Bashar el Asad afirmó en una entrevista con el diario ruso Komsomólskaya Pravda que la guerra que vive su país desde hace cinco años forma parte de un conflicto más generalizado que se está gestando, una Tercera Guerra Mundial; y que es resultado del diferente enfoque de Rusia y Estados Unidos sobre la cuestión del […]
Bashar el Asad afirmó en una entrevista con el diario ruso Komsomólskaya Pravda que la guerra que vive su país desde hace cinco años forma parte de un conflicto más generalizado que se está gestando, una Tercera Guerra Mundial; y que es resultado del diferente enfoque de Rusia y Estados Unidos sobre la cuestión del terrorismo. «Se siente en el aire el olor a guerra… pero esto aún no es un enfrentamiento directo. Aunque (este conflicto) tiene elementos terroristas, políticos y militares», respondió El Asad a la pregunta de si cree que el mundo va hacia una tercera guerra mundial. «A día de hoy observamos una situación parecida a la Guerra Fría y es más, creo que los países occidentales, especialmente Estados Unidos, nunca cesaron la guerra fría, ni siquiera tras la desintegración de la Unión Soviética», señala el mandatario sirio.
Pero Asad no es el único que opina así. De hecho, The Telegraph ya decía hace un año que cualquier día podía empezar la Tercera Guerra Mundial y mucho se ha hablado de Guerra Fría desde 2013 por las tensiones entre Occidente y Rusia. La agencia Reuters se planteaba en abril que la temida contienda quizá ya había empezado en Siria e Irak.
El papa Francisco ha hablado en más de una ocasión de «Guerra Mundial por partes» o de «Tercera Guerra Mundial» con «guerras zonales». Incluso en el Consejo de Seguridad de la ONU, en medio de un lio técnico y de concepto, llegó a hablarse de Guerra Mundial en noviembre del año pasado.
El viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmuş, ha advertido esta semana en una entrevista con la agencia oficial turca que recoge The Independent que esas guerras de poder entre las dos potencias pueden llegar a un enfrentamiento regional más amplio y reavivar la Guerra Fría en todo el mundo.
Asad señala Siria como uno de los escenarios de ese proceso, uno de los más importantes, y afirma que la actual escalada del conflicto tiene por «objetivo principal conservar la hegemonía estadounidense sobre el mundo».
En el avispero de Siria no sólo se enfrentan por partes grupos rebeldes, kurdos, yihadistas y el ejército. Hay varias potencias extranjeras con tropas y fuerzas especiales desplegadas sobre el terreno e interviene una coalición internacional con bombardeos aéreos, además de la aviación siria y la de Rusia.
«Rusia, Irán y Hizbulah son nuestros socios permanentes y están aquí de manera legal. Combaten contra los terroristas, pero hay otros países que se entrometen para apoyar a los terroristas. El problema no es el número de actores (que intervienen en el conflicto), el principal problema es el terrorismo», dijo el presidente Asad en la entrevista con el rotativo ruso.
Pero junto a las fuerzas de Damasco luchan en Alepo también iraquíes chiíes, desplazados afganos que llegan de Irán y buscan la nacionalidad iraní y muchos milicianos de la milicia chií libanesa antes citada. Los sirios que luchan sobre el terreno en la ciudad que ahora focaliza el conflicto son tropas de élite, según The New York Times. La fragmentación es total en ambos bandos. Y también han entrado en escena los chinos, defensores de la integridad territorial de la República Árabe.
De la tregua de una semana a la peor ofensiva sobre Alepo y el punto más tenso de las relaciones entre Washington y Moscú
La situación enquistada en Siria ha provocado la ruptura de puentes entre Washington y Moscú, que en apenas un mes han pasado de buscar un alto el fuego definitivo y acordar una tregua de una semana a romper su diálogo sobre Siria.
Hace unas semanas, tras el fin de la tregua de septiembre y la gran ofensiva sobre la Alepo rebelde, en el Gobierno estadounidense surgió un intenso debate sobre la posibilidad de armar a los rebeldes sirios, informó The Wall Street Journal. Se analizaba si la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y sus aliados regionales debían enviar sistemas armamentísticos para que los grupos rebeldes puedan atacar desde mayor distancia las posiciones de artillería rusas y sirias, señalaba el diario.También se barajaba dar luz verde a aliados de la región como Turquía o Arabia Saudí para que entreguen armas más poderosas a los rebeldes e incluso sistemas antiaéreos.
Este viernes, The Independent informaba de que Reino Unido y Estados Unidos plantean involucrarse militarmente de forma más activa en el conflicto sirio para frenar la destrucción de los barrios orientales de Alepo, bajo control rebelde, una zona que Asad, con el apoyo ruso, promete limpiar de terroristas en la entrevista publicada este viernes, algo que ya advirtió en la sesión inaugural del Parlamento de Damasco en junio.
En un año de intervención rusa en Siria el escenario ha cambiado para Asad y sus tropas, que han visto cómo pasaban de estar en sus horas más bajas a reconquistar parte del país y tener cercados a los rebeldes en Alepo, antes de la guerra la ciudad más poblada de Siria e importante urbe comercial cerca de la frontera turca, al norte del país. Pero tampoco ha habido un avance muy significativo y los rebeldes moderados e islamistas siguen teniendo plazas fuertes, tanto cerca de Damasco como en el norte del país.
Estados Unidos y Francia acusan a Rusia de crímenes de guerra en Siria, algo que Putin desdeña y cree que se trata sólo de «retórica política». Además, el presidente ruso ha denunciado que el diálogo con Estados Unidos es inexistente y cuando lo hay consiste en imposiciones que Moscú debe aceptar. Ambos bandos tienen posiciones enconadas y pese a que este fin de semana está previsto que se reunan para hablar de un alto el fuego en Siria nuevamente (el año pasado se aprobó una hoja de ruta en Viena para llevar la paz al país árabe que nunca se ha llegado a poner en práctica), no se atisba una solución a corto plazo. Expertos consultados por The New York Times vaticinaban hace unas semanas todo lo contrario, que la cosa iría a peor.
