Ayer cerró la campaña electoral para la convocatoria a una Asamblea Constituyente. El presidente Correa necesita de un contundente triunfo para dejar de atrás décadas de pobreza, desidia, desigualdad y un Estado oligarca.Ayer cerró oficialmente la campaña electoral para la convocatoria o no a una Asamblea Constituyente que dicte una nueva constitución para Ecuador. El […]
Ayer cerró la campaña electoral para la convocatoria a una Asamblea Constituyente. El presidente Correa necesita de un contundente triunfo para dejar de atrás décadas de pobreza, desidia, desigualdad y un Estado oligarca.
Ayer cerró oficialmente la campaña electoral para la convocatoria o no a una Asamblea Constituyente que dicte una nueva constitución para Ecuador. El presidente Rafael Correa se mostró confiado en obtener una «contundente victoria», aunque la jugada del mandatario no es sencilla: en las elecciones que lo invistieron como tal, no presentó candidatos al Poder Legislativo, y anunció que si no gana esta pulseada, dejaría el cargo.
Nueve millones de ecuatorianos van a encontrarse en las salas de votación con la boleta que va a preguntar «¿Aprueba usted, que se convoque e instale una Asamblea Constituyente con plenos poderes de conformidad con el estatuto electoral que se adjunta, para que se transforme el marco institucional del Estado y elabore una nueva Constitución?».
Es lógico que un gobierno que pretende derrotar la crisis histórica y no administrarla busque soluciones de fondo. No resulta fácil llevar a cabo las arduas tareas que la coyuntura impone con un Estado que ha favorecido el atraso reinante.
Correa solicitó a los electores «votar por el sí, por el futuro, por un país positivo, no por lo negativo, no por el odio, no por el rencor», en una entrevista ofrecida a un canal de televisión de la ciudad de Cuenca.
El presidente predijo una victoria «cuatro a uno» en la consulta del próximo domingo, y consideró que «votar nulo significa hacerle el juego a quienes se oponen a los cambios profundos».
«Nuestra propuesta es de que haya una Asamblea Constituyente que haga una nueva Constitución y que apruebe ciertas leyes fundamentales, y que haya un Congreso que se limite a fiscalizar», acotó el mandatario.
Por su parte, la derecha, histórica responsable del estado de situación actual en el país ecuatorial, como los ex presidentes Fabián Alarcón y Osvaldo Hurtado, se opusieron a la instalación de una Asamblea, calificándola de «ilegal» e «innecesaria».
Según la encuestadora Perfiles de Opinión, el 86 por ciento de los ecuatorianos apoyan las reformas políticas propuestas a través de una Asamblea Nacional Constituyente. Otra encuesta le otorga el triunfo al sí por el 63 por ciento de los sufragios, un 20 por ciento en contra, y un 17 por ciento de abstenciones.
Cerca de 9,2 millones de ecuatorianos están convocados a las urnas, y Correa requiere de unos tres millones de votos para aprobar su Constituyente, considerando un 30 por ciento de ausentismo y tomando en cuenta los votos blancos y nulos.
El presidente promueve una Constitución de corte socialista que, según él, acabará con el Estado centralista, la politización de los tribunales y la justicia y recortará la facultad del Congreso de echar presidentes.
Asimismo, reposicionará al Estado como «planificador, regulador y promotor de la economía» y profundizará la propiedad de los recursos naturales en un país donde operan varias multinacionales petroleras y mineras.
El domingo, casi catorce millones de ecuatorianos van a decidir entre mantener el status quo o iniciar un proceso novedoso y nítidamente superador del pasado histórico de esa nación. Sepa el pueblo votar.