A pesar de estar encerrado en un centro de detención que Australia mantiene en la isla Manus, de Papúa Nueva Guinea, el periodista kurdo-iraní Behrouz Boochani sigue informando y recibe la atención de medios de comunicación de todo el mundo. El periodismo es la razón por la que Boochani se vio obligado a huir de […]
A pesar de estar encerrado en un centro de detención que Australia mantiene en la isla Manus, de Papúa Nueva Guinea, el periodista kurdo-iraní Behrouz Boochani sigue informando y recibe la atención de medios de comunicación de todo el mundo.
El periodismo es la razón por la que Boochani se vio obligado a huir de Irán, su país natal, y – al igual que los 900 hombres detenidos indefinidamente en Manus – buscar refugio en Australia.
«Cuando el gobierno australiano me exilió a la isla de Manus descubrí que está basando su política en el secretismo y el engaño», sostuvo Boochani en diálogo con IPS.
«En mis primeros días aquí empecé a trabajar para trasmitir la voz de las personas en Manus. ¿Por qué empecé? Porque la política de detención indefinida del gobierno australiano va contra mis principios y valores, y contra los valores humanos internacionales», añadió.
Boochani trabajaba como escritor independiente en Irán y fundó la revista Werya, dedicada a analizar la política kurda, su cultura e historia. En febrero de 2013 la paramilitar Guardia Revolucionaria Islámica – también conocida como Sepah y a la que el gobierno de Estados Unidos considera una organización terrorista – allanó la oficina de Werya.
Boochani estaba en otra ciudad cuando 11 de sus colegas fueron detenidos, pero huyó del país cuando el artículo que escribió sobre el allanamiento en una página de internet de periodistas iraníes llamó rápidamente la atención mundial, lo cual lo puso en la mira del gobierno.
El periodista pasó sus primeros dos años de detención escribiendo y publicando bajo un seudónimo, por temor a perder el teléfono celular que ha sido fundamental para su labor desde que llegó a Manus.
«No se nos permitía tener celulares hasta abril de este año. Los guardias registraron mi habitación en dos ocasiones en busca del teléfono. Tras dos años de enviar mi trabajo de esta manera sentí que me había convertido en parte de la sociedad australiana y, con el apoyo de (las organizaciones internacionales) PEN Internacional 2 y Reporteros sin Fronteras, empecé a usar mi nombre verdadero», explicó.
«PEN Internacional y una alianza de grupos de derechos humanos lanzó una campaña internacional a favor del señor Boochani en septiembre de 2015… que pide a los funcionarios de inmigración de Australia que procesen la solicitud de asilo de Boochani lo antes posible e insta al gobierno… a cumplir sus obligaciones con el principio de no devolución, tal como lo define el artículo 33 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados… no hubo respuesta alguna de los altos funcionarios del gobierno australiano»
– Carta de PEN Internacional al ministro de Inmigración de Australia, Peter Dutton, el 3 de noviembre de 2016.
«Nunca diría que no tengo miedo, pero digo que el miedo no tiene el poder suficiente como para detenerme impedir que trabaje en mi misión. Es mi deber documentar todo lo que sucede aquí», expresó Boochani.
Lo que sucede en la isla de Manus provocó la condena mundial. En mayo el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró ilegal el centro de detención y Papúa Nueva Guinea anunció que lo clausuraría.
Desde entonces, el gobierno australiano declaró que el centro estaba «abierto», o sea que los internos pueden trasladarse libremente, aunque no pueden salir de la isla. Boochani y otros detenidos dijeron que se les alentó a aceptar la residencia en Papúa Nueva Guinea, a pesar de que recibieron agresiones de residentes y las fuerzas policiales locales.
Tampoco es posible la vuelta a Irán, según Boochani.
«La situación política en Irán no cambió, especialmente para los kurdos. Unos 20 periodistas siguen en prisión allí. En noviembre, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución contra el régimen iraní por violar los derechos humanos. (En 2015) colgaron a más de 1.000 personas. ¿Cómo puedo volver?», se preguntó.
Desde que llegó a la isla, Boochani ha escrito para medio de prensa y radios australianas e internacionales. También codirigió el documental sobre la vida en Manus, «Chauka, Please Tell Us the Time», continúa escribiendo artículos sobre la cultura y la política kurdas, publicó poesía y ensayos y contribuyó con dos libros de próxima publicación, además de concluir su primera novela, que se editará a mediados de este año.
Uno de los mayores retos de Boochani es lo que él llama «el concepto de refugiado», la disposición que tienen los medios australianos e internacionales de aprovechar su perspectiva y sus palabras, pero luego definirlo como un «hombre quebrado» o un refugiado.
«Esta es una gran forma de censura. Sé que soy un refugiado, pero también soy un periodista y escritor. Se me negó mi identidad como periodista debido a este concepto de refugiado y a que a la mayoría de los medios eso no les importa», subrayó.
«Cuando he encontrado un tema para un reportaje y proporcionado información y documentos a otros periodistas a veces me ignoran, o en otras ocasiones publican una historia basada en mi información, pero niegan mi identidad al referirse a mí solo como refugiado. Realizo el mismo trabajo que otros periodistas en Australia o en cualquier otro lugar, pero siempre se me denomina refugiado», destaca.
Otra dificultad que tiene Boochani como periodista es la de superar el concepto internacional que se tiene de Australia como un país respetuoso de la ley, con una actitud relajada ante la vida.
«Un país occidental nos está torturando y a los medios de comunicación y las organizaciones de derechos humanos les resulta difícil creer que un país como Australia aplique políticas que, en muchos sentidos, son iguales a las de Irán o Arabia Saudita», denunció.
«Soy un prisionero al igual que los otros aquí. Es difícil trabajar en esta situación. Tengo que soportar la cárcel y la tortura y, al mismo tiempo, trabajar como periodista o defensor de derechos humanos», explicó Boochani.
En el centro de detención de la isla de Manus hay unos 900 hombres, la mayoría de los cuales son refugiados que fueron interceptados en camino a Australia tras huir de conflictos en países como Siria o Sudán, o de la persecución, como es el caso de la etnia rohingya, de Birmania.
«Soy un periodista, soy un escritor, soy un prisionero. La historia de esta prisión está escrita en mano… Estoy aquí solamente con un teléfono y mi lengua y digo: soy más de lo que sabes. El gobierno australiano cometió un error al exiliar a un periodista a esta prisión y mantenerlo como rehén. La escritura es mi misión, mi trabajo, soy yo», expresó Boochani.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/01/periodista-y-refugiado-denuncia-a-australia/
Traducido por Álvaro Queiruga