó al poder en 2001. Decenas de miles de trabajadores realizaron marchas en todo el país y una importante concentración en Lima mientras que en algunas ciudades del interior la paralización fue garantizada por medio de […]
El presidente de Perú, Alejandro Toledo, enfrentó el 14 de julio, el primer Paro Nacional con movilización desde que llegó al poder en 2001. Decenas de miles de trabajadores realizaron marchas en todo el país y una importante concentración en Lima mientras que en algunas ciudades del interior la paralización fue garantizada por medio de bloqueos de caminos y enfrentamientos con la policía que dejaron varias decenas de detenidos.
El paro que se dio después de la gran huelga de los maestros y de distintos levantamientos en pueblos del interior, fue utilizado por la burocracia sindical de la CGTP y por Alan García (jefe del APRA), para intentar descomprimir la delicada situación que vive el país andino y que tiene a su gobierno entre las cuerdas.
Un gobierno débil
El gobierno de Toledo es junto al de su par de Ecuador, Lucio Gutiérrez uno de los más impopulares del subcontinente. Con menos del 7 % de aprobación, viene afrontando diversas crisis y escándalos de corrupción. Desde que asumió como presidente, Toledo mantuvo la continuidad del neoliberalismo pro imperialista de Fujimori, como así también el fuerte rol de las FFAA en la vida política nacional, apelando a una mayor represión y coerción para compensar su ruina política. Y su debilidad actual no ha caído del cielo. La relación de fuerzas entre las clases sociales en pugna que enmarca su actual crisis, está marcada por la importante victoria obtenida durante los levantamientos de Arequipa y todo el sur peruano de junio de 2002 que derrotaron el intento de privatizar las empresas de electricidad e imponer el estado de sitio.
Estos levantamientos desarticularon la gran maniobra del régimen que, a través de la figura de Toledo, intentaba desviar el repudio contra la dictadura fujimorista y la aplicación de los planes neoliberales, la llamada «transición democrática». Durante mayo y junio de 2003 esta situación convulsiva continúa a través de grandes movilizaciones, huelgas, bloqueos de caminos y enfrentamientos con la policía que combinados con las brechas en la clase dominante, un 80% de rechazo popular y la continuidad de la crisis económica, plantearon la posibilidad de la caída de Toledo en esos días.
De esta forma la crisis llegó incluso al propio partido gobernante, Perú Posible, que está dividido en distintas alas que luchan por una cuota de poder dentro del aparato estatal convirtiéndose en uno de los factores de inestabilidad de Toledo.
De las luchas sectoriales a la huelga general
A pesar de las intimidaciones del gobierno que declaró ilegal la huelga y de los medios de comunicación que chantajearon a los trabajadores indicando la «inoportunidad de la huelga en medio de la Copa América de fútbol», los trabajadores y el pueblo peruano contestaron de manera contundente.
El Paro nacional se fue gestando en medio de un malestar generalizado contra los escándalos de corrupción que estallan en cada ciudad en un marco de miseria creciente.
Esta situación derivó hace menos de dos meses en el linchamiento público del alcalde de Ilave a manos de los comuneros y fue seguido por el levantamiento de Ayacucho, a principios de este mes, que se combinó con la radicalizada huelga del magisterio enfrentándose con la policía y quemando varios edificios públicos e incluso las propiedades del alcalde de esa ciudad.1
La situación explosiva del interior junto al paro por tiempo indeterminado declarado por el SUTEP (Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación de Perú) que tiene una gran tradición combativa, obligaron a la CGTP a llamar al primer Paro Nacional contra la política del gobierno.
Más allá de la guerra mediática alrededor de la masividad de la jornada del 14 de julio2, la misma fue lo suficientemente fuerte como para poner en el tapete no sólo la política económica sino al propio Toledo.
El rol del APRA y la CGTP
Según los sondeos, el dirigente del APRA y ex presidente Alan García fue el que mayor rédito obtuvo por el paro, convirtiéndose en la cara política de la jornada. El APRA se viene posicionando como el principal partido de recambio frente a la crisis del gobierno, pasando de ser el consejero para las políticas de Toledo, proponiéndole un «agenda de gobierno» como hizo hace 5 meses3, a ser el máximo exponente público de la oposición, cuidándose permanentemente de no tensar de más la complicada situación del gobierno. De hecho Alan García se propone como el guardián de la gobernabilidad evitando que el gobierno caiga por el embate de las masas y se perfila como uno de los candidatos mas firmes a ganar las próximas elecciones.
Contra las aspiraciones de los trabajadores que pedían la salida de Toledo, Alan García se cuidó durante toda la jornada del 14 de julio de mencionar esa posibilidad exigiendo sólo un cambio en su gabinete y política económica.
El APRA actuó junto con la burocracia de la CGTP (que además pide una Asamblea Constituyente que reforme algunos aspectos de la actual constitución), para descomprimir la delicada situación que vive el país.
Su mayor caballito de batalla fue el de realizar un paro «pacífico» contra la oleada de violencia que venia recorriendo el país. Tan es así que el propio Toledo felicitó ayer a García y la CGTP por su «madurez política» en la conducción del paro. Sin embargo el grito de los miles que llegaron a la plaza central de Lima fue ¡Viva el paro! ¡Fuera Toledo del gobierno! Esto obligó a la dirección de la CGTP a dar un giro de último momento e incluir en sus discursos el pedido de renuncia de Toledo4, demostrando que son los trabajadores y el pueblo pobre los únicos realmente interesados en acabar con este gobierno.
Para alcanzar esta perspectiva, las masas peruanas tendrán que transitar su propio camino en forma independiente de toda variante burguesa construyendo y recuperando sus propias organizaciones. Los sectores de vanguardia que se han venido fogueando en estos combates, deben avanzar en sentar las bases de un partido revolucionario, socialista e internacionalista que la clase obrera peruana necesitará para alcanzar la victoria.
Notas
1 Tras los sucesos de Ilave, unos diez alcaldes en distintas partes fueron salvados por la policía cuando estaban a punto de ser linchados.
2 El gobierno negó que el paro y las movilizaciones hayan tenido ninguna contundencia y masividad. Los medios masivos plantearon que fue un paro dividido y muy débil en la mayoría de los gremios. Sin embargo han debido reconocer que «fue lo suficientemente contundente como para hacer sentir su presencia.» (El Comercio, 15/07/04). En tanto, García y la CGTP junto a diarios de la oposición manifiestan que millones de trabajadores acataron el paro llegando al 95% en las regiones mas conflictivas y siendo más bajo en Lima con aproximadamente 65%.
3 Presentando un plan de 30 puntos para dar un giro en la política económica gubernamental.
4 Algunas encuestas muestran que si el paro se hubiese convocado con la consigna de pedir la renuncia presidencial, su éxito habría sido mayor.
18/7/2004