El presidente ruso dice que la desnuclearización coreana es «posible» si se conceden «garantías de seguridad de defensa de su soberanía» a Pyongyang
Gestos amigables combinados con la frialdad del viejo estilo soviético marcaron el ritmo de la primera cumbre entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong Un, que celebraron en la ciudad de Vladivostok, bañada por el océano Pacífico. Tras el jarro de agua fría de Washington en Hanói, el mariscal fue a buscar un aliado en Rusia. Podría decirse que lo encontró, pero sin compromisos concretos.
Tras la reunión de hora y media entre ambos líderes, solamente el anfitrión habló a los medios. Lo hizo para dejar claro que en ningún caso el encuentro aspiraba a «conspirar» al margen de Estados Unidos en sus conversaciones sobre la desnuclearización de la península coreana y, aseguró que Moscú y Washington comparten el interés en el desarme de Corea del Norte.
«Aquí no hay secretos. Abordaremos (la reunión) con los estadounidenses y los amigos chinos», recalcó Putin en una rueda de prensa tras mantener su primer encuentro formal con Kim desde que éste asumiera el poder en Corea del Norte en 2011.
En cuanto a desmantelar el programa nuclear norcoreano, Putin se mostró optimista. «Es posible… Corea del Norte necesita garantías de seguridad, de defensa de su soberanía», apuntó.
Putin llamó a todos los países interesados a dar «los primeros pasos» para incrementar la confianza y después «pensar juntos» en esas garantías de seguridad para Pyonyang, que apoyaría la no proliferación de armas de destrucción masiva.
«Me dio la impresión de que el líder norcoreano defiende ese punto de vista. Sólo necesita garantías de seguridad. Eso es todo. ¿Cuáles pueden ser esas garantías sino jurídicas?», apuntó. Putin ha asegurado en varias ocasiones que, tras lo ocurrido con los líderes de Irak y Libia, Corea del Norte se convenció aún más de que las armas nucleares son la mejor garantía ante un intento de violento cambio de régimen por parte de EE.UU.
El líder ruso llamó a avanzar «paso a paso», respetando los intereses de los demás, y no intentando imponer su postura, algo que provocará el estancamiento de las negociaciones nucleares.
«Si actuamos así, un paso adelante y dos atrás, no lograremos el resultado deseado. Lo más importante es que debemos restablecer el imperio del derecho internacional. Volver a la situación cuando el derecho internacional y no la ley del más fuerte definía la situación en el mundo», dijo.
Destacó que las posturas de Rusia y EE.UU. sobre el arreglo de la crisis nuclear coinciden en gran medida, motivo por lo que adelantó que informará a la Casa Blanca sobre las negociaciones con Kim. Fue entonces cuando dijo la frase ya mencionada: «Aquí no hay ningún secreto. La postura de Rusia siempre fue abierta. No hay ninguna conspiración». Recordó que el propio Kim le pidió que informe a la parte norteamericana sobre sus posturas acerca de la situación en la península coreana.
Putin, que se reunió en varias ocasiones con Kim Jong Il, padre del actual líder norcoreano, aseguró que Moscú está «muy satisfecho» con la reunión y consideró a Kim un interlocutor «interesante».
En cuanto a la cooperación bilateral, destacó haber tratado con Kim la construcción de gasoductos y oleoductos, y el posible tendido de una red de suministro de electricidad, proyectos que requieren el visto bueno de Corea del Sur.
También reconoció haber abordado con Kim la situación de los miles de norcoreanos que trabajan en territorio ruso, lo que supone una importante fuente de ingresos para Pyongyang y cuya cifra se vio reducida por las sanciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU por los ensayos con misiles balísticos norcoreanos.
«Son gente muy trabajadora, disciplinada y que cumplen las leyes», señaló Putin, quien abogó por encontrar una solución para la situación de dichos inmigrantes.
La cumbre de Vladivostok se celebra después del fracaso de la última cita entre Kim y el presidente de EE.UU., Donald Trump, celebrada en febrero pasado en la capital de Vietnam, Hanói. Cuando la delegación norcoreana le hizo saber a la estadounidense que no estaban dispuestos a llevar a cabo la desnuclearización total de golpe, Washington se levantó de la mesa.
La Casa Blanca aboga por el llamado «gran acuerdo», que propuso en la capital vietnamita y que pasa por eliminar todos los programas de armas norcoreanos, además del atómico, antes de relajar ninguna sanción.
Tras las conversaciones formales, Putin ofreció una cena a Kim y su delegación, cuyo menú incluía platos rusos tradicionales a petición del líder norcoreano. El presidente ruso propuso un brindis para fortalecer la amistad y la cooperación entre la Federación de Rusia y Corea del Norte, y ambos levantaron copas de vino blanco, según fuentes locales.