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Perú: El cine de las realidades

Fuentes: Rebelión

«Los días de Santiago» es el título de una película peruana, ganadora de 35 premios internacionales, que narra la historia cotidiana de un oficial de la Naval, que renuncia a ese cuerpo militar, agotado por años de persecuciones, masacres y torturas a guerrilleros y personas acusadas de ser terroristas. Años de ser parte de este […]

«Los días de Santiago» es el título de una película peruana, ganadora de 35 premios internacionales, que narra la historia cotidiana de un oficial de la Naval, que renuncia a ese cuerpo militar, agotado por años de persecuciones, masacres y torturas a guerrilleros y personas acusadas de ser terroristas. Años de ser parte de este proceso, han convertido a este ex -oficial, primero en un paria de la sociedad, junto a muchos otros desmovilizados del ejército, que para sobrevivir optan por el camino de la delincuencia. Santiago decide hacer un camino distinto, asqueado de la violencia y del destrozo humano, pero entonces, encuentra que es parte de otra guerra, o peor aún descubre que existe otra guerra silenciosa en la vida cotidiana de los peruanos a través de su familia, de la juventud envuelta en drogas, del sexo sin sentido para sentirse vivos, del trastocamiento moral de la convivencia en búsqueda de la satisfacción propia…

Él protagonista dentro la paranoia desencadenada por años de entrenamiento, asume el combate y se prepara sin entender, hasta desfallecer en el sinsentido y encontrar que sólo su propia muerte tiene sentido…visión patética y resumida de muchos pedazos de realidad nuestra, que culmina con la mirada pesimista de caminos sin salida, como aquellas otras películas peruanas que hacen repaso a las campañas antiterroristas, que dañaron tanto el alma de los peruanos y los llenaron de muertos en la memoria… y aún aquella otra que se desarrolla en un barrio popular, donde se enseñorea la miseria, de recursos para vivir, pero sobre todo la humana, escenificada en unos cerdos que terminan comiéndose a un niño… el fin no tiene sentido, como la vida misma percibida desde la perspectiva de los productores… como la vida misma que no tiene finales felices para los pobres…

El cine en este caso se convierte en la motivación para buscar introspectivamente el sentido que cobran las sociedades latinoamericanas y particularmente la peruana, a través de años, décadas y siglos de enfrentamiento silencioso a veces y abierto y desgarrador en otras…Siglos de colonialidad que han marcado profundamente nuestras sociedades, con los rasgos de la exclusión y del ofrecimiento perenne de la modernidad para ser parte de un mundo que no es el nuestro sino el que está en las cabezas de los que siempre tuvieron todo para ser dueños de nuestros países, frente a identidades marginales marcadas por el color de la piel, los rasgos indios y la dicharanchera cultura que se alegra y baila aún en los peores momentos, como mostrando que el dolor es relativo, el alma de un pueblo permanente…

Ese Perú insurgente desde la insurrección de las wakas, desde la creencia sempiterna del Incarri que transformaría todo en su contrario, pero también luego desde los escritos de Arguedas y de Mariátegui, que redescubrieron para el Perú y para América, la fuerza revolucionaria de los indios, y la necesidad de fusionar los proyectos revolucionarios con las raíces que han permitido construir culturas fundamentales como las nuestras…

Un Luis Blanco trotskista e insurreccional, estudiantes vestidos de verde olivo, y otros intentos nacionalistas revolucionarios, no pudieron lograr una transformación sostenible en los 60s… más aún luego, en los 80s, emeretistas y senderistas, que desencadenaron una guerra abierta contra el Estado peruano, lograron la adhesión de miles de peruanos, que cansados de la podredumbre, asumieron la violencia como necesaria para crear un mundo distinto. .. no eran ni maoístas ni guevaristas, las masas insurrectas solamente pueblo que camina su bronca de todos los días, por eso no pudieron lograr una victoria las autoproclamadas vanguardias, porque llevaron una lógica de guerra de mandos, a un pueblo que demandaba ser protagonista político de la transformación posible…

Los que si supieron como actuar, fueron quienes desde el terrorismo de Estado, sembraron muerte, desaparición y tortura entre no sólo quienes se alzaron en armas, sino el conjunto de la población, aquellos que demandaban mejores condiciones de vida y los que ignorando el sentido de la violencia, sólo atinaron a introyectar en ellos mismos la frustración y el sinsentido, de una guerra en la que ambiguamente ellos eran parte y también ajenos…

Entonces, lo que siguió a la derrota parcial de los grupos insurrectos, fue la generalización de la cultura del miedo y de la muerte, el sinsentido de seguir viviendo, con la desconfianza de los cercanos, de los que siguieron proclamando un mundo diferente… la izquierda fue cercada en la soledad, es decir aquel que quedó y que no sucumbió ante la tentación del poder al que rápidamente varios optaron por subirse por seguridad propia…y los dictadores demócratas, los Fujimori, los García, los que masacraron, los que desfalcaron al Estado, los que lo hicieron todavía más dependiente, se enseñorearon como salvadores de una violencia que ellos mismos habían creado… y fueron reelegidos por un pueblo asustado y cada vez más hambriento…

Sigue su camino la insurrección silenciosa de los que no tienen nada que perder, pero también el sistema no deja de reinventar caminos para que la violencia política se vuelva contra ellos mismos en lo que son más vulnerables, lo cotidiano… soldados desplazados convertidos en traumas urbanos de la guerra como en la película, presos políticos amenazados con la pena de muerte urgida de aplicar por el actual gobierno, mayor inseguridad ciudadana, mayor miseria y delincuencia… pero también mayor violencia familiar, prostitución y un creciente quiebre moral alentado por la miseria todos tienen un canal y una crónica roja que los muestra ante los demás peruanos y el mundo, como dispuestos a perder su dignidad para seguir viviendo…

Todo ocurre entre los pobres como en un gran escenario donde las historias, que son de todos, se repiten una y otra vez para generar como mensaje el que los que siempre son poco son cada vez nada, y la nada no hace cambios sólo puede aspirar a votar por los que son alguien y que siempre gobernaron al país, aunque lo hieran, le roben, lo masacren, siguen siendo ellos los dueños del poder… Como ven esta historia como toda historia de pobre, no tiene final feliz, sino una continuidad en el sufrimiento, aunque lo que no puede ser leído por quienes siempre estuvieron arriba, es que la bronca y el dolor sigue creciendo, que la insurrección silenciosa continua, en el Perú y en toda América Latina… porque la historia no deja de transcurrir como una película sin libreto, pero con actores cada vez más dispuestos a hacerse cargo del futuro…