Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
¿Qué pasó en realidad en la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés), la semana pasada en Kazajstán?
En comparación con las grandes expectativas, fue un asunto bastante moderado; más un mapa de ruta que un cambio radical. A pesar de ello China, Rusia y cuatro «estanes» centroasiáticos -Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán- fueron más allá de un predecible menú de cooperación en la seguridad y la economía.
Después de todo, el anfitrión de la cumbre y presidente del «leopardo de la nieve» Kazajstán, Nursultan Nazarbayev, detalló que la SCO seguirá combatiendo el terrorismo y la criminalidad cíber-narco, mientras trata de resolver el delicado tema de la distribución del agua en Asia Central, un capítulo clave de las próximas guerras globales por el agua.
Pero también anunció que la SCO está a favor de una nueva moneda global. Y la cosa se pone jugosa: un nuevo memorando declaró que la SCO comienza consultas con India, Pakistán e Irán -que han solicitado la condición de miembros de pleno derecho-.
Sin embargo, no significa que sea un trato hecho. Irán quiere ser miembro desde 2008. Pero no ha sido aceptado porque se encuentra bajo sanciones de las Naciones Unidas por la presión de Occidente.
Pakistán, por otra parte, arde por ser incluido, a través de un efusivo elogio de la SCO lanzado por el presidente Asif Ali Zardari. Una bienvenida de la SCO ciertamente es mucho mejor que un invasor en «droneadicto» Washington.
Sin embargo, Pekín tendrá que tener mucho cuidado al equilibrar la admisión tanto de India como de Pakistán. Según Wu Hongwei, de la Academia China de Ciencias Sociales: «Si se sumaran a la SCO, es probable que introduzcan sus disputas sin resolver a la organización».
Afganistán, por su parte, ha solicitado el estatuto de observador. Se le otorgará fácilmente. Y entonces el juego se hará aún más atractivo.
Haced beneficios, no la guerra
Rastrear las reacciones en los medios chinos y rusos ha sido fascinante. Para muchas mentes críticas en Moscú, inquietas porque Rusia parece incapaz de diversificar su economía, la SCO es ahora fundamentalmente china.
Tienen razón. Aunque el comercio bilateral prospera, para la dirigencia colectiva en Pekín Moscú se ve como poco más que un gigantesco proveedor de energía y materias primas para el dragón; Moscú, por su parte, quiere/necesita urgentemente inversión china de alta tecnología en su desbaratado sector industrial.
Rusia y China tienen un programa estratégico bilateral hasta 2018. Involucra básicamente el desarrollo/producción de petróleo, gas y minerales en Rusia -Siberia y el Lejano Oriente- y su procesamiento en China.
El nombre clave de este juego de ductistán es el inmenso oleoducto Siberia Oriental-Océano Pacífico (ESPO) y su ramal de Skovorodino en Rusia a Mohe en China, más dos gasoductos.
Lo que oscurece el ductistán es el tema muy delicado de quién será el factor económico más importante en Asia Central. No hace falta ser meteorólogo para ver la dirección en la que soplan esos vientos en la estepa. ¿Cómo encontrar un equilibrio entre el juego estratégico de Rusia en Asia Central y la voracidad económica de China?
Por ejemplo, la SCO quiere crear un banco de desarrollo. Moscú quiere vincularlo al Banco Eurasiático de Desarrollo -cuyos principales socios son Rusia y Kazajstán-. Pekín quiere un mecanismo totalmente nuevo.
Sin embargo en el ámbito geopolítico la historia es muy diferente.
Los medios controlados por Pekín se mostraron extáticos cuando China y Rusia profundizaron su cooperación estratégica solo un día después de la cumbre de la SCO, con una declaración conjunta del presidente de China, Hu Jintao, y de Dmitry Medvedev de Rusia.
En lugar de bombardeos de la OTAN, Rusia y China están a favor de «no interferencia» y de «menos acción militar» en Corea y especialmente en MENA (siglas en inglés para Medio Oriente/Norte de África).
En lugar de que Washington se entrometa en problemas entre China y algunos países del sudeste asiático, Rusia y China están a favor de su «cooperación estratégica» como «factor clave en la paz y la estabilidad en la región de Asia-Pacífico».
En lugar de los planes de defensa de misiles de Washington para Europa Oriental, Rusia y China prefieren «soluciones políticas y diplomáticas».
En lugar de satanización, Rusia y China subrayan que Irán tiene derecho a desarrollar un programa nuclear civil.
Y sobra decir que aparte de oponerse al bombardeo de Libia por la OTAN, Rusia y China están contra toda posible resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Siria.
Por cierto es un eufemismo decir que nada de esto será del agrado de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, por no mencionar al Pentágono de la «Dominación de Espectro Completo». El broche de oro fue otra declaración de Hu y Medvedev: China y Rusia aumentarán su cooperación militar.
Otra grieta en el muro
Y luego está el «Rosebud» en esta cinta de «Ciudadano Eurasia», el interminable cenagal en las encrucijadas afganas. Washington está empeñado en una gran ofensiva de relaciones públicas en el intento de convencer a la opinión pública mundial de que como la OTAN está «ganando», las conversaciones con los talibanes son pertinentes.
¿Qué vendrá ahora? ¿El mullah Omar como invitado en una cena de Estado con arroz Kabuli en la Casa Blanca?
La realidad es algo más compleja. El astuto presidente afgano Hamid Karzai estuvo en la cumbre de la SCO, cabildeando por el estatuto de observador de su país. Sabe que ninguna solución realista vendrá de Washington. Tendrá que involucrar a la SCO.
En realidad, el «leopardo de la nieve» kazajo Nazarbayev delató de qué se trata, cuando dijo: «Es posible que la SCO asuma responsabilidad por muchos temas en Afganistán después de la retirada de las fuerzas de la coalición en 2014».
La primera parte del comentario es correcta; no la segunda, porque es simplemente impensable que el Pentágono abandone Afganistán, según la doctrina de la Dominación de Espectro Completo.
No obstante, preguntad a cualquiera en todo el arco desde Asia Central al Sur de Asia: nadie quiere bases militares permanentes de EE.UU. en Afganistán. Aparte de la opinión pública, sucede que esto también significa todos los miembros de la SCO -más los observadores-.
Nunca se encontrará una mención al respecto en una declaración de la SCO, por supuesto; pero Pekín y Moscú están convencidos de que Washington desplegará la defensa de misiles dentro de Afganistán si se sale con la suya en el Hindu Kush, apuntada, claro está contra Rusia y China.
De modo que apriétense los cinturones de seguridad, China y Rusia se acercarán cada vez más en toda Eurasia -no importa lo que digan las relaciones públicas sobre un «reinicio» entre EE.UU. y Rusia-.
Es el mensaje «invisible» aprobado por la SCO para el futuro inmediato: parafraseando a Pink Floyd, no necesitamos intervención, no necesitamos control del pensamiento. Es el camino por el que Rusia y China planifican su larga marcha para romper el muro del Pentágono y la OTAN.
Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge«. Su último libro es «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com
Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/06/2011620115216348413.html
rCR