Rusia prepara sus bases de Siria para posibles ataques de la coalición de Estados Unidos
Con todas estas tensiones, Rusia ha convertido en base militar naval permanente su instalación de Tartus, en principio dedicada a fines de mantenimiento y ha desplegado en Siria potentes sistemas antiaéreos S-300 para defender su flota en el Mediterráneo tras un ataque de la coalición que lidera Washington sobre tropas de Damasco en Deir Ezzor. El sistema se suma a las baterías S-400 cerca de la ciudad de Latakia y otros sistemas de defensa. Los rebeldes no usan aviación, lo máximo que ha usado el Estado Islámico (EI) recientemente con éxito son drones y ha sido en Mosul; con lo cual se interpreta este despliegue como una provocación a Estados Unidos. Moscú ve en ello legítima defensa.
Igor Konachenkov, portavoz de Defensa, lanzó un aviso sin diatribas a Washington a principios de octubre: «Recuerdo a los estrategas estadounidenses que los misiles antiaéreos S-300 y S-400 que garantizan la cobertura aérea de las bases rusas de Hmeimim y de Tartus tienen un radio de acción que podría sorprender a cualquier aeronave no identificada».
No obstante, Estados Unidos no está interesado en una escalada del conflicto y los expertos creen que Putin no desplegará más tropas sobre el terreno, ya que, si Washington y Turquía no se entrometen, considera que la aviación rusa y las tropas sirias bastarán a corto plazo para mantener a raya a los yihadistas. Con la demostración de poder por ahora le basta, señalaba un experto a The New York Times. A lo máximo que ha llegado el Kremlin es a reforzar la flotilla rusa en el Mediterráneo oriental con el buque insignia de su Armada, el portaaviones ‘Almirante Kuznetsov’, equipado con una escuadrilla de cazas y que llegará a la zona a finales de octubre.
Por si todo eso fuera poco, el EI, pese a las pérdidas del último año, sigue controlando vastos territorios en Siria e Irak, donde permanece fuerte en sus feudos, Raqa y Mosul.
Y Turquía entró al atolladero…
Y para añadir más leña al fuego, Turquía decidió entrar en el atolladero sirio el pasado mes de agosto, con su operación Escudo del Éufrates. Lo hizo con el pretexto de lanzar una ofensiva contra los yihadistas del EI, y contra los kurdos, que intentan crear un estado propio en el norte de Siria y que han demostrado ser hasta ahora el aliado más fiable sobre el terreno para Occidente en la lucha contra el EI, integrando junto a otras milicias suníes las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), que tienen la puesta vista en Raqa otra vez tras la liberación de la estratégica ciudad de Manbij.
Con todo ello, Turquía, que ha rehecho sus puentes con Moscú tras el conflicto de hace un año por el derribo de un caza ruso en la frontera siria y está en medio de sus dos aliados (Rusia, en lo comercial y energético y Estados Unidos, en lo militar y en la OTAN), advierte que las dos potencias van hacia la guerra, pero no ha dudado en meterse en ella para defender sus intereses.
Ankara tiene su propia posición en Siria y no comulga con ninguno de los dos bandos. Recela de los kurdos y les ataca, algo en lo que difiere con Washington; y persigue la caída de El Asad, punto de desencuentro con Moscú.
Y en medio de todas estas tensiones, Turquía y los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) intentan derrotar al EI y echarlo del pueblo de Dabiq, su escenario apocalíptico en base a una profecía de Mahoma.
Ambiente de Guerra Fría en otros ámbitos y en otros escenarios
El tabloide ruso Moskovsky Komsomolets advertía también hace unos días que la tensión en Siria podría derivar en «confrontación militar directa» entre Rusia y Estados Unidos y provocar una escalada similar a la de 1962 en la Crisis de los Misiles en Cuba.
El Kremlin, además, ha roto su acuerdo nuclear con Estados Unidos para la reconversión del plutonio militar y se plantea reabrir sus bases de Vietnam y Cuba, puntos calientes de la Guerra Fría, en medio de otras tensiones con Occidente, como el conflicto de Ucrania y la anexión de Crimea. Por otra parte, Obama acusa a Rusia de estar detrás del hackeo contra el Partido Demócrata y la campaña de Hillary Clinton y ha prometido una respuesta proporcional, aunque Moscú niega su implicación. Y no hay que olvidar los ejercicios militares del ejército ruso o de la OTAN que ponen en tensión tanto a Moscú como a la Alianza.
Pero no todo se cierne a Rusia y Occidente. Las tensiones constantes en Oriente Medio entre israelíes y palestinos o Arabia Saudí e Irán siguen ahí. En Irak se ha desatado un conflicto diplomático con Turquía por la presencia de tropas turcas en el país, sigue presente el EI y hay tensiones entre chiíes y suníes.
En el conflicto yemení también hay agentes externos, como en Libia, y aunque hay un acuerdo nuclear con Irán esta semana han revivido temores de antaño con el ataque directo de Washington a los rebeldes hutíes de Yemen, apoyados por Teherán.
La tensión también es constante en el Mar de China Meridional, entre las dos Coreas, en Sudán del Sur, Afganistán y otros escenarios donde hay grupos yihadistas, como en Nigeria y sus países vecinos de la cuenca del lago Chad, con la presencia de Boko Haram; o en Cachemira, la frontera entre la India y Pakistán.
Fuente original: http://www.lavanguardia.com/internacional/20161015/41999657654/tercera-guerra-mundial-siria.html