Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Martes 7 de marzo, 18 horas. Minsk tiene un aspecto moderno. Muchos edificios nuevos, poca suciedad y casi ningún mendigo .Extrañamente, pocos carteles electorales, pero en cada uno de ellos las fotos en hilera de los cuatro candidatos a la presidencia.
Frente al parque Gorki algunos centenares de manifestantes que apoyan al presidente Lukachenko. Un manifestante cuenta: «El presidente hace planes quinquenales al servicio del pueblo y por lo menos los cumple. No existe un gran abismo entre pobres y ricos. El sueldo medio aquí es el más alto de todas las ex-repúblicas soviéticas; se puede vivir sin problemas. Producimos nuestros propios alimentos y obtenemos la energía barata de Rusia».
El domingo los bielorrusos votaron un nuevo presidente; a las 20h50, la TV daba los primeros pronósticos sobre la base de un sondeo a la salida de los colegios electorales: Lukachenko 82%, Milinkevitch 5%. Cuarenta minutos después, 2000 manifestantes se reúnen en la plaza de Octubre con banderas bielorrusas y europeas. Gritaban «Viva Bielorusia», «Vive Milinkevitch». La policía no intervino. Una hora después muchos volvían a sus casas.
Taisia Boroditch: «Lukachenko lleva a cabo una política social. Los sueldos se pagan puntualmente, las fábricas funcionan «. Alexander Pernikov, ingeniero de minas: «En una familia con tres hijos el Estado paga el 50% del préstamo para la casa y en una familia de cinco hijos, el 100%. Los terrenos edificables siguen siendo propiedad del Estado. Lukachenko es la estabilidad asegurada, no ha dejado que rapiñen el país». Alexander Boukcha, estudiante de electricidad: «Estamos satisfechos con nuestras becas de estudios y a todos se nos propone un empleo cuando terminamos de estudiar «.
¿Democráticas, las elecciones?
Miércoles 8 de marzo, 15 h, frente al Centro Cultural Traktorni Zavod. Escuchamos al candidato de la oposición pro-occidental durante un mitin electoral: «Me he entrevistado con los dirigentes de los principales países europeos. Quieren que Bielorrusia entre en la Unión Europea. Pero Europa ya está harta de dictadores a la Hitler.» Radio Free Europe, pagada por Estados Unidos, difunde íntegro el discurso. Milinkevitch continúa: «estas elecciones no serán limpias y el mundo civilizado no las reconocerá. Dado el caso invitamos a que el 19 de marzo todo el mundo acuda a las 20 h a las plazas de Minsk.»
El mitin se disuelve debido al tremendo frío. Interpelamos a un joven que había planteado unas preguntas críticas:»Soy Vladimir Zoubrik, obrero de una fábrica de plástico», dice. «Milinkevitch afirma que sólo quiere privatizar las fábricas que no son rentables. ¡Como si eso le interesara a Occidente! No, en nuestra vecino ucraniano han vendido la acerería Krivorosstahl, muy próspera y aquí quieren hacer lo mismo: liquidar a Occidente, a EEUU, la fábrica de tractores, la fábrica de motores y la de coches. Y no quedará nada para Bielorrusia».
¿Por qué quiere Washington que Lukachenko se vaya?
» Bielorrusia es la última dictadura en Europa», declaró el 5 de mayo de 2005 el presidente estadounidense George Bush en visita a la capital de Lituania, Vilnius. Une dictadura, y ¿por qué? Para empezar, Lukachenko tiene malas amistades. Durante su visita a Cuba elogió a Fidel calificándolo de «modelo para todos los hombres políticos del mundo». Igualmente, respecto al presidente Venezuela, Hugo Chavez, Lukachenko quiere unos contactos más estrechos con vistas a un apoyo mutuo contra la injerencia de EEUU y de otros países occidentales. Hay cosas aún más incómodas. Bielorrusia lleva con firmeza una política diferente de la de los demás países de la Europa del este. Aunque siga estando en el marco del capitalismo, las principales fábricas siguen estando en manos del Estado; la libertad de movimientos del capital es ahí muy limitada. Todo esto no gusta a EEUU, porque quiere abrir Bielorrusia al Fondo Monetario Internacional, a la OTAN y a las multinacionales.
Datos de Bielorrusia:
Capital: Minsk
Habitantes: 10. 300.000
Superficie: 208000 km2 (7 veces Bélgica)
Presidente: Alexander Lukachenko
Países vecinos: Rusia, Ucrania, Polonia, Lituania, Letonia.
Estructura del Estado: hasta 1991 Bielorrusia era una república de la Unión Soviética. Desde 1996, Bielorrusia y Rusia constituyen la «Unión de Repúblicas soberanas».
Receta de injerencia occidental
A occidente le gustaría ver a Lukachenko morder el polvo en estas elecciones y hace todo lo posible para conseguirlo. La receta ya sido probada.
Jef Bossuyt y Bert De Belder , www. michelcollon.info
Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
La bola de cristal de los observadores
El domingo 26 de febrero la policía bielorrusa descubría en la ONG Partnerstvo unos formularios «exit poll» destinados a unas encuestas a la salida de los colegios electorales. La ONG tenía la intención de servirse de ellos para declarar fraudulentas las elecciones. Los resultados «deseados» estaban fijados de antemano: Milinkevitch (el candidato de Occidente), 53,7%, Lukachenko (el presidente actual), 41,3%. Ahora se conocen los resultados oficiales: 82% para Lukachenko.
Occidente quiere que Lukachenko pierda las elecciones. La receta, muy simple, fue probada en 2000 en Yugoslavia, en 2003 en Georgia y en 2004 en Ucrania:
1. Declarar las elecciones fraudulentas de antemano.
2. Fundar y financiar un movimiento de oposición que ganará su poder a partir de la calle. En Bielorrusia se llama Zoubr (El Tridente).
3. Difundir sus propios resultados electorales a partir de los «exit polls» y declarar las elecciones no válidas.
4. Movilizar a una masa de jóvenes vía conciertos de rock, comidas y copas gratis. Bloquear los edificios oficiales y tomar el parlamento al asalto.
En 18 meses la UE ha votado seis resoluciones contra Bielorrusia. El informe de la UE, Severin, decía hace ya tres meses: «Las elecciones del 19 de marzo no se desarrollarán ni libre ni limpiamente». El ministro belga de Asuntos Exteriores Karel De Gucht pidió a Bielorrusia que invitara a observadores de la Organización para la Seguridad y Colaboración en Europa (OSCE). Estos habían desempeñado un papel importante en las elecciones precedentes en Ucrania y Georgia, que llevaron al poder a gobiernos pro-occidentales.1
Otras iniciativas occidentales con el objetivo de apoyar a la oposición bielorrusa: en Bruselas, en el n° 3 de la plaza Petit-Sablon se encuentra un «Office for Democratic Belarus» (Oficina para una Bielorrusia democrática). Está dirigido por Olga Stutchinskaïa, una colaboradora de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. El 10 de febrero fue recibida oficialmente en Washington por R. Nicholas Burns, secretario de Estado adjunto para Asuntos Exteriores. Desde el 26 de febrero se puede escuchar «Window to Europe» (Ventana a Europa), un programa diario de información de una hora destinado explícitamente a influenciar en las elecciones. Igualmente se han incorporado TV e Internet con ayuda del emisor ruso RTVi y Deutsche Welle. La operación cuesta 2 millones de euros, pero ¡lo financia la Comisión Europea!. «¡Increíble!», escribe De Standaard y «no fácil de explicar para la portavoz de la Comisión.»2
1 De Standaard, 12-13 enero. · 2 De Standaard, 24 enero.
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