Hace algunos años este hombre se fue a la selva Lacandona, en el estado de Chiapas, para entrevistarse con un guerrillero, aquel del pasamontañas: el subcomandante Marcos. Su mayor equipaje iba a ser el que esperaba traer de vuelta: un puñado de verdades. Así es Ignacio Ramonet, un periodista rebelde…por culpa de Ernest Hemingway. Si […]
Hace algunos años este hombre se fue a la selva Lacandona, en el estado de Chiapas, para entrevistarse con un guerrillero, aquel del pasamontañas: el subcomandante Marcos. Su mayor equipaje iba a ser el que esperaba traer de vuelta: un puñado de verdades.
Así es Ignacio Ramonet, un periodista rebelde…por culpa de Ernest Hemingway. Si quisiera reseñar su currículo, tendría que acudir a varias cuartillas. Me atengo a subrayar dos referencias: dirige el censuario francés Le Monde Diplomatique y es uno de los promotores del Foro Social Mundial de Porto Alegre.
En su manía de luchar por un mundo mejor, tiene los pies bien anclados en la tierra, y se traza planes de ataque contra el enemigo: denomina los problemas, los denuncia y elabora propuestas. Para ello se ha aliado a otros intelectuales comprometidos con la humanidad.
Sus criterios le resultarán familiares al lector de Juventud Rebelde o del sitio web Rebelión, incluso pueden inflamar a quienes se inicien en los caminos del periodismo. Por eso, cuando supe de su presencia en la Capital, comprendí que era preciso superar la competencia de otros colegas que le asediaban.
Con un sinfín de grabadoras delante, el tiempo se le agotaba a mi fugaz entrevistado. A él le aguardaba otro compromiso, y yo tendría que abandonar la cobertura a la cual estaba acreditado y seguirlo a donde fuese. No enfrentaría el peligro de la selva, sino la ausencia de un vehículo para ir tras sus pasos.
Los demás renunciaron; este joven cazador de paradigmas no podía conformarse. Como ya se marchaba, le pasé una nota y le sugerí encontrarnos después, donde él se dirigiese. Escribí algo como esto: «usted, en mi lugar, haría lo mismo por una entrevista». Y me la concedió.
Solo tendría que trasladarme desde el Palacio de Convenciones hasta la sede de la Feria del Libro, en La Cabaña, ubicada en las afueras de La Habana. Salí a «coger botella»… con tan buena suerte que abordé el automóvil de Abel Prieto, quien se dirigía exactamente hacia allá.
El gesto amable del Ministro de Cultura hizo posible el siguiente diálogo entre un joven periodista e Ignacio Ramonet.
¿Cuándo supo que su destino sería el periodismo?
«De pequeñito. Leyendo a Hemingway me entraron ganas de ser periodista».
¿Para qué?
«La idea era, en primer lugar, tener el placer de escribir. Y, en segundo, como él en ¿Por quién doblan las campanas?, para restablecer las verdades».
Esa locura de la verdad parece contagiosa…
«Sí. El Quijote no era periodista, pero hubiera podido serlo».
Antes, se consideraba que la prensa y los periodistas constituían un «cuarto poder» o contra-poder. Gracias a los medios de información, los ciudadanos podían criticar u oponerse a decisiones legales inicuas, injustas y hasta criminales aplicadas contra inocentes.
Ya casi no sucede. Por eso, defiende usted, se hace necesario un quinto poder que nos permita oponernos a la nueva alianza de la prensa en contra de los ciudadanos. Para denunciar el nuevo superpoder de las grandes industrias mediáticas, cómplices de la globalización.
«Había propuesto crear un quinto poder, a fin de que los ciudadanos se movilizaran para exigir una diversidad mediática. Este poder depende de la voluntad de ellos; yo solo puedo sugerir la idea.
«En este momento se han creado observatorios importantes de los medios: en Francia, Italia, Brasil… Tuvimos el Foro Mundial de la Comunicación en Porto Alegre, justo antes del Foro Social Mundial, y acudieron muchos activistas.
En Venezuela está funcionando un observatorio, se está creando otro en Colombia, se va a fundar en México. Lo cual indica que este quinto poder va como una bola de nieve, poquito a poco agrandándose y tomando fuerza».
A pesar del The New York Times y el The Washington Post, Bush salió reelecto, ¿acaso le ganó la guerra a los medios o venció sin ellos?
«Venció aliado al medio más eficaz de Estados Unidos, que es la cadena Fox, de Rupert Murdoch. Con Fox News, el hierro de lanza de su campaña y, por consiguiente, con una ayuda mediática impresionante. The Washington Post y The New York Times tienen mucho prestigio, pero no el eco masivo de Fox».
¿Cree que aún se hace periodismo rebelde en el mundo?
«Sí, pero cada día resulta más difícil. Se hace cada vez más un periodismo de consenso, de sumisión, menos periodismo libre. Sencillamente, menos periodismo de rebeldía. A veces cuesta hacerlo: en algunos países porque políticamente no se puede, en otros por razones económicas. Nos planteamos el problema de saber si la prensa libre todavía tiene algún porvenir».
¿Cuál es su criterio sobre Rebelión.org?
«Aprecio bastante ese sitio web. Conozco bien a Pascual Serrano, que se ocupa de él. Difunden algunos de mis textos. Y me doy cuenta que tiene mucha circulación».
¿Cómo interpreta haber sido elegido mejor periodista del año en España o mejor periodista extranjero y que le llamen paradigma?
«Me han dado algunos premios, pero es una cuestión de edad. Cuando usted tenga la mía (62 años), pues aquí le darán también algunos».
¿Cómo se siente el privilegio de cumplir el sueño de entrevistar a quien quiera y en cualquier lugar?
«No, no, no, no se crea. Primero no resulta tan fácil y segundo que entrevistar tampoco es una fascinación que yo tengo; no me emociona entrevistar a todo el mundo. Pero, efectivamente, a veces, sí hay personalidades que me motivan, como el subcomandante Marcos, del cual hice un librito. Ahora estoy tratando de escribir otro con Fidel Castro, porque también me interesa».
¿…?
«Por razones de generación. Hoy día la personalidad que más experiencia tiene de los últimos 50 años de la vida mundial es Fidel Castro. Es el único superviviente de los creadores de las grandes revoluciones emancipadoras. No tenemos a nuestra disposición a Lenin ni a Mao ni a Ho Chi Minh.
«Y yo pienso que el ciclo de ese tipo de revoluciones se terminó, porque el contexto político económico cambió. Por consiguiente, es un testigo muy particular de un período de la historia muy importante».
¿Tiene utopías?
«Usted sabe que yo fui el que propuso esta consigna de ‘Otro mundo es posible’, lo cual quiere decir que, efectivamente, creo en algunas utopías, pero las no dogmáticas, pues toda utopía demasiado bien definida puede conducir al dogma, y este se transforma en prisión».
¿Cree en el ALBA?
«Creo. Es una magnífica proposición alternativa al ALCA y que, además, tiene bastante aceptación en las sociedades latinoamericanas».
¿Cree que los mitos sobrevivan la era de la Globalización?
«Sí. Aquí cuando se llega del aeropuerto hay una gran valla donde está escrito: ‘Aún creemos en los sueños’. Yo creo que también hay que seguir creyendo en los sueños».