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Nepal

Peligroso éxodo de trabajadoras

Fuentes: IPS

Hace seis años, la nepalesa Shantimaya Dong Tamang viajó a Kuwait para trabajar como empleada doméstica indocumentada, atraída por relatos de las agencias intermediarias según los cuales ganaría mucho dinero y sería independiente. Este mes volvió a su país en una camilla. La mujer de 23 años quedó paralizada tras sufrir una caída en el […]

Hace seis años, la nepalesa Shantimaya Dong Tamang viajó a Kuwait para trabajar como empleada doméstica indocumentada, atraída por relatos de las agencias intermediarias según los cuales ganaría mucho dinero y sería independiente. Este mes volvió a su país en una camilla.

La mujer de 23 años quedó paralizada tras sufrir una caída en el primer año de su estadía en la ciudad de Kuwait.

«Los funcionarios de la embajada de Nepal en Kuwait nos dijeron que la encontraron en un hospital, sin poder hablar o moverse», dijo el aturdido padre de la joven, Tej Bahadur Tamang, un agricultor sin tierra.

«Se cayó del quinto piso de la casa de su empleadora. Nadie sabe cómo ocurrió. ¿Intentaba escapar? ¿La empujaron? Solamente mi hija lo sabe, pero no puede hablar», señaló.

La mujer yace entre mantas en el hospital Patan del valle de Katmandú, sin hablar, sin moverse y sin ver nada. Hay que alimentarla a través de un catéter y cambiarle el pañal regularmente.

Shantimaya Dong Tamang pasó casi cinco años en el hospital Farwaniya de Kuwait, hasta que funcionarios de la embajada y la red de trabajadores migrantes nepaleses lograron identificarla y ubicar a su familia en Nepal.

Kani Sherpa, otra trabajadora doméstica nepalesa, falleció en circunstancias igualmente misteriosas. Aunque su empleador dijo que murió tras caer del piso superior, su familia sostiene que la asesinaron después de violarla.

Las protestas posteriores obligaron al gobierno de Nepal a prohibir que las mujeres viajaran al exterior para trabajar en el servicio doméstico. Sin embargo, la prohibición se levantó a fines del año pasado, después de que aumentó la emigración ilegal y más mujeres fueron víctimas de traficantes.

«La pobreza y el desempleo son los principales factores que llevan a las mujeres a buscar trabajo en el exterior, aunque la insurgencia maoísta (que estimuló la emigración desde 1996) finalizó en 2006», dijo Bijaya Rai Shrestha, directora de Pourakhi, una organización sin fines de lucro fundada para orientar a trabajadoras migrantes y a rescatarlas de los problemas que puedan tener en el exterior.

«El tercer motivo es la violencia doméstica: esposos abusivos que tienen una segunda esposa o parientes políticos que las golpean y torturan», explicó Shrestha a IPS.

Según el departamento de empleo exterior del Ministerio de Trabajo, el año fiscal 2010-2011 registró un éxodo sin precedentes de trabajadores migrantes, que implicó un aumento de 20,61 por ciento: 354.716 personas –10.416 de ellas mujeres– abandonaron Nepal para trabajar en otros países.

Este año, unas 8.000 mujeres partieron hacia Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Esto convirtió a Nepal en el mayor receptor de remesas enviadas por trabajadores migrantes.

Un estudio del Banco Mundial sobre migraciones a gran escala y remesas señaló en junio que, en el año fiscal 2009-2010, Nepal recibió 2.500 millones de dólares bajo la forma de remesas, superando a Bangladesh y Filipinas, los dos principales países proveedores de recursos humanos.

El estudio, a cargo del economista Hisanobu Shishido, concluyó que el fenómeno es una bendición contradictoria. Por un lado «ayudó a reducir la pobreza de 42 por ciento a 31 por ciento, achicando la brecha entre ricos y pobres, y dio una mejor educación y atención a la salud a los hijos de los migrantes».

Pero entre los problemas que suscitó figuran familias escindidas, abusos y tráfico, así como una reducción de casi 15 por ciento en el suministro de mano de obra local.

«Entre 2008 y 2010 se suicidaron 15 mucamas nepalesas que trabajaban en Líbano», dijo Sthaneshwar Devkota, director ejecutivo del estatal Consejo de Promoción del Empleo en el Exterior.

«Al ser mayoritariamente analfabetas e inconscientes, las embaucan fácilmente. Por ejemplo, aunque consiguen visas gratuitas, muchas agencias las estafan», agregó.

«La estratagema más peligrosa consiste en hacerlas ir por India. Si sus documentos no están en orden o si las atraen hacia destinos prohibidos como Líbano, las autoridades en el aeropuerto de Katmandú detectan el fraude. Por eso las hacen ir por India primero. Eso aumenta el peligro de que las mujeres sean empujadas» hacia la prostitución, explicó.

Luego están las desapariciones. Aunque, según el Ministerio de Trabajo, hay entre 30.000 y 40.000 empleadas nepalesas en el Golfo, Pourakhi estima que la cifra real se sitúa en 300.000. La mayoría son indocumentadas por no tener papeles válidos.

«Aunque la ley estipula que las mucamas pueden trabajar en otro país por un máximo de dos años, Renu Gurung, quien se fue a Omán, estuvo desaparecida durante 10 años», dijo Reecha Sharma Tiwari, funcionaria administrativa en Pourakhi.

La mujer «contactó a su familia hace apenas cinco meses, diciendo que ahora está ‘refugiándose con algunos amigos’. A Tulasa Devi Lamichhane y Ranjana Pariyar sus empleadores las acusaron de robo y ahora están en una cárcel de Omán. Sin documentos, es casi imposible rescatarlas», señaló.

Al enfrentar una prolongada inestabilidad política, a Nepal le resulta difícil ocuparse de asuntos como la seguridad de las trabajadoras migrantes. Sin embargo, este verano boreal se firmaron acuerdos con cuatro países del Golfo que emplean a mucamas nepalesas: Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

«Se ha estipulado un parámetro de nueve puntos, fijando el salario mínimo y condiciones como una habitación separada segura para la mucama y permitirle contactar a su familia y a la embajada una vez por semana», dijo Devkota.

También se requiere que los empleadores demuestren una sólida situación financiera que les permita pagar el salario prometido, y que no tengan antecedentes de demandas por cuestiones morales en su contra.

Pero tal vez las reformas deberían empezar en el país de origen.

El mismo día en que Shantimaya Dong Tamang volvió a su país en camilla, Sita Dahal, también de 23 años, esperaba ante el mostrador del Ministerio de Relaciones Exteriores que le dieran un pasaporte de emergencia. Desde el sudoriental distrito nepalés de Morang, se iría a trabajar en una fábrica de Dubai.

«En Morang, para conseguir un trabajo del gobierno hay que pagar 200.000 rupias nepalesas (2.765 dólares). Por eso me voy al exterior, para ganar ese dinero», dijo.

Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=98858