«La gente espera que la izquierda sea fiel a sí misma; una izquierda que se transfigura no le interesa a nadie», afirma Miguel Ángel Sandoval en su reciente visita a Euskal Herria para presentar URNG-MAIZ. En el programa electoral da prioridad a «la creación de mejores condiciones de vida y desarrollo en el campo». El objetivo primordial, «plantear una agenda y un discurso de izquierdas».
Miguel Ángel Sandoval es el candidato de URNG-MAIZ a las elecciones presidenciales de Guatemala que se celebrarán el 9 de setiembre. Figura también entre los fundadores del desaparecido Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), uno de los grupos que componían la URNG, e integró la comisión política para las negociaciones de paz. Ahora, está inmerso en la carrera por la jefatura del Estado.
URNG-MAIZ representa un frente político y social de izquierdas. Inicialmente, está formado por el MPSI (Movimiento Político y Social de Izquierda), la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca), organismos sociales y políticos, líderes indígenas y organizaciones de mujeres. «El objetivo primordial es plantear una agenda y un discurso de izquierdas que se había perdido. En MAIZ, queremos dotar a la izquierda de una nueva perspectiva», subraya a GARA Miguel Ángel Sandoval, candidato presidencial a las elecciones de setiembre.
En la década de los 90, en Centroamérica se pusieron de moda conceptos como «democracia», «paz» y «reconciliación». Sin embargo, el uso incorrecto de estos términos por parte de los gobernantes, los devaluó. ¿Es todavía posible volver a llenarlos de contenido?
Hacen falta medidas concretas. De alguna manera, es la crítica a la democracia en el continente. Junto a procesos electorales, no ha habido resultados en el ámbito socio-económico y se han acentuado formas de exclusión política. Un montón de conceptos han quedado vacíos. En el caso de Guatemala, por ejemplo, la palabra diálogo, antes de representar una fórmula o herramienta para búsqueda de soluciones, se ha convertido en una especie de pérdida de tiempo. Todos los procesos de diálogo de los últimos años han servido para postergar soluciones, desactivar procesos sociales y para desgastar propuestas.
¿A qué medidas se refiere?
Depende del tema. Pero, ante todo, los procesos democráticos tienen que dar resultado. En Guatemala, por citar un ejemplo, el asesinato de mujeres se ha incrementado desde la firma de los acuerdos de paz. Por tanto, debería haber una considerable disminución de estas muertes para que los ciudadanos vayan retomando la confianza en instituciones y autoridades.
Es a ese tipo de actuaciones a lo que nos referimos cuando hablados de medidas concretas. Mesas de diálogo que, antes de convertirse en una pérdida de tiempo, culminen en resultados y satisfagan las demandas. Eso no se está produciendo y, obviamente, hay un desgaste de los mecanismos y una pérdida de la credibilidad.
En una reciente conferencia, el director del Instituto de DDHH de la Universidad Centroamericana Simeón Cañas de El Salvador, Benjamín Cuéllar, alertó de la «atomización» de la sociedad y de que «los movimientos migratorios están reemplazando a los movimientos sociales». ¿Comparte esta reflexión?
En sentido absoluto no. El tema migratorio es una acusación directa al modelo económico existente que no ha sido capaz de generar opciones y oportunidades para la gente. A medio plazo, eso puede ser muy complicado porque gente emprendedora sale. Tiene muchas lecturas.
La migración se ha convertido en el principal sostén económico para un país como el nuestro. Es la mayor fuente de divisas y, obviamente, eso no puede durar toda la vida; tendrá que cambiar en algún momento; espero que sea para bien y que Guatemala retome el crecimiento económico y genere oportunidades para toda la gente. No podemos vivir toda la vida produciendo trabajadores emigrantes.
En el caso del Estado español, hubo una época en la que produjo mucho emigrante y, luego vino un proceso de retorno, aun cuando hubo unos sectores que se quedaron fuera. De alguna manera, el retorno correspondió a un proceso interno de expansión económica, que es lo que se ha negado a Guatemala. Creo que un gobierno como el que nosotros proponemos podría crear condiciones para posibilitar el crecimiento económico e impedir que los compatriotas se vayan a la aventura. Es lo mínimo que nos debemos plantear.
Tras los desastrosos resultados electorales de 2003, ¿de qué salud goza la izquierda?
Hablando en términos de salud, le diré que tuvimos a una izquierda en cuidados intensivos, aunque creo que ya salimos de esa fase. El proyecto que nosotros impulsamos en MAIZ trata precisamente de eso, de dotar de una nueva perspectiva a la izquierda a partir de la constatación de que los resultados de 2003 fueron verdaderamente fatales. No escondemos eso debajo de la alfombra de casa. Consideramos que rectificando en una serie de temas es posible tener un mejor desempeño.
Parte de esa apuesta es MAIZ, donde aglutinamos diversos sectores sociales y políticos, y retomamos nuestra identidad. Sólo en la medida en que rectifiquemos tendremos mejores resultados. La gente espera que la izquierda sea fiel a sí misma; una izquierda que se transfigura no le interesa a nadie.
URNG-MAIZ apuesta por resolver las necesidades «más urgentes» de la población. ¿Cuáles son esas necesidades y qué proponen para cubrirlas?
El objetivo primordial es plantear una agenda y un discurso de izquierdas que se había perdido. Hoy por hoy, lo central es crear mejores condiciones de vida y desarrollo en el campo y eso pasa por una reforma agraria. Esto se traduce en medios productivos en el campo. De esta manera, conseguiríamos que no aumentara el flujo de personas a la ciudad; limitar la migración hacia otros lugares y disminuir el desempleo y mejorar la propia dieta de los guatemaltecos.
Queremos abordar el tema fiscal porque un Estado sin recursos como el nuestro, a veces, no tiene ni siquiera para pagar a la policía para que cuide las vecindades, carreteras… Un Estado con recursos tiene opciones en materia de salud, vivienda, educación, infraestructura.
La recuperación de la memoria histórica también figura en su programa electoral.
Es una demanda de los sectores sociales y una apuesta que hacemos desde la izquierda para reconciliar a la sociedad con su realidad y poder proyectar hacia el futuro. Para la parte institucional, gubernamental y la derecha, la memoria histórica no debería existir; hay una apuesta al olvido, al perdón y a la impunidad. A ningún pueblo se le puede negar el derecho a la memoria histórica. La gente tiene necesidad de reconciliarse con el pasado, si no, no hay confianza hacia el futuro.
Tras el cambio de gobierno en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, ¿considera posible que Guatemala siga la estela marcada por sus países vecinos?
¡Esa es nuestra apuesta! Partimos de que no hay opciones entre los diferentes partidos de la derecha que están compitiendo y que nosotros podemos introducir el factor de desequilibrio y de expectativas de cambio. No es fácil ni automático pero pensamos que sí es factible convertir a la izquierda si no en la opción triunfadora de este proceso electoral, sí en una oposición fuerte y vigorosa. Es el mínimo que podemos alcanzar. Una oposición vigorosa implica una manera de neutralizar los efectos más nefastos de las políticas neoliberales.
¿Cómo valora la puesta en marcha en Latinoamérica de proyectos comunes como el ALBA?
Estando en el Gobierno nos incorporaríamos de manera automática al ALBA porque plantea la cooperación, la complementariedad de economías y sociedades antes que la competencia que promueven otros proyectos como los tratados de libre comercio firmados con Estados Unidos. Es obvio que expresa márgenes de autonomía distintos que vale la pena tener en cuenta. Por eso, vamos a impulsar el ALBA incluso desde el ámbito municipal.
Ainara LERTXUNDI
El panorama que se dibuja de Guatemala es bastante negro. Organismos de derechos humanos han denunciado un incremento de las amenazas y coacciones, los escuadrones de la muerte siguen en activo, la tasa de violencia es altísima… Pese a esta dura realidad, ¿hay motivos para la esperanza?
Creo que sí hay motivos de confianza. El hartazgo de lo que tenemos es muy fuerte en distintos sectores. La cuestión es capitalizar ese hartazgo y convertirlo en voto por la izquierda. La violencia tiene diversas causas pero, sin duda, la solución radica en tener voluntad política. Estamos tratando de aprobar un mecanismo, auspiciado por Naciones Unidas, de investigación criminal que busque a los grupos paramilitares y clandestinos vinculados al Estado. Esto, obviamente, funcionará si hay voluntad política de las instituciones y del Gobierno principalmente, pero también de algunos poderes fácticos. Con voluntad política, habría una disminución de la violencia.
¿Quiénes son los actores de los excesos represivos y de violencia en Guatemala? Es el Estado por omisión, en el menos grave de los casos, sectores del crimen organizado, el narcotráfico. Tenemos evidencias de vinculaciones de sectores o instituciones del Estado con la violencia, tal y como hemos visto recientemente en la muerte de tres diputados salvadoreños. Un grupo de policías resultaron responsables, los capturan, los meten presos y los matan en la cárcel. Es muy fuerte. Mientras el Estado guatemalteco no demuestre lo contrario, es responsable. No se trata de una acusación en falso.
Acaba de citar la implicación de «poderes fácticos». ¿A cuáles se refiere?
Hay una enorme cantidad de empresas privadas de seguridad, está el poder económico de siempre y recién, el narcotráfico que opera con toda impunidad en todo el país. Hay también sectores militares que tienen nostalgia del pasado. Todo eso junto es un cóctel verdaderamente difícil de manejar. Creo que se puede ir resolviendo por partes con voluntad, atacando los nervios principales de cada uno de estos sectores.
¿Qué se juega Guatemala en los comicios?
Lo menos que podemos esperar es la posibilidad de contar con una izquierda cuyo menor desempeño sea hacer una oposición seria e importante. Si ni siquiera logramos eso, estaríamos permitiendo que la política neoliberal y todos los despropósitos actuales se prolonguen de manera indefinida. Estas elecciones deben ser un punto de inflexión. Tendremos que tener poder municipal, legislativo y demás para ser una contención a esta desenfrenada actitud neoliberal. Estamos obligados a hacerlo.