Recomiendo:
0

Cronopiando

Puerto Rico en órbita

Fuentes: Rebelión

Quien iba  decirle a Puerto Rico, después de tantos años de lucha porque se le reconozca su derecho a existir en el mapa, que los mismos que le niegan ese derecho iban a darle la oportunidad de poner a uno de sus descendientes en el espacio. Se trata de Joseph M. Acaba,  californiano él, aunque […]

Quien iba  decirle a Puerto Rico, después de tantos años de lucha porque se le reconozca su derecho a existir en el mapa, que los mismos que le niegan ese derecho iban a darle la oportunidad de poner a uno de sus descendientes en el espacio.

Se trata de Joseph M. Acaba,  californiano él, aunque de «sangre boricua»,  que junto a otros seis astronautas partirá, a fin de año, rumbo al espacio, a bordo del trasbordador Discovery.

El viaje, en cualquier caso, no le va a salir gratis.

Cuando leí el titular de la noticia dando cuenta de que Estados Unidos pondría en órbita a un puertorriqueño, pensé que se trataba de un viaje de placer al estilo de los que hacen esos grandes millonarios que, a falta de mayores emociones, se pagan costosas vacaciones espaciales. Pensé que se trataba de un sentido reconocimiento a la laboriosa comunidad latina en Estados Unidos, una manera de expresar lo mucho que para el gobierno de la nación estadounidense cuenta esa comunidad puertorriqueña que, además de poder votar una vez cada cuatro años por demócratas o republicanos y participar en sus múltiples guerras por el mundo, siempre en primera fila, ahora también puede viajar al espacio y contemplar Vieques desde la estratosfera, o distinguir el Cerro Maravilla sin la memoria de los torturados, o seguir, desde las estrellas, el rastro de la sangre del patriota boricua Filiberto Ojeda, asesinado por la CIA hace unos pocos años.

Pero no, a lo que va Joseph M. Acaba es a trabajar, a ensamblar piezas, a asegurar vigas, a colocar paneles, a realizar las típicas labores de un obrero de altura…de mucha altura.

Y, sobre todo, a constatar que el espacio también es ajeno y que no hay escapatoria posible.

A la espera de que algún día Puerto Rico haga posible el sueño de una patria común y propia, recupere su identidad perdida y retome su voz y su palabra, pueden sus descendientes, gracias al Imperio, viajar por el espacio y recibir gozosos los reconocimientos del Senado boricua, no por asomarse y reclamar su terrestre independencia, sino por celebrar su galáctica colonia.