Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
La estudiante de ingeniería Hanan al-Samawi, sospechosa del frustrado atentado del avión de carga, asiste a una manifestación celebrada en la Universidad de Sanaa un día después de su liberación (1.11.10, Foto EPA)
Los intentos de atentado de las pasadas semanas -ya fueran en el avión de carga estadounidense o en determinadas sinagogas de algún lugar de EEUU, al parecer Chicago- siguen siendo el tema más candente en los medios occidentales.
Los hechos en sí ocurrieron de la siguiente forma: El viernes pasado se encontraron dos paquetes que contenían explosivos en sendos aviones de carga que habían inicialmente despegado de Sanaa, Yemen, con destino a Estados Unidos. Uno de los paquetes se encontró en Dubai, el otro en el aeropuerto de East Midlands cercano a Nottingham, Inglaterra. Ambos paquetes -uno fletado por UPS, el otro por FedEx- tenían como destino sinagogas de Chicago. Nadie ha reclamado aún la autoría de los frustrados ataques, pero las autoridades encargadas de la seguridad corrieron a atribuir la trama a la sección yemení de Al-Qaida.
Al incidente le siguió un intenso registro en todos los equipajes de pasajeros y de carga en varios aeropuertos estadounidenses. Asimismo, se informó que se habían encontrado 26 paquetes sospechosos más en el Yemen. El sábado, las autoridades yemeníes arrestaron a una mujer de 22 años, Hanan al-Samawi, como sospechosa de los intentos de atentado. Pero un día después, el domingo, fue puesta en libertad bajo fianza cuando se averiguó que alguien había robado y utilizado su documento de identidad para colocar los paquetes con los explosivos.
Mientras tanto, el pánico se desató por Estados Unidos y Europa Occidental. La mayor parte de los países de Occidente elevaron el nivel de alerta terrorista. Gran Bretaña incluso prohibió que entrara en territorio británico cualquier avión que hubiera iniciado vuelo en el Yemen.
La historia entera necesita de algunas aclaraciones.
En primer lugar, ¿por qué el Yemen?
Sucede que las autoridades yemeníes tienen muy escaso control sobre su territorio y, sin duda alguna, menos deseos aún de combatir el terrorismo internacional que sus vecinos saudíes. La consecuencia es que algunos notorios personajes del movimiento terrorista han hallado refugio en el Yemen, sobre todo después de que Afganistán y Pakistán dejaran de ser tal refugio seguro como consecuencia de las constantes actividades militares.
En segundo lugar, ¿por qué ahora y por qué Chicago?
En realidad, el momento de los ataques (o de los intentos de ataques o de los presuntos ataques), parece haberse elegido muy cuidadosamente. Los Estados Unidos se enfrentan a las elecciones de mitad de mandato y la administración demócrata parece encaminarse a su peor derrota en décadas. Si echamos la vista atrás, hacia un pasado no muy lejano, podemos recordar que un ataque terrorista con gran resonancia es probablemente la mejor manera para elevar las calificaciones de la administración gobernante. Y un ataque descubierto justo antes de que se perpetrara da puntos adicionales a las autoridades. Por tanto, cualesquiera que fueran los motivos reales de los terroristas, la trama descubierta parece estar diseñada para dar a Barack Obama y a los demócratas un par de puntos mediante el «voto por compasión». El hecho de que los explosivos fueran dirigidos a sinagogas en Chicago (la ciudad nativa de Obama) habla por sí solo.
¿Y qué es lo que sigue después?
La respuesta más obvia sería que la administración Obama está buscando una nueva vía para aplicar sus objetivos e iniciativas. Tras el obvio fracaso en Iraq y Afganistán, puede que estén considerando ahora el Yemen como un nuevo espacio de su Gran Juego geopolítico. No debería subestimarse la importancia estratégica de ese país. El poder que controle el Yemen controlaría las rutas marítimas más importantes que van desde Europa al Oriente Medio, al Sur y Sureste de Asia. Por el momento, si hay alguien que controla esa vital región son los piratas somalíes. Para EEUU, apoderarse allí de un territorio con posibilidades para construir sus bases militares, significaría una vuelta a escena que, debido a los fracasos de la última o últimas dos décadas, parece por el momento perdida.
Pero entonces se plantearía otra cuestión, probablemente más importante aún que las anteriores. ¿Qué significa que EEUU esté preparado para actuar contra una fuerza que desde su mismo principio fue una pura creación estadounidense, i.e., Al-Qaida?
Por ahora, las medidas militares han demostrado ser completamente inútiles, tanto en Iraq como en Afganistán. Más aún, si el Yemen se ha convertido realmente en un refugio de extremistas, se debe sólo a la invasión de esos dos países que EEUU encabezó. Por tanto, de una operación contra el Yemen resultaría tan sólo una cosa: que Al-Qaida cambiaría sus operaciones a otra zona y, por tanto, las semillas del terrorismo seguirían diseminándose aún más.
Por supuesto, el reloj de la historia no puede invertirse ni dar marcha atrás. Pero aprender del pasado puede resultar muy útil. Y si retrocediéramos hasta los años de la década de 1980, podríamos afirmar que fue EEUU quien, al apoyar a las fuerzas muyajaidines en Afganistán, creó a los talibanes y creó a Al-Qaida. Ahora, al combatirles violentamente en Oriente Medio, están poniendo a todo el mundo musulmán en su contra y en la de sus aliados. Qué es lo que van a conseguir al extender sus actividades militares a otra zona más en una región tan volátil es otra de las preguntas que convendría plantearse. Pero puede ocurrir que a nadie le guste oír la respuesta